María Asunción Arana Altuna, alias Olivia, de 55 años y nacida en
Mondragón (Guipúzcoa), es la etarra encargada de dirigir y buscar alojamiento a los pistoleros de la banda refugiados en
Venezuela y protegidos por
Hugo Chávez. Olivia pertenece a la vieja escuela de la banda terrorista y es la viuda de José Miguel
Beñarán Ordeñana, Argala, uno de los asesinos que, en 1973, participó en la muerte de Carrero Blanco.
Según ha podido conocer LA GACETA de fuentes de la lucha antiterrorista, la viuda de
Argala es la responsable del Comité de Deportados (etarras) de
Venezuela, y, desde 1996, colabora directamente con el actual gobernador del estado venezolano de Anzoátegui, el abogado
Tarek William Saab, de ascendencia libanesa e íntimo amigo de
Hugo Chávez. El Gorila Rojo se refiere cariñosamente a él como “el poeta de la Revolución”.
En una comunicación intervenida por los
Servicios de Información de la Guardia Civil en abril de 1996, el entonces responsable del área internacional de deportados de
KAS (Koordinadora Abertzale Socialista), José Ramón Anchia Celaya, se dirige a
María Asunción Arana y le da instrucciones para que contacte y use los servicios en
Venezuela de
Tarek William, abogado, “para que coordine los asuntos legales relativos ante posibles deportaciones desde Venezuela”.
Lo que
Olivia jamás pudo imaginarse era que el nuevo abogado de la organización terrorista se convertiría en el gobernador del estado venezolano de Anzoátegui. Su militancia en partidos de la extrema izquierda venezolana les serviría de aval político ante su amigo
Hugo Chávez.
Los negocios etarras
En el estado del que Tarek William es la máxima autoridad es donde habitan más etarras huidos de España, además de tener allí ubicados sus negocios. Durante mucho tiempo fue el
Centro Vasco de Barcelona el lugar de reunión de terroristas autores de crímenes y masacres en España.
No es de extrañar el enfado de
Tarek cuando recibió un auto del juez Velasco de la Audiencia Nacional que le exigía la entrega de varios terroristas residentes en la República Bolivariana.
Uno de los reclamados por el juez de la
Audiencia Nacional es
Arturo Cubillas Fontán, colocado por
Chávez en un puesto de su Gobierno y cuyo nombre apareció en el ordenador intervenido al dirigente de las
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Roberto Reyes, cuando fue abatido por un comando del Ejército colombiano en el transcurso de un operativo contra el narcotráfico.
Cubillas comenzó siendo pescadero en el puerto pesquero venezolano de Güira como socio del también etarra
Pedro Viles Escobar, alias
Kepa, en la empresa Deusto Mar.
No debieron de acabar bien las relaciones entre ambos porque Kepa le reclamó durante mucho tiempo el pago de unas facturas a las que
Cubillas no atendió debidamente a tiempo. La cuestión es que
Hugo Chávez debió de reparar en él y lo nombró jefe de seguridad del Instituto de Tierras, creado por el mandatario bolivariano para arrebatar las fincas a sus enemigos políticos. Antes,
Cubillas dirigió la oficina venezolana de
Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras.
La propia Olivia residía también en el estado de Anzoátegui, donde se trasladó desde su domicilio del edificio de la Concepción de la Barriada de la Candelaria, en
Caracas (Venezuela). Por entonces era la jefa de ventas de la sociedad D. B. Andina, dedicada al suministro de diamantes y carbonos, cuyo responsable era
Heliodoro Elcoro.
Olivia es viuda desde que el día 21 de diciembre de 1976 un artefacto explosivo colocado presumiblemente por miembros del
Batallón Vasco Español estalló bajo el vehículo que conducía su marido.
José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, nació en
Arrigorriaga (Vizcaya) en 1949, intervino en numerosas acciones terroristas y murió de la misma manera que él mató recién cumplidos los 29 años.
Fuentes policiales confirmaron a este periódico que durante mucho tiempo se ha estado buscando a
Olivia ante las sospechas de su colaboración activa con el desarticulado comando
Madrid, al que tantos atentados se le atribuyen. Esta mujer llegó al país bolivariano a raíz de ser expulsada en 1989 de Argelia.
Antes de dejar este valle de lágrimas,
Argala captó para
ETA al peligroso pistolero de origen francés Henri Parot Navarro, que hoy cumple condena en la
Prisión del Puerto de Santa María 3. Parot reconoció esta circunstancia cuando fue interrogado por agentes de la
Guardia Civil tras su detención en Sevilla en 1990. Como homenaje a su maestro
Argala, Parot bautizó a su comando con el apodo de su reclutador. En la actualidad está condenado a más de 4.800 años de cárcel por su participación en 82 asesinatos.
Cuando
Parot fue detenido en
Sevilla se le ocupó un vehículo cargado con explosivos con el que pensaba volar la Jefatura Superior de Policía de la ciudad hispalense.
José Ramón Anchia, el hombre que propició el contacto de la viuda de Argala con el actual gobernador del Estado venezolano
Anzoátegui, fue condenado en 2008 por la
Audiencia Nacional por su pertenencia a banda armada.
Puerto 3
Con
Henri Parot comparten celda en la prisión del puerto algunos de los terroristas más sangrientos en la historia de
ETA, entre ellos J
osé Antonio López Ruiz, alias Kubati; José Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri y Juan Lorenzo Lasa Michelena. Otros etarras menos conocidos que los anteriores les hacen compañía en el mismo penal, tales como J
osé María Dorronsoro Malaxechebarria; José Antonio Embeita Ortuondo; Germán Rubenach Roiz; José Javier Zabaleta Elósegui; Javier Alegría Loinaz; Santiago Vicente Aragón Iroz y Jesús Arcauz Arana.
Estos etarras presos en el puerto de Santamaría 3 están considerados policialmente como una de las líneas duras de la organización terrorista. Todo ello pese a que
Henri Parot, perteneciente al frente carcelario de
ETA, se opusiera no hace mucho a secundar una huelga de hambre que ordenó la organización.
Fuentes de la lucha antiterrorista confirmaron a
LA GACETA del peligro de que algunos de estos pistoleros refugiados en
Venezuela o
Cuba puedan reincorporarse a la banda. Buena prueba de ello es el caso de
Lorenzo Ayestarán Legorburu, alias Fanecas y
Pedro, que, después de residir muchos años en Venezuela, volvió a España y se incorporó en la estructura militar de ETA hasta que fue detenido junto con la cúpula de la organización por la Guardia Civil en marzo de este año en la región francesa de
Normandía.
Otros dos de los etarras que figuran en la larga lista de los terroristas a los que protege el caudillo venezolano son
Miguel Ángel Aldana Barrena, Askatu, y Eugenio Barrutiabengoa Zabarte, alias Arbe y Botoco, reclamados por la Justicia española por su presunta implicación en varios asesinatos.
Askatu llegó a Venezuela procedente de Ecuador, donde compartió vivienda con Eugenio Etxebeste, Antxon, un ideólogo de la banda.
El pasado mes de septiembre, este colectivo de etarras huidos de la Justicia española y refugiados en
Venezuela lanzó un comunicado mostrando su apoyo decidido y absoluto de suspensión de las acciones armadas ofensivas de
ETA en España.
Bajo los Castro
Los agentes de la Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía tienen identificados en Cuba a un total de 14 terroristas de
ETA que viven plácidamente y sin ningún temor en la isla.
El que más llama la atención de estos terroristas es el famoso Miguel Ángel Apalategui Ayerbe, Apala. Después de cometer algunos crímenes, entre ellos el secuestro y posterior asesinato en 1977 del industrial vasco
Javier de Ybarra Bergé, fue amnistiado por la Justicia española para volver a integrarse nuevamente en el sangriento comando
Donosti y seguir matando. J
avier de Ybarra era un hombre muy querido tanto en el
País Vasco como en el resto de España, por lo que su muerte causó un fuerte rechazo popular.
Se le atribuye el asesinato en 1973 del también etarra
Eduardo Moreno Bergareche, Pertur.
Cuando Apala huyó de las autoridades españolas, eludiendo así responder por los asesinatos que había cometido en nuestro país, recaló en la Nicaragua sandinista, donde intervino en la creación de los temibles servicios de espionaje sandinistas.
Desde allí, encontraría un nuevo refugio en la
Cuba de los hermanos
Castro.