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martes, 13 de noviembre de 2018

Inmigración masiva y delincuencia en España: esto es lo que dicen las estadísticas oficiales

El porcentaje de presos extranjeros casi triplica al de población extranjera

Inmigración masiva y delincuencia en España: esto es lo que dicen las estadísticas oficiales

En España hay un cierto debate sobre las consecuencias de la inmigración masiva en la seguridad. Esto está llevando a emitir conclusiones en uno u otro sentido sin considerar ningún dato.
El porcentaje de presos extranjeros casi triplicaba al de población extranjera en España
Para saber si la inmigración masiva influye de alguna forma en la seguridad hay un buen indicador, que son las estadísticas de la población reclusa que publica el Ministerio del Interior. Aquí se pueden consultar las de 2017. El enlace te permite descargar una carpeta de archivos xlsx. El archivo “TABLA 4-1-28.xlsx” contiene la siguiente tabla en la que vemos la evolución del porcentaje de población reclusa extranjera en España desde 1996 hasta 2017 (pulsa sobre la tabla para verla ampliada):
Como vemos, la población reclusa extranjera ha registrado un incremento desde 1996, llegando a su punto máximo en 2009, con un 35,7. El porcentaje del año pasado era del 28,1%. Así pues, los extranjeros son una minoría entre la población reclusa española. Sin embargo, para valorar estos porcentajes correctamente hace falta compararlos con el porcentaje de la población extranjera sobre la total de España (ver fuente):
El porcentaje de la población extranjera en España tuvo su mayor pico entre 2009 y 2012: los mayores porcentajes de presos extranjeros se alcanzaron entre 2008 y 2011. En el año con mayor porcentaje de reclusos extranjeros (2009, con un 35,7%) en España había un 12,1% de población extranjera. Es decir, que el porcentaje de presos extranjeros casi triplicaba al de población extranjera en España. En la actualidad, el porcentaje de extranjeros que hay en España es del 9,8%, y el de población extranjera es del 28,1%, es decir, que el porcentaje de reclusos extranjeros sigue casi triplicando el de residentes extranjeros.
Cataluña, la comunidad con más marroquíes, tiene un 43,22% de presos extranjeros
En el caso de Cataluña, que tiene transferidas las competencias penitenciarias, según datos de 2017, hay 3.617 presos extranjeros, un 43,22% del total. Sin embargo, según datos del INE, en Cataluña hay un 13,78% de población extranjera. En este caso la proporción es ligeramente mayor que la española: el número de reclusos extranjeros multiplica por 3,13 el de residentes. Hay que decir que Cataluña es la segunda comunidad española en porcentaje de extranjeros, un 13,78% (sólo superada por Baleares, con un 16,75). Además, Cataluña es con mucha diferencia la comunidad española con más inmigrantes marroquíes: 207.082 (Andalucía tiene 131.806, Murcia 78.785 y Madrid 75.980). Recordemos que por motivos ideológicos, el nacionalismo catalán favoreció la inmigración islámica frente a la hispanoamerana.
El caso de los rumanos en España
Por supuesto, ser extranjero no le convierte a nadie en un delincuente, pero hay factores de riesgo que contribuyen a empujar a cierta parte de los extranjeros a la delincuencia, como la falta de integración, la situación irregular o incluso los valores culturales del país de procedencia. A continuación os muestro una tabla del Ministerio del Interior con las cifras de reclusos extranjeros por nacionalidad en 2017:
Como vemos, los ciudadanos de países de la UE son el 22,5% de los reclusos extranjeros. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, los residente en España procedentes de otros países de la UE (1.777.989 en total) son el 3,81% del total de habitantes de España (6.572.132 en 2017). La mayor cifra la alcanzan los rumanos, que son el 10% del total de los reclusos extranjeros, y el 2,81% del total de los reclusos. Hay que decir que los rumanos son la población extranjera más numerosa en España procedente de otros países de la UE: son el 1,47% del total de habitantes de España. Que el 1,47% de los habitantes aporte el 2,81% de los presos es un dato llamativo. ¿A qué se debe eso? Indudablemente, algo influye el hecho de que Rumanía es el país de la UE con mayor tasa de pobreza: un 50%. A eso hay que añadir la fuerte presencia de mafias de esa procedencia.
El porcentaje de presos marroquíes en España cuadruplica el de marroquíes residentes
Como se observa en la tabla, el grupo más numeroso de reclusos extranjeros es el de los marroquíes: son el 23,8%, es decir, que supera al porcentaje total de reclusos de otros países de la UE. Precisamente, según los datos del INE los marroquíes son el grupo más numeroso de extranjeros: son 749.670, es decir, el 1,6% de los habitantes de España. Este caso es sin duda el más llamativo de todas las estadísticas de reclusos: el porcentaje de presos marroquíes sobre el total (incluidos los españoles) es del 6,68%: multiplica por 4,17 el de población marroquí en España. En el caso de Marruecos, a la pobreza de su país de origen y a las dificultades para su integración (el país africano es de mayoría musulmana) se une el hecho de que la mayoría de los inmigrantes ilegales que hay en España son marroquíes.
El porcentaje de presos argelinos, colombianos y nigerianos multiplica varias veces el de sus residentes
Hay otros grupos que llaman la atención en la tabla. Es el caso de los presos procedentes de Argelina. Los argelinos son el 3,2% de la población reclusa extranjera, el 0,89% de la población reclusa total y son el 0,12% de la población de España. Es decir, que su peso en las cárceles multiplica por 7,41 su peso total entre la población. Los colombianos son el 8,8% de los presos extranjeros, el 2,47% del total de los presos y el 0,31% de la población de España, es decir, que su número de reclusos multiplica por 7,96 al de residentes, algo que podría tener relación con el hecho de que ese país haya venido siendo un foco de las mafias de la droga. Más llamativo aún es el caso de los nigerianos: son el 3% de los presos extranjeros, el 0,84% del total de presos pero sólo en 0,085% de los habitantes de España, es decir, que su porcentaje de reclusos multiplica por 9,88 el de residentes.
¿Se soluciona un problema negándolo, ocultándolo o señalando al que lo advierte?
Por supuesto, las estadísticas hay que tomarlas como lo que son: un indicador de la realidad social, pero no un retrato de cada situación individual. Que haya un alto porcentaje de delincuentes rumanos, marroquíes, argelinos y nigerianos en España no significa, ni remotamente, que todas las personas de esas procedencias sean unos maleantes. Indudablemente hay muchos rumanos, marroquíes, argelinos y nigerianos que son personas honradas y que no se dedican a actividades delictivas. Lo que sí implican esas cifras es que existen graves fallos en las políticas de inmigración y de integración. Ya he señalado el caso rumano, que tiene una difícil solución, ya que es un país miembro de la UE. Los demás casos son distintos, pues se trata de fronteras exteriores de la UE. Si ciertos grupos de inmigración son estadísticamente más problemáticos, en algunos casos por proceder de una esfera cultural distinta, esto debería ser tenido en cuenta a la hora de regular los flujos migratorios y establecer filtros más exigentes para los inmigrantes de esa procedencia. Mirar hacia otro lado, negarlo o incluso señalar con el dedo al que advierte el problema no sirve para resolverlo: sólo sirve para agravarlo

jueves, 22 de marzo de 2018

Los españoles no trabajamos para mantener a delincuentes venidos de fuera

Los españoles no trabajamos para mantener a delincuentes venidos de fuera

España es nuestro hogar: si has venido aquí a destrozarlo y a delinquir, ya conoces la salida

Una de las cosas más sagradas que tenemos los seres humanos es el hogar, porque es nuestra cuna, donde crecemos y aprendemos a amar y a soñar, y el refugio de nuestra intimidad.
El hogar es el sitio en el que nos crían nuestros padres, y en el que criamos a los hijos y cuidamos de los mayores. Es el baúl del tesoro en el que se acumulan nuestras vivencias y en el que conservamos los recuerdos de nuestros seres queridos. Y es también el castillo en el que nos sentimos seguros. Como buen castillo, el hogar tiene una puerta para protegernos del frío y de las visitas no deseadas. Somos nosotros quienes decidimos a quién abrir esa puerta y cuándo. Y abrir esa puerta, incluso cuando lo hacemos con suma hospitalidad, no significa conceder a nadie el derecho a llamar suya a nuestra casa. Ningún visitante tiene derecho a tratar mi casa como si fuese suya, y menos aún a hacer con ella lo que no haría con su propio hogar.
Por supuesto, el concepto hogar, en sentido amplio, engloba a varias esferas distintas de nuestro entorno vital. La más inmediata es nuestra casa, pero también está nuestra localidad, nuestra región y nuestra nación. Ésta última es el hogar más especial. Es el sitio en el que están enterrados nuestros ancestros, el lugar que se esforzaron por engrandecer, y por el que muchos lucharon e incluso dieron sus vidas, para que otros no se adueñasen de él. Como ocurre en tu casa, a tu nación pueden llegar invitados con intenciones aviesas. Algunos incluso lo hacen adoptando un tono impertinente, abusando de la hospitalidad ajena al mismo tiempo que la desprecian, como si tuvieran derecho a aprovecharse de nuestro país mientras lo maltratan y lo detestan.
Nada tengo contra los que entran en nuestro país, que es mi gran hogar, respetando las leyes y con el fin de buscarse la vida de una forma honrada. Es más: conozco a extranjeros que, tras años en España, han llegado a sentir tanto o más cariño por ella que el que sienten muchos españoles. Muchos de esos extranjeros incluso sirven a España en sus Fuerzas Armadas, y algunos han entregado su vida haciendo honor al juramento que prestaron a nuestra Bandera. Quien es capaz de sentir así a España es, para mí, tan español como si hubiese nacido aquí.
Precisamente, los invitados impertinentes, los que vienen a nuestro hogar a despreciarlo y a maltratarlo, merecen no sólo el rechazo de los españoles, sino también de los inmigrantes que llevan una vida honrada y laboriosa. Y es que esos invitados impertinentes utilizan a menudo su condición de extranjeros para disfrazar sus vicios con ropajes de victimismo, generando un odio que acaba por perjudicar a los extranjeros que respetan nuestras leyes y nuestras costumbres. Invitados impertinentes son los que el pasado fin de semana arrasaron el barrio de Lavapiés, en Madrid, utilizando como excusa la muerte por infarto de un inmigrante senegalés. También lo son los inmigrantes que están agrediendo y amenazando a policías. Entre los autores de esos delitos hay, en la mayoría de los casos, personas que ya incurrían en otros delitos como el tráfico de drogas o la venta ambulante ilegal de artículos pirateados. A esos impertinentes dirijo estas líneas.
Entráis en nuestro país ilegalmente, disfrutáis de nuestros servicios públicos mientras os dedicáis a actividades ilegales (perjudiciales para nuestra economía y para nuestra salud) por las que no pagáis impuestos, vandalizáis nuestras calles porque uno de vosotros ha muerto por un infarto -que es la principal causa de muerte en España– y los daños los tenemos que pagar nosotros, y además agredís y amenazáis a nuestros policías… El colmo de la jeta es que os presentéis como un “sindicato de manteros”, siendo una actividad ilegal, lo que viene a ser como montar un sindicato de ciberdelincuentes o de carteristas. Pero bueno, ¿quién os creéis que sois para saltaros nuestras leyes y además pretender que os pidamos perdón por todo? Éste es nuestro hogar, no el vuestro. Y si no estáis dispuestos a acatar las normas de convivencia que observamos los demás (tanto españoles como extranjeros), si no os gusta España y no estáis dispuestos a respetarla, ya conocéis la salida. De hecho, la Policía debería acompañaros para que la encontréis lo antes posible: lo mismo que haríais vosotros en vuestro hogar si alguien entrase en él para comportarse como vosotros lo estáis haciendo en el nuestro.