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miércoles, 16 de junio de 2021

El selfi de Sánchez

 

España no se merece la imagen de pedigüeño de fama que dio Sánchez ante Biden



Antonio Burgos

Ahora que estamos en el centenario de Berlanga, le faltaba al fondo una música cañí, como por ejemplo «Dame limosna de amores». Hablo de la indignante imagen para España de ese Sánchez corriendo por los pasillos de Bruselas para ganarse los 29 segundos de fotos con los que Iván Redondo pudiera vender en su mercado de manipulaciones el anunciado encuentro del presidente del Gobierno con Joe Biden durante la cumbre de la OTAN. Ni eso fue encuentro ni eso fue nada. Eso fue como cuando el fan de un cantante famoso corre tras él para hacerse un selfi y presumir ante los amigos. Eso no fue encuentro. Eso fue un lamentable paseíllo mientras los asistentes a la cumbre se dirigía a otra sala. Sánchez se le pegó a Biden, quien lo miró con indiferencia y hasta sorpresa, con cara de preguntarse: «¿Pero quién demonios es este tío que no me deja tranquilo?». Sí, España no se merece la imagen de pedigüeño de fama que dio Sánchez ante Biden. Quien lo miraba como pidiendo auxilio: «¿No me puede quitar nadie a este tío de encima?». La imagen de Sánchez me recordaba al mendigo o al drogadicto que se te pega por la calle y te acompaña con su insistencia: «Anda, dame para un bocadillo». Ni un mal bocadillo de dignidad le concedió Biden a España; quizá ni se creía que ‘aquello’ era un presidente, el sucesor del mismo partido del que no se levantaba al paso de la bandera de las barras y estrellas.

Y mientras esto ocurría en Bruselas, no saldría de su asombro en Sevilla el Rey Don Felipe VI. Tras un baño de multitudes en el muelle gaditano al desembarcar del embajador de España en forma de bergantín-goleta llamado Juan Sebastián de Elcano, presidía en el estadio Olímpico el primer partido de la selección española de fútbol, vulgo ‘La Roja’, en la Eurocopa, según costumbre de la Casa. No se lo creería. Que salía al palco de honor y le daban una ovación de tarde grande, en vez de los habituales abucheos de otros territorios de nuestra Patria que no quieren pertenecer a ella. Y luego, empezaba a sonar la Marcha Real, y no se escuchaba un solo silbido, sino aplausos, flamear de banderas de España y el canto coral de esa letra deportiva que le han puesto al Himno: «Nero, nero...»

Antes, por la mañana, en el palacio de San Telmo, donde regiamente «una dalia cuidaba Sevilla», Don Felipe había recibido la primera Medalla de Honor de Andalucía y había pronunciado un bellísimo discurso en que, entre alusiones a las graves circunstancias políticas presentes al margen, había hecho unos hermosos y casi isidorianos ‘Laudes Baeticae’ con las excelencias de nuestra tierra, leal a la Corona como pocas desde siglos. ¿Dos Españas? Pues sí: la triste España mendicante de Sánchez acosando a Biden para hacerse un selfi y decir que ha habido un encuentro de alta política, y esta España real en todos los sentidos de la palabra, de una Andalucía fiel a la Constitución del Estado de las autonomías, cuyo impulsor, el profesor Clavero, lo que son las cosas, fallecía en aquellas mismas horas, porque la muerte sí que nos sirve ‘café para todos’.


lunes, 24 de mayo de 2021

El Gobierno dispara a niveles récord el gasto en asesores elegidos a dedo

 


La partida asignada a contratar personal de confianza de los altos cargos sigue subiendo y alcanzó los 17,5 millones de euros en el primer trimestre del año.

Foto;El Director del Gabinete de  la Presidencia del Gobierno Ivan Redondo

El Gobierno se ha gastado 17,5 millones de euros en los tres primeros meses del año en abonar la nómina que recibe el ejército de asesores de que dispone frente a los 14,6 millones liquidados en el mismo periodo del ejercicio anterior y, por ejemplo, los 11,7 millones utilizados en 2018 cuando el PP estaba aún en La Moncloa. Este repunte supone un nuevo récord en el gasto del personal contratado a dedo en este periodo en términos absolutos (unos tres millones más) y también en términos relativos ya que crece casi un 20% (19,4% exactamente).

Este incremento en la cuarta ola de la pandemia del coronavirus se ha producido en plena inacción de la actividad política y también económica. El Ejecutivo ha consumido en solo tres meses casi el 30% de los créditos presupuestarios asignados a esta partida sin que haya una razón económica o administrativa evidente, ya que la actualización salarial de todo el personal a cargo de las Administraciones Públicas se fijó en un 0,9%. Hace un año, el alza fue del 3,3% con un aumento salarial del 2,3% coincidiendo con el récord de ministerios (22 más la presidencia del Gobierno) para dar entrada a Podemos en el Ejecutivo.

Por tanto, aunque no hay información oficial detallada, es muy probable que se haya producido un nuevo incremento del número de ‘enchufados’. Se trata del personal de confianza que los altos cargos eligen sin criterios profesionales o académicos y sin tener en cuenta mérito alguno, salvo la relación personal o con el partido en muchos casos. En el primer trimestre de 2019 este gasto subió también un 20%, pero se produjo con un alza de los salarios públicos del 2,5%.

Vozpopuli

domingo, 7 de marzo de 2021

Paripé con apisonadora

 Fue como si la apisonadora pasara sobre los trabucos de Curro Jiménez y del Tempranillo

Antonio BurgosAntonio Burgos

Son unos artistas. No sé cómo no le han dado ya el premio Goya (sin premio) a Iván Redondo, por la de cosas que se le ocurren a este hombre y por cómo construye los guiones de las más falaces realidades. Ahora, en un patio del cuartel de la Guardia Civil de Valdemoro, el numerito de la destrucción de las armas de la ETA y del Grapo. Dicen que más bien del Grapo que de la ETA. Sobre ellas, como cuando destruyen una partida de relojes de marca falsos o de discos piratas de los que venden los manteros, el paso de una apisonadora. Que, según dicen cómo había dejado los tres rectángulos de armas por destruir, es lo menos

 potente que se despacha en apisonadora. ¿Armas del Grapo? Un paripé. ¿Quién se acuerda ya de lo que fue el Grapo? ¿Quién recuerda que su nombre era el anagrama de ‘Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre’? ¿Quién sabe cuándo dejó de existir el Grapo y por qué causas? La supuesta destrucción masiva de armas fue un paripé perfectamente organizado por Redondo. El mismo que inventa las armas de destrucción masiva de la verdad con que funcionan Sánchez y el Gobierno.

Como todo se sabe, la Audiencia Nacional había ordenado destruir estas armas en 2016. Cinco años han tardado en montar el paripé, en el que no se dijo nunca la verdad: que ETA no ha entregado las armas ni condenado sus atentados. Que, por el contrario, el Estado le ha entregado las armas de la gobernabilidad a los descendientes políticos de aquellos asesinos que nunca pidieron perdón por la sangría de vidas que causaron. Con razón no asistió al paripé de Valdemoro nadie de los que de verdad, con la Justicia y con las fuerzas de Orden Público como armas, consiguieron la desaparición de la ETA. Aquellos que no estaban, porque no se prestaron a ir de extras en esta mala película, sí que sabían cómo se destruían las armas de la ETA y se acordaban del histórico Grapo. Vamos, fue como si la apisonadora pasara sobre los trabucos de Curro Jiménez y del Tempranillo.

Cuando esa apisonadora, pero con mayor fuerza, con mucho mayor peso en sus rodillos para aplanar la realidad a su conveniencia, es la que utilizan Sánchez y el Gobierno cada lunes y cada martes, siempre con guión de Iván Redondo, para destruir la verdad y para igualarla con la mentira, que la deja completamente aplastada y, lo que es peor, olvidada. Con el numerito de la apisonadora que casi nada destruye nos quisieron hacer olvidar la que tenemos encima, cómo el Gobierno mira hacia otro lado en cuanto se presenta un espinoso problema, y cómo mete bajo su apisonadora los elementos de control de los millones de euros de la UE para remediar los efectos sanitarios, económicos y sociales de la pandemia, con cuyo cuantiosa capa hará el sayo que más convenga entre sus amigos a la hora de repartir. Entre ellos, a los herederos de quienes empuñaron aquellas armas que tan malamente aplastó la apisonadora con su numerito demagógico y que sus votantes, como siempre, tragaron.


martes, 19 de enero de 2021

Ser Ministro de Sanidad y candidato a la Generalitat es un delito moral y electoral.

 

Blog de Juan Pardo



 



El segundo dueño de Pedro Sánchez, en su estrategia política electoral, Iván Redondo explicó al inquilino de La Moncloa que convenía aprovechar a Salvador Illa para afrontar el órdago catalán. El “toma dinero para que me mantengas en La Moncloa” y yo os mantengo en la cuadra política de Cataluña  eso es tan chabacano como bolivariano. Yo te doy a ti, Esquerra Republicana de Cataluña, el control de la Generalidad y a cambio tú me garantizas, con los escaños del separatismo en el Congreso de los Diputados, la permanencia en mi poltrona de La Moncloa. 

 

Salvador Illa era un triste porteador de maletas de Iceta,  un desconocido en la vida política española y un peligro para la sociedad española en la gestión del coronavirus. La Covid-19 ha proyectado su imagen reiteradamente en todos los hogares españoles. Pedro Sánchez estuvo de acuerdo en aprovechar la pandemia para garantizarse, con Salvador Illa, un buen resultado en Cataluña y afianzar su alianza con ERC, lo que ofende, por cierto, a la dignidad política de España.

 

La Covid-19, sin embargo, le ha jugado una mala pasada. La tercera ola es un hecho y, aunque la celebración de las elecciones autonómicas catalanas el 14 de febrero era posible con las debidas cautelas, partidos y Gobierno regional han decidido aplazarlas fragilizando así el efecto Illa.

 

Parece absurdo que el ministro de Sanidad sea durante cinco meses candidato a las elecciones regionales y a la vez miembro del Ejecutivo nacional. Habría que elevar el cinismo al cubo para mantenerle en su puesto ministerial cuando la pandemia golpea con renovada agresividad y se precisa al frente del Ministerio de Sanidad a una persona que no dependa de las exigencias de elecciones autonómicas.

 

Salvador Illa no tiene otro camino decente que irse. Su dimisión es ya un clamor popular. Sin embargo, son muchos los analistas que, al subrayar la tozudez de pedro Sánchez, apuestan porque mantendrá en el consejo de ministros al candidato a las elecciones autonómicas catalanas.

jueves, 2 de julio de 2020

PARÁSITOS


Ayer publicaba ABC la carta de un padre de familia residente en Benidorm, de profesión cocinero, que se declaraba endeudado, abocado al paro y angustiado ante un presente sombrío y un futuro tenebroso. Era el enésimo lamento de una larga lista que este periódico ha querido difundir con el fin de brindar un cauce de expresión a la desesperación de todo un pueblo y retratar verazmente la España del Covid-19, que nada tiene que ver con el cuadro triunfalista dibujado por Pedro Sánchez en sus interminables sesiones de «Aló Presidente».
En contra de la propaganda oficial repetida hasta la saciedad, aquí muchísima gente se está quedando atrás. Millares de españoles que ven quebrar sus negocios sin que el Gobierno les brinde el menor auxilio o alivie siquiera parcialmente su abrumadora presión fiscal.
Cientos de miles cuyos puestos de trabajo se tambalean como consecuencia del hundimiento de sectores tan claves como la hostelería o el turismo. Millones afectados por recortes de sueldo, ertes o reducciones drásticas de ingresos en el caso de los autónomos.
Una generación de jóvenes condenada de nuevo a la precariedad y la desesperanza cuando empezaba a levantar cabeza tras la crisis de 2008. Esa es la fotografía actual de este país azotado por la pandemia aliada a la ineptitud de los peores timoneles posibles.
Locales cerrados, tiendas vacías, sueños quebrados, miedo y miseria, desigualmente repartidos, eso sí. Porque existe un colectivo al que la situación no parece afectar, al menos en lo económico. Un sector a salvo de recortes, eres o cualquier otra forma de sacrificio: el de los políticos «progresistas» tan dados a llenarse la boca con la palabra «solidaridad».
Mientras toda España sufre las consecuencias de esta crisis brutal, nuestros gobernantes no han prescindido de un solo asesor/tiralevitas (se calcula que unos ochocientos integran este ejército de enchufados nombrados a dedo).
Huelga decir que no se han tocado el sueldo; ¡hasta ahí podíamos llegar! No han ahorrado un solo euro susceptible de nutrir una partida presupuestaria destinada a gasto social. Lo suyo no es dar trigo, sino hablar y hablar de lo que no hacen.
A título de ejemplo, Iván Redondo, el todopoderoso jefe del Gabinete sanchista, cobra 126.124 euros anuales que permanecen intactos. Los de otros consejeros en nómina son secretos, aunque sabemos que solo el vicepresidente Iglesias cuenta con una decena larga y los ministerios de Podemos acumulan medio centenar. En un momento que todos los expertos definen como dramático, únicamente comparable a los años de la posguerra civil, los españoles tenemos que sostener el Ejecutivo más nutrido de la historia, repleto de cargos y «cargas» de carácter puramente ideológico y nula utilidad práctica.
Cuatro vicepresidencias, veintidós ministerios, doscientos cincuenta y nueve altos cargos… Una estructura elefantiásica sin precedentes, terriblemente gravosa para el erario público y opuesta a las recomendaciones de las instituciones financieras nacionales y europeas, que instan a que la Administración «reequilibre» impuestos (es decir, los suba) y suprima gastos superfluos.
¿Adivina el lector qué parte del consejo van a seguir a rajatabla nuestros próceres?
Habrá quien me acuse de hacer demagogia, aunque mi crítica sea una pálida sombra de lo que estaríamos oyendo por parte de la izquierda si quien gobernara con semejante despliegue de amiguetes colocados fuese el PP. No faltará quien arguya que, dada la gravedad que alcanza la situación, el gasto al que me refiero es el chocolate del loro. Y probablemente lo sea.
Pero cuando el hambre entra en casa, el loro se pone a dieta el primero.
Isabel San Sebastán ( ABC )

miércoles, 1 de julio de 2020

¡ MENTIRA !



La fabrica de propaganda Iván Redondo tiene un nuevo hit. Tras «no permitiremos que la gobernabilidad descanse en independentistas» o «ni antes ni después ni durante pactaremos con Podemos», Sánchez se entrega ahora a fondo a «el PP se sitúa enfrente de los intereses de España en Europa». Un embuste tan grande como los dos anteriores.
No existe ni un solo hecho o declaración sobre los que se pueda sustentar que el partido de Pablo Casado está alineándose con los países contrarios a las ayudas o que esté pidiendo que se apliquen ajustes a nuestro país. Es más. Aunque quisiera hacerlo no podría.
El paquete se está negociando en el Consejo Europeo del que solo forman parte los jefes de Gobierno y los populares no tienen capacidad para tratar con los ejecutivos de otros países. Que nadie se confunda. Sánchez es el único que negocia el fondo en nombre de España.
A ello se une que entre los socios más contrarios a las ayudas se encuentran Dinamarca, Suecia y Finlandia. Tres países que están gobernados por socialdemócratas. ¿Se imaginan al PSOE respaldando las tesis de Ángela Merkel cuando gobernaba Mariano Rajoy? ¿Absurdo, verdad? Pues lo mismo. Los líderes de esas tres naciones son socios de Sánchez, comparten familia política, y si no ablandan su postura será por la incapacidad de éste para persuadirles o tejer alianzas.
El Partido Popular Europeo no solo no está poniendo obstáculos al fondo sino que está haciendo todo lo contrario. «Obras son amores y no buenas razones», dice el refrán popular. Pues bien, hasta la fecha, el Europarlamento ha aprobado dos resoluciones a favor del paquete y las dos han contado con el apoyo del PP. Una en abril y otra en mayo.
Además, este grupo se unió a mitad de mes a los socialdemocrátas, liberales, verdes y comunistas para enviar una carta conjunta a los líderes europeos. En el documento advertían de que se opondrían a cualquier reducción de las ayudas y que «solidaridad y responsabilidad van de la mano». Ésta última frase era la más dura dirigida a los países golpeados por la pandemia. ¡Fíjense ustedes!
La misiva es tan poco sospechosa de ir contra los intereses de España que fue firmada por la mano derecha de Sánchez en Bruselas, Iratxe García, presidenta del grupo socialdemócrata. Pero si aún necesitan más pruebas de que el PP está defendiendo las mismas tesis que los socialistas respecto al fondo europeo, solo hay que escuchar al jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell. El exministro defendió la semana pasada ante el Congreso que el paquete no puede ser «gratis» y que «tendrá que tener, evidentemente, condicionalidades». Y menos mal. ¿Se imaginan a Sánchez e Iglesias con un crédito sin límite? ¡Nos endeudarían hasta dentro de dos siglos!
Así pues, si el PP apoya todas las resoluciones que se debaten a favor del fondo, se pone de acuerdo con los socialistas para presionar a los líderes europeos y defiende las mismas tesis que los colaboradores de Sánchez en Bruselas ¿cuál es el gran pecado del PP?
Iván Redondo vuelve a intentar vestir una mentira de verdad a costa de repetirla mil veces. Acusar al PP de entorpecer la negociación del fondo europeo solo puede tener un objetivo: preparar una coartada para culpar a Casado de las condiciones que tendrá que asumir España a cambio de las ayudas.
Da igual si es una falacia, lo importante es tener listo un chivo expiatorio para cuando el Gobierno tenga que meter tijera, hacer ajustes y no pueda cumplir su última gran promesa: salir de la crisis sin dejar a nadie atrás.
Ana I. Sánchez ( ABC )

jueves, 4 de junio de 2020

Lobo disfrazado de Gandhi

Cristina López Schlichting

Qué difícil ser español. Ignoro si las gentes de otros países también tienen
problemas para reconciliarse con sus sociedades, pero es difícil haber
encarado una crisis sanitaria y lanzarse de cabeza a una crisis económica
con un estruendo político tan fuerte que impide centrarse en lo esencial.
Estos días me consuela –paradojas del mal– la escena de unos Estados
Unidos incendiados tras el asesinato de un hombre negro, todo ello en
plena pandemia. Supongo que somos así todos, todos los seres humanos,
quiero decir.
Las palabras parecen haberse vaciado, nos resbalan como copas vacías.
Escuchaba al presidente en el Congreso lamentar el odio y el
enfrentamiento y me quedaba pensando. A un extranjero, conmovido por la
caridad de Pedro Sánchez, habría que explicarle que dirige un Gobierno
que sólo da a elegir a la oposición y las instituciones entre la pleitesía o el
descabello. Así también predico yo la paz y el amor.
Susto o muerte nos ofrecen a los medios: si no asientes es que difundes
fake news. Susto o muerte a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado: si no te pliegas a la política eres tildado de traidor. Y te destituyen
acusándote de constituir una «policía patriótica». Susto o muerte a los
jueces, que están clamando por la destitución de un ministro que hace
pedorretas con las funciones de policía judicial de la Guardia Civil.
Escuchando al presidente cabe inferir que un santo varón, espeluznado por
el enfrentamiento nacional, llama a la conciliación. Los que seguimos la
actualidad sabemos, por el contrario, que sus seguidores azuzan al
enfrentamiento. Tanto Iván Redondo, el asesor directo de Sánchez, como
Pablo Iglesias, comparten la teoría de frentes, la idea de que es más
importante un buen enemigo al que odiar que una mejor idea. Que apelar a
la lucha es la forma más eficaz de ganar adeptos. El 8 M es el símbolo de lo
que está pasando: «Es más letal el machismo que el coronavirus», rezaba la
pancarta. Como lo están leyendo.
Tiene razón César Calderón. No hay razón para asombrarse de que Pedro
Sánchez haga exactamente lo mismo que hizo en su partido. Traicionar a
los que lo habían aupado, ningunear a los que mandaban, dividir al PSOE y
demonizar a sus enemigos. Quedarse como único jefe narcisista del cotarro.
No, no va a dimitir Marlaska por conculcar la separación de poderes, como
no va a dimitir Irene Montero por convocar manifestaciones letales, a
sabiendas de que eran un foco de contagio. Como no va a dimitir el
ministro de Sanidad por el escandaloso baile de cifras de fallecimientos o
los extraños contratos que llevaron a comprar 650.000 tests deficientes.
La mentira se ha instalado y uno puede ser lobo y disfrazarce de Gandhi

domingo, 28 de julio de 2019

Operación 'jaque mate': así la Moncloa de Iván Redondo trató de 'acabar' con Iglesias





Jaque. Según la Real Academia de la Lengua, «lance del ajedrez en el que un jugador, mediante el movimiento de una pieza, amenaza directamente al rey del otro, con obligación de avisarlo, y, por extensión a la reina, sin tal obligación». En el diccionario del todopoderoso jefe de gabinete de La Moncloa, Iván Redondo (38), estrategia soterrada para convertir la negociación de la investidura del socialista Pedro Sánchez en una calculada partida de ajedrez para ir acorralando al rey contrario hasta conseguir, con la ayuda de piezas clave como alfiles políticos, peones demoscópicos, caballos disidentes del bando rival y torres mediáticas, el «jaque mate»: la muerte política del rey de Podemos, Pablo Iglesias.
El final de la partida que, según ha trasladado Redondo a su entorno más próximo, se produjo el pasado jueves en el Congreso durante la fallida investidura de Sánchez en la que Iglesias quedó «retratado como un dirigente que regateaba cargos en el Gobierno como si estuviese en un mercadillo». Y el consultor, al contemplar tal espectáculo desde la tribuna, se supo ganador. Porque el peón había tumbado al rey. Y eso que este último estaba avisado.
Abril de 2016. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, invita a su programa Otra vuelta de Tuerka al spin doctor Iván Redondo, que se prodigaba entonces por los platós de televisión después de que el PP de Rajoy lo desahuciase a pesar de sus éxitos en Badalona y Extremadura. El dirigente morado había leído un artículo en elmundo.es en el que el gurú simulaba un encuentro ficticio entre el presidente norteamericano Frank Underwood de House of Cards y el secretario general de Podemos. En él, el protagonista de la serie le daba consejos a Iglesias sobre cómo afrontar el bloqueo institucional que acabaría en nuevas elecciones y supondría la pervivencia de Rajoy en el poder. A Iglesias le pareció audaz su planteamiento y se deshizo en elogios hacia él. Lo definió como un «consultor culto, rápido y sensible». «Es una pena que casi siempre haya trabajado para nuestros adversarios», decía.

FOTO:IVAN REDONDO Y PEDRO SANCHEZ
 
Redondo le haría entrega de un peón que, según le dijo, representaba al asesor que «siempre está detrás y que hay que destacar porque cuando llega a la casilla ocho puede transformarse en cualquier pieza; y es con la estructura de peones como se gana en política». Un regalo de este amante del ajedrez aleatorio que sería premonitorio porque tres años después ese hábil asesor, ese silente peón, acabaría planteándole desde la sala de máquinas de Moncloa una compleja partida de ajedrez que le pondría en jaque. Haciendo tambalear aquella amistad que había surgido en aquel careo televisivo. Porque el hombre que mejor se mueve entre las sombras del poder tuvo claro desde el momento en que su jefe le encargó en mayo de este año que negociase entre bambalinas la formación de gobierno con otros partidos que su simpatía con Iglesias no iba a hacerle renunciar a sus objetivos políticos. A «conseguir el gobierno que queremos (sin Iglesias) o elecciones (sin Iglesias)», llegó a transmitir.
El gurú fue franco desde el minuto uno de la negociación. No ocultó su objetivo a su adversario. El 5 de mayo y mientras Sánchez e Iglesias se reunían en Moncloa por primera vez tras las generales, Redondo transmitió a su homólogo en Podemos, el argentino Pablo Gentili, que no querían a Iglesias en el Consejo de Ministros. «Si Pablo da un paso atrás habrá Gobierno siempre y cuando él quiera que haya Gobierno», le dijo Redondo. Éste ya había convencido al presidente de que «la cohabitación de dos líderes» como Sánchez e Iglesias era imposible, «como ya se demostró en Francia en 1981 cuando el comunista Georges Marchais decidió irse a la oposición a cambio de la entrada de cuatro de sus hombres en el ejecutivo de Mitterrand». Ése fue el modelo de coalición que tuvieron en mente en Moncloa desde el principio.
Pero la respuesta de Gentili fue tajante: «Es imposible sin Pablo como vicepresidente». Pasaron los días, las propuestas de Moncloa de «un gobierno de cooperación», de segundos y terceros niveles de la Administración para cargos de Podemos y Redondo tuvo claro que Podemos en ese momento no se iba a mover. No renunciaría a su rey Iglesias. Por ello, decidió mover ficha en otra dirección. En la naranja, pero el líder de Ciudadanos ni atendía la invitación del presidente a mantener una reunión discreta en Moncloa. Ni siquiera la rebelión interna liderada por el diputado Toni Roldán y azuzada por parlamentarios del PSOE hizo virar la estrategia de Albert Rivera, de oposición frontal al sanchismo.
«Con Ciudadanos, imposible. Rivera ni nos coge el teléfono», le explicó Redondo a un amigo en común con el líder del PP, Pablo Casado, mientras compartía con él el último viernes de junio un lenguado a la plancha en un discreto restaurante de la zona norte de Madrid. El lunes anterior el jefe del Ejecutivo se había reunido con Casado en Moncloa y, a pesar de escuchar su negativa, Redondo no daba su brazo a torcer. «¿De quién se fía más Pablo a la hora de tomar decisiones? ¿De Teo [García Egea, secretario general del PP]? ¿De Lasquetty [jefe de gabinete]? ¿De María Pelayo [directora de comunicación]? Creo que para Pablo sería un gran movimiento abstenerse y posicionarse como un líder con sentido de Estado», le dijo Redondo a su interlocutor queriendo conocer quiénes eran las personas que más podían influir sobre Casado y sabedor de que su compañero de mesa trasladaría el mensaje a Génova.
Días más tarde, el gurú recibiría una llamada de su amigo. «Imposible. No se fía de Pedro y menos después de lo que ha pasado en Navarra [la semana anterior el PSOE y Bildu habían acordado allí la Mesa del Parlamento]. También dejarían a Ciudadanos el espacio libre de la oposición a Sánchez. No se lo pueden permitir», le dijo esta persona. Redondo captó el mensaje y volvió a mover ficha para jaquear a Iglesias.
Espoleado por las encuestas y trackings de Moncloa, que aseguraban que el PSOE saldría refortalecido en una repetición de elecciones y que Podemos seguiría cayendo, Redondo hizo llegar a Podemos el siguiente mensaje: «Preferimos Gobierno y que haya entendimiento, pero no tengo miedo a nuevas elecciones. Nuestro votante sigue siendo muy fiel». Era su primer jaque al rey. Iglesias hizo caso omiso y siguió en sus trece de exigir la vicepresidencia. Y Redondo quiso que el siguiente movimiento de su partida de ajedrez se retransmitiese en prime time. Para situar el foco en Iglesias y meterle toda la presión.
El 4 de julio, el presidente del Gobierno concedía una entrevista en Telecinco para ofrecerle públicamente a Iglesias que nombrase a «ministros independientes de reconocido prestigio» que formasen parte de la órbita de Podemos. El consejero áulico ya se había encargado de que periodistas con poder de prescripción en la izquierda lo viesen como una generosa propuesta y repitiesen hasta la saciedad que Iglesias no podía caer en el error del año 2016 donde su obcecación por conseguir ministerios y el CNI facilitaron la permanencia de Rajoy. Segundo jaque al Rey.
A Iglesias no le gustaría la estrategia de Redondo de situar la pelota en su tejado y decidió darle de su misma medicina: situándole en ese foco que tanto odia este consultor que no ha querido hacer declaraciones para este suplemento. Dos días después de aquella entrevista, Unidas Podemos culpaba públicamente a Redondo de haber «secuestrado al PSOE» y de «bloquear» la investidura. Aquello no sentó bien a Redondo, que esperó hasta la segunda semana de julio para el contraataque. Su tercer jaque al Rey. El más hostil hasta la fecha.
Ferraz hizo público en coordinación con Moncloa que el principal «escollo» es que Iglesias ha pedido ser vicepresidente. El movimiento de situar en el egoísmo de Iglesias el bloqueo del Gobierno amenazaba la credibilidad del rey de Podemos ante su ejército y sus fieles. «Le retrataba ante la opinión pública como un líder, que además de gozar de un chalé en Galapagar, sólo pensaba en su ombligo, en ser vicepresidente anteponiendo sus intereses a medidas sociales de calado», dice un fontanero de La Moncloa.
SE HICIERON AMIGOS CUANDO EL LÍDER DE PODEMOS LE INVITÓ A 'LA TUERKA'. REDONDO LE REGALÓ UN PEÓN DE AJEDREZ
Estallaba la guerra cainita entre Redondo e Iglesias y las negociaciones saltaban por los aires. El líder de Podemos ya había entendido que su amigo Iván Redondo no le iba a dejar colmar su sueño de ser vicepresidente. Que esa relación personal no iba a prevalecer sobre sus objetivos profesionales. Y es cuando decide ir al ataque sin piedad contra Redondo. «Algunos conciben la política como una partida de ajedrez donde hay que tener destreza intelectual para ganar el relato [...] por eso hay una casta de spin doctors que dicen, 'yo me vendo a cualquier partido para ganar la partida de ajedrez, y da igual que sea un partido de izquierdas o de derechas», dijo Iglesias en su programa televisivo (donde había piropeado a Redondo tres años atrás). Redondo y él estaban ya enfrascados en la batalla por ganar el relato.
Desde Moncloa colocaban a sus periodistas de cámara los mensajes de que Iglesias era el responsable del bloqueo político por culpa de su ombliguismo. Y los contertulios más agradecidos repetían hasta la saciedad ese mensaje en los platós. Tenían miedo a perder sus tertulias. Desde Podemos también usaban a sus periodistas de confianza y a Juan Carlos Monedero para vender el mensaje contrario y responsabilizar a Redondo del enquistamiento en las negociaciones. Algunos, que le habían idolatrado meses atrás, se referían a él como «un mercenario del marketing político».
Redondo, según un estrecho colaborador, asistía tranquilo a esta «campaña de acoso y derribo» contra él. «Eso es que están nerviosos porque estamos ganando la batalla del relato. Cuanto más me insulten, más nerviosos», le llegó confesar Redondo. «Le convirtieron en la bestia negra antiPodemos muy a su pesar pero es como le veían por no lograr lo que querían. Le metieron mucha caña desde Podemos. Sin piedad. Iglesias no le perdonaba que antepusiese sus objetivos políticos y su profesión a su amistad», relata su círculo de confianza.
Redondo mueve ficha. Desde Moncloa hacen un nuevo ofrecimiento. La posibilidad de que designen a ministros de Podemos, pero que tengan «un perfil técnico y no político». Una propuesta que invalidaba no sólo a Iglesias, sino también a la portavoz y pareja del líder, Irene Montero, y al dirigente Pablo Echenique. Podemos no sólo rechazaba la oferta sino que, según fuentes de Moncloa, filtraría dos días más tarde en medios afines que Redondo en su careo televisivo con Iglesias había reconocido que le gustaría ver a Echenique y a Pablo Casado de ministros. «Iván tiene claro que aquello fue un ataque de Podemos», dice un colaborador que asegura que su jefe es capaz de detectar de donde viene la filtración sólo con ver la firma del artículo. «Se estudia la hemeroteca de cada periodista», dice.
Iglesias también decide lanzar una nueva jugada en el tablero.Hacer una consulta a sus bases para ver si están de acuerdo en apoyar un gobierno con ministros de Podemos sin vetar a nadie o si prefieren facilitar la investidura y pasar a la oposición. El líder morado buscaba blindarse ante su militancia, consciente de que desde Moncloa se estaba tratando de dibujar ante la opinión pública el perfil de un líder que sólo pensaba en sí mismo.
La consulta enfada a Moncloa y el equipo de Redondo decide redoblar su ataque sobre Iglesias en la tercera semana de julio, que comienza con una entrevista del presidente en funciones en La Ser donde da por rotas las negociaciones porque Iglesias se encuentra «encastillado en una posición maximalista». Sánchez le acusa de haber fabricado «una consulta trucada» para consultar a las bases sin preguntarles por la opción que les había ofrecido de incorporar a ministros de Unidas Podemos.
Esa misma tarde, en Moncloa deciden alimentar el fantasma de Íñigo Errejón y filtran una serie de informaciones donde, según sus trackings, Errejón superaría a Iglesias en unas hipotéticas elecciones. Un disparo donde más le dolía a Podemos. Buscaban meterle el miedo al cuerpo a Iglesias con su enemigo más íntimo. Y el secretario general de Podemos contraatacaba al día siguiente en La Sexta aludiendo a la polémica tesis doctoral de Sánchez. «Un golpe bajo porque nosotros no habíamos entrado en el barro del terreno personal y en el asunto de Galapagar», aseguran desde el equipo de fontaneros de Moncloa, que dos días más tarde contraatacó programando una entrevista de Sánchez en la misma cadena en la que el presidente situó a Iglesias como único obstáculo para llegar a un Ejecutivo de coalición. «Necesito un vicepresidente que no hable de presos políticos», declaró Sánchez. Nuevo jaque a Iglesias, le dijo Redondo a un colaborador al que le auguró que Iglesias caería en breve. «En nada estará out», se le puedo escuchar en los pasillos de Moncloa.
24 horas después de esa declaración del jefe de Ejecutivo en funciones, se confirmaron los pronósticos de Redondo. Que Iglesias se sacrificaba y renunciaba a entrar en el Gobierno con la condición de que no hubiera más vetos ni excusas a la entrada de Irene Montero o Echenique. La venganza de Iglesias contra Redondo por quedarse fuera del Consejo de Ministros no se hizo esperar. Desde Podemos se inició una brutal campaña en redes sociales con el hagstag «Con Redondo, no» que fue trending topic. Una campaña 2.0 que ya había vivido el spin doctor cuando decidió adelantar elecciones a principios de año contra los intereses de Iglesias. Granjas de Bots inundaron Twitter de mensajes en contra de Redondo.
IGLESIAS SE REFIRIÓ A REDONDO ESTOS DÍAS CON CIERTO DESPRECIO: "HAY UNA CASTA DE SPIN DOCTORS..."
Comenzaban las filtraciones a periodistas cercanos a Podemos donde se informaba que la mano derecha del presidente estaba siendo el culpable de que no hubiese Gobierno, que había faltado a su promesa con Iglesias de que estaría en el Ejecutivo y que había sido apartado de las negociaciones en detrimento de Carmen Calvo, una información que desmienten en Moncloa.
«Siempre estuvo Iván controlando todo y muy coordinado con Ábalos y Carmen Calvo. Si no que miren quién acompaña al presidente en todo momento», afirman fuentes gubernamentales. Fue el Viernes de Dolores para Redondo, que al ver cómo desde Podemos trataban de posicionar a Iglesias como un mártir que renunciaba a su sueño por evitar la llegada al Gobierno del trío de Colón y que Moncloa no estaba siendo generosa decidió pasar al ataque para ganar el relato. Desde Moncloa se filtraría en los días posteriores que Podemos pedía cinco ministerios, entre ellos dos tan sensibles como Hacienda y Trabajo, y la colocación como ministros de Echenique y de la portavoz y pareja de Pablo Iglesias, Irene Montero.
Llegó el día de la primera votación para la investidura. Podemos no se bajaba de su propuesta inicial, calificaba la oferta del PSOE de insuficiente y Moncloa decidiría poner blanco sobre negro para retratar a Podemos. Así hizo pública su «buena oferta»: tres ministerios importantes y la vicepresidencia para Montero. Pero Podemos seguía enrocado y es cuando Moncloa decidió hacer público el documento de exigencias de Podemos en la víspera de la segunda votación para la investidura. Pedían la vicepresidencia y cinco ministerios, entre ellos uno de Justicia Fiscal. «Ganado el relato. Miércoles negro en Podemos. Ahora se conocen sus exigencias (chantaje) y nuestra buena propuesta (sincera). Jaque mate. Los suyos poniéndole en cuestión», escribió Redondo a uno de sus colaboradores enlazándole un artículo de un conocido periodista afín a Podemos en el que valoraba positivamente la oferta del Ejecutivo.
Llegó el pasado jueves y la segunda votación y Redondo junto a su equipo preparó el discurso de Sánchez con el único objetivo de retratarlo ante la Cámara como un líder egoísta y a su jefe como un presidente que no quiere gobernar a toda costa ni renunciar a sus convicciones por el poder. "Redondo quería evidenciar públicamente el jaque mate que había conseguido. Y la respuesta de Iglesias, mercadeando con el Gobierno, pidiendo competencias que están transferidas a las comunidades dejó aún más claro que le habíamos hecho un jaque mate. Que habíamos ganado la partida», confiesa a Crónica un colaborador de Redondo que escuchó la tesis final que mantuvo el consultor tras contemplar el desenlace final.
«Pablo nunca quiso un gobierno de coalición sin él. Si lo hubiese querido realmente, habría aceptado nuestra buena oferta, pero solo estaba pensando en él. Lo que venía a decirnos es si yo no estoy en el Ejecutivo, al menos me quedo con el Gobierno entero. Y en ningún caso nos habríamos rebajado a sus exigencias en el pleno de investidura. Sería haber perdido el código institucional que debe guardar todo presidente. No íbamos a participar de ese mercadeo político», explicó Redondo ante su círculo de confianza.
En la resaca de la investidura fallida, Redondo no ocultaba en Moncloa su tristeza por lo mal que había acabado con Iglesias y su satisfacción por observar cómo la batalla del relato estaba ganada al ver a periodistas afines a Podemos culpar a Iglesias de la no formación de un gobierno progresista. «Quedó claro su egoísmo y que el presidente había pensado en España y que no quería gobernar a toda costa», explicó a algún colaborador. El gurú vio cómo esta opinión la mantenían incluso conocidos periodistas de derechas que ya están animando a Pablo Casado a una abstención. Ese es el próximo objetivo de Redondo, que el pasado viernes pudo contemplar algo que ya había presagiado: el inicio de la crisis interna de Podemos y las tensiones con Izquierda Unida, que podrían acelerar la sucesión de Iglesias. Su jaque mate en su última partida de ajedrez como rey.
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