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jueves, 13 de diciembre de 2018

ES LA HORA DEL 155 Y DE ELECCIONES

La vida política española ha entrado en un ciclo que haría las delicias de los analistas de la postmodernidad: la evidencia de que los hechos ya no sirven, o su valor es escaso. Sólo cuenta la capacidad de seducir, aunque sea con encantadoras falsedades.
Que el presidente del Gobierno recrimine a los independentistas que sus agravios, victimismo y, en última instancia, golpe contra la legalidad, se sostiene con la mentiras y, a continuación, siga necesitando sus votos para mantenerse en la Moncloa, nos sitúa en un escenario donde la política ha perdido todas sus virtudes. En la lógica del parlamentarismo liberal lo normal sería que Pedro Sánchez hubiese anunciado ayer la convocatoria de elecciones, ya no porque fue lo que prometió al ganar la moción de censura, sino porque entre los que permitieron su victoria hay partidos que están vulnerando frontalmente los principios democráticos.
Pero algo ha cambiado. Por más que se le recordó, tanto por el PP como por C’s, que no puede gobernar con aquellos que protagonizaron un golpe contra nuestra democracia, Sánchez no se dio por aludido. Volvió, eso sí, a recordarle a Torra que el incumplimiento de la legalidad le obligaría a tomar medidas, algo que debería ser de oficio, pero que en la crisis catalana se ha aceptado como un mal menor necesario para no «crispar» o «desestabilizar» el ecosistema independentista, muy sensible a este tipo de provocaciones legalistas.
Sánchez no concretó qué tipo de medida pondría en marcha si, por ejemplo, los grupos protegidos por la Generalitat cortan las vías de comunicación más importantes de Cataluña, aunque sí se atrevió a poner calificativos a la intensidad: «fime», «serena», «proporcional» y «contundente».
Es cierto que el artículo 155 no hay que manosearlo mucho, ni siquiera amenazar con él como forma de disuasión, pero la sesión de ayer requería anunciar medidas concretas. Es anormal, peligroso y una representación de que los CDR (Comités de Defensa de la República) se han adueñado de la calle, que éstos anuncien protestas violentas para el próximo día 21 para impedir la celebración del Consejo de Ministros y el Gobierno no pueda actuar. En esta situación, lo correcto es que Sánchez comunique a Pablo Casado y Albert Rivera cuáles son sus planes –no ya que les adelante cuándo piensa convocar elecciones– ante una situación tan grave.
Mientras Sánchez mantenía una calculada indefinición en el Congreso, en el Parlament Torra era claro: insistía en la «vía eslovena» que, con muchos o pocos muertos, abre las puertas a la independencia, guste o no. Sin invocar a la violencia, sabe que provocar de nuevo un choque con el Estado de Derecho está alejado de cualquier pacifismo y es en sí mismo una actitud políticamente violenta.
Es posible que Sánchez estuviese escenificando ayer su divorcio con el independentismo, que, si bien le ayudó a llegar a la Moncloa, se está convirtiendo en un verdadero problema para el conjunto del PSOE. Si en la moción de censura muchos socialistas aceptaron con la nariz tapada el apoyo, incluso destacados dirigentes territoriales, la falta de resultados en la política de apaciguamiento de Sánchez y la persistencia de los nacionalistas, que se vanaglorian de que hay que hacer efectiva la República, ha disparado las señales de alarma.
Las elecciones andaluzas han sido la primera señal. Sánchez no tiene un plan para Cataluña más allá que el que han plateado PP y C’s, es decir, la defensa de la legalidad. Lo que quiere es ganar tiempo para asentar un proyecto débil y cínicamente postmoderno. Lo que sí ha habido es una voluntad de dividir a las fuerzas constitucionalistas en un momento crucial.
Puede que ya sea tarde a la vista del juicio contra los dirigentes del 1-O, pero por el desgaste que están sufriendo nuestras instituciones es necesario que Sánchez demuestre si puede construir otra mayoría de gobierno sin el vergonzoso apoyo del independentismo.
La Razón

miércoles, 16 de mayo de 2018

El PSOE no descarta ahora apoyar al Gobierno con la intervención de TV3

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, este martes en La Moncloa.

El PSOE ya no se cierra en rotundo a una intervención de TV3 y de la corporación de medios catalanes en el caso de reeditar el artículo 155 en Cataluña. 
Los socialistas exigieron al Gobierno, en el trámite de aprobación en el Senado, sacar del acuerdo la posibilidad de controlar la televisión pública,  uno de los principales brazos del independentismo para difundir sus tesis. El pacto evitó así que se pudiera cesar a su director, Vicent Sanchís– que se mantiene con sueldo público a cargo del 155- y alterar la programación de la cadena, que en los últimos meses ha seguido dando muestras de adoctrinamiento. En su lugar, el control de la pública se dejó en manos del Parlament, algo que no ha ocurrido puesto que la comisión parlamentaria que debe velar por su buen funcionamiento ni siquiera se ha constituido.
Basta recordar algunos ejemplos, como este mismo lunes cuando, en la sesión de investidura de Quim Torra, la pública conectó-a pantalla partida-con el despacho de Carles Puigdemont en Berlin, lo que permitió ver al expresident ‘tutelando’ desde Alemania el nombramiento de su candidato.

Adoctrinamiento bajo el 155

A mediados de abril, el propio Sanchís viajó a Berlin para realizar una entrevista al fugado, en la que cargó con dureza contra el Estado y se reafirmó como president. 
“Debe ser un juez de lo penal el que interprete la Constitución? ¿El que interfiera en el poder legislativo?”, interrogó al juez Llarena.
Hasta ahora, los dirigentes socialistas han descartado en público ampliar una nueva intervención a TV3, pero el hecho de que los medios se sigan utilizando de forma servil a los intereses del independentismo alimenta las dudas.
El secretario de Organización, José Luis Ábalos, admitió recientemente que los medios autonómicos en Cataluña son un “aparato de propaganda a medida de los nacionalistas” que ha provocado que “la mayoría se hayan hecho independentistas”. Varias fuentes socialistas no ven ya con malos ojos que una futura intervención se amplíe también al control de esas competencias.
Por ahora, tanto el PSOE y el Gobierno expresan que la intención es ir “paso a paso” y valorando las decisiones que tome el nuevo president, Quim Torra.
El líder socialista se reunió este martes en La Moncloa con el presidente Mariano Rajoy y ambos acordaron reforzar el acuerdo ante el órdago independentista. Los dirigentes coinciden en que el discurso del candidato en su investidura fue “frontista” y destacan la xenofobia de sus declaraciones.
Los socialistas quieren ir “paso a paso” y valorar los próximos pasos de Torra.
En el comunicado, se expresa el acuerdo para que “ante cualquier intento de quiebra del orden constitucional y del Estatuto de autonomía de Cataluña el Estado social y de Derecho responderá con firmeza, serenidad, proporcionalidad y de forma pactada”.

Un 155 “de otra naturaleza”

En este caso, el Gobierno volvería a reeditar el artículo 155 de la Constitución para lo que se tendría que pedir de nuevo autorización al Senado. Un trámite que el PP superaría sin problema gracias a la mayoría absoluta de que goza en la Cámara Baja, pero para el que Rajoy quiere contar con el apoyo de las formaciones constitucionalistas.
El jefe del Ejecutivo y el líder del PSOE acordaron además, como primera medida-y como avanzó OKDIARIO-mantener el control de las finanzas de la Generalitat, según el mecanismo que ya se aprobó en 2015 y se reforzó el año pasado. Este sistema permite controlar si se  destinan fondos públicos a fines distintos a los de “interés general”, para los que están contemplados.
Tanto Gobierno como PSOE coinciden en que, en caso de aplicarse un nuevo 155, será “de otra naturaleza”. Esto implica, por ejemplo, que no se convocarían de forma inmediata unas elecciones, como sí ocurrió en octubre.
Desde Sofía (Bulgaria), el presidente del Gobierno advirtió este martes a Torra y Puigdemont de que “solo puede haber un presidente, una sola legalidad y unas únicas instituciones válidas, que son las que establecen la Constitución y el Estatuto de autonomía”. Además, les recordó su fracaso en el intento de golpe de Estado: “Ni hubo independencia, ni hubo república ni la va a haber y espero que todo el mundo actúe con sentido común”.
OKdiario

martes, 15 de mayo de 2018

Quim Torra activará un Parlament paralelo y un Govern en rebeldía



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El nuevo presidente de la Generalitat, Quim Torra, saluda a los miembros de su partido tras ser elegido por mayoría simple. EL MUNDO

El Parlament depositó este lunes su confianza en un president dispuesto a sustituir la Cámara catalana por una asamblea de cargos independentistas sin atribuciones reconocidas por la ley, a entregar las riendas de la Generalitat a un fugado de la Justicia española y a formar un Gobierno con consejeros procesados por rebelión que, o bien se encuentran ya en prisión, o bien han escapado al extranjero para evitar la cárcel.
Con estas credenciales, y la fobia hacia todo lo español como estandarte, Quim Torra consiguió superar la investidura por un solo voto de diferencia -66 frente a 65-, gritó "Visca Catalunya Lliure" y abandonó el Hemiciclo camino a Berlín como el primer presidente electo de la Generalitat que no aspira a gobernarla. Sus primeras palabras, tras ser ungido, fueron para prometer a Carles Puigdemont que dedicará sus días en el cargo a conseguir investirlo y su primer acto oficial consistirá en acompañar al prófugo en una rueda de prensa que servirá para que el patrón de la causa independentista detalle cómo piensa gobernar Cataluña desde la capital alemana.


Quim Torra activará un Parlament paralelo y un Govern en rebeldía

Investidura en Cataluña


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El nuevo presidente de la Generalitat, Quim Torra, saluda a los miembros de su partido tras ser elegido por mayoría simple. EL MUNDO (vídeo) // EFE (foto)

El Parlament depositó este lunes su confianza en un president dispuesto a sustituir la Cámara catalana por una asamblea de cargos independentistas sin atribuciones reconocidas por la ley, a entregar las riendas de la Generalitat a un fugado de la Justicia española y a formar un Gobierno con consejeros procesados por rebelión que, o bien se encuentran ya en prisión, o bien han escapado al extranjero para evitar la cárcel.
Con estas credenciales, y la fobia hacia todo lo español como estandarte, Quim Torra consiguió superar la investidura por un solo voto de diferencia -66 frente a 65-, gritó "Visca Catalunya Lliure" y abandonó el Hemiciclo camino a Berlín como el primer presidente electo de la Generalitat que no aspira a gobernarla. Sus primeras palabras, tras ser ungido, fueron para prometer a Carles Puigdemont que dedicará sus días en el cargo a conseguir investirlo y su primer acto oficial consistirá en acompañar al prófugo en una rueda de prensa que servirá para que el patrón de la causa independentista detalle cómo piensa gobernar Cataluña desde la capital alemana.

Torra ya ofreció numerosas pistas durante su segundo y definitivo discurso de investidura. El sirviente del president en la sombra anunció que delegará tanto en el Consejo de la República, el organismo que Puigdemont presidirá desde el "exilio", como en la Asamblea de Cargos Electos, una suerte de Parlament paralelo formado por concejales, diputados, senadores y eurodiputados separatistas que, al margen de la Cámara catalana, se proponen diseñar la implementación efectiva de la república autoproclamada el pasado 27 de octubre. Entre sus funciones podría estar la elaboración de una Constitución catalana, objetivo que Torra señaló como primordial en la primera sesión de investidura, celebrada el sábado.
La Asamblea de Cargos Electos es un instrumento ideado por la ANC para "asumir la máxima representación legítima, soberana e institucional de Cataluña para completar el proceso de independencia, la confección, aprobación y sanción de las normas jurídicas de la nueva legalidad y la convocatoria inmediata de elecciones constituyentes", en caso de que el Govern o el Parlament sean intervenidos e inhabilitados por el Estado para impedir la secesión unilateral, tal y como sostiene la organización independentista en su hoja de ruta para 2018. Este ente no llegó a ponerse en marcha tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pero ahora Torra se propone recuperarlo para "construir la república catalana" y avanzar hacia la "nación plena".
Atenta a las promesas de Torra, la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, reclamó este lunes desde los pasillos del Parlament activar de inmediato esta cámara de representantes no oficial para que "invista" a Puigdemont como presidente de su Consejo de la República, a la espera de que pueda ser "restituido" como presidente de la Generalitat en sustitución de Torra "cuando se abra una ventana de oportunidad para hacerlo".
El sucesor provisional de Puigdemont también tiene en mente otro método para seguir tensionando la relación con el Estado. En cuanto tome posesión -algo que podría ocurrir mañana-, Torra se propone formar un Govern que cuente entre sus miembros con consejeros acusados por rebelión. Concretamente, el hoy presidente electo de la Generalitat quiere que Jordi Turull, Josep Rull y Lluís Puig recuperen las carteras de las que fueron cesados en aplicación del 155, es decir las de Presidencia, Territorio y Cultura, a pesar de que los dos primeros se encuentran en prisión provisional y que el tercero está huido en Bruselas y comparece este miércoles ante el juez para que determine si lo extradita.
La "restitución del Govern legítimo" era una de las promesas electorales con las que Junts per Catalunya se presentó a las elecciones del 21-D y quiere cumplirla por lo menos parcialmente, después de no haber podido devolver al Palau de la Generalitat a Puigdemont. La lista independentista más votada es consciente de que tres de sus consejeros podrían ser suspendidos en breve por el Tribunal Supremo, lo que obligaría a sustituirlos al poco de haber sido nombrados. Ese hecho permitiría a Torra y a Puigdemont volver a denunciar la "persecución judicial" del movimiento independentista y el ataque a la "soberanía" del Govern, como ya hicieron en su día cuando la Justicia impidió la investidura del propio ex president, la de Turull o las dos de Jordi Sànchez.
A pesar de que este lunes propició la elección del más radical de los diputados de Junts per Catalunya, ERC no comulga con esta estrategia. Los republicanos ocuparán el 50% del Govern que les corresponde en virtud del acuerdo alcanzado con Puigdemont con cargos no encausados, como las hasta ahora diputadas del Congreso, Ester Capella o Teresa Jordà -que pasarán a ser las titulares de Justicia y de Agricultura- o Pere Aragonès, que ostentará la Vicepresidencia y la cartera de Economía.
Tal y como aclaró este lunes, Torra barrunta provocar la confrontación con el Gobierno central por una tercera vía, la de la revocación de las medidas tomadas durante la intervención de la Generalitat. El presidente electo cifró en 16 las leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional que el Govern se propone recuperar e hizo especial énfasis en la necesidad de volver a tomar el control de los Mossos d'Esquadra "para que ejerzan como la policía integral de Cataluña en pleno ejercicio de sus competencias". El independentismo desea aumentar la tolerancia de la policía autonómica hacia los CDR, como evidenció al censurar la detención a manos de los Mossos de varios miembros de estos grupúsculos radicales afines a la CUP que se producía durante la investidura.
Con estos argumentos, el portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol, solicitó al Gobierno "día y hora para levantar el 155". El Estado respondió de nuevo con la ley: la Abogacía del Estado ya estudia hipotéticas acciones ilegales que Torra pueda cometer, como el nombramiento de consejeros encausados.
El Mundo