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jueves, 7 de octubre de 2021

LOS INSULTOS NO FUERON UNA ANÉCDOTA, MARLASKA

 

Las cosas no suceden por casualidad, de ahí que no faltaran dicterios durante toda su estancia en Córdoba.

«¡Fuera, fuera! ¡Que te calles! ¡Fuera, ministro! ¡Vete de aquí, sinvergüenza!» eran los «cariñosos» improperios con los que le «agasajaron» al ministro Grande Marlasca en Córdoba, aprovechando un acto enmarcado en la Semana Institucional del Instituto Armado.

Los reiterados gritos de «¡Fuera, fuera…!» y «¡Marlasca, dimisión!» se agolpaban en la sobrecogedora pitada, tanto durante el discurso institucional como en el transcurso de la revista a la Benemérita. El ministro debió de pensar que «El camino que seguimos es, pensándolo bien, el que merecemos», en palabras del juez y dramaturgo italiano, Ugo Betti. Equivale al «Tengo lo que merezco».

«¡España no te merece!», resonaba con reiteración entre las más escuchadas. Algo que solía ser inusual parece haberse generalizado con la llegada del actual Ejecutivo. Las cosas no suceden por casualidad, de ahí que no faltaran dicterios durante toda su estancia, incluso estando presentes las autoridades militares. Se suele recoger aquello que se siembra.

Y el propio Marlasca ha sembrado falsedad, mentiras, bulos, hipocresía, odio, resentimiento… Precisamente, la Guardia Civil no está entre sus preferencias dentro de la Seguridad del Estado, ni siquiera la Policía Armada (tradicionales “grises”) a la que perteneció su progenitor.

La Asociación Justicia para la Guardia Civil (JUCIL) colgó un vídeo en las redes sociales como prueba de esos denuestos, abucheos y mofa al ministro «fake». No parece entender el ministro protegido que «los guardias civiles se ganan el reconocimiento de los ciudadanos en cada servicio, por su profesionalidad, sacrificio, entrega, esfuerzo y dedicación».

Marlasca no tiene derecho a olvidar la multitud de servicios que ha prestado la Guardia Civil a toda la ciudadanía, con sacrificio y esfuerzo, incluso protegiendo la vida de los demás, a sabiendas de que peligraba la propia.

La figura de Marlasca pasará a la historia por sus bulos intencionados y la permanente difusión de “fakes” en beneficio propio y de su partido, al que nunca debió ponerle el trasero incondicionalmente porque, cuando menos lo espere, será puesto a los pies de los caballos, al igual que Ábalos, Campos, el astronauta, Laya o la exvicepresidenta.

Y si piensa que el PSOE va a sacar la cara por él, va de culo y cuesta arriba. Deberá darse por satisfecho y por servido si no acaba cobrándole la bicicleta estática o poniéndole como culpable de la carta con balas y amenazas gráficas.

¿Quién cree en este ministro? Si hasta su apellido es un «fake» y el guion que une el primer apellido de su progenitor con el primero de su progenitora se lo ha inventado. Hasta ahí llega la paparrucha y la falsía de un tipo que se ha ganado a pulso los abucheos del respetable. Parece haber olvidado que sus propios compañeros de Bilbao le recordaron que «la cobardía no era propia de un juez» y que ese no era el camino.

¡Cuánto se habrá mofado la Benemérita de este personaje desnortado! Hasta los simples «Ahumadas» siguen apuntándole con el dedo como diciendo «¡Menudo esperpento nos ha tocado para lidiar!» Ni siquiera ha tenido cargo de conciencia permitiendo el desfase salarial entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con respecto a la siempre sospechosa Policía autonómica.

Sería una lástima que las neuronas de esta tropa de ministros no les diera para pensar con más ética y sensatez sobre lo mucho que están haciendo mal. Sabido es que no se puede pedir peras al olmo y mucho menos honradez a un ministro socialista. Son ellos los que crispan el ambiente y no la ciudadanía.

¿Habían visto tanta crispación y odio antes de que llegara el fullero «marqués» a la política y su «jauría» de verduleras y bocachanclas? Pero la estrategia pasa por volver el rabo, como siempre hace la izquierda que se siente culpable y cazada en embuste, embeleco o engañifa. Les da igual: esta cuatropea de ministros es de los de «dame pan y llámame perro, aunque sea con tres erres»

Confieso que no sé qué esperaba Marlasca de la Guardia Civil. En la calle debió de ponerlo Sánchez en la última remodelación de ministros. Es de sobra conocido que, el todavía ministro de Interior, no ha dejado de enturbiar la política desde que se vio con poder para hacerlo. Cuando no se tiene vergüenza ni honor… siempre con el culo al aire.

Muestras de lo que no debe ser un socialista es lo que hace tiempo hemos visto en el ministro «fake» y en el presidente «cum fraude».

Por cierto, para La Palma se aprueban doscientos millones en ayudas, pero para Cataluña mil quinientos para ampliar el aeropuerto que ni siquiera precisa ampliación.

Todo al revés, como buenos socialistas comprometidos.

Y yo me pregunto… ¿comprometidos con qué, con quiénes y para qué?

Jesús Salamanca Alonso

sábado, 30 de enero de 2021

¡ QUE MANÍA TIENEN A LA GUARDIA CIVIL !

 

Ahora descubrimos que el Ministerio de Igualdad es un problema y nunca una solución. El primero en darse cuenta ha sido el Ayuntamiento de Madrid al eliminar esa insensatez de costosos e inservibles chiringuitos. Está claro que, si montan un circo en ese Ministerio, crecen los enanos y encogen los elefantes.

La ministra funambulista, políticamente analfabeta, no deja de encender los ánimos de la Policía y ha tenido que salir el ministro de Interior a poner paz. El caso es que el analfabetismo de la tal Irene montero ha creado ruptura entre los dos gobiernos prochavistas. “Muchas mujeres, como los niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias”, decía Ortega y Gasset.

En las campañas iniciadas por el ministerio de la mediocre “marquesita” se leen mensajes incitadores contra las fuerzas policiales, donde se mezclan motivos xenófobos y racistas. La pobre arrastra un complejo de inferioridad que le amarga la existencia.

Después de mediocridades como esas, me gustaría saber qué piensa esta negada “cencerra” de la expresión de su machista doméstico, respecto al deseo de disfrutar viendo cómo pisotean la cabeza a un policía en una manifestación. Todos sabemos que una palabra basta para destruir la dicha de las mujeres como la desinformada y desnortada “marquesa” de Galapagar. ¡Manda huevos!

La campaña de la propulsora de la infección del 8-M ofendió a miles de policías y guardias civiles. Los representantes de los garantes del Estado de Derecho han pedido la dimisión de Irene Montero reiteradamente. Ya se sabe que la casta no dimite y, para que lo haga, hay que tocar todos los palos como se ha hecho en el caso de Mario Herrera, director general de Participación en el Gobierno de La Rioja.

Por cierto, otro día le dedicaremos nuestra atención porque la estupidez no puede pasar desapercibida y este personaje tiene una alta carga de ella, aunque acabe estrellándola contra un árbol ‘fascista’ que se puso en medio de la trayectoria del lujoso BMW del comunista cabreado y no sé aún si borracho o mamado. ¡Ojo, no es lo mismo!

La Unión Federal de Policía no ha dudado en remitir una carta a la ministrilla de los cumpleaños, transmitiéndole la gravedad de sus memeces permanentes, demostrando, a la vez, su desconocimiento de la ley. “¿Vamos a tener los policías, antes de detener a un ciudadano en el ejercicio de nuestras funciones, que consultar a ese ministerio si podemos hacerlo o no?”.

Esta mediocre enchufada, que responde al nombre de Irene y que es denostada por todas las organizaciones feministas del país, no para de denigrar a las instituciones y puede encontrase con la horma de su zapato por ignorante, apesebrada, mediocre y ‘alfalfabeta’.

En concordancia con esto último, el portavoz del SUP decía que “las Fuerzas de Seguridad hacen más en un día por las mujeres maltratadas, a través del servicio de atención a la familia, con sus grandes profesionales en esta brigada, que el Ministerio de Igualdad en un año”. Sin duda, de ello puede dar fe la ciudadanía. Ministra como la referente son, sin más, una carga pública que nada aporta a la sociedad, como nunca lo ha hecho, salvo si exceptuamos los días de cajera malhumorada.

No hay duda de que gente como esta chica, a quien han dado un ministerio para que juegue y siga haciendo daño, es lo peor que le puede suceder a la sociedad. Además de inútil y mafiosa es impertinente, bocazas, picoloro y bocachanclas. ¡Cuánto daño hace la estupidez sustentada en el desconocimiento! Decía Erich Kastner que “Uno puede apoyarse sobre su puesto, pero no sentarse en él”.

El despreciable picoloro, muchacha del Ministerio de Igual-Da, no deja de ser una máquina tragaperras. Estos comunistas, la única igualdad a la que aspiran es a la miseria para todos. Las sociedades civilizadas prefieren millones de ricos a centenares de pobres porque, cuantos menos de estos existan, más difícil será el sustento de represores comunistas y aficionados a representar los ecos de la gallina de Stalin. Gente como esta torpe gallinita del comunismo debería ser condenada a no ocupar un cargo ni a ser una carga pública que pueda hacer daño.

Si no eran ya suficientes molestias las sandeces de Irene Montero contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ahora llega Carolina Darias para hacer compañía a la “marquesa”. Tanto una como otra siguen albergando un complejo de inferioridad que, no se sabe por qué razón, siempre acaban enfrentadas a la Guardia Civil.

Si lo de la “marquesa” es de chiste torpe, lo de Carolina Darias es de ‘cabeza buque’ e incompetencia irracional ¿No lo creen? Pues pregunten a la Asociación Unificada de la Guardia Civil sobre sus chapuzas al frente de la delegación de Gobierno de Las Palmas.

Y si lo prefieren, indaguen sobre las instalaciones del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de Lanzarote: un radar desde el que la Guardia Civil podía detectar las embarcaciones ilegales que llegaban a Canarias. Carolina lo destrozó y, por su actitud ‘cabeza buque’, destrozado sigue.

¡Pobre muchacha, al estar cargada de un negro pasado con incompetencia reiterada, en apenas 24 horas ya han pedido su dimisión numerosas asociaciones canarias y la propia Guardia Civil, a las que desde aquí me sumo!

Tras estudiar con detenimiento a Irene, la “marquesita”, y a la casi lenguaraz, Carolina Darias, he llegado a la conclusión de que “la mayoría de las personas abandonan sus vicios sólo cuando les causan molestias”, decía William Somerset.

Y en ello estamos.

Jesús Salamanca Alonso ( El Correo de España )

sábado, 4 de julio de 2020

Los otros héroes

Ha habido muchos trabajadores y voluntarios ejemplares que nos han hecho la vida más fácil en los momentos duros de la pandemia

La dureza de la epidemia de covid-19 que seguimos soportando —pese a que hay demasiados insensatos que piensan que esto no va con ellos o que ya ha quedado atrás— ha sido muy fuerte. Durante el estado de alarma cambió nuestros hábitos de vida y nos aisló. Esos hábitos no se han recuperado, pero otros han permanecido porque en ese tiempo hubo quien se encargó de ello. Se han rendido homenajes, más que merecidos a nuestros sanitarios —médicos, enfermeras, celadores…— porque han sido quienes han plantado cara a la enfermedad y lo han hecho sin los medios mínimos exigibles para combatirla. Hubo momentos en que les faltaba casi de todo. España es el país con mayor porcentaje de sanitarios contagiados del mundo. Ciertamente su comportamiento ha sido heroico. Pero se nos suele olvidar y apenas ha habido un recuerdo para ellos, a toda esa gente que, con su trabajo y su esfuerzo, consiguieron mantener muchas otras cosas funcionando.
Al comienzo del confinamiento se generó una alarma social por temor al desabastecimiento. La gente se abalanzó literalmente sobre los centros comerciales para proveerse de todo, en abundancia el papel higiénico, el alcohol, los geles desinfectantes y también comida no perecedera. Había miedo a quedarse desabastecido. Poco a poco la gente recuperó la confianza porque veían que los estantes vacíos volvían a llenarse una y otra vez. Eso significaba que había camioneros que transportaban los productos. Reponedores que colocaban las cosas en su sitio para que pudiéramos adquirirlas. Cajeras que se mantenían en sus puestos para que abonásemos la cuenta. Se seguía sacando la basura cada día y a la mañana siguiente los contenedores estaban vacíos. Los trabajadores de ese servicio estaban cumpliendo con su trabajo. La luz no faltó en ningún momento. Abríamos el grifo y seguía saliendo el agua. Los pequeños comercios atendían a su clientela. Los panderos cada noche hacían pan para que al día siguiente no faltase. La Guardia Civil, la Policía Nacional cumplían con su misión de velar por nosotros y el Ejército daba una vez más ejemplo de su entrega y capacidad logística. Hubo talleres y empresas en los que sus trabajadores se reconvirtieron en cuestión de días para abastecernos de lo que no había. Se estaban fabricando mascarillas, epis y geles desinfectantes cuyo consumo había subido de forma exponencial. Los trabajadores de las residencias, los grandes damnificados de la epidemia cumplieron con su misión en la inmensa mayoría de los casos, llegando a encerrarse para atender a los ancianos que tenían a su cuidado —no se ha reconocido el esfuerzo de muchos en ese terreno— para dar lo mejor de sí. A alguien le ha interesado crear un clima en que casi se les ha criminalizado porque era la forma de escurrirse de su gran responsabilidad, la que había asumido con palabras grandilocuentes que se quedaron en eso.
Han sido muchos los trabajadores que han hecho posible que, en la medida de los posible, nuestra vida haya podido estar lo mejor atendida posible. Voluntarios que han ayudado al vecino, asociaciones vecinales que han buscado dar respuesta a los más necesitados del barrio. Voluntarios de Cáritas, de la Cruz Roja o de numerosas oenegés. Ellos son los que han procurado que nadie se haya quedado atrás.
Seguro que se me olvida alguien, pido disculpas por ello. Han tenido un comportamiento ejemplar para evitar el caos. Son también héroes.
(Publicada en ABC Córdoba el 4 de julio de 2020 en esta dirección)
José Calvo PoyatoJosé Calvo PoyatoArticulista de Opinión
 José Calvo Poyato Web Oficial.

miércoles, 1 de julio de 2020

CASOPLON DE PABLO IGLESIAS E IRENE MONTERO

Soy  una de los cientos de vecinos multados por el ejército personal que Pablo Iglesias ha desplegado en Galapagar para perseguir a los ciudadanos discrepantes con su ideología totalitaria.
50 agentes armados de la Guardia Civil, pagados con tus impuestos y los míos, están patrullando las calles de mi pueblo y multando a los ciudadanos simplemente por circular con una bandera de España en la mano o tararear el himno.
Mañana a las 17:00 horas se celebrará el pleno municipal en el que la oposición de Galapagar tendrá la oportunidad de reclamar el fin de este estado de excepción encubierto. Aún nos quedan unas pocas horas para recuperar nuestro pueblo. Ayúdanos... ¡Firma!:
Pide al Partido Popular y Vox en Galapagar, que presenten una moción de condena por la vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos y exijan al Gobierno el cese del estado de excepción que hoy impera en la localidad.
Por si esto fuera poco, el matrimonio Iglesias - Montero se está apropiando cada día de más tramos de la vía pública restringiendo nuestras libertades más básicas. Está convirtiendo nuestras calles en su cortijo privado.
Antes de que Pablo Iglesias llegara al poder España era una democracia plena. Ahora un vicepresidente del Gobierno comunista vigila mis calles y persigue a mis vecinos con medio centenar de agentes armados a su servicio.
En menos de 24 horas desde que recibas mi mensaje, tendremos la oportunidad de recuperar la libertad de Galapagar. Ayúdame a recuperar las aceras en las que siempre he paseado. Cada firma y cada segundo cuentan:
Pide a PP y Vox que condenen y exijan la retirada de la persecución policial en los alrededores del casoplón de Iglesias
¡Gracias por tu ayuda!
María, vecina de Galapagar multada por dar jarabe democrático a Pablo Iglesias
P.D.: Si ya has firmado, comparte la petición con tus amigos.
Aquí está el correo electrónico que te enviamos sobre éste tema:



 Irene Montero y Pablo Iglesias mantienen secuestrado al pueblo de Galapagar
Han desplegado un ejército personal de 50 agentes armados (pagados por todos los españoles)  para identificar, multar y reprimir los derechos de los manifestantes.
Pide a la oposición política del pueblo que presente una moción de condena y exija el restablecimiento inmediato de los derechos civiles.

¡FIRMA!
Hola AVICENA,
A Pablo Iglesias y a Irene Montero, la ministra del “Jo, tía”, no les gusta que los ciudadanos protesten cuando la protesta es frente a su casa.
Para proteger su casoplón, mantienen secuestrado al pueblo de Galapagar con un ejército personal de 50 agentes, una sección de élite, 3 suboficiales y 20 vehículos para identificar, multar y reprimir los derechos de los manifestantes.
Pide al Partido Popular y Vox en Galapagar, que presenten una moción de condena por la vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos y exijan al Gobierno el cese del estado de excepción que hoy impera en la localidad.
Hasta hace bien poco, la pareja Iglesias Montero llamaba “jarabe democrático” a las distintas formas de acoso e intimidación que alentaban contra los políticos de centro-derecha (recuerda a Rosa Díaz, González Pons, Cristina Cifuentes, Sáenz de Santamaría, etc.)
Ahora que viven como los ricos, van a por los ciudadanos libres, a por ti y a por mí, porque les molestan las cacerolas y la bandera de España.
Los vecinos del municipio y discrepantes con el Gobierno, están denunciado el incremento de insultos, amenazas, además del acoso policial y la restricción de derechos fundamentales que sufren cada día.
Concejales del PP y de Vox de Galapagar: condenen la vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos y exijan al Gobierno el cese del estado de excepción que hoy impera en la localidad.
El encantador pueblo de la sierra norte de Madrid donde los Iglesias instalaron su residencia de lujo, se ha convertido en coto privado del comunismo.
Cientos de ciudadanos anónimos son multados por manifestarse contra el Gobierno con el único objetivo de silenciarlos e intimidarlos, en lo que ya puede definirse como una campaña de represión ideológica.
Los representantes políticos de Galapagar tienen el deber de denunciar la grieta democrática que se está produciendo en la localidad presentando una moción de condena para que los derechos fundamentales de los ciudadanos sean restaurados de inmediato.
FIRMA para que Galapagar no sea el cortijo privado de los Iglesias.
¡Gracias por hacer frente a la opresión!
Ignacio Arsuaga y todo el equipo de HazteOir.org
 
Más Información:
Una unidad de élite de la Guardia Civil blinda la casa de Pablo Iglesias e Irene Montero. (El Mundo):

La Guardia Civil prohíbe a los vecinos de Iglesias poner banderas en las "calles aledañas". (El Español):

Montero, en 2013: «Un escrache no es acoso sino interpelar a los diputados para que hablen con nosotros». (ABC):

jueves, 18 de junio de 2020

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO


Sorprenderían notablemente a cualquier despistado las afirmaciones, en pleno siglo XXI y después de lo que ha caído, de los líderes de Podemos a lo largo de esta pandemia del COVID-19 (me niego a llamarle la COVID-19) en el sentido de apostar por la nacionalización de toda la Economía. Es decir, la publificación de todo tipo de bienes.
Sin embargo, esas aseveraciones son coherentes con su ideología política comunista. Hay dos axiomas comunistas que se han cumplido inexorablemente en todos los países donde se ha implantado esta “exitosa” ideología.
El primero, aplicable al ámbito de las relaciones jurídico-públicas, apuesta por la publificación de todos los medios de producción para, posteriormente, repartir la pobreza que ello conlleva entre la mayoría de la población y premiar con privilegios de estatus a la nomenclatura del partido.
Cuanto mayor es la tarta de lo público a repartir mayores son los esfuerzos que los ciudadanos realizan para poder formar parte de la casta comunista y poder así salir mínimamente de la misera deliberadamente producida, mantenida y fomentada por el sistema.
El segundo, residenciado más en las relaciones jurídico-privadas, es más simple y, por ello, mucho más tangible: lo mío y es mío y lo demás, también es mío.
Peligrosos ejemplos de estos dos axiomas estamos teniendo en España en los últimos meses desde que se conformó este insólito Gobierno de coalición en enero de 2020, lo que debería ponernos en guardia y servir de aviso a navegantes despistados.
La nacionalización encubierta de la Economía y el aumento exponencial del tamaño del Sector Público, de forma directa e indirecta, ya está en marcha. Y las consecuencias de ello ya hemos visto cuáles son. Por ejemplo, el control de la sanidad privada que el mando único asumió desde la declaración del Estado de Alarma se ha hecho como se ha hecho.
Es decir, mal, obviando el pequeño detalle que dicha sanidad privada estaba inmediatamente abierta para el ingreso por COVID-19 de los jerarcas socio-comunistas mientras los oprobiosos líderes fascistas de la derecha y sus familiares directos ingresaban en hospitales públicos. Toda una ironía.
Es chocante la rabiosa defensa de la sanidad púbica que desde las filas gubernamentales se hace constantemente. Ello supone, de hecho, una defensa a ultranza de las políticas de la oprobiosa dictadura franquista, que es la que construyó la mayoría de los hospitales de este país, muy especialmente los mejores de la ciudad de Madrid.
Es, asimismo, un argumentario muy favorable a las políticas liberales llevadas a cabo por la insidiosa Esperanza Aguirre, bajo cuyo mandato se construyeron doce hospitales públicos. Otra ironía.
También choca la defensa a ultranza de la educación pública en detrimento de la enseñanza privada, en la que cursan estudios todos los hijos de los jerarcas socialistas y pronto los de los jerarcas podemitas, tiempo al tiempo, o de la enseñanza concertada.
El PSOE ha sido el partido que más años ha estado en el poder desde la aprobación de la Constitución española de 1978 y poco o nada ha hecho por la educación pública, más allá de degradarla, denigrarla o manipularla.
Los índices internacionales de medición de la educación no dejan en muy buen lugar al modelo educativo español. Especialmente malos son los índices respecto de las Comunidades Autónomas gobernadas por el PSOE. Otra ironía más.
La izquierda española no ha consentido que se aplique una Ley de educación que no hubiera sido elaborada por ella, como muestra el hecho de que hoy mismo se haya presentado en el Congreso el nuevo Proyecto de Ley de Educación, llamada Ley Celaá. La educación le ha servido a la izquierda española para controlar un potente instrumento al servicio de sus intereses y no del interés público.
También sorprende mucho la defensa de lo público por lo que hace referencia a instituciones básicas y fundamentales en el Estado de Derecho, en la Constitución española y en el funcionamiento propio de la Administración Pública.
Ataques constantes a la Jefatura del Estado, al Poder Judicial, a la Abogacía del Estado, a la Fiscalía o a la Guardia Civil no parecen favorecer mucho la gestión de lo público. Otra ironía más. Y van ya unas cuantas.
El ejemplo más gráfico del segundo axioma que apuntábamos al inicio de estas reflexiones es todavía más sangrante y peligroso. Es una mezcla explosiva compuesta por ingredientes incendiarios.
Nos referimos concretamente al blindaje de la dacha de Galapagar, custodiada por 28 guardias civiles de élite, para evitar que cualquier ciudadano díscolo moleste al amado líder de la casta podemita.
Ironías varias y múltiples se conjugan en todo ello (que sea la Guardia Civil la que tenga que proteger a un sujeto que odia al benemérito cuerpo, que se corte una calle pública sin justificación alguna para impedir la libre circulación de ciudadanos por ella, lo que no tiene acomodo jurídico alguno si tenemos en cuenta la prolongación en el tiempo con que se está llevando a cabo la usurpación a la ciudadanía del uso de un bien de dominio público por naturaleza, o que, finalmente, se tenga que proteger al inventor de los escraches, cual niña llorona, frente a pacíficas concentraciones de ciudadanos que ninguna violencia ejercen contra el supremo líder de la casta podemita, a diferencia de lo que hacían sus secuaces no hace mucho tiempo contra políticos de otros partidos).
Son demasiadas ironías. Y tantas ironías sólo pueden desembocar en una farsa. La farsa constante de unos sujetos que se arrogan una supremacía democrática que no tienen ni practican. Unos sujetos que se han convertido en demócratas para subvertir la democracia española con el apoyo de narco dictaduras foráneas, como cada vez es más evidente.
Pero no inventan nada. No tienen tanto talento. Todo está inventado. El fracaso del putsch de Munich de noviembre de 1923 le enseñó una lección muy importante a Hitler: que no podía derribar el sistema democrático enfrentándose directamente a él a través de un golpe de Estado.
¿Qué hizo entonces? Se disfrazó de demócrata para horadar la democracia desde dentro. Y todos sabemos cómo acabó aquello. Los comunistas aprendieron la lección también. La estrategia de la Comintern para la II República española era la misma.
Atacarla desde dentro para propiciar un triunfo revolucionario comunista. Los errores de cálculo de la cúpula socialista con Largo Caballero al frente como principal exponente, pero no único, aceleraron el proceso en demasía y provocaron una inevitable Guerra Civil entre españoles, que no era el plan comunista, el cual pasaba por esperar un poco más.
Estamos en una situación muy delicada susceptible de ir a peor si la derecha sociológica española no pone pie en pared y si la izquierda nacional no ultra no reacciona ante los excesos de este Gobierno.
La nacionalización de los bienes en los sistemas totalitarios comunistas siempre ha ido acompañada de la nacionalización de las personas. Ambos procesos se dan en España de manera incipiente en este momento.
De la Sociedad española dependerá encontrar soluciones a este problema y que no acabe un período de razonable estabilidad política y social en nuestro país, como el que ha proporcionado la Constitución española de 1978.
La convivencia entre lo público y lo privado genera riqueza. La nacionalización de todos los medios de producción con el objetivo de poderlo en manos de una jerarquía pseudodemócrata supone un ataque al derecho de propiedad privada.
La nacionalización de las personas supone un ataque directo a su libertad. La conjunción de ambas políticas sólo conduce a la ruina económica y a la alienación personal. El comunismo no cree ni en la propiedad privada ni en la libertad y los resultados que la Historia nos muestra son elocuentes.
Antonio Alonso Timón ( El Correo de España )

domingo, 14 de junio de 2020

Guardia Civil: un pronóstico feliz

«Ajena a la crítica y a la alabanza, callada y discreta, con paso corto y vista larga en su tradicional estilo, sigue dedicándose en cuerpo y alma al servicio de los españoles, con el vigor de la juventud y la sabiduría de la madurez. No, la Guardia Civil no está en crisis. Ha recibido un golpe, uno más, pero sigue siendo un pronóstico feliz»
Resulta singular que la Guardia Civil sea una institución española, y que lo sea tanto. El español es proclive a imaginarse capaz de empresas fuera de su alcance: «Si yo fuera el presidente del Gobierno...», «si yo fuera el seleccionador nacional...» y otras similares. Y mientras así se ilusiona, descuida probablemente su obligación, al dedicar tiempo y energía a ensoñaciones irrealizables. Olvida en su fantasía la necesidad de su concurso, como pieza valiosa, para el eficaz funcionamiento de la colectividad de la que forma parte.
El guardia civil, en cambio, solo quiere ser guardia civil, no pretende ser otra cosa ni se siente llamado a empresa diferente. Con su Cartilla por guía y comulgando con los principios de honor, sacrificio
 y lealtad, cumple con sencillez y rigor su deber diario en el puesto asignado, desde el primer general hasta el último guardia, tanto si se trata de un servicio singular como de uno rutinario. Y lo hace sin cálculo de reconocimiento o brillo propio. En todo caso, declina uno y otro en provecho y gloria de su Institución y se siente recompensado con el honor de pertenecer a ella.
Es aquí donde radica la fortaleza y permanencia de la Guardia Civil. Los principios de la fundación y la adaptación en lo demás al compás de los tiempos. No es que estos principios sean exclusivos de la Guardia Civil, pero es cierto que en ella se cultivan con esmero y persistencia, práctica en la que la naturaleza militar del Cuerpo juega un papel decisivo.
En las últimas fechas y con motivo de la destitución del coronel jefe de la Comandancia de Madrid y consecuente dimisión del teniente general director adjunto operativo, en los medios se ha hablado de crisis en la Guardia Civil. No hay tal crisis. Es cierto que el Cuerpo ha recibido un golpe con la destitución no motivada (la «falta de confianza» debe estar motivada), y por tanto arbitraria, de un guardia civil intachable que ha provocado la reacción digna y honorable del primero de los guardias civiles presentando su dimisión irrevocable, en solidaridad no tanto con la persona como con la rectitud de su acción. No es un acto de soberbia ni un pulso al Gobierno, como algún malintencionado sugiere. Es sencillamente un acto de lealtad con la Institución. Comprendo que este tipo de actitudes nobles no sean entendidas por los que desconocen el código deontológico que sustenta el espíritu del Cuerpo.
Pudiera haberla en el Gobierno, a tenor de las declaraciones contradictorias de sus miembros, pues mientras uno habla de falta de confianza otro, con evidente malicia o desconocimiento de la ley, habla de desobediencia de una orden o de pulso al Gobierno, en tanto que otros niegan rotundamente cualquier idea de insurrección o reto. Lo cierto es que, al hilo de la controversia, el vicepresidente hace pública su opinión, o quizás su intención, de que la Guardia Civil debe ser desmilitarizada y, prescindiendo de sus mandos, fusionada con la Policía.
Esta de la desmilitarización es una idea recurrente a lo largo de la historia del Cuerpo. Ya en 1854, a poco de la fundación, hubo un primer intento de desmilitarización por diputados republicanos y progresistas. El presidente del Congreso, el general Facundo Infante, se opuso por considerarlo «el primer paso para su disolución» En agosto del 36 el Frente Popular la disolvió creando en su lugar la Guardia Nacional Republicana. El general Franco tuvo sobre su mesa el decreto de disolución por no haberse sumado a la sublevación en todo el territorio. Finalmente no solo no la disolvió sino que le encomendó las competencias del Cuerpo de Carabineros.
Ya en la época democrática, con cada gobierno socialista se avivaba el ruido de la desmilitarización. Es de resaltar, sin embargo, que muchos de los avances más notorios en la modernización del Cuerpo se han producido con gobiernos socialistas como el Servicio Marítimo, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), la incorporación de la mujer, la adquisición de aviones, etc. Y ello es así porque constataron, una vez instalados en el poder, que la Guardia Civil es un Cuerpo leal y disciplinado, fundamental en el equilibrio del modelo policial español, que, dicho sea de paso, es el mismo que el de Francia, Italia, Portugal y Holanda, países indiscutiblemente democráticos.
Ahora, de nuevo, otro Gobierno de izquierdas, cuyo propio presidente declara -pronóstico infeliz- que el Cuerpo es complicado, vuelve a agitar el fantasma de la desmilitarización. Tal cosa, como ya anticipó el general Infante, supondría eliminar la esencia de la Institución y, por tanto, la Institución misma.
Como de costumbre, es de prever la consabida patraña de que un cuerpo policial de naturaleza militar no es suficientemente democrático. Sin embargo, en ningún punto de nuestra Constitución se exige que las Fuerzas Armadas o las de Seguridad sean democráticas. Sí exige, en cambio, que los partidos políticos lo sean en su estructura interna y funcionamiento y ya vemos hasta qué punto no lo son. Sería prioritario, en beneficio de esa tan invocada democracia, que dedicaran a ello sus esfuerzos y dejaran trabajar en paz a instituciones en la que la neutralidad política es un principio fundamental, probadamente respetado.
Por otra parte, al pueblo español no parece importarle que la Guardia Civil sea militar a juzgar por la alta consideración en que la tiene. Tal vez entiende, por un lado, que la condición militar se ciñe a su organización y funcionamiento interno y no merma, sino al contrario, la humanidad, cortesía y educación en el trato que de ella recibe y, por otro, que es el ejemplo de Cuerpo serio, honrado y eficaz , que se ha ganado su confianza y con el que se siente perfectamente identificado.
Mientras tanto, ajena a la crítica y a la alabanza, callada y discreta, con paso corto y vista larga en su tradicional estilo, sigue dedicándose en cuerpo y alma al servicio de los españoles, con el vigor de la juventud y la sabiduría de la madurez.
Y así seguirá siendo porque nadie debe esperar que los nuevos responsables vayan a mudar las pautas de conducta inherentes a la Guardia Civil a tenor de los últimos acontecimientos. Salvando las diferencias de caracteres de unos y otros, la pasta de la que están hechos es la misma, es la que se fabrica en el crisol, o si prefieren la hormigonera, del Cuerpo. Y si los recién encumbrados a los máximos puestos hubieran de abandonarlos por decisión propia o ajena, los que les releven vendrán imbuidos del mismo espíritu y de las mismas convicciones: el amor a España, lealtad a S.M. El Rey, lealtad al Gobierno, exquisita neutralidad política, cumplimiento estricto de la ley y afán de servicio a los españoles. Es el espíritu que sustenta la ejecutoria, la historia y el crédito de la Benemérita.
No, la Guardia Civil no está en crisis. Ha recibido un golpe, uno más, pero sigue siendo un pronóstico feliz.
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Francisco Almendros Alfambra es general de la Guardia Civil