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viernes, 21 de julio de 2017

La deconstrucción del PSOE

 
José María Carrascal
«Pedro Sánchez está inmerso en otra patraña para vendernos lo del Estado plurinacional español y apoyar el referéndum soberanista catalán. Sin la S, la O y la E, el PSOE se queda reducido a la P de partido, como aquel rey que iba desnudo sin saberlo»
 
 
La deconstrucción del PSOE
Aquel chiste de Gila «¡Capitán! He hecho un prisionero. -¡Tráelo! - Es que no me deja», me sirve de pórtico a la labor de derribo que se aprecia en el PSOE. El «hemos superado a Podemos» de su nuevo liderato me recuerda la embarazosa situación del captor capturado. Para superar a Podemos, Pedro Sánchez y sus huestes no han hecho otra cosa que ponerse en su lugar. Lo demuestra el eslogan que han adoptado, «Somos la izquierda», que significa varias cosas. La primera, que el PSOE de Felipe, de Rubalcaba, de la gestora de Javier Fernández, no era realmente de izquierdas. Y algo aún más grave: «Nosotros somos sólo izquierda». Nada de centro-izquierda, ni de terceras vías. Somos izquierda pura y dura. «Así vamos a recuperar a todos los votantes que se han ido con Podemos». Una versión española del proverbio norteamericano: «Si no puedes derrotar a tu enemigo, abrázate a él». Estrategia brillante, dirán. Pero que puede resultar un tiro, no en el pie, sino en la cabeza.
Para demostrarlo necesito detallar el proceso de deconstruir el PSOE, como esos edificios históricos de los que se derriba todo su interior, dejando sólo la fachada. En otras palabras: revertir la gran reforma hecha por Felipe González en el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979, en el que envió a Marx a las bibliotecas y convirtió al PSOE de «partido de clase» (la trabajadora) en partido multiclasista. O si lo quieren más simple, transformó el socialismo español en socialdemocracia. Podría llamarse también «viaje al centro». Lo que Pedro Sánchez busca es volver a los orígenes, la izquierda-izquierda. Si lo hace por mera estrategia, para recuperar los votantes que se le han ido a Podemos, tiene cierta explicación, pero las posibilidades de equivocarse son grandes.
Por lo pronto, a izquierdista no ganará nunca a Iglesias, que no sólo es marxista, sino también leninista, como ha demostrado con sus purgas y su admiración por las corrientes caudillistas hispanoamericanas, que tienen poco que ver con la democracia. Aunque su mayor escollo puede encontrarlo en su entorno. Es verdad que ha sido reelegido para la secretaría general frente a la corriente moderada, pero que esta no está, ni mucho menos, aplastada lo demuestra que importantes barones que no le apoyaron han sido también reelegidos dentro de sus comunidades. Sánchez se encuentra con tres frentes abiertos: el del PP, el de Podemos y el de su propio partido. No sabría decirles cuál es el más peligroso, sobre todo para un peso ligero como él.
Ya Zapatero apuntó que «nación es un concepto discutido y discutible», metiendo la piqueta. Sánchez no fue capaz de definirla en el debate con López y Susana Díaz
Pero no es menos cierto que el PSOE viene experimentando desde hace años, como todos los socialismos europeos, una demolición debido a no acabar de adaptarse a las nuevas circunstancias que reinan en el mundo. La globalización requiere cambios estructurales que partidos apegados a los dogmas encuentran difícil adaptar. La última crisis económica, aún no superada, no se soluciona con más gasto público, que era el remedio favorito de los keynesianos y de la socialdemocracia, madre del Estado de bienestar, por la sencilla razón de que la competencia es a nivel mundial y quien deje de competir se hunde. Otro tanto puede decirse de la ideología, tan importante antaño, y ahora completamente en segundo plano, con una China liderando el libre mercado. Por no hablar del vuelco dado por Donald Trump al bloque occidental, al que exige mucho más de lo que viene haciendo en defensa, subvenciones y contratos. De la amenaza terrorista, mejor no hablar. Desafíos todos ellos para los que la izquierda no tiene respuestas con un ideario anclado en el pasado y unos líderes que no lo han conocido ni quieren conocer.

Ese desgaste ha ido derribando los principales baluartes del PSOE. El primero en caer fue la E de español. Muy concretamente, la condición de España como nación. Ya Zapatero apuntó que «nación es un concepto discutido y discutible», metiendo la piqueta. Sánchez no supo definirla en el debate televisado con López y Díaz. Pero en cuanto recuperó la secretaría general de su partido, le ha faltado tiempo para proclamar la «condición plurinacional de España», que es tanto como negar la «indisoluble unidad de la Nación española» proclamada en el artículo segundo de la Constitución. Si se le añade su «reconocimiento de las características nacionales de Cataluña», extensibles al resto de las comunidades autónomas, tendremos una bomba de relojería debajo de la Nación española.
La O de obrero la perdió el PSOE no por haberse apartado de ellos, sino porque los obreros se habían distanciado de él. Un obrero con puesto de trabajo indefinido, con asistencia médica garantizada, así como otros beneficios sociales, piso y coche propios, es ya clase media. Un tránsito que efectuó el PSOE, sobre todos sus dirigentes, en consejos de administración de bancos y grandes empresas al más puro estilo burgués: remuneraciones astronómicas y dineros que no les pertenecían. La gran crisis económica dio al traste con todo ello. Los trabajadores retornaron a clase obrera, el PSOE perdió millones de votos y se ve amenazado desde la izquierda por un partido más radical que él.
Buscando votos hasta debajo de las piedras, el PSOE de Sánchez se aproxima a los nacionalistas, lo menos solidario que existe. Con lo que pierde la S de sus siglas. Sus disculpas no pueden ser más peregrinas: «También en Alemania y Bélgica existen naciones sin Estado», dice. Mentira. Ni la Constitución alemana ni la belga reconocen naciones en su territorio. En Bélgica existen «comunidades lingüísticas»; en Alemania, Länder, países, y un cierto tipo de Staat, como FreiStaat Bayer, que nada tiene que ver con un Estado propiamente dicho, como acaba de señalar el Tribunal Constitucional alemán. Nación sólo hay una, Deutschland, y de sus afanes de unidad habla la perseverancia con que los alemanes la buscaron tras ser divididos por sus vencedores en la última guerra mundial. O sea, otra patraña para vendernos lo del Estado plurinacional español y apoyar el referéndum soberanista catalán. Sin la S, la O y la E, el PSOE se queda reducido a la P de partido, como aquel rey que iba desnudo sin saberlo.
Los planes de Pedro Sánchez –desbancar a Podemos en la izquierda, para girar luego hacia el centro y derrotar al PP– se han convertido en cuentas de la lechera. No ha superado a Podemos: ha adoptado sus posiciones. O sea, se ha rendido ante él. Por si ello fuera poco, acepta la premisa fundamental de los nacionalistas: España no es realmente una nación, sino varias. Con lo que lleva su partido, no a la Moncloa, sino a la irrelevancia de otros socialismos europeos. No quiere ello decir que se rinda. Como los nacionalistas catalanes que ven hacerse añicos sus sueños, está dispuesto a luchar hasta el final. A estas alturas, su único objetivo es acabar con Rajoy. Como sea, con quien sea, al precio que sea, incluida su propia destrucción. Yo le llamaría «el complejo de Sansón».
 

viernes, 28 de octubre de 2016

Sánchez puso un sueldo de 5.000€ al mes a la única andaluza de la Ejecutiva que traicionó a Susana

María Luisa Faneca, antigua miembro de la Ejecutiva del PSOE.
  
María Luisa Faneca López cobraba su sueldo de miembro de la Ejecutiva de Pedro Sánchez con cargo a fondos del Congreso, en concepto de supuesta asesora del Grupo Parlamentario Socialista, según han confirmado distintas fuentes del PSOE.
El monto mensual de su salario rondaba los 5.000 euros, según las citadas fuentes. Los responsables del grupo y del partido han declinado comentar estas cifras y el origen del dinero. Sólo han explicado que esta militante recibió un sueldo por su trabajo en la Ejecutiva “porque no tenía ninguna retribución ajena”.
Es decir, a diferencia de otros miembros de la Ejecutiva, Faneca no disponía de cargo público cuando fichó para la Ejecutiva de Pedro Sánchez dentro de la cuota de ocho representantes del Partido Socialista de Andalucía. La solución buscada fue que se le retribuyera desde el grupo parlamentario como asesora. De este modo el partido, con una economía muy maltrecha, se ahorraba el sueldo.
 
ejecutiva-psoe
Primera foto de familia de la Ejecutiva del PSOE de Pedro Sánchez.
Sin embargo, esta fórmula es considerada por consejeros del Tribunal de Cuentas una trampa de dudosa legalidad para sortear la legislación de los partidos en materia de financiación. Con esta maniobra, parte de la estructura del PSOE no se sostenía con sus fondos propios, procedentes de las cuotas de los militantes, ni con el dinero procedente de las subvenciones públicas para su funcionamiento y campañas, sino con el que el Estado destina para el desarrollo específico de las actividades propias del Parlamento.
Al margen de la legalidad del sueldo, esta remuneración unía el destino de Faneca al de Sánchez: la dirigente política no podía volver a la federación andaluza para optar a ninguna candidatura electoral futura porque sabía que Susana Díaz no contaría con ella por su apego a su rival, incluso desobedeciendo sus órdenes. Así, cuando el pasado 28 de septiembre se escenificó la ruptura total del PSOE con la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva que buscaba la caída del secretario general, ella permaneció a bordo.
Su regreso a Andalucía, por otro lado, contaba con otra muesca negativa: el pasado mes de julio fue citada a declarar en un juzgado por presunta prevaricación durante su mandato como alcaldesa de Islantilla.
Faneca fue la única de los ocho representantes de la federación socialista andaluza que resistió la orden de Susana Díaz de abandonar la Ejecutiva de Sánchez. Dirigentes del PSOE andaluz afirmaron que ese plante no les sorprendió porque la alianza entre Faneca y Sánchez “venía de lejos”, hasta el punto que el ex secretario general del PSOE recomendó su inclusión en listas electorales a Susana Díaz. De hecho, la permanencia de Faneca en su puesto fue decisiva durante los días siguientes, en los que la discusión se centraba en si eran necesarias 17 o 18 dimisiones para forzar el cese de la dirección del partido.
Faneca es diplomada en magisterio y es funcionaria de carrera del Ministerio de Trabajo. Fue directora del Instituto Social de la Marina en Isla Cristina, Huelva. Y en la Ejecutiva de Sánchez se ocupaba de la Secretaría de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural. Faneca ha desatendido todas las llamadas de este diario para explicar el origen y monto de su sueldo.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Sánchez toma al PSOE como rehén

Cada paso que da, cada enrocamiento, erosiona más y más al PSOE. A Sánchez, que ya ha fulminado cualquier resquicio de sensatez, le da igual que dimita medio partido. Hablamos del político más irresponsable que se recuerda.
 
 Reunión del la Ejecutiva Federal del PSOE
Reunión del la Ejecutiva Federal del PSOE -

EL PSOE consumó ayer su virulenta rebelión contra Pedro Sánchez. Diecisiete miembros de su dirección presentaron en bloque su dimisión, lo que unido a los tres puestos vacantes deja en minoría al secretario general, lo desautoriza de forma expresa y le muestra irremisiblemente la puerta de salida. El golpe de mano promovido por los barones críticos con las estrategias y modos de Sánchez debería inhabilitar de facto su pretensión de convocar primarias y un Congreso Federal, y lo mejor es que en las próximas horas una gestora provisional se haga cargo del PSOE hasta que señale fecha para la elección de un nuevo secretario general. Pese a los intentos orgánicos a la desesperada que pueda hacer Sánchez para resistir a toda costa invocando la letra pequeña e interpretable de los estatutos del partido, lo razonable es que la gestora asuma el destino inminente del PSOE y permita cuanto antes una sesión de investidura de Mariano Rajoy, y proceda de inmediato a una refundación del partido. La deriva intransigente y ajena a una política de Estado a que Sánchez ha abocado al PSOE ha convertido ese objetivo en una necesidad imperiosa.
El encarnizamiento en el PSOE ha llegado a un nivel extremo, y revelador de que no se trata de un cisma coyuntural, sino de una guerra en la que no habrá prisioneros, sino víctimas en términos de pérdidas. Sánchez ha empujado a su partido a la ruptura más abrupta y tensa vivida en su historia democrática. Ayer, Felipe González denunció sin tapujos haber sido engañado por Sánchez porque ante él se comprometió a abstenerse en segunda votación para propiciar un Gobierno de Rajoy. Ferraz no lo desmintió y provocó una cadena de reacciones que culminaron con la renuncia de más de media Ejecutiva. García Page exigió a Sánchez que se disculpe, Fernández Vara había amenazado con marcharse del partido, Puig reclamó «consecuencias» para Sánchez, y el grupo parlamentario socialista se ha declarado en rebeldía… El espectáculo es desolador, más si se tiene en cuenta que Sánchez ha estado jugando con la gobernabilidad de España del modo más irresponsable posible.
El hartazgo por sus múltiples errores ha llevado a la mayoría de la dirección de su partido a retirarle los galones. Aunque cada vez es más difícil, aún hay tiempo de salvar al PSOE
Era evidente que, ante la contumacia de Sánchez a presentar su renuncia, no cabía más alternativa que poner coto a sus ambiciones de modo forzado, aunque fuera con una rebelión en toda regla. La decisión de los diecisiete miembros de la Ejecutiva supone la extinción de este órgano de dirección y la pérdida del poder del secretario general. Pero, incluso en el caso de que llegara a resistir el envite amparándose en lagunas jurídicas de los estatutos, el PSOE ha sufrido daños internos irreparables. El cisma es irreversible mientras Sánchez siga al frente, porque, aunque quisiera imponer la formación de un Gobierno con Podemos y los partidos separatistas, se ha llegado a tal punto de insumisión que muchos diputados de su grupo parlamentario se negarían a votar una investidura en esas condiciones. Sería saltarse a la torera mandatos expresos y contundentes de su Comité Federal.
Sánchez se ha quedado en una soledad sin solución, aunque arguya tener con él a la mitad del partido y se empeñe en forzar de modo desesperado una consulta a la militancia con un congreso federal. En principio, es un dato objetivo que Sánchez deja de tener capacidad de decisión en el PSOE porque le han sido retirados los galones de forma inopinada y clara. Sencillamente, el hartazgo por sus múltiples errores ha llevado al PSOE a emprender una estrategia de pura supervivencia, ante la que, vista la lamentable intervención de su secretario de Organización a media tarde de ayer, el líder demediado vuelve a enrocarse.
Es legítimo que Sánchez se reivindique, y es legítimo que reclamase una sola voz e invocase la democracia interna como argumento para avalar sus decisiones. Ahora ya tiene el dictamen de esa «democracia interna». La prioridad será la pacificación del partido y su refundación como modelo de una socialdemocracia moderada, pragmática y solvente. No como hasta ahora, que su afán por imitar y subordinarse a Podemos ha dado con sus huesos en una tumba electoral. Los barones críticos habían advertido de que se negarían a ser albaceas de sus desmanes o sumisos subalternos de una estrategia suicida. Sánchez ya conoce las consecuencias. No debería hacer más difícil lo inevitable.
Fuente:ABC
 

7 razones por las que no me importaría que el PSOE desapareciese del mapa político español

Con sólo una de cualquiera de las razones que publico en esta lista me bastaría

7 razones por las que no me importaría que el PSOE desapareciese del mapa político español

   
La guerra interna que ha estallado en el PSOE con la dimisión ayer de 17 miembros de su Comisión Ejecutiva Federal podría acabar, según algunos, con la desaparición de ese partido.
¿Recordará esto el PSOE en el 125 aniversario del periódico El Socialista?
Franquismo y PSOE: la pendiente hacia la democracia y la pendiente hacia la ruina
Hay quien opina que eso sería una pérdida para el pluralismo político en España, y que nuestro país se resentiría con la desaparición de la principal opción de centro-izquierda que hay en nuestro mapa político. En las últimas horas son muchos -incluso de otros partidos- los que han tomado partido por un bando u otro en esa guerra interna. No es mi caso. Tengo buenas razones para no sentir ni lo más mínimo la desaparición de ese partido. Os digo algunas:
1ª. La vida de los más débiles e indefensos
El PSOE ha sido el autor de las dos leyes que introdujeron el aborto en España. La primera, de 1985, despenalizándolo en ciertos supuestos, y la segunda, en 2010, para desproteger por completo la vida humana en sus primeros meses de existencia. El resultado ha sido más de 2 millones de niños y niñas por nacer asesinados, seres humanos inocentes e indefensos que se han visto privados del derecho humano más elemental de todos: el derecho a la vida. Una colosal matanza que tiene como víctimas a los miembros más débiles de la especie humana.
2ª. La libertad y la calidad de la educación en España
Las últimas tres décadas de historia de nuestro sistema docente han estado dominadas por cuatro leyes educativas socialistas (LODE, LOGSE, LOPEG y LOE) que han convertido a España en la campeona europea del fracaso escolar, instalando la idea de que lo mejor es la igualdad de resultados, aunque eso implique premiar a los mediocres y penalizar a los buenos estudiantes. Al mismo tiempo, ha agredido sistemáticamente la libertad de educación, lanzando ofensivas contra la educación diferenciada, contra la libre elección de idioma en las escuelas y contra el derecho a la enseñanza de la religión, al mismo tiempo que imponía sus proyectos de adoctrinamiento ideológico en las escuelas, como la llamada “educación para la ciudadanía” y las leyes creadas para obligar a los alumnos a adherirse a la ideología de género.
3ª. La Memoria, Dignidad y Justicia para las víctimas del terrorismo
Durante años el gobierno socialista de Zapatero mintió a los españoles en relación a sus contactos con la banda terrorista ETA, primero negándolos y después falseando su contenido. El PSOE aceptó negociar con los asesinos el futuro de España, ultrajando a las víctimas de ETA y facilitando, a través de sus magistrados afines el Tribunal Constitucional, la vuelta de las marcas electorales etarras a las instituciones democráticas, sin que esa banda criminal se haya disuelto ni haya entregado las armas: una de las mayores traiciones cometidas en la historia de España.
4ª. La Unidad de España
Unos meses después de subir al poder, Zapatero afirmó que la nación es un concepto “discutido y discutible”, considerado superado el modelo de nación establecido por la Constitución Española. Su línea estaba en consonancia con la trayectoria política de su partido: el PSOE no ha tenido reparos en aliarse con partidos separatistas como el BNG, ERC y otros para hacerse con el poder en distintos lugares de España. En varias comunidades ha puesto toda clase de trabas para que las familias pudiesen ejercer su derecho a escolarizar a sus hijos en español. En Cataluña apoyó las multas lingüísticas a comerciantes por rotular en español, multas que también quiere instaurar en Baleares. El PSOE no ha escatimado esfuerzos en dar alas quienes hacen del odio a España su bandera política, al mismo tiempo que despreciaba a quienes cultivamos algo que se considera una virtud en cualquier país civilizado: el patriotismo y la defensa de la unidad nacional.
5ª. La libertad religiosa
El PSOE lleva muchos años haciendo gala de la cristianofobia más visceral. Durante la Guerra Civil española ese partido era el que dominaba el gobierno republicano cuando éste consintió e incluso alentó una persecución anticatólica con las características propias de un genocidio. En las últimas décadas se ha empeñado con dureza en agredir el derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde con sus convicciones, un derecho amparado por el Artículo 27 de la Constitución. Ha pretendido suprimir la enseñanza de la religión, un derecho de las familias que el PSOE nunca ha reconocido ni respetado. En el extremo más rastrero de esa ofensiva contra un derecho humano como es la libertad religiosa, incluso ha querido impedir la asistencia espiritual a enfermos y moribundos en hospitales.
6ª. El prestigio de las instituciones y la limitación del poder político
El PSOE se ha caracterizado por su apoyo a la idea de un Estado metomentodo, que ejerza un control desmesurado sobre la sociedad, se apropie de gran parte de nuestra propiedad vía impuestos y penalice a los empresarios por crear riqueza y empleo. España ha acabado teniendo muchos más funcionarios en democracia que en la dictadura, con una presión fiscal asfixiante, una deuda pública escandalosa y unas cifras de paro insostenibles. El desmesurado tamaño del poder político ha ido parejo, como no podía ser de otra forma, al aumento de la corrupción. El Partido Socialista, ya desde tiempos de Felipe González, ha protagonizado sonados escándalos de corrupción que han dilapidado las arcas públicas y el prestigio y la confianza en nuestras instituciones democráticas. Ya sólo con los casos de los ERE y el fraude de los cursos de formación, el PSOE se lleva la palma de la corrupción en España con 3.200 millones de euros saqueados.
7ª. La convivencia entre españoles y la verdad histórica
Obsesionado en su guerracivilismo, el PSOE impuso la “Ley de Memoria Histórica” para dividir España entre buenos y malos. Entre los primeros incluyó a quienes habían perpetrado una atroz persecución religiosa durante la Guerra Civil, y también a quienes cometieron toda clase de atrocidades en el bando republicano. Hoy personajes tan nefastos como Largo Caballero, Dolores Ibárruri, Buenaventura Durruti y otros, responsables de numerosos crímenes en aquella contienda, son objeto de calles, monumentos y otros reconocimientos públicos, mientras que a sus víctimas se las invisibiliza en nombre de una memoria histórica que no es más que la imposición del sectarismo izquierdista a la hora de valorar los hechos de nuestro pasado reciente.