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lunes, 6 de enero de 2020

Los socialistas asaltaron e incendiaron colegios donde sólo había niñas y monjas ¿Es machismo?


Los socialistas asaltaron e incendiaron colegios donde sólo había niñas y monjas ¿Es machismo?



Si, Pedro Sánchez será investido y, posteriormente, embestido. Nunca un Gobierno débil duró más de un año. Este que no sabemos quiénes lo conforman ni de dónde vienen no llegará al verano.

Ha empezado la vuelta al cole, así es que hoy toca hablar de la escuela. Tiene la izquierda tan alto interés y tan gran preocupación por la enseñanza de los niños y los jóvenes que, cuando se topan con un colegio que ellos no puedan controlar, le hacen la vida imposible mediante trabas administrativas, con la sana intención de cerrarlo. Pero como en la Historia siempre se encuentran recursos para el consuelo, hay que reconocer que los socialistas y los comunistas han afinado en su sectarismo, porque no hace muchos años, en lugar de poner trabas administrativas a los colegios, los quemaban.

¿Qué exagero? Algo así se podría pensar, pues hasta tengo algún lector moderadito, centro-reformista, tolerante y de los Grandes Expresos Europeos, que diría mi buen amigo Pepe Escandell… Y digo yo: ¿no será que el lector moderadito se ha creído la milonga de que la izquierda es sinónimo de democracia y cultura? Así es que… ¡A los datos, Remigia que nos va en ello el prestigio!

Ya vimos en otro artículo que no había pasado ni un mes de la proclamación de la Segunda República, y en los primeros días de mayo de 1931 se quemaron iglesias y conventos por toda España. Y por si el humo de los templos incendiados pudiera ocultar que las llamas también afectaron a muchos centros docentes, que habían cometido el delito de estar regentados por frailes y monjas, hoy vamos a hablar de la arremetida de la izquierda contra los colegios católicos.

Que recuerde, solo en Madrid y en menos de un día, las hordas rojas quemaron el centro de enseñanza de Artes y Oficios de la calle de Areneros, dedicado a enseñar oficios a jóvenes humildes, también incendiaron el colegio de los Padres de la Doctrina Cristiana de Cuatro Caminos que era una escuela para niños de obreros, y lo mismo hicieron con las escuelas de formación profesional de los Salesianos. Socialistas y comunistas calcinaron el Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI) de la calle de Alberto Aguilera, el colegio de las Maravillas con su material científico y museo de minerales, el colegio de las Salesianas y el colegio de monjas del Sagrado Corazón de Chamartín de la Rosa.

 El colegio de Santa Susana, que se salvó de la quema de 1931, fue el primero en sufrir los ataques el 20 de julio de 1936 tras el estallido de la Guerra Civil
Sin embargo, los rojos fracasaron en su intento en quemar el colegio de Santa Susana, situado en el barrio de Ventas de Madrid. La emprendieron contra esta institución, porque consideraban que este colegio era el símbolo de le opresión religiosa en materia de enseñanza. Pero este centro docente, que se salvó de la quema en 1931, fue el primero en sufrir los ataques el 20 de julio de 1936 tras el estallido de la Guerra Civil.

El colegio de Santa Susana pertenecía al Instituto de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús. Una institución muy reciente, pues había sido fundada el 2 de febrero de 1877 por Isabel de Larrañaga Ramírez. La fundadora era hija de un militar guipuzcoano, que siguió a su padre en sus diversos destinos militares, lo que explica que naciera en Manila, el 19 de noviembre de 1836.

Con 40 años, tras superar durante mucho tiempo los obstáculos familiares, que la orientaban hacía el matrimonio, se consagró en 1877 junto con otras tres mujeres en una Asociación o Pía Unión, que se transformó en congregación religiosa, en 1883. La congregación se orientó a la promoción de los más necesitados, abriendo colegios e internados en los barrios periféricos de distintas ciudades. Uno de ello fue el colegio de Santa Susana, que en sus comienzos en 1889 estaba situado en las afueras de Madrid.

Los socialistas de ahora han atacado por la espalda a la verdad con el fusil de la ley de memoria histórica, para tapar los crímenes que sus partidos cometieron no hace tantos años
En 1936, al colegio de Santa Susana acudían 250 niñas del barrio de Ventas, y de este colegio, que al mismo tiempo era la sede de la curia general, dependían otras cinco escuelas situadas en barrios extremos de Madrid como eran entonces La Elipa, Vicálvaro, Ventas, el Cerro y el barrio de Rodas. El colegio de Santa Susana colaboraba con la Junta Provincial de Menores, que les enviaba niñas en estado de necesidad, bien porque se habían quedado huérfanas o bien porque los recursos de sus familias eran tan escasos, que no las podían mantener.

Y esta atención a los pobres es lo que el sectarismo de socialistas y comunistas juzgó como símbolo de opresión religiosa, por lo que en la mañana del 20 de julio de 1936 tirotearon el colegio con las niñas dentro y lo asaltaron. En ese momento, además de las religiosas que atendían a las escolares, había ochenta niñas internas, cuyas edades iban desde los cinco a los diecisiete años.

Como en el colegio, además de las internas, había otras alumnas del barrio, sus propios padres que eran vecinos de Santa Susana lograron detener el tiroteo, para que las niñas pudieran salir. Cuando cesaron los tiros, la superiora abrió las puertas del colegio y las monjas y las niñas salieron corriendo en desbandada a refugiarse en las casas de alrededor de Santa Susana.

Tras la huida de las profesoras y las alumnas, un grupo de gente armada asaltó el colegio. Los asaltantes iban precedidos de un elemento que ondeaba una bandera comunista. El abanderado corrió por los pasillos solitarios del colegio, para colocar el emblema de la hoz y el martillo en lo más alto del edificio, como signo de ocupación y del heroico triunfo sobre unas cuantas monjas y un par de centenares de niñas indefensas.

Los verdugos no tuvieron ninguna consideración ni con los años, ni con el estado de salud de la madre Pujalte y la bajaron a rastras los 120 escalones de edificio
En aquellos momentos de pánico las monjas abandonaron el colegio con las niñas para calmarlas. Pero dos de ellas permanecieron en el colegio. Una, Sor Rita Dolores Pujalte Sánchez, tenía 83 años y además de ciega, estaba muy enferma. La madre Pujalte, que vivió los comienzos de su congregación, había sido la superiora general del Instituto hasta el año 1899.  A esta anciana religiosa le acompañaba Francisca Aldea Araujo, que además de ser la ecónoma general de la congregación, era la encargada de atender y cuidar a la madre Pujalte.

Francisca Aldea Araujo había pasado toda su vida en el colegio de Santa Susana. Había nacido en Somolinos (Guadalajara), el 17 de diciembre de 1881. Tenía por lo tanto 54 años, cuando asaltaron Santa Susana. Siendo muy niña se quedó huérfana y sin recursos, por lo que fue recogida en el colegio de San Susana y al cumplir los dieciocho años ingresó en la Congregación.

Con estas dos monjas se habían quedado también tres niñas de las más pequeñas del internado, paralizadas por el miedo. Y ante semejante cuadro, alguno de los milicianos que habían participado en el asalto, decidieron escoltarlas hasta un sexto piso de la calle de Alcalá número 198, donde una buena mujer llamada María Turnay les dio cobijo.

Poco duró la calma, porque dos horas después se presentaron en casa de María Turnay cinco hombres y dos mujeres armados y detuvieron a las dos religiosas. Los verdugos no tuvieron ninguna consideración ni con los años, ni con el estado de salud de la madre Pujalte y la bajaron a rastras los 120 escalones de edificio.

Ya en la calle, metieron a las dos religiosas en un coche, y dieron varias vueltas a la plaza de toros de Ventas, pero al comprobar que el lugar estaba concurrido, se dirigieron por la carretera de Aragón hasta Canillejas. Al llegar a este punto, las ordenaron bajar y las hicieron caminar durante unos metros por la carretera de Barajas y allí las asesinaron con disparos de fusil por la espalda. Los socialistas y los comunistas de 1936 eran así de valientes, y los de ahora, en un cómplice gesto de cobardía, han atacado por la espalda a la verdad con el fusil de la ley de memoria histórica, para tapar los crímenes que sus partidos cometieron no hace tantos años.

Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá

domingo, 25 de noviembre de 2018

El oro de Moscú y México que los socialistas no quieren recordar

Ángel A. ViCo 
Parece haber llegado la hora de que las momias se levanten de sus tumbas. Lo exige la izquierda y aun así, Franco no puede ser el único en resucitar del valle de los muertos. El socialismo de Zapatero que se encargó de imponer la Ley de la Memoria Histórica a los 68 años de acaba de la Guerra Civil española no tuvo en cuenta que recuperar implica también recordar algunas de las más significativas hazañas que el socialismo cometió durante y después de la Guerra Civil española. Hechos que por su inconveniencia política han permanecido ocultos durante los últimos cuarenta años de democracia.
Seguir leyendo El 13 de Septiembre de 1936 Madrid se despertaba con las noticias del intenso bombardeo republicano al Alcázar de Toledo en donde resistía el general Moscardó. Oviedo estaba siendo bombardeada y la artillería cañoneaba Teruel. España llevaba escasos dos meses de “levantamiento militar” mientras el gobierno de la República infravaloraba públicamente el avance de los “nacionales” exigiendo a los ciudadanos resistir hasta la muerte el empuje de los facciosos. Presidia el gobierno, el socialista Largo Caballeroquien nombró como ministro de Hacienda al socialista Juan Negrín y como ministro de Marina y Aire al socialista Indalecio Prieto, aquel cuyos guardaespaldas asesinaron el 13 de Julio de 1936 al diputado de la derecha Calvo Sotelo precipitando la Guerra Civil.
Azaña que presidía la República firmó aquella mañana un decreto reservado del que nunca tuvo conocimiento las Cortes por el cual se autorizaba al ministro de Hacienda Juan Negrín a extraer de las bóvedas del Banco de España todo el oro, la plata y los billetes allí acumulados y transportarlo al “lugar que estime de más seguridad” (1). ¿Cuál fue el verdadero motivo de aquel saqueo? ¿Salvaguardar las reservas de oro, pago a la generosa y desinteresada contribución rusa en la incipiente guerra española cuando aún no había entregado cargamento alguno de armas? ¿O quizás previsión ante la más que probable sospecha de que la República perdería la guerra y había que garantizarse el futuro? Aquel Decreto reservado que jamás conocieron las Cortes garantizaba el expolio.
En la madrugada del 14 de septiembre un grupo de carabineros socialistas y anarquistas acompañados de 50 metalúrgicos y cerrajeros accedió al Banco por la puerta de la calle de Alcalá. Durante días se cargaron en secreto siete mil ochocientas cajas de oro de 75 kg. de peso cada una conteniendo monedas de alto valor numismático y lingotes que fueron trasladadas por tren a Cartagena y custodiadas por la Brigada Motorizada del PSOE.
Del recuento inicial de 7.900 cajas de oro, el 25 de Octubre se embarcan en los buques Kine, Neve y Volgoles con destino al puerto ruso de Odessa 7.800 cajas que certifica Méndez Aspe, director General del Tesoro. Un error, o deliberadamente desaparecen 100 cajas con 7,000 kg. aproximados de oro de 24 Quilates. Nunca se sabrá porque el cargamento no se inventarió. Había prisa por sacarlo de España. Por aquel entonces las reservas de oro españolas eran la cuartas más grandes del mundo.
De aquel tesoro regalado a Stalin nunca hubo ni tan siquiera un recibo que justificase la entrega y Negrín durante su dorado exilio se negó a rendir cuentas.
Acompañaron al cargamento de 585.000 kilos cuatro funcionarios (claveros del Banco de España). Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco que fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y sólo entonces se les permitió salir para lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México. El embajador español en Moscú, Marcelino Pascua, fue trasladado a París y los funcionarios rusos que participaron en el saqueo del oro de España tuvieron aún peor suerte; la mayoría fueron fusilados. Es evidente que había interés por ambas partes a la hora de silenciar un expolio injustificable; considerado aún hoy como el mayor atraco perpetrado al Estado.
Más allá de aquellas 7.800 cajas de oro enviadas a Rusia, los saqueos e incautaciones de oro, plata, divisas de particulares, Montepíos é instituciones religiosas se institucionalizaron a partir del decreto firmado el 6 de Octubre de 1936 por el presidente Azaña. En él se decretaba que el oro de particulares y corporaciones debía ser entregado al Estado (2).
A partir de entonces comenzaría el mayor de los expolios culturales que ha sufrido España en guerra alguna. Palacios, Instituciones, Catedrales como la de Toledo vieron desaparecer para siempre algunos de sus tesoros más preciados. Custodias, mantos como el de las ochenta mil perlas de la Virgen del Sagrario de la catedral de Toledo, piezas de gran valor del Museo Arqueológico, cuadros de gran valor de colecciones particulares, fueron incautados con el fin de proteger los bienes culturales ante el avance de los “nacionales” quedando al amparo de la Caja General de Reparaciones.
La realidad terminó siendo bien distinta. Los republicanos convencidos de la derrota que intuyeron a los dos meses de iniciar la guerra amasaron una descomunal fortuna fuera de España con la que garantizarían el futuro. Y todo mientras la población sufría una cruenta e innecesaria Guerra Civil prolongada artificialmente por el bando republicano que provocó el mayor éxodo de nuestra historia.
En febrero de 1939 -faltaban dos meses para el fin de la guerra- el que había sido el yate Giralda del rey Alfonso XIII, adquirido secretamente por Negrín en Reino Unido partía del puerto de El Havre (Francia) con destino al puerto de Veracruz ( México). Rebautizado como Vita fue cargado con un inmenso tesoro en oro, piedras preciosas, piezas religiosas; entre ellas uno de los clavos de Cristo, y cuadros de grandes pintores españoles e italianos que a su llegada a México fue hábilmente incautado por Indalecio Prieto -por entonces ya enemistado con el presidente Negrín-. Un tesoro robado a particulares e instituciones que jamás fue devuelto a España.
Prieto, en una audaz maniobra política , digna de un Golpe de Estado, se erige en el único representante oficial del gobierno republicano en el exilio y gracias a su amistad con el presidente mexicano Lázaro Cárdenas, logra hacerse con el cargamento del Vita. En la vivienda anexa que Prieto tiene en la Ciudad de México en la calle de Nuevo León, en el número 64 de la Avenida Michoacán, hoy un restaurante de moda en la Colonia Condesa, ocultaron el preciado cargamento e instalaron un taller en donde desmontaron las piezas con el ánimo de fundirlas. Un primer lote da cuenta de 1.488 kilos de oro de 24K vendido al Banco de México. Parte de la plata se vendió a los EE.UU. y los objetos artísticos, joyas y cuadros a particulares. La leyenda dice que parte de los cuadros robados formaron la colección de algún que otro expresidente mexicano. Prieto jamás dio cuenta alguna sobre el destino final de aquel expolio hasta que en 1941 comenzaron a aparecer piezas de aquel tesoro en el fondo de la laguna del volcán del Nevado de Toluca (Estado de México). Se trataba de relicarios, cajas de seguridad en la que aún hoy puede leerse, Montepío de Madrid, restos de cajas de relojes pertenecientes al tesoro del Vita cuyo valor no pareció interesar en su momento a quienes decidieron hundirlo en las frías aguas de la laguna.
Hoy, algunas de estas piezas, testigos del expolio socialista republicano, pueden verse en el Museo Subacuático de Playa del Carmen(México). Son el recuerdo del asalto en nombre de la República que protagonizaron unos valientes a quienes la Ley de la Memoria Histórica no quiere recordar.
Tesoro cargado en el Vita. Bultos:
1 al 10.   Objetos  entregados  por  la  Caja de Reparaciones.
11.    Depósitos Banco de España de gran valor.
12.    Monte de Piedad de Madrid. Gran valor.
13.    Monte de Piedad y Depósito Banco de España.
14.    Monte de Piedad y Depósito Banco de España, de gran valor.
15.    Depósitos Banco de España.
16.    Depósitos y una custodia de gran valor.
17.    Depósitos Banco de España.
18.    Depósitos Banco de España y una cus­todia Caja de Reparaciones.
19.    Depósitos Banco de España y especial de Caja de Reparaciones.
20.    Depósitos Banco de España y una cus­todia de Caja de Reparaciones.
21.    Depósitos Banco de España y dos cus­todias Caja de Reparaciones.
22.    Depósitos Banco de España y una cus­todia Caja de Reparaciones.
23.    Depósitos Banco de España.
24.    Depósitos Banco de España y una cus­todia de la Caja de Reparaciones.
25.    Objetos religiosos Caja de Reparacio­nes de excepcional interés.
26.    Depósitos Alicante.
27.    Depósitos Banco de España.
28.    Depósitos Banco de España y objetos religiosos Caja de Reparaciones.
29.    Depósitos Banco de España y dos cus­todias Caja de Reparaciones.
30.   Depósitos Banco de España y Castellón.
31.    Depósitos Banco de España.
32.    Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda, de gran valor.
33.    Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda.
34.    Depósitos Banco de España.
35.    Depósitos Banco de España y entregas Ministerio de Hacienda.
36.    Depósito.
37.    Objetos varios.
38.    Cajón entrega Generalitat de Cataluña oro amonedado.