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viernes, 24 de agosto de 2018

13 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social



PObreza, inmigrantes, españoles, exclusiónCasi 13 millones de personas en nuestro país se encuentran en riesgo de pobreza o de exclusión social. Si escuchamos una afirmación así en alguna de las conversaciones cotidianas que nos rodean, se pone en duda o se rechaza. Pocos ven las caras detrás de estos números, mientras que la calle oculta a sus víctimas y entre la sociedad se tira a menudo del chascarrillo de que los bares están llenos, haya crisis o no, o nos digan que hay gente que no llega a final de mes o no. En ese sentido, Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN), calificó de “invisibles” a los que se encuentran en esta situación, cuyo estereotipo les vincula con “pedir en la puerta de la iglesia” y no con el perfil real: un 30% tiene trabajo y un 15% ha alcanzado estudios superiores.


Susías realizó tal afirmación durante la presentación del informe El Estado de la Pobreza. España 2017 el lunes 16 de octubre en Madrid, con motivo del Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza. Este documento recoge los datos sobre el riesgo de pobreza o exclusión social según el indicador AROPE (At-Risk-of Poverty and Exclusion), basado en tres variables: la Tasa de Riesgo de Pobreza Relativa (es decir, que las ganancias económicas no pasen del 60% del ingreso nacional medio), la Baja Intensidad del Empleo en los Hogares (que los mayores de 18 años en la unidad familiar no hayan trabajado más que un 20% de sus posibilidades en el último año) y la Privación Material Severa (falta de recursos como la calefacción, el pago del alquiler mensual o la ingesta de pollo más de dos veces a la semana). "Es la guía sobre la que trabaja la Unión Europea y los gobiernos de cada estado, les guste o no", expresó Susías.

La cifra exacta en nuestro territorio nacional es de 12.989.405 personas en riesgo de pobreza. Esto es el 27,9% de la población, un 0,9% menos que el año anterior (que fue del 28,6%), pero cuatro puntos y medio por encima de la media europea, que se sitúa en el 23,4%. Incluso siendo un dato “positivo”, que señala que 345.000 personas han salido del riesgo de pobreza, el dilema que se presenta es si continuará descendiendo o se paralizará. Las expectativas para 2020 —y el acuerdo de nuestro país con la Unión Europea— era reducir la cifra en, al menos, 2,8 millones de personas. Objetivo complicado, exponen, porque no existe una estrategia paralela de protección para mejorar la realidad y controlar la inestabilidad. En la crisis, dijeron, se disparó la caída, pero en tiempos de relativa bonanza no mejora sino que se estanca. “A falta de dos años, las evidencias estadísticas demuestran que no se ha avanzado en el cumplimiento de estos compromisos.

Aunque se están registrando modestos avances en la reducción de algunos indicadores, en general, se ha retrocedido con respecto al escenario inicial. De ello se deduce que será necesario introducir cambios importantes a fin de volver a la situación de partida, y una inversión social aún más destacada para llegar a la meta fijada, en el horizonte 2020”, argumentan en la introducción.

Dentro de esta cantidad total, 1,5 millones están en una situación de riesgo de pobreza severa, sumando más de uno de los parámetros mencionados. El presidente tildó de “sangrante” este aspecto antes de detallar que las tasas afectan prácticamente por igual a hombres y mujeres (con un 28% y un 27,9% respectivamente). “Al contrario que en otros ejercicios, donde la mujer era más vulnerable, en este se ha equiparado. Pero no porque la mujer haya mejorado, sino porque el hombre ha empeorado mucho”, matizó. Por grupos de edad, el riesgo de pobreza se ceba en los “jóvenes adultos”, de entre 16 y 29 años, con un 37,6% de afectados. Después se sitúan los menores de 16 (31,7%), los enmarcados entre los 30 y 65 años (27,1%) y los mayores de 65, que suman un 14,4%. “Uno de cada tres niños está en riesgo de exclusión social y 4,5 millones de pensionistas ya se encuentran en él”, lamentó Susías. “Los datos macroeconómicos prosperan, pero la pobreza no. Los pobres son los que más notan la crisis y menos la recuperación”, apuntó.

La coyuntura se agrava cuando hablamos de familias monoparentales (o “monomarentales”, como precisó Susías, ya que un 80% de personas solas que se encargan de los hijos son mujeres). “Las personas que viven en hogares con niños y niñas tienen tasas de AROPE hasta 30 puntos porcentuales más elevadas que las de aquellas que viven en hogares compuestos solo por adultos”, anotó. Del total, apenas un 12% representa a extranjeros en riesgo de pobreza. Dentro de esta franja, un 60,1% de los extracomunitarios está en riesgo de exclusión y un 47,3% entre los afectados con residencia europea. “La pobreza ha aumentado para toda la población española en su conjunto. Para las mujeres, para las personas mayores de 65 años, para los hogares monoparentales, para los extranjeros y extranjeras provenientes de la Unión Europea, para quienes están en paro, para quienes superaron la educación primaria y, también, para quienes tienen educación superior”, zanjan en la publicación.

Otros resultados llamativos atañen a la situación geográfica y laboral de los incluidos en el informe. Un tercio de las personas en riesgo de pobreza trabaja. Y mirando el mapa, la mitad sur copa los primeros puestos. Veamos: la renta media española era de 10.708 euros en 2016, con variaciones de hasta 6.000 euros entre comunidades. En País Vasco y Navarra, en el puesto más elevado, la renta media es de 14.345 euros y 13.408. En Cataluña, Comunidad de Madrid, Baleares y Asturias oscila entre los 12.000 y los 13.000 euros. En Murcia y Andalucía, esta renta es hasta 2.400 euros por debajo de la media nacional (unos 8.000 euros), y en Castilla-La Mancha, Canarias o Extremadura de hasta 2.000 euros inferior.

La línea divisoria de quién supera o no llega a esta renta es semejante a la del riesgo de pobreza: ocho comunidades autónomas por debajo de Madrid (incluyendo Ceuta y Melilla) superan el 27,9% nacional. “Lo que están fallando son las políticas de repartición. Necesitamos un sistema de rentas mínimas y acción directa sin paliativos”, esgrimió el presidente de EAPN, que expuso las líneas de actuación que apoya la agrupación: “Defendemos la necesidad de un pacto, de una estrategia que abarque la educación, la sanidad, la vivienda y los servicios sociales, pero también una política fiscal de impuestos progresivos y de unas ayudas garantizadas, así como tener en cuenta las diferencias de géneros, la diversidad y el impacto medioambiental”.

Graciela Malgesini, responsable de asuntos europeos e incidencia política de EAPN, insistió en que España se sitúa cuatro puntos por encima de la Unión Europea, cuya tasa de riesgo de pobreza se marca en el 23,9%, y señaló que solo siete países de 28 están detrás del nuestro. “En estos se recrudece por una privación material severa”, apostilló. Juan Carlos Llano, investigador y sociólogo que ha participado en el informe, remarcó algunas deducciones fundamentales del estudio: “No se cumplen los pactos con Europa. En tema de déficit sí, pero no en lo social”, arrancó, “y existe una enorme desigualdad territorial. Aparte, no todos los que salen del cómputo se recuperan por igual y tener hijos es un riego para ser pobres”. La síntesis de estas ideas desembocó en un alegato en contra del modelo “imaginario” que solemos asociar a estos datos: “Un 82% es español. Un 71% ha cursado hasta el segundo ciclo de secundaria y un 15% tiene estudios superiores”, finalizó, incidiendo en esa “invisibilidad” ya mencionada y en la necesidad de marcar una línea entre pobreza y miseria. Hay que desmontarla, reseñó, porque es dañina para la opinión pública. Escuchemos, si no, las charlas de nuestro alrededor.

sábado, 28 de julio de 2018

El verano del hambre en Venezuela: seis salarios mínimos por un kilo de ajos

Personas hacen cola junto a un grafiti que reza "Hambre" en Caracas, Venezuela.


La hiperinflación, que cerrará el año en cifras equivalentes a las de la Alemania de entreguerras, según el FMI, golpea el estómago de los venezolanos.
La espiral de hiperinflación en Venezuela está rompiendo todos los récords y podría cerrar en 1.000.000% este año, según ha anunciado el Fondo Monetario Internacional. En un intento de controlar los daños, el presidente Nicolás Maduro anunció el miércoles algunas medidas que se quedan en la pura cosmética, como quitarle cinco ceros a la moneda. Algo que, según los expertos, no resuelve el problema y sólo intensificará la crisis económica, que a pie de calle está golpeando duro en el estómago de los venezolanos.
El FMI compara la crisis en el país petrolero con la de "Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de 2000". Y no hace falta ser un especialista para notarlo: en Caracas y cualquier provincia los precios aumentan cada dos o tres días, dejando impotente al ingreso mínimo (de 5,2 millones de bolívares, apenas un euro en el mercado negro). Ese sueldo hoy no alcanza ni para un kilo de carne y la gente hace peripecias para alimentarse.


 
"He pasado hasta dos días y medio sin comer. Cuando me da hambre, bebo agua. Si me empiezo a marear, me la tomo con azúcar y me acuesto", confiesa a EL MUNDO José Olivares, mensajero de una empresa estatal. José gana el sueldo mínimo, con el que apenas puede comprar "dos kilos de yuca, uno de plátano y medio de carne".
Las distorsiones en la economía, afectada además por una severa escasez de alimentos y medicinas, son muchas: un kilo de ajo, por ejemplo, cuesta 32 millones de bolívares (seis salarios mínimos).
En su campaña para la reelección el 20 de mayo -en unos comicios cuestionados por la comunidad internacional-, Maduro prometió sin cesar una "recuperación económica". Sin embargo, han pasado dos meses hasta su anuncio hace tres días de un "programa de recuperación económica" que arrancará con el lanzamiento el 20 de agosto de nuevos billetes con cinco ceros menos. Originalmente estaba previsto quitarle sólo tres ceros a la moneda y que el nuevo billete circulara a comienzos de junio.
"El 20 de agosto arranca (...) el programa de recuperación económica con la reconversión monetaria, cinco ceros menos", dijo el mandatario socialista durante una reunión con su Gabinete. El economista Henkel García, director de la firma Ecoanalítica, declara a este diario que quitarle cinco ceros a la moneda es reconocer que existe hiperinflación, y aclara que la medida no servirá de nada "si no se acompaña de un programa de recuperación económica".
El Gobierno no publica cifras de inflación desde 2015. Maduro asegura que los precios aumentan por una "guerra económica" orquestada por la oposición y Estados Unidos para intentar derrocarlo.
A juicio de García, la reconversión busca facilitar las transacciones financieras de las empresas, al borde del colapso por las sumas exorbitantes de cada compra. En los supermercados es habitual que para compras pequeñas se deban hacer varios pagos, pues los ordenadores sólo permiten transacciones por 20 millones de bolívares, que alcanzan para poco más de dos kilos de carne.
"Fui a la panadería a comprar galletas y chucherías y me tuvieron que dividir la factura en tres partes, porque la máquina no aguantaba tantos ceros", asegura a Afp Roberto Martín, un comerciante de Caracas.
El economista Luis Vicente León, de la firma Datanálisis, señala en Twitter que eliminar los ceros a la moneda puede ayudar "a muy corto plazo a procesos operativos que ya hacían inviables incluso las operaciones virtuales, digitales y fiscales". "Pero sin un modelo de reforma integral, la inflación se comerá esa ventaja en muy poco tiempo", acotó.
García fija límites: "Sin reformas, en seis meses los nuevos billetes estarán obsoletos y el año que viene habrá que quitarle más ceros a la moneda". Cuando salió el actual cono monetario a principios de 2017, con el actual billete de mayor valor, el de 100.000 bolívares, se compraban unos diez kilos de carne. Hoy apenas alcanza para un cigarrillo.
Ésta será la segunda reconversión monetaria en una década, después de que en 2008 el fallecido presidente Hugo Chávez eliminara tres ceros al bolívar.
Dirigentes de la oposición coinciden en que quitar ceros a la moneda no acabará con la inflación. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, la cesta básica para una familia de cinco personas cuesta 654 millones de bolívares, unos 125 salarios mínimos. "Con la nueva reconversión monetaria de Maduro la cesta básica costará 6.500 bolívares, pero usted va a ganar 52 bolívares. No se resuelve el problema, es un drama", señala el líder opositor Henrique Capriles.
Los venezolanos deben ingeniárselas para comer. Herlinda Sánchez, una arquitecta de 36 años, cuenta que ahora su familia sólo puede consumir carne y pollo dos veces a la semana. "Tenemos prohibido aceptar visitas en horas de comida", dice. Un estudio de las principales universidades asegura que la pobreza en el país petrolero escaló un 87% en 2017.
Por esa crisis, cientos de miles de personas han emigrado en los últimos dos años, como Ailicec Freites, profesora universitaria que se fue hace pocas semanas a Brasil. "Tenía tres trabajos y el dinero no me alcanzaba para la comida. Trataba de acostarme muy tarde en las noches para levantarme al mediodía y almorzar de una vez porque sabía que no había desayuno", explica.
Muchos se mantienen en Venezuela gracias a las remesas que les envían sus familiares desde el exterior, que luego venden en el mercado negro, pues el Gobierno monopoliza las divisas con un control de cambio desde 2003.
Entre las medidas anunciadas por Maduro, hay indicios de una eventual flexibilización en materia cambiaria. El mandatario ha dicho que presentará ante la oficialista Asamblea Constituyente -desconocida por la comunidad internacional- un "proyecto sobre ilícitos cambiarios (...) para incentivar y permitir la inversión en moneda extranjera". "Esa sí es una decisión relevante", ha destacado León en Twitter.
En medio del caos, las protestas para exigir mejores salarios y denunciar los fallos en los servicios públicos son constantes. Según la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, hubo 5.300 manifestaciones en Venezuela durante el primer semestre del año.
Una vieja frase ronda en el ambiente: las hiperinflaciones tumban los gobiernos.
Sin embargo, no todos la comparten. "Las protestas se producen de forma atomizada, sin un liderazgo político que las aglutine y sin que constituyan (hasta ahora) una fuerza política orientada a promover el cambio político. Las mayores protestas con incidencia política suelen registrarse en sociedades que experimentan un severo y repentino revés económico y no en las que ya están totalmente sumidas en la pobreza", mantiene el politólogo Miguel Martínez Meucci.

domingo, 22 de julio de 2018

El chavismo lleva a Venezuela a la “pobreza extrema” según la ONU

El Expresidente de Venezuela Hugo Chavez


El salario mínimo en Venezuela, fijado por el chavismo gobernante, condena a los trabajadores del país sudamericano a la pobreza extrema pues se ubica en 1,20 dólares diarios, por debajo del umbral de la miseria que estableció la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) la ONU explica que la pobreza extrema es medida por un ingreso diario inferior a 1,25 dólares estadounidenses y, como tarea primaria, llamó a los Estados miembro a erradicar esta problemática más tardar en 2030.
Hoy Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, ofrece a su sector productivo un ingreso que le mantiene en la miseria justo en medio de una severa crisis económica que se traduce en hiperinflación, escasez generalizada y la depauperación de todos los servicios.
El control de cambio que rige desde 2003 en el país sudamericano, que otorga el monopolio de las divisas al Estado, ha arrojado al menos dos formas de comparar el poder adquisitivo de los ciudadanos según la tasa oficial o de acuerdo al mercado paralelo que define en la actualidad casi la totalidad de la actividad económica.
Así, un dólar estadounidense cuesta desde el viernes 144.000 bolívares según el Banco Central (BCV), por lo que el salario mínimo integral -5.196.000 bolívares- equivale a 36 dólares, casi la mitad de la relación oficial entre la moneda estadounidense y la local del mes pasado cuando el Ejecutivo decretó este monto mensual, que ha sido subido cuatro veces este año.

Sin embargo, también en junio el Gobierno autorizó las operaciones a tres casas de cambio privadas que desde entonces compran pero no venden monedas convertibles y donde un dólar se paga hoy en 2 millones 500 mil bolívares, 17 veces más que el oficial Dicom y más cercano al precio de estos días en el mercado paralelo ilegal.
Con este complejo panorama, el salario mínimo integral podría calcularse en 2 dólares mensuales si se usase la cotización de las casas de cambio, pero estas operadoras no venden divisas y el Estado solo reconoce una única tasa; la oficial Dicom.
No obstante, este mecanismo que arrancó en febrero y que consiste en asignación de divisas mediante subasta dejó de informar hace semanas quiénes resultaron merecedores de los billetes “preferenciales” y solo se limita a indicar el precio oficial del euro y el dólar en Venezuela.
La Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) asegura que el Gobierno no está asignando divisas a ningún ciudadano o empresa privada por lo que casi todas las importaciones se están haciendo con dólares comprados en el mercado paralelo que luego se traducen en productos más caros.
Desde cualquier punto de vista, más de la mitad de los trabajadores del país caribeño -que devengan el salario mínimo- son incapaces de cubrir sus necesidades más básicas sin mencionar las consecuencias que esto conlleva para las familias con un único ingreso mensual.
A modo de ejemplo, un obrero que trabaje 30 días no podrá pagar a final de mes ni siquiera un kilo de carne de res que está por encima de los 5.196.000 bolívares y cuyo precio aumenta 2,8 % cada día en medio de la espiral hiperinflacionaria, según datos del Legislativo.
Por motivos como este, miles de empleados públicos protestan desde hace 27 días en Venezuela, en el marco del conflicto laboral más grande que le haya tocado enfrentar al jefe del Estado, Nicolás Maduro, desde que asumió el poder en 2013 y sin que hasta ahora hayan soluciones a la vista.
Si bien la llamada revolución bolivariana, en el poder desde 1999, ha sido premiada por la ONU en materia de alimentación, la crisis del último quinquenio dio un giro en este sentido por lo que el Gobierno reabrió 3.000 casas de alimentación, 300 de “recuperación nutricional” y otros 50 comedores atendidos por un “equipo multidisciplinario”.
Según los datos de la Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi), que realizan anualmente las principales universidades del país, el 64 % de los consultados reportó haber perdido un promedio de 11 kilos en 2017 por no poder acceder a los alimentos.

miércoles, 14 de marzo de 2018

El 61% de los venezolanos afirman estar sumidos en una pobreza extrema



Venezuela, pobreza, comunismo, podemos, maduro, chavismoMás de la mitad de los venezolanos, por encima del 61 %, pasó a vivir en la pobreza extrema y afirma haber perdido más de 10 kilos de peso en 2017, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) que realizan anualmente las principales universidades del país.

El estudio refleja un deterioro dramático en la calidad de vida de los venezolanos al evaluar el aumento de la pobreza y su incidencia en el empleo, la educación, la criminalidad, la nutrición y la salud en general.

La encuesta, realizada cada año desde 2014 por las universidades Central de Venezuela (UCV), Simón Bolívar (USB) y Católica Andrés Bello (UCAB), se llevó a cabo en 6.168 hogares de todo el país con datos recogidos entre julio y septiembre de 2017
La socióloga María Gabriela Ponce, de la UCAB, informó de que entre los resultados del sondeo se observó que la pobreza extrema aumentó del 23,6 al 61,2 % en cuatro años y casi el 10 % solo entre 2016 y 2017.

Ponce exhibió un gráfico en el que se observa que en 2014 la pobreza extrema se ubicaba en el 23,6 %, en 2015 en el 49,9 %, en 2016 en el 51,5 % y en 2017 en el 61,2 %.

Asimismo, mostró que los hogares “no pobres” en 2014 representaban el 51,6 % de los consultados, en 2015 eran el 27 %, en 2016 el número bajó al 18,2 % y en 2017 se redujo al 13 %.

Los expertos que participaron en la encuesta dejaron claro que estos datos no recogen el impacto sobre los hogares consultados del proceso de hiperinflación que se inició en octubre pasado en Venezuela.