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sábado, 24 de octubre de 2015

La bien pagá

La bien pagá

 
No se alarmen. Ni por el título ni por la ilustración de Javier Muñoz. Esta no es una Carta machista que presente a una tránsfuga política como a una prostituta. Y menos aún que dé pie a decir que si se tratara de un hombre no escribiría nada parecido. No es la naturaleza de la relación entre los protagonistas lo que me importa sino quien pone, con perdón, la cama o, si se prefiere, la mesa y el mantel.
Conozco demasiado bien a Irene Lozano -la padecí diez años en El Mundo- como para ser ecuánime con ella. Me ceñiré a los rasgos imprescindibles. Se trata de una mujer inteligente, brillante y culta que sin embargo lleva en el alma no ya el espíritu de la discordia sino el de la insidia destructiva. No es contestataria sino sembradora de conflictos. No es chinche sino termita. Como a veces tuve la sensación de que era la encarnación misma de Yago, no puedo sino compadecer a aquellos oídos sobre los que vierta sus consejos.
¿Cómo me iba a sorprender su fichaje por UPyD? Si tanto en mi propio equipo como entre los colegas de ABC u otros medios hemos visto a unos cuantos caer en sus redes, nada tiene de extraño que a Rosa Díez le pasara lo mismo. Máxime cuando ambas comparten talante autoritario y un fundado desdén por los nacionalismos reaccionarios.
Ilustración: JAVIER MUÑOZ
Ilustración: JAVIER MUÑOZ
Lo que ocurrió a partir de ahí estaba en el guión de  Eva al desnudo pero igual hubiera podido tratarse de Adán al desnudo porque le pasó a Carrillo con Gerardín, a Zaplana con Camps, a Aznar con Rajoy y a quien yo me sé con quién yo me sé. Díez convirtió a Lozano en su estrecha colaboradora y confidente. Se perfilaba incluso como sucesora. Ella escribía prólogos para los libros de la jefa, ejercía de guardiana de las esencias y fustigaba el corrupto bipartidismo con los titulares más elocuentes y los tuits más acerados. Cuando el caballeroso Sosa Wagner osó criticar los modales políticos de la papisa magenta, la camarlenga se le lanzó a la yugular y le montó aquel aquelarre de cuatro horas de vituperio público. El marxismo leninismo se abría paso en UPyD.
Luego Rivera les ofreció relaciones prematrimoniales y Díez cometió el mayor error de su carrera al reaccionar como la Bernarda Alba que clausura las ventanas y estira las persianas de la casa para que no entre ni un solo rayo de luz. A los ojos de todos, Lozano fue su eficiente y leal Poncia, con el manojo de las llaves que cerraban todas las puertas en ristre, pero el germen de la traición política estaba ya incubándose.
"Se trata de una mujer inteligente, brillante y culta que sin embargo  lleva en el alma no ya el espíritu de discordia sino el de la insidia destructiva"
La semana anterior a las elecciones andaluzas coincidí con ella en el tren que nos llevaba al Congreso de Periodismo Digital de Huesca y debo reconocer que, a pesar de sus antecedentes, me quedé muy impresionado cuando me dijo que si Ciudadanos tenía un buen resultado y UPyD uno malo, como ya estaba cantado, habría que pedirle responsabilidades políticas ¡a Rosa! Era como el chiste de Franco: "A ese lo mataron los nacionales". Compartí con FJL y Luis Herrero la confidencia y les advertí que se avecinaba la tormenta.
La destrucción de UPyD fue ya cuestión de semanas. Lozano emergió de la noche a la mañana como paladín de un viraje en U, consistente en ir a ofrecerse poco menos que incondicionalmente al mismo Rivera frente al que había sido la primera en picar espuelas. Si hubiera ganado el congreso en el que la derrotó Andrés Herzog por la mínima, está claro que Lozano se habría pasado con las últimas armas y los ya escuálidos bagajes al campo de los naranjitos, a cambio de un lugar en las listas.
A nadie puede extrañarle que quien ha hecho de la política una mullida profesión quiera seguir en ella. Si no puede ser en UPyD, pues en Ciudadanos; y si no puede ser en Ciudadanos, pues en el PSOE o donde sea. De buena se ha librado Pablo Iglesias. Como bien ha argumentado durante años la propia Lozano, el desprestigio de la casta es tal que ni siquiera su pirivuelta del acíbar al almíbar, abrazando con empalago a los que execraba con ponzoña, empeora demasiado el promedio. Ahí la tenéis: es una de las vuestras. Chica, tú serás ministra.
Puesto que Pedro El Guapo ha desplegado su gigantesco cartel de seductor Mañara sobre la fachada de Ferraz, entre chasquidos de los huesos del Abuelo y de don Inda, es pertinente representarle amartelado con su nueva conquista. Y toda vez que ella responde a la fisionomía de rostro ovalado, ojos grandes, pelo negro y tez cobriza de las mujeres meridionales que tantas veces han encarnado la atracción fatal en el arte o en el cine, permítasenos incrustarles en la escena del cabaré en que Miguel de Molina canta La bien pagá a su "paya de carnes morenas". La letra es del anarquista murciano Ramón Perelló y la película se rodó en Argentina con el título de Esta es mi vida.
En sentido estricto La bien pagá es una copla de despedida y a quien correspondería susurrarle a Lozano aquello de "no me eches en cara que tó lo perdiste/ también a tu vera yo tó lo perdí" sería a Rosa Díez lo que, redimida por la ambigüedad, convertiría la estampa en políticamente correcta. Pero insisto en que lo relevante no es la coyunda, el viaje de novios o el ágape del secretario general del PSOE con su polémica nueva favorita -pobre, ya verás lo que te espera- sino el "puñao de parné" que lo financia.
Sánchez es hijo de la audacia y el mérito. Fue elegido en unas primarias bastante limpias y abiertas, con el aparato en contra. Cuestión distinta es cómo ha marcado acres distancias con Susana Díaz y Zapatero, a quienes mucho debe. Pero su legitimidad democrática le permite disponer de los medios del partido con tanta discrecionalidad como le consientan la Ejecutiva y el Comité Federal. Un día tendrá que volver a responder ante los militantes que aprobarán o no su gestión, política de recursos humanos incluida. Nada que objetar por lo tanto a que incorpore a quien quiera en el puesto que quiera y con el sueldo que quiera dentro del organigrama del PSOE. Asesora, ministra en la sombra o archipámpana. Como si quiere colgar también a Irene Lozano a su vera, convirtiendo la fachada de Ferraz en un remedo de "aquellas bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga".
"El desprestigio de la casta es tal que ni siquiera su pirivuelta del acíbar al almíbar, empeora demasiado el promedio. Ahí la tenéis: es una de las vuestras"
Pero lo que no es de recibo es que su regalo de esponsales sea un acta de diputada por Madrid porque ese sueldo lo pagamos todos los españoles y esa representación la sufriremos todos los españoles, empezando por sus electores. Es cierto que la misma objeción podría ponerse a cualquier agraciado con el cuponazo de un puesto de salida en las candidaturas de cualquiera de los principales partidos, por no hablar del eurojackpot de las listas a Estrasburgo. Pero la constatación diaria de que muchos votantes socialistas van a sentirse agraviados por tener que tragar con que les hayan metido al enemigo en casa, es una bendición para los defensores de la reforma electoral.
"Sólo si tuviera la posibilidad de tachar el nombre de esa señora podría yo votar en estas condiciones la lista de mi secretario general", me decía la otra tarde un histórico dirigente socialista. Le contesté abogando por una de las principales obsesiones de EL ESPAÑOL: necesitamos un sistema electoral similar al alemán que combine los distritos uninominales y una lista nacional desbloqueada. Eso devolvería a los ciudadanos el control sobre la conducta de sus representantes, sin destruir el papel aglutinador de los partidos. Pero invirtiendo las relaciones de poder entre el Estado y la sociedad. No estamos hablando de cualquier cosa.
Al ir de número 4, el mismo día que se presenten las listas Irene Lozano será ya diputada "in pectore", a expensas del mero trámite de la campaña electoral. Y agárrense que viene curva. Aunque el PSOE perdiera más de medio millón de los 875.000 votos que sacó por Madrid en su estrepitosa derrota de 2011, o sea, aunque le abandonaran dos de cada tres votantes y no recuperara ninguno, Irene Lozano obtendría su acta. De hecho UPyD logró cuatro escaños en esa circunscripción con 345.000 votos.
"Lo que no es de recibo es que su regalo de esponsales sea un acta de diputada por Madrid porque ese sueldo se lo vamos a pagar todos los españoles"
Encandilar a Sánchez, a cambio de arrancarle esa canonjía, ha sido pues tirar a pichón parado. Y lo más paradójicamente injusto del modelo es que si el sector exigente y escrupuloso del voto socialista se conjurara para castigar a Lozano, no sólo no podría nada contra ella, sino que a quienes eventualmente eliminaría del Congreso sería a los preteridos para encumbrarla. No hay conglomerado asfáltico más firme ya que el acta de Irene Lozano. Podían dársela desde ahora, para ahorrarnos burocracia.
Por eso sugiero que al menos se le imponga la obligación de tatuarse en el hombro no la infamante flor de lis de Milady de Winther, pero sí un bien visible número 29. A ella y a todos los candidatos asignados al centenar o más de puestos con escaño garantizado que hay en las listas al Congreso. Sólo deberían quedar eximidos aquellos encumbrados a esas posiciones mediante procesos de primarias como ha ocurrido en Ciudadanos o Podemos. El resto, a pasar por el hierro candente.
Lo del tatuaje en forma de 29 viene a cuenta del artículo correspondiente de la Ley Electoral de 1907 con la que Maura pretendía combatir el caciquismo. Para evitar la farsa de las elecciones amañadas entre los partidos turnistas, establecía que si en algún caso no había más candidatos que número de escaños se procediera a su proclamación inmediata sin esperar a las urnas. Pero un precepto destinado a casos excepcionales terminó generalizándose a medida que los caciques de la Restauración lograron que se elevara el listón de los requisitos para poder ser candidato.
"Sugiero que al menos se le imponga la obligación de tatuarse en el hombro el número 29 en recuerdo del artículo caciquil de la Ley Electoral de Maura"
Pronto hubo dos tipos de diputados: los que salían de las urnas y los del artículo 29, procedentes de los llamados distritos "no competitivos". En las elecciones de 1910 llegaron a suponer un tercio de la cámara. "Todo candidato a Cortes que se preciara -ha escrito Javier Tusell- quería ante todo conseguir que se aplicara en su distrito ese artículo porque le libraba de gastos y quebraderos de cabeza".
De eso se trata, de que después de estos años turbulentos fustigando al PSOE en contra de los dictados de su corazón, cuando en realidad ya sentía al partido del puño y la rosa muy dentro de su alma, como algo suyo que estaba ahí aunque no terminara de manifestarse; de que después de tanta brega ética y zozobra interior, Irene Lozano no tenga ni "gastos" ni "quebraderos de cabeza". El problema es que el Niño del Apócope no le ha puesto un piso sino un escaño. Y que ese "puñao de parné" que sirve de alfombra a su reina mora viene de la derrama que apoquinamos todos para que cada reyezuelo o reyezuela decore a su gusto su metafórico serrallo. Sin reforma electoral no hay regeneración posible.

domingo, 13 de septiembre de 2015

La faena de la prensa catalana

Siempre hemos seguido a Felipe González por lo bien que se explica. Así cuando prometió un referéndum para sacar a España de la OTAN y lo celebró para mantenerla. O cuando lo de "no hay pruebas ni las habrá" -cadáveres en cal viva aparte-, pero que conste que "al Estado se le defiende también en las alcantarillas".
No me extraña pues que siga siendo el gran referente intelectual del PAIDECLA -Partido de las Ideas Claras-, vulgo PSOE. A esa claridad de luminaria acaba de contribuir con sus centelleantes idas, venidas y revenidas sobre la actual encrucijada catalana. Ya sabemos que cuando escribió que la situación creada por Mas "es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado" no se refería en absoluto a "que haya una intención fascistizante o conducente al fascismo hoy en Catalunya", o sea a que se convoquen multitudinarias manifestaciones de adhesión al régimen, compartimentando a los ciudadanos provistos de cartulinas de distintos colores por demarcaciones, gremios e incluso preferencias sexuales. ¡Qué va! Se refería probablemente al súbito incremento de las ventas de las películas de Cinecittá, los textos de Marinetti y las canciones de Alfredo Clerici entre los barceloneses.
Y sobre todo ya sabemos que Glez, como le llamaba Umbral, está "absolutamente" a favor de que la Constitución reconozca "la identidad nacional de Cataluña" pero "absolutamente" en contra de que la Constitución reconozca a "Cataluña como nación", lo que le ha hecho merecedor del aplauso sucesivo de toda la plana mayor del PAIDECLA. Nada nuevo bajo el PSOE.
Quien sí ha aportado diferencia a la polémica ha sido su brillante entrevistador Enric Juliana al presentar pruebas documentales de que si bien le preguntó por el  reconocimiento de la "identidad nacional de Cataluña" y luego alteró la transcripción haciendo creer que le había preguntado por el reconocimiento de "Cataluña como nación", la "oficina" del ex presidente -o sea su veterano jefe de prensa Joaquín Tagar- dio por bueno el "resumen" y añadió: "Nada que objetar".
La clave está pues en el "resumen". Había que resumir: "identidad nacional de Cataluña" tiene cuatro palabras y "Cataluña como nación" sólo tres. ¿Pero por qué no escribió Juliana "identidad catalana" que son dos palabras y nos habrían dejado a todos tan contentos? Pues porque esto del soberanismo de la puta y la Ramoneta es como quien juega a las siete y media obsesionado con no quedarse corto. Por eso Maciá proclamó en el 31 la "Republica Federada Catalana dentro de la República Española" y Companys en el 34 el "Estado Catalán dentro de la República Federal Española". Uno y otro se pasaron de listos, sencillamente porque el contenedor en el que situaban su continente no existía.
Y no existía porque las Cortes, con rotunda mayoría de centro izquierda, asumieron la tesis del presidente de su Comisión Constitucional, el socialista Luis Jiménez de Asúa, y proclamaron que "La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones". Asúa lo explicó en el debate de totalidad en términos que parece entender mejor Susana Díaz que Pedro Sánchez: "No hablamos de un Estado federal porque federar es reunir. Se han federado aquellos Estados que vivieron dispersos y quisieron reunirse en colectividad". Asúa anhelaba con sentido visionario una "federación de Europa" y "precisamente eso -añadía- es lo que nos ha hecho pensar en el Estado integral y no en el Estado federal". ¿Qué pasa, paisano Luena? ¿Es que en Ferraz nadie lee a sus clásicos?
Pedro J. Ramírez se dirige a la redacción de EL ESPAÑOL
Ilustración: JAVIER MUÑOZ
A propósito de los años 30, siempre he tenido la sensación de que, más que en el de Pla, Juliana intenta mirarse en el espejo de William L. Shirer y busca sobresaltos troglodíticos, con ahínco digno de mejor suerte, en el Madrid cloroformizado por el Estafermo. Su triquiñuela para sacar a Glez de su apócope mental y hacerle decir un poco más de lo que dijo sería irrelevante fuera del circo de los sintagmas en el que trapecistas y payasos entretienen a los catalanes. Pero es definitoria en su cotidiana nimiedad del papel esencial asignado a la prensa por los impulsores del soberanismo como portavoz de una agenda política irredentista, atizador de un clima social de agravio y gota malaya de un insomnio colectivo permanente.
También me ha llamado la atención que este colega considere una práctica "habitual" enviar el texto de una entrevista al entrevistado para que pueda corregirla antes de su publicación. No digo que no haya veces en que esté justificado, o que yo mismo no lo haya hecho en casos concretos -de hecho el Código Ético de EL ESPAÑOL no lo excluye taxativamente como proponían algunos compañeros- pero de ahí a considerarlo poco menos que una fase del proceso editorial, hay un trecho. El trecho de la condescendencia al final del cual resulta que "la mejor entrevista a Pujol" fue, según Pujol, una en la que Pujol no sólo puso las respuestas de Pujol sino también las preguntas a Pujol. Adivinen quién y cómo la publicó.
Podrán leerlo mañana en la tercera entrega de la impactante serie de investigación de Jordi Pérez Colomé El libro negro del periodismo en Cataluña. Tras entrevistar a más de ochenta redactores, directores, editores y personajes de toda laya de la galaxia mediática, Pérez Colomé nos obliga a preguntarnos, de episodio sórdido en episodio sórdido, por qué "ante casos flagrantes de corrupción la prensa catalana no ha clamado; ante casos dudosos, no ha insistido; ante casos ignorados, no ha rebuscado".
Es decir por qué desde los inicios del pujolismo toda la porquería que rodeaba a la Sagrada Familia gobernante, empezando por el escándalo de Banca Catalana, siguiendo con el 3% denunciado por Maragall hace ya diez años y desembocando en el "todos eran mis hijos" de la seudoconfesión del patriarca, fue sistemáticamente enterrada en la arena del oasis informativo catalán. Y por qué aun hoy tienen que ser periodistas "foráneos" como Esteban Urreiztieta y Daniel Montero quienes descubran en un medio nonato como EL ESPAÑOL que las comisiones de los Pujol eran del 5% y que su monto les permitió trenzar una trama transcontinental de evasión y blanqueo que unía Andorra con Delaware, Londres con Gabón y los proyectos de ferrocarriles en Turquía con los de las granjas de cerdos en Brasil.
Desde los inicios del pujolismo toda la porquería que rodeaba a la Sagrada Familia gobernante, empezando por el escándalo de Banca Catalana, siguiendo con el 3% denunciado por Maragall hace ya diez años y desembocando en el "todos eran mis hijos" de la seudoconfesión del patriarca, fue sistemáticamente enterrada en la arena del oasis informativo catalán

La respuesta es que durante estas cuatro décadas de democracia la casi totalidad de los medios catalanes han hecho suyas las tesis del llamado "nuevo orden informativo internacional", impulsado en los 70 y 80 por el director general de la UNESCO, el senegalés Amadou Mahtar M'Bow, según el cual en los países del Tercer Mundo debía anteponerse el "proceso de construcción nacional" a los valores del "periodismo occidental". O sea que la  autocensura en sus modalidades más groseras o sutiles debía proteger el "Procés" porque lo que era bueno para los Pujol, sus aliados y amigos era bueno para Cataluña.
En otras ínsulas de la España autonómica han ocurrido fenómenos similares -los aupados por cada hecho diferencial siempre se abalanzaban sobre las cajas de ahorros y la prensa-, pero su alcance e intensidad han sido mucho menores. El caudal de dinero invertido por las instituciones controladas por los nacionalistas en el empeño de uniformar a la prensa no tiene precedente en el mundo democrático.
En la práctica en Cataluña no han existido sino medios públicos como TV3, medios concedidos como las emisoras de radio más furibundas y medios concertados como los periódicos cuya cuenta de resultados depende de millonarias subvenciones. En ese escenario no es de extrañar que la cómoda tentación de la servidumbre voluntaria, "la adherencia emocional a la causa catalana" según Pérez Colomé, haya tenido su complemento perfecto en "el temor a un poder total con un sinfín de maneras de imponerse".
Claro que han existido y existen las excepciones individuales de quienes nadan contra corriente -y conste mi homenaje al equipo de El Mundo de Cataluña en su veinte aniversario-, pero en su conjunto el periodismo catalán, en lugar de ejercer de contrapoder y perro guardián de la democracia, ha sido cómplice activo de la manipulación nacionalista y, junto con el estamento docente, es el gran culpable de que entre mentiras mil veces repetidas y verdades mil veces ocultadas, hayamos llegado a la situación actual con media Cataluña enfrentada civilmente a la otra media. Si la prensa hubiera cumplido allí con su obligación, como algunos lo hicimos por ejemplo en Baleares, Convergencia habría quedado hace tiempo reducida a la misma condición de asociación para delinquir con que se recuerda ahora a Unió Mallorquina, sus líderes habrían merecido una suerte equivalente a la de Munar y compañía y el manantial del que brotaba el dinero con el que se ha narcotizado y envenenado a la sociedad catalana habría sido confiado a guardianes más honrados y leales.
Durante estas cuatro décadas de democracia la casi totalidad de los medios catalanes han hecho suyas las tesis del llamado "nuevo orden informativo internacional", impulsado en los 70 y 80 por el director general de la UNESCO, el senegalés Amadou Mahtar M'Bow, según el cual en los países del Tercer Mundo debía anteponerse el "proceso de construcción nacional" a los valores del "periodismo occidental"
Por mucho que ahora traten de distanciarse de la purulenta figura que la Justicia y la qué-coño-es-la-UDEF están empezando a iluminar, todos los agrupados para decir "No" a la España constitucional mediante su orwelliano "juntos por el Sí", e incluso los zapatófilos de las CUP, no son sino el producto del modelo totalizador y reduccionista, impulsado por Pujol desde la Generalitat, en paralelo al saqueo de Cataluña. Todo un ejemplo de ingeniería social a caballo entre el fanatismo público y la rapiña privada. De ahí que Javier Muñoz y yo hayamos querido hoy remedar la histórica portada del 2 de enero de 1902 con que se presentó en sociedad el  ¡Cu-Cut!, primera revista satírica en catalán que alcanzó tiradas masivas.
Escaneado_Cut_cut
Su protagonista, el payés con barretina y pañuelo con lazada que daba nombre al semanario y que sin duda inspiró a los padres de Pujol cuando lo engendraron rellenando el molde, aparecía manejando un tórculo o prensa para estampar grabados, bajo un titular en catalán arcaico: "La feyna de la prempsa catalana". ¿Y en qué consistía esa "feina", esa tarea, ese trabajo? Pues, tal y como mostraba el dibujo, en aplastar y estrujar a una serie de individuos variopintos de forma que su sangre se vertiera en una palangana y de ella brotaran jubilosos espermatozoides con barretina, a modo de réplicas de su creador. Una parodia de la famosa cita de Tertuliano sobre los mártires y los primeros cristianos rubricaba la página: "Sanguis cacicarum, semen catalanistarum".
En relación a esta exhumación hemerográfica vienen hoy a cuento dos precisiones diferenciales. La primera que el periodismo lligaire -vinculado a la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y Cambó- que practicaba el ¡Cu-Cut! era entonces una meritoria actividad de riesgo y por eso en 1905 la redacción fue arrasada por un grupo de militares iracundos, ofendidos en su honor por una viñeta más bien inocua sobre las derrotas del 98. La segunda es que lo certero sería darle ahora la vuelta a la parodia para decir "Sanguis catalanistarum, semen cacicarum" porque en definitiva son los catalanes de a pie los que han sido estrujados y expoliados de una parte de su identidad y de sus dineros para inseminar y expandir el cacicazgo nacionalista.
Nada de eso hubiera sido posible sin la complicidad servil de sus tórculos mediáticos. Sin esa presión cotidiana sobre el cerebelo colectivo, el independentismo en una democracia integrada en la Unión Europea, en la era de la globalización, sólo sería motivo de risa o de lástima. Pero Pujol se puso manos a la obra porque sabía que querer no es poder, que, en palabras de Salvat Papasseit, divulgadas por el mejor Serrat, "tenir un propòsit no és fer feina". El "propòsit" habitaba en él, faltaba la "feina". Y esa "feina" es la faena que nos ha hecho a todos la prensa catalana.

sábado, 1 de agosto de 2015

Cien negritos

 

por PEDRO J. RAMÍREZ
Cien negritos se fueron a cenar; el Faraón Aznar renunció al poder, se asfixió bajo el manto de armiño de su gloria y quedaron noventa y nueve.
Noventa y nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde; Jaime Mayor se quedó dormido y entonces quedaron noventa y ocho.
Noventa y ocho negritos viajaron por el mundo; Rodrigo Rato decidió anidar en Washington y quedaron noventa y siete.
Noventa y siete negritos cortaron leña; Álvarez Cascos se partió en dos y quedaron noventa y seis.
Noventa y seis negritos jugaron con una colmena; una abeja le picó a Juanjo Lucas y quedaron noventa y cinco.
Noventa y cinco negritos estudiaron Diplomacia; Federico Trillo se hizo embajador y quedaron noventa y cuatro.
Noventa y cuatro negritos fueron al mar;  un arenque rojo se tragó a Manolo Pizarro y quedaron noventa y tres.
Noventa y tres negritos pasearon por el zoo; un gran oso atacó a Eduardo Zaplana y quedaron noventa y dos.
Noventa y dos negritos se sentaron al sol; Ángel Acebes se tostó demasiado y sólo quedaron noventa y uno.
Noventa y un negritos se conformaron con la versión oficial del 11M; Jaime Ignacio del Burgo se empeñó en buscar la verdad y sólo quedaron noventa.
Noventa negritos se asustaron ante ETA; María San Gil cerró filas con las víctimas, la llamaron loca y sólo quedaron ochenta y nueve.
Ochenta y nueve negritos se postraron ante el jefe; Gabriel Elorriaga escribió un artículo -“no es este, no es este”- y sólo quedaron ochenta y ocho.
Ochenta y ocho negritos aprendieron catalán en la intimidad; Josep Piqué se empeñó en practicarlo y sólo quedaron ochenta y siete.
Ochenta y siete negritos se acercaron a Valencia; Juan Costa ardió en una falla cual ninot y sólo quedaron ochenta y seis.
Ochenta y seis negritos dijeron que sí a todo; Gustavo de Arístegui rechazó el trágala, lo mandaron a la India y sólo quedaron ochenta y cinco.
Ochenta y cinco negritos se olvidaron de pensar; Fernando Maura se marchó a UPyD y sólo quedaron ochenta y cuatro.
Ochenta y cuatro negritos se zamparon un pastel; Paco Correa se dio un atracón de época y sólo quedaron ochenta y tres.
Ochenta y tres negritos trasladaron maletines; a Pablo Crespo le pillaron con el de Galicia y sólo quedaron ochenta y dos.
Ochenta y dos negritos viajaron por Europa; Gerardo Galeote abrió una cuenta en Luxemburgo y sólo quedaron ochenta y uno.
Ochenta y un negritos organizaron eventos deportivos; Alberto López Viejo batió demasiados records y sólo quedaron ochenta.
Ochenta negritos circularon por la carretera; Jesús Sepúlveda se subió a un Jaguar y sólo quedaron setenta y nueve.
Ilustración: Javier Muñoz
Setenta y nueve negritos se lo llevaron crudo; Arturo González Panero rodó como una albóndiga y sólo quedaron setenta y ocho.
Setenta y ocho negritos jugaron al urbanismo; Benjamín Martín Vasco se embauló 300.000 del ala por Arganda y solo quedaron setenta y siete.
Setenta y siete negritos se fueron de compras; a Alfonso Bosch le sorprendieron gastando con identidad falsa y solo quedaron setenta y seis.
Setenta y seis negritos se enredaron en una correa; Jesús Merino se estranguló al intentar zafarse y sólo quedaron setenta y cinco.
Setenta y cinco negritos cobraron sobresueldos; Luis Bárcenas escondió el parné en Suiza, cuando se fue de la lengua lo metieron en el trullo y sólo quedaron setenta y cuatro.
Setenta y cuatro negritos pasaron por la caja B; Álvaro Lapuerta lo visó todo pero, tan mayor como estaba, tuvo un accidente raro y sólo quedaron setenta y tres.
Setenta y tres negritos merodearon cerca del tarro de mermelada; Ángel Sanchís se acercó demasiadas veces y sólo quedaron setenta y dos.
Setenta y dos negritos organizaron actos electorales; Álvaro Pérez, al ver al jefe tan cerca, tropezó con su bigote y sólo quedaron setenta y uno.
Setenta y un negritos fueron a la sastrería; Paco Camps se desentendió de las facturas y sólo quedaron setenta.
Setenta negritos financiaron ilegalmente al partido; a Vicente Rambla lo cogieron en el mercado de naranjas y sólo quedaron sesenta y nueve.
Sesenta y nueve negritos fueron imputados; Victor Campos firmó que era culpable y sólo quedaron sesenta y ocho.
Sesenta y ocho negritos disfrutaron de la huerta; Valcárcel se dio un hartón, se marchó a Estraburgo y sólo quedaron sesenta y siete.
Sesenta y siete negritos pasaron por la cocina; David Serra cayó despanzurrado dentro de la marmita y sólo quedaron sesenta y seis.
Sesenta y seis negritos recibieron al Papa; Pedro García firmó el contrato que convirtió las bendiciones en negocio y sólo quedaron sesenta y cinco.
Sesenta y cinco negritos aceptaron regalos de quien no debían; a Ricardo Costa le lucieron mucho en la muñeca y sólo quedaron sesenta y cuatro.
Sesenta y cuatro negritos ayudaron a que la familia que reza unida permaneciera unida; Juan Cotino se pasó de avemarías –y de testaferros- y sólo quedaron sesenta y tres.
Sesenta y tres negritos contribuyeron a las ONG; Rafael Blasco pensó que la caridad bien entendida empezaba por uno mismo y sólo quedaron sesenta y dos.
Sesenta y dos negritos firmaron contratos irregulares; Milagrosa Martínez se puso un pañuelo de Loewe y sólo quedaron sesenta y uno.
Sesenta y un negritos viajaron de gorrilla; Luis Díaz Alperi cogió una insolación en Creta y sólo quedaron sesenta.
Sesenta negritos se pusieron gafas negras; a Carlos Fabra le tocó demasiadas veces la lotería y sólo quedaron cincuenta y nueve.
Cincuenta y nueve negritos se embarcaron de vacaciones; José Joaquín Ripoll se subió al yate que no debía y sólo quedaron cincuenta y ocho.
Cincuenta y ocho negritos fueron fashion victims; la alcaldesita Sonia Castedo se divirtió en pijama con su protector y protegido y sólo quedaron cincuenta y siete.
Cincuenta y siete negritos pasaron de la política a las cajas; José Luis Olivas dio créditos raros, se emborrachó con ron cubano y sólo quedaron cincuenta y seis.
Cincuenta y seis negritos salieron a cazar; a Serafín Castellano se le disparó el rifle por la culata y sólo quedaron cincuenta y cinco.
Cincuenta y cinco negritos se enamoraron del dinero; Alfonso Rus contó los billetes con luz y sonido y sólo quedaron cincuenta y cuatro.
Cincuenta y cuatro negritos buscaron la trampa de la ley; Jaume Matas se saltó las reglas para contratar discursos, lo mandaron a prisión y sólo quedaron cincuenta y tres.
Cincuenta y tres negritos cometieron irregularidades urbanísticas;  a Eugenio Hidalgo, alcalde de Andratx, se le cayó encima su chalé y sólo quedaron cincuenta y dos.
Cincuenta y dos negritos cobraron comisiones; Antonia Ordinas las escondió en una lata de Cola Cao y cuando tuvo que desenterrarla ante la poli sólo quedaron cincuenta y uno.
Cincuenta y un negritos protegieron a los apandadores; al conseller Cardona le pillaron repartiéndose el botín, le metieron dieciséis años y sólo quedaron cincuenta.
Cincuenta negritos se fueron al prostíbulo; Rodrigo de Santos pagó con la tarjeta municipal y sólo quedaron cuarenta y nueve.
Cuarenta y nueve negritos apoquinaron al instituto Noos;  Pepote Ballester no regateó nada y sólo quedaron cuarenta y ocho.
Cuarenta y ocho negritos tomaron copas de más; Nacho Uriarte estrelló alegre su coche y sólo quedaron cuarenta y siete.
Cuarenta y siete negritos navegaron entre insidias; Daniel Sirera escribió “este partido es una mierda” y sólo quedaron cuarenta y seis.
Cuarenta y seis negritos se hicieron los simpáticos; Montse Nebrera se burló del habla andaluza y sólo quedaron cuarenta y cinco.
Cuarenta y cinco negritos asumieron graves riesgos; Regina Otaola dio la cara en Lizarza, se retiró decepcionada y sólo quedaron cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cuatro negritos pidieron debates y primarias;  a Alejo Vidal Quadras le pusieron puente de plata y sólo quedaron cuarenta y tres.
Cuarenta y tres negritos cosecharon fracasos electorales; Antonio Basagoiti asumió con ejemplaridad el suyo y sólo quedaron cuarenta y dos.
Cuarenta y dos negritos se sintieron traicionados; el heroico Ortega Lara se marchó sin siquiera merecer ser oído en la Moncloa y sólo quedaron cuarenta y uno.
Cuarenta y un negritos denunciaron las promesas incumplidas; Santi Abascal escribió una carta de despedida, fundó Vox y sólo quedaron cuarenta.
Cuarenta negritos fueron envejeciendo; una mañana se murió don Manuel el Fundador y sólo quedaron treinta y nueve.
Treinta y nueve negritos levitaron al ganar por mayoría absoluta; Javier Arenas se pasó de listo, desmovilizó a los suyos y sólo quedaron treinta y ocho.
Treinta y ocho negritos tiraron victoriosos por la calle de en medio; a Ana Mato le atropelló el Jaguar que se le escapó del armario y sólo quedaron treinta y siete.
Treinta y siete negritos aplicaron su programa; a Javier Fernández Lasquetty le atropelló la “marea blanca”, se marchó a Guatemala y sólo quedaron treinta y seis.
Treinta y seis negritos tuvieron mala suerte; a Mercedes de la Merced se la llevó la enfermedad y sólo quedaron treinta y cinco.
Treinta y cinco negritos se creyeron impunes; Miguel Blesa las hizo de todos los colores hasta llegar al black y sólo quedaron treinta y cuatro.
Treinta y cuatro negritos fueron excluidos de la primera fila del poder; González Pons se quedó compuesto y sin ministerio y sólo quedaron treinta y tres.
Treinta y tres negritos prefirieron irse a ganar dinero; Michavila se metió en un buen despacho y sólo quedaron treinta y dos.
Treinta y dos negritos hicieron lo que pudieron en sus cargos; Arias Cañete gestionó bien, patinó en la campaña europea y sólo quedaron treinta y uno.
Treinta y un negritos se indignaron por la amnesia del poder; Consuelo Ordóñez lo dijo alto y claro y sólo quedaron treinta.
Treinta negritos pasearon por la muralla; Santiago Cervera metió la mano en un agujero y sólo quedaron veintinueve.
Veintinueve negritos guardaron secretos inconfesables; a Cristobal Páez le dieron el mejor de los finiquitos y sólo quedaron veintiocho.
Veintiocho negritos sabían más de la cuenta; a José Manuel Molina lo mandaron a Kinshasa y sólo quedaron veintisiete.
Veintisiete negritos salieron a captar apoyos; a Ana Botella se le indigestó una“relaxing cup of coffee in the Plaza Mayor” y sólo quedaron veintiséis.
Veintiséis negritos compraron propiedades; Ignacio González recurrió a un testaferro para camuflar su ático y sólo quedaron veinticinco.
Veinticinco negritos se quedaron colgados de la brocha; Leopoldo González Echenique dimitió por un quítame allá esos 130 millones y sólo quedaron veinticuatro.
Veinticuatro negritos fueron azotados por la ira; a Isabel Carrasco la mataron a tiros y sólo quedaron veintitrés.
Veintitrés negritos recibieron tarjetas de crédito a juego con su alma; Ricardo Romero de Tejada hizo honor a su fama y sólo quedaron veintidós.
Veintidós negritos volvieron a las andadas; a Paco Granados, tanto fue el cántaro a la fuente, le metieron en el trullo y sólo quedaron veintiuno.
Veintiún negritos se hicieron diputados “para tocarse los huevos”; José Miguel Moreno lo reconoció mientras le grababan y sólo quedaron veinte.
Veinte negritos escribieron los versos más tristes esta noche; el gran vate Gallardón se negó a observar la rima y sólo quedaron diecinueve.
Diecinueve negritos buscaron la mayoría absoluta; a Esperanza Aguirre le hicieron la cama desde dentro y, como le faltó un escaño, sólo quedaron dieciocho.
Dieciocho negritos querían perpetuarse en sus poltronas; Rita Barberá tuvo un caloret y sólo quedaron diecisiete.
Diecisiete negritos limpiaron la cloaca;  Alberto Fabra sucumbió en el empeño tras la enésima zancadilla y sólo quedaron dieciséis.
Dieciséis negritos ardieron por amor; Monago, el buen bombero, apagó su fuego en Canarias gratis total y solo quedaron quince.
Quince negritos buscaron remedio en la farmacia; a José Ramón Bauzá le dieron cuchillo de palo y sólo quedaron catorce.
Catorce negritos quedaron encerrados en el ascensor; a León de la Riva se le apareció una Leire turgente y del soponcio solo quedaron trece.
Trece negritos subieron a la Giralda; Jose Ignacio Zoido perdió pie y solo quedaron doce.
Doce negritos se fueron de Carnaval; Teófila Martínez se dio de bruces con la charanga del Kichi y sólo quedaron once.
Once negritos visitaron a la Virgen del Pilar; Luisa Fernanda Rudi se enganchó en el manto y sólo quedaron diez.
Diez negritos se reunieron en una bodega; Pedro Sanz organizó su sucesión -sacrificando a su delfín- y sólo quedaron nueve.
Nueve negritos perdieron la sonrisa; la de Juan Ignacio Diego se la zampó Revilla y sólo quedaron ocho.
Ocho negritos intentaron borrar huellas en Génova; Maria Dolores de las Mentiras resbaló en una simulación de finiquito en diferido y sólo quedaron siete.
Siete negritos dieron la cara para que se la rompieran; a Carlos Floriano le explicaron que el problema de comunicación era él y sólo quedaron seis.
Seis negritos se cayeron al pozo demoscópico; a José Ignacio Wert, cansado de vivir ahí, le mandaron, con alevosía agosteña, de luna de miel a la OCDE y sólo quedaron cinco.
Cinco negritos se arrimaron a la Púnica; Salvador Victoria hizo lo que le mandó su jefe y cuando le pillaron sólo quedaron cuatro.
Cuatro negritos medio pasaban por ahí; Lucía Figar fue imputada por firmar un contrato y sólo quedaron tres.
Tres negritos pidieron otro liderazgo; a Cayetana Álvarez de Toledo, vox clamantis in deserto, le pusieron bola negra y sólo quedaron dos.
Dos negritos se reunieron en Moncloa; a Alicia Sánchez Camacho la convencieron de que bebiera la cicuta pues el desastre catalán era cosa suya y ya sólo quedó uno.
Un negrito se quedó más solo que la una; después de dejar tirados a todos sus amigos, deshacerse de todos sus rivales y desviar a los demás todas sus culpas; doce años después de ser ungido por el dedo errado de Aznar y cosechar dos derrotas; cuatro años después de recibir, dilapidar y traicionar un mandato rotundo de los españoles; dos años después de mentir como un bellaco al parlamento, Mariano Rajoy se ahorcó de su cuarta candidatura a la Moncloa y pronto, de aquel PP refundado en 1990 que aglutinó a todo el centro-derecha y tanto sirvió a la democracia, ya no quedará ninguno.
 

sábado, 11 de abril de 2015

En el melonar horrendo,por PEDRO J. RAMÍREZ

En el melonar horrendo

por PEDRO J. RAMÍREZ
La sala era enorme, el ambiente gélido. El Comité Central se hallaba reunido para escuchar a su Secretario General el camarada Nikita Kruschov, un burócrata sin carisma que había escalado, peldaño a peldaño, en el aparato del partido. Kruschov instó a los miembros del Politburó a dejar a un lado querellas y diferencias para centrarse en lo fundamental: el plan quinquenal destinado a impulsar el crecimiento de la URSS. Con la calculada cadencia de los avezados remeros del Volga, los más pelotas comenzaron enseguida a impulsar el premioso y ramplón discurso con estratégicos aplausos y, poco a poco, la sala se fue caldeando hasta alcanzar el cénit de la apoteosis programada. Pero justo cuando una de las ovaciones más prolongadas estaba remitiendo, una voz se alzó en medio de la masa: “¿Por qué no denunciaste a tiempo los crímenes de Stalin?”. Tras un momento de confusión, Kruschov se revolvió en su mediocridad autoritaria y rugió con rabia: “¿Quién ha dicho eso?”. Un silencio sepulcral invadió la sala. El osado espontáneo enmudeció y con él cuantos pensaban lo mismo, que no eran pocos. Al cabo de medio minuto de tensión extrema, durante el que midió a todos con la mirada, Kruschov añadió: “He ahí la respuesta”.
Pues bien, en el PP ni eso. Ni ese conato de esbozo de amago de apariencia de contestación que se extingue cual fuego fatuo al entrar en contacto con la atmósfera. Si la potencial disidencia o la mera ansia de debate no llegaron a ninguna garganta es porque quedaron ahogadas en un mar de estómagos agradecidos. Los 600 miembros de la Junta Directiva Nacional acudieron con mansedumbre lanar, aplaudieron con servidumbre bovina y rompieron filas con docilidad perruna. ¡Pobres animales, qué injustas son estas metáforas! ¡Cuánto mejor sería nuestra vida pública si entre la pléyade de carguitos, carguetes y cargazos del partido en el poder cundiera al menos la nobleza de los cuadrúpedos que transportan fardos, se dejan ordeñar mañana tras mañana y ladran para avisar de que alguien nos saquea o nos agrede!
Esos animales nos dan mucho y nos piden poco. Así eran también los hombres de la UCD, del PSP o del PCE. Lo contrario que los políticos profesionales de hoy. No, lo del martes no fue el silencio de los corderos sino el silencio de los pastores, reunidos con el exclusivo fin de garantizar que nada -ni la ética, ni la estética, ni menos aun la filosofía de la Historia- les “distraiga” de la preservación y reparto de la pitanza perpetua que nos obligan a entregarles. ¿Cuántos trienios de antigüedad devenga ya Javier Arenas, en el Gobierno y en la oposición, en la salud y en la enfermedad, en Sevilla y en Madrid? ¿Diez, doce, catorce? ¿Es por eso por lo que le tiene tanta tirria su émula y sin embargo amiga y enemiga María Dolores de las Mentiras?


Llevaban dos años sin ser convocados y ni siquiera preguntaron por qué. Como para hablar de Bárcenas, los SMS, las trolas de Rajoy o las promesas incumplidas. Dice mi querida Cayetana Álvarez de Toledo que ella tenía pensado haber intervenido -al menos hubo pues un pecado de pretensión- pero que no existió turno de palabra. Vaya por Dios. Ignoro si la resuelta diputada se dirigió a la mesa presidencial para pedir hablar, si alzó la mano -o incluso la voz- antes de que se levantara la sesión o si se conformó enseguida, por mor de la rutina antiparlamentaria que rige en el Parlamento al que pertenece. Supongo que mañana o pasado declinará el acta y el carné como protesta por haber sido amordazada dentro de ese “melonar en la cloaca” del que ahora hablaremos.
Ella mejor que nadie sabe que el verdadero propósito que animó a Rajoy a convocarles fue recoger el guante de Aznar cuando preguntó con tono de ultratumba “¿Dónde está el PP?”. Pues aquí lo tienes, José María, je, je, je. Ya lo ves, en primer tiempo de saludo. Sometido, entregado, babeante casi. ¿Cómo, que no oyes nada más que ruido? Lo que pasa es que sólo aplauden. Sí, tú fomentaste la cultura del asentimiento y yo la he adaptado a mi estilo. Oye, puro sentido común.
La antinomia Aznar/Rajoy no es sino la antinomia Maura/Dato en el Partido Conservador de hace un siglo. Maura fue un gran caballero de capa y plumero; Dato un pobre administrador de fincas urbanas, realzado por los anarquistas que le cosieron a balazos desde un sidecar. El polémico diputado y periodista Luis Antón del Olmet que fluctuó entre uno y otro, antes de ser también asesinado por un turbio asunto de celos, dejó un retrato tan implacable como veraz de Dato: “Practica el sistema de la inhibición. Cree que todo se resuelve en la vida ante los problemas estándose quieto. Estudiarlos es molesto y resolverlos es comprometido. Cuando ve una tempestad piensa en que vendrá la calma. Y si naufraga piensa que habrá una tabla salvadora… Lo ve todo con mirada fría, sin corazón ni entendimiento, como un faquir calvo y mondo, impasible”.
Menos lo de “calvo y mondo” todo lo demás retrata al Rajoy que ahora pretende apuntarse la medalla de que Obama apostara por el fracking, hundiendo el precio del petróleo y abaratando providencialmente la factura energética para países como España: así se las ponían a Fernando VII. También fue Antón del Olmet el que patentó lo de “el melonar en la cloaca” para referirse a la clase política del final de la Restauración. Explicaba que cuando “un joven arribista” quería ser “tribuno de la plebe” en vez de buscar el voto en su distrito, “suaviza la lengua, llega a una antesala, penetra en un despacho y limpia con prolija asiduidad las infructuosidades del ojete de un prócer… En vez de cuidarse distritos, de cuidarse a la patria, se cuidan esfínteres”.
De ahí la claridad de su propuesta regeneracionista: “Hay que despoblar el Congreso de lameculos, hay que barrerlos a escobazos”.  Manda carámbanos que cien años después estemos en las mismas -de qué iban a haber llegado si no algunos a ministros- y haya tenido que ser el carpetovetónico León de la Riva el que excusara su asistencia al “melonar” por no estar ya “en edad” de ejercer como “palmero”. ¡Ay la Santa Cofradía de la Lista Cerrada y Bloqueada!
A algunos les sorprende el conformismo con que alcaldes, concejales, diputados y senadores de este PP de la Guyana siguen a su reverendo Jones camino del suicidio electoral. Pero es que él les ha prometido la vida después de la muerte y ya ha predicado más de una vez con el ejemplo.
En primer lugar, perder la mayoría absoluta en una institución no es perder el poder porque sólo en Baleares cuajan esos pactos antinaturales de todos contra el PP y a ver qué hace Ciudadanos allí donde tenga la llave. En segundo lugar, perder el poder no es quedarse a dos velas porque en la oposición también se cobra. ¿Dónde se vive mejor sino en la sede del partido con tu buen sueldo y sobresueldo, a cambio de hacer muy poco o nada? Puede funcionar además la mecánica del Estafermo: ahora le dan a él un buen tantarantán en el pecho de todos los candidatos a las autonómicas y municipales y la propia inercia le permite derribar luego al adversario en las generales, propinándole una leche por la espalda. En último caso siempre quedaría la gran coalición en la que ya trabajan Mariano con Felipe, Pedro Arriola con José Enrique Serrano, Moncloa con Zarzuela y los grandes patronos del Ibex con todos sus legacy media. Pues no hay covachuelas a repartir en ministerios, organismos o empresas públicas… Ninguno de los 600 de Ayete cree correr el menor riesgo de quedarse a la intemperie.
Quien pasta en el presupuesto en el rebaño del PP o del PSOE es político para toda la vida. Igual que cuando un artesano entraba en un gremio medieval. Sólo debía preocuparse de que el sistema de closed shop y numerus clausus se mantuviera inamovible. Yo que Albert Rivera me prepararía para afrontar todas las modalidades de la guerra sucia. Aminorada la crecida de Podemos, la prioridad del Régimen es ahora cercenar el vuelo de Ciudadanos para que los electores sigan siendo rehenes del turnismo de dos maquinarias corruptas.
Contra eso se rebeló Antonio Maura, el último demócrata de derechas que gobernó España antes de Aznar, cuando ya en 1881 se preguntaba como diputado bisoño: “¿Es que se pretende que los dos partidos abran una cuenta de delitos y de infamias y que no se discutan más que los saldos, de suerte que las atrocidades que haya cometido uno se hagan carta blanca para que el otro las cometa y se empiece a contar cuando las exceda?”.
Yo que Albert Rivera me prepararía para afrontar todas las modalidades de la guerra sucia. Aminorada la crecida de Podemos, la prioridad del Régimen es ahora cercenar el vuelo de Ciudadanos para que los electores sigan siendo rehenes del turnismo de dos maquinarias corruptas”.
Exactamente es lo que pasa hoy con la Gürtel y los ERE en todas sus variedades. Oyendo a Griñán llamarse andana, cualquiera diría que quien cometía delitos similares a los de Genova 13 también era el Palacio de San Telmo. ¡Caramba con los inmuebles! Hasta para responder de un presunto palanganazo doméstico están blindadas Sus Señorías. El resultado es eso que algunos bautizamos como “la casta”, mucho antes de que Pablo Iglesias triunfara en el duopolio televisivo que ahora le venderá a cambio de nuevos canales. Antón del Olmet retrató bien a esa “gente sin credo ni alma, residuo y escoria de una oligarquía desmoronada, resultante selecta de una política inmoral, fementida y embaucadora… excrecencia social, detritus sostenido por el caciquismo… peldaño último de un descenso infamante, muladar infecto donde se pudre el cuerpo de España”.
Frente a La Política Horrenda -así tituló el libro del que proceden estas citas-, encarnada por un anciano ruin y decrépito, veía, como Ortega, una Nueva Política representada por el joven que exponía alegre sus pretensiones: “Quiero una España con libertades y con garantías, con Parlamento y Municipio, con Magistratura independiente, con holgura espiritual”.
Al escucharle, el viejo rezongó en medio de su bilis: “Ese me arrastrará hacia la muerte. ¿Qué será de mí sin concejales míos, sin diputados míos, sin jueces míos? ¡Concejales, diputados y jueces de la Patria…! Eso me arruina, me destruye”.
Cien años después he aquí de nuevo la misma confrontación en el escenario de las urnas. “El dragón es demasiado grande, su apetito es enorme, responde a una avidez milenaria, tiene armas diversas”, advertía Antón del Olmet. Vaya que si las tiene, lo sé por amarga y reiterada experiencia. Por eso era adecuada la receta que tan malhadado colega dejó a la posteridad: “Hace falta que cuando se lea el periódico se diga ‘he aquí una tribuna popular, un órgano de fiscalización, un guía de opinión sincero’ y no ‘he aquí un entendimiento que se mueve por el interés'”. E igualmente alentadora era su declaración de intenciones al lanzar El Parlamentario: “España tendrá un periódico de otro clima, de otra zona animal, de otra fauna, distinta de la de ahora, hija de la impotencia económica y de las cercanías del pecado”.
A base de tanto chapotear entre detritos, Antón del Olmet fue confundiéndose con el paisaje de la corrupción que denunciaba -El Parlamentario acabó siendo un órgano execrable- y no cumplió ninguno de sus compromisos regeneradores. Yo sí lo haré. De sobra sé que eso es lo que esperan los 5.624 accionistas de EL ESPAÑOL.

martes, 11 de noviembre de 2014

La cena de “Casimiro García” con Blesa cuando financiaba El Mundo, según los correos de Caja Madrid

La pelea "conyugal" entre Casimiro y Pedro Jota, a debate en los medios
La pelea “conyugal” entre Casimiro y Pedro Jota, a debate en los medios
Casimiro García Abadillo, director de El Mundo, acaba de censurar un artículo a Pedro Jota Ramírez, ex director de El Mundo. ¿Razones? Probablemente no solo ideológicas o políticas sino empresariales: “La desvergüenza y el despilfarro está llegando a unos límites que no resultan aceptables aún con anchas tragaderas“, le decía al banquero Miguel Blesa (Caja Madrid-Bankia) su asesor Rafael Spottorno a propósito de las escandalosas subvenciones de Caja Madrid a Unidad Editorial, propietaria del diario “El Mundo”. Y para saber quienes eran los interlocutores de Blesa en estos “apaños” financieros hay que acudir a los emails corporativos: “Identifíqueme por algún sitio a los desconocidos”, le pedía el hoy encausado a su secretaria Consuelo Cortes de la Cruz para la Cena de Gala de la caja. Era el 12 de mayo de 2008 y Blesa no conocía a tres personas de las que se iban a sentar a su lado: Manuel Polanco, Francisco Román y Alejandro de Vicente. “Presidente: la mesa en la que estarás esta noche sentado es la “Salvador Dalí”, junto con Florentino Pérez, Ángel Ron, González Pascual, Baldomero Falcones y Casimiro García“. ¿Abadillo? Un dato más a añadir en la “guerra” de papel entre Casimiro y Pedro Jota, dos formas muy diferentes de concebir el viejo periodismo analógico, que sigue llamando “portales” a las páginas webs. Pero mientras los emails corporativos no registran ni una sola mención sobre Pedro Jota Ramírez más allá de las referencias hemerográficas a El Mundo o la Cope, la presencia de este “Casimiro García” otorga relevancia a otros correos que desvelan como Blesa financiaba a “El Mundo” hasta límites abusivos:
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Rodrigo Rato y Blesa en un acto organizado por El Mundo y Expansión y financiado por Caja Madrid
Aquella cena en mesa exclusiva y presidencial entre Blesa y sus comensales debió resultar muy jugosa para sus beneficiados a costa del dinero público que luego recibirían y que a la postre quebraría la entidad financiera: Manuel Polanco (Madrid 1961) era vicepresidente de PRISA y presidente de CANAL +, Francisco Román, de 57 años, presidente de Vodafone España e ingeniero superior de Telecomunicaciones y Alejandro de Vicente era vicepresidente de Unidad Editorial. Apenas no sorprende que el ignorante Blesa no los conociera y tuviera que pedir referencias a su secretaria. Pero aún asombra más que el tal “Casimiro García” fuese para Blesa tan familiar como el presidente del Real Madrid y “jefe” suyo, Florentino Pérez, el gerente de PRISA, Alberto González Pascual [que no fue despedido como profesor de la URJC por su relación con el rector y hoy "magistrado" González Trevijano (PP)], el presidente del Banco Popular, Angel Ron, el presidente de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), Baldomero Falcones y el mencionado “Casimiro García”.
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La célebre portada de Casimiro sobre Podemos y su cómica réplica en las redes sociales
La célebre portada de Casimiro sobre Podemos y su cómica réplica en las redes sociales
La pareja Dolores de Cospedal y Casimiro: Pedro Jota los acusa de corrupción y complicidad por amistad para taparla
La pareja Dolores de Cospedal y Casimiro: Pedro Jota los acusa de corrupción y complicidad por amistad para taparla
Algunos emails pueden explicar esta familiaridad: “Estamos poco a poco transfiriendo, por intermedio de la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad, recursos de la Fundación Caja Madrid a determinados grupos de medios de comunicación y muy destacadamente a Unidad Editorial. Hasta ahora llevábamos 575.790 euros de un proyecto denominado Historia completa de la Guerra de la Independencia (que al parecer no era tan completa porque, según se ve, sigue) de la revista La Aventura de la Historia, y otros 750.000 del encarte de los Episodios Nacionales en El Mundo. Total, 1.325.790 euros. Ahora se propone aportar otros 150.000 también para la revista La Aventura de la Historia. En su momento (2008), los números de la revista se concibieron, según la programación presentada por la F2M, como “Guías didácticas para profesores” con 16.600 suscripciones para otros tantos profesores. Por lo que se ve, ahora 11.600 profesores se quedarán sin guía”, le indicaba a Blesa su directivo Rafael Spottorno, uno de los consejeros de las tarjetas black que concluyó su mandato como asesor de Juan Carlos de Borbón en Casa Real.
Spottorno y "Urdanga", una amistad real
Spottorno y “Urdanga”, una amistad real
Y añade: “Me resulta extraordinariamente difícil, Enrique, presentar esta nueva propuesta al Patronato. Me llovieron las críticas cuando en diciembre pasado presenté las actividades para este año, incluido el bonito mural de Vocento, que consumían casi 1,9 millones de euros en un momento de crisis galopante y de recorte de gastos por todas partes. Un Patrono me envió, con un comentario dolorosamente sarcástico, la crónica de ABC sobre la presentación del mural, en la que se hacían grandes ditirambos a la generosidad de Vocento, señalado como patrocinador del proyecto, y no se decía ni una palabra de esta Fundación. Y ahora me dices que la que ha sido sin duda la mejor actividad de la F2M, el espectáculo Puerta del Sol, es el que probablemente caerá de la programación de 2009 para dejar sitio a otra subvención a Unidad Editorial…y a las que puedan venir detrás. Y yo tengo que llevarlo a aprobación de mi Patronato como propuesta aislada, lo que, como no se te oculta, dificulta aún mucho más su presentación. Si no hay más remedio que llevarla, porque la aprueba el Patronato de la F2M ahora en junio, la llevaré, pero propondré su rechazo. Si esa fuera la decisión de mi Patronato, este proyecto no podría financiarse con los recursos aportados por la Fundación Caja Madrid, según los términos de nuestro Convenio Marco de colaboración”.
Pedro Jota y Esperanza Aguirre
Pedro Jota y Esperanza Aguirre
“Debes estar informado de cómo está la cosa y cómo se presenta el Patronato que Esperanza Aguirre presidirá ahora en junio acompañada, entre otros, por su Vicepresidente y siete de sus Consejeros”, le alerta Spottorno a Blesa en otro de los emails de la entidad bancaria. El motivo es la carta que le remite el hoy consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, que entonces era viceconsejero. En ella, le pide dinero para Unidad Editorial, en una espúrea confluencia de intereses públicos y privados:

Enrique Ossorio: esquilmaba a Caja Madrid, según los emails
Enrique Ossorio: esquilmaba a Caja Madrid, según los emails
Querido Rafael: Me pongo en contacto contigo nuevamente para someter a tu consideración una nueva actuación de la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad que en realidad constituye la continuidad de una actividad ya prevista en el Plan de actuación del 2008 y en el Convenio de colaboración firmado entre ambas entidades. Se trata de la distribución de la revista La Aventura de la Historia en 833 centros de enseñanza de la Comunidad de Madrid, publicación mensual que destina un número determinado de páginas a la difusión de los hechos históricos vinculados a la Guerra de la Independencia. El coste de la actuación asciende a 150.000 euros, es decir hemos bajado el coste respecto al año 2008 al rebajar la tirada a 5.000 ejemplares, y dado que no estaba prevista en la addenda al Convenio para el ejercicio 2009, se financiaría con los recursos asignados a otra actuación que no se vaya a realizar (probablemente: Puerta del Sol). Estoy a tu disposición para comentar cualquier aspecto al respecto que consideres oportuno. Queríamos anunciar esta medida en un Patronato que se celebrará en los últimos días de junio para aprobar las cuentas, pero te lo quería contar antes con la finalidad de conocer tu opinión. Un afectuoso saludo, Enrique Ossorio“.