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jueves, 11 de febrero de 2021

Doce motivos por los que España no tiene una democracia normal, entre ellos los de la foto

 ESPAÑA

Este Gobierno es el principal causante de nuestra mala calidad democrática

Doce motivos por los que España no tiene una democracia normal, entre ellos los de la foto

Sin que sirva de precedente, por una vez tengo que darle la razón a Pablo Iglesias: lo que pasa en España no es algo propio de una democracia normal.

España desciende seis puestos en el Índice de Democracia con el Gobierno de PSOE-Podemos
Pablo Iglesias reconoce que se ha dejado usar por Irán para desestabilizar España

Anteayer el vicepresidente comunista del Gobierno afirmó: “No hay una situación de plena normalidad política y democrática en España”. Hasta aquí tiene razón. El problema es que él atribuye esa anormalidad a que “los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas”, en referencia a dos de los protagonistas del golpe separatista del 1 de octubre de 2017.

Llegado a este punto, no está de más exponer algunos ejemplos por los que España no es una democracia normal:

  1. En una democracia normal, un vicepresidente del Gobierno no saldría a defender públicamente a unos golpistas, como lo hizo Pablo Iglesias ayer y como ya lo había hecho en otras ocasiones. En cualquier otro país, algo así implicaría el cese inmediato de ese vicepresidente. Pero en España tenemos al frente del Gobierno a un tipo llamado Pedro Sánchez que traga con todas las barbaridades de Podemos.
  2. En una democracia normal, el Gobierno no pactaría con un partido que se niega a condenar el terrorismocomo es el caso de Bildu. Ningún británico, francés o alemán aceptaría que su Gobierno pactase con un partido que no condena los crímenes de Al-Qaeda o del ISIS. Pero en España el PSOE y Podemos no tienen inconvenientes en pactar con Bildu.
  3. En una democracia normal no habría ministros que defienden una ideología como el comunismoun movimiento totalitario que ha matado a más de 100 millones de personas y que ha sembrado el mundo de dictaduras. En España tenemos ministros comunistas porque el PSOE decidió meterlos en el Gobierno.
  4. En una democracia normal no aceptarían como gobernante a alguien que tiene escandalosos vínculos con dictaduras como Irán y Venezuela, pero en España tenemos de vicepresidente a Pablo Iglesias, que en 2013 reconoció que se dejó utilizar por Irán para desestabilizar España y cuyo partido se ha negado a condenar las atrocidades de la dictadura chavista venezolana.
  5. En una democracia normal el Gobierno no se dedica a atacar la independencia judicial, que es lo que han hecho el PSOE y Podemos en España, en su afán por someter a su control a todas las instituciones del Estado, pasando por encima de la Constitución Española.
  6. En una democracia normal el Gobierno condenaría las agresiones contra sus rivales políticos, agresiones como las que vienen sufriendo Vox -el tercer partido más votado de España- en la campaña de las elecciones catalanas. Unas agresiones que ningún miembro del Gobierno ha querido condenar.
  7. En una democracia normal el Gobierno no se apresuraría a cambiar la ley para favorecer a un totalitario y delincuente reincidente que hubiese sido condenado por apología del terrorismo, dos agresiones y un allanamiento, que es lo que ha hecho el Gobierno de Sánchez con el matón comunista Pablo Hasel.
  8. En una democracia normal el Gobierno no se saltaría la Constitución para imponer un toque de queda en todo el país, violando el derecho constitucional a la libre circulación, como hizo el ejecutivo de Sánchez el pasado mes de octubre.
  9. En una democracia normal el Gobierno no aprovecharía una emergencia sanitaria para atacar la libertad de educación, que es lo que hizo el ejecutivo de Sánchez en plena pandemia con la Ley Celaá, violando la Constitución y saltándose una sentencia del Tribunal Constitucional.
  10. En una democracia normal no se prohibiría a los padres escolarizar a sus hijos en el idioma nacional y se respetaría el derecho a la libre elección de idioma como ocurre en el resto de Europa, pero en España está prohibido escolarizar a los niños en el idioma nacional -el español- en una parte del país, Cataluña, y para colmo se hace eso con la bendición del PSOE y de Podemos, actualmente en el Gobierno.
  11. En una democracia normal el Gobierno no suspendería ilegalmente el control parlamentario, saltándose la Constitución, pero eso es lo que hizo el ejecutivo de Sánchez en marzo del año pasado, utilizando la pandemia como excusa.
  12. En una democracia normal, un Gobierno no mentiría sobre cuestiones sanitarias, y si alguno de sus miembros lo hiciese ya habría dimitido o habría sido cesado. Sin embargo, en España tenemos unos de los gobiernos que peor lo han hecho en esta pandemia, con un resultado de muchas decenas de miles de muertes, un Gobieno que engañó a los españoles al apelar a un “comité de expertos” que no existía, que mintió sobre el IVA de las mascarillas y sobre la necesidad de éstas simplemente porque no había. Y a pesar de todo ello, aquí no ha dimitido ni ha sido cesado si tan siquiera un secretario de Estado.

Es el colmo del cinismo que sea precisamente Pablo Iglesias quien afirma que no tenemos una democracia normal, cuando precisamente él y su Gobierno son los causantes en una gran medida de que no la tengamos y de que estemos descendiendo puestos en calidad democráticaSi Pablo Iglesias quiere hacer un favor a la democracia, que dimita y exija a Pedro Sánchez que convoque elecciones, para que así los españoles tengamos la oportunidad de dar contestación en las urnas a esa ola de ataques a la democracia que viene cometiendo el ejecutivo socialista-comunista.

miércoles, 10 de febrero de 2021

ANOMALÍA DEMOCRÁTICA

 


España, mal que le pese al prevaricador, es una democracia que contempla y protege el ejercicio de derechos que no reconocen otros estados de la Unión Europea.

El origen de esa laxitud tiene que ver con el complejo que hemos arrastrado como país que tardó treinta y un años en llegar a un sistema de libertades después del final de la Segunda Guerra mundial, y también, como elemento positivo, con la gran oportunidad que tuvimos de hacer una Constitución más moderna y adaptada a los tiempos.

Tan es así que algunos países de nuestro entorno persiguen legalmente comportamientos políticos que atenten contra la Unidad del Estado o ataquen a sus instituciones y aquí en cambio se está dando categoría de normalidad a comportamientos juzgados y sentenciados por el Tribunal Supremo.

No tengo noticia de que, en otros países, políticos presos condenados por sedición y malversación de caudales públicos, puedan salir de la cárcel para hacer campaña electoral prometiendo que repetirán los delitos por los que fueron condenados, pero aquí en España cualquier supuesto se puede contemplar y en el caso de que las leyes no lo consideren, ya está el gobierno para actuar por la vía de la excepcionalidad en beneficio de los delincuentes.

Pero en algo se equivoca Pablo Iglesias cuando afirma que no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas”, e insiste en decir que habla como vicepresidente del gobierno con la clara intención de implicar a todo el ejecutivo en el absurdo de reconocerse como una institución con déficits democráticos.

Si Pablo Iglesias fuese coherente, algo a lo que renuncio hace tiempo al convertirse en un símbolo macarra de lo que más dice odiar, dimitiría de su cargo para no ser cómplice de esa anomalía, pero si se va del gobierno el especialista en montar chiringuitos, cargos y sueldos para su familia y sus amigos perdería dinero e influencia, y a eso no está dispuesto.

La verdadera anomalía democrática es él porque como ciudadano y diputado tiene todo el derecho a decir y hacer todo lo que no contravenga las leyes vigentes, pero como vicepresidente del gobierno resulta al menos contradictorio, que se alíe con los que de forma explícita actúan contra la Constitución y las leyes.

viernes, 5 de febrero de 2021

España desciende seis puestos en el Índice de Democracia con el Gobierno de PSOE-Podemos

 

La caída se debe por una pérdida en participación política y en libertades civiles

España desciende seis puestos en el Índice de Democracia con el Gobierno de PSOE-Podemos

El primer año del Gobierno de coalición entre socialistas y comunistas ha servido para que España empeore la calidad de su democracia, según The Economist.

Jueces europeos alertan del «paso atrás» en independencia judicial con el PSOE y Podemos
PSOE, Podemos y ERC aprovechan el estado de alarma para atacar derechos constitucionales

El diario británico publicó anteayer su Democracy Index 2020. El diario ofrece el estudio de forma gratuita a usuarios registrados, pero los datos se pueden consultar ya en abierto en esta página de la WikipediaEl índice, que incluye 167 países, es una clasificación de los más a los menos democráticos en base a cinco criterios: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

España cae del puesto 16 al 22 y queda al borde de las democracias plenas

El índice no incluye buenas noticias para el Gobierno de coalición de PSOE-Podemos, pues aborda su primer año de mandato y lo hace con malos datos: España cae del puesto 16 al 22, quedando al borde del grupo de las “democracias plenas”, sólo superando a Corea del Sur. Países como Chile, Austria, Costa Rica, Mauricio y Japón, que estaban por detrás de España en el índice de 2019, ahora están por delante. España pasa de una puntuación de 8,29 a 8,12.

Pérdida en participación política y en libertades civiles

Significativamente, la bajada de la nota de España en el Índice de Democracia 2020 se debe al cambio de nuestra puntuación en dos de los cinco criterios antes indicados (los tres restantes mantienen la misma nota que en 2019): España baja de un 7,78 a un 7,22 en participación política, y desciende de un 8,82 a un 8,53 en libertades civiles. Precisamente, esta bajada coincide con un año en el que los españoles se han visto confinados en sus hogares por orden del Gobierno y la oposición ha visto mermada su capacidad de fiscalización del ejecutivo con el cierre del Parlamento con la excusa del estado de alarma. Además, a lo largo de 2020 ha tenido lugar un ataque a derechos constitucionales y a la independencia judicial desde el propio Gobierno de Pedro Sánchez.

La pandemia no es excusa: otros países se mantienen o mejoran

Dada la gravedad de los hechos, lo sorprendente es que España no tenga una caída aún mayor en ese índice. Hay que decir que la situación sanitaria no sirve de excusa para este retroceso. Noruega, Islandia, Suecia y Nueva Zelanda se mantienen en los cuatro primeros puestos sin alteraciones en sus notas. Taiwán ha subido 20 puestos en el índice entre 2019 y 2020, aunque es evidente que su Gobierno ha sido mucho más previsor y eficaz que el español a la hora de combatir la pandemia. Entre los países tradicionalmente peor situados que nosotros, Italia ha subido seis puestos, la República Checa, Hungría y Croacia han mantenido sus puestos en el índice, y Polonia ha subido siete puestos.

La pésima clasificación de los referentes de Unidas Podemos

Lo que está claro es que podríamos ir a peor si tenemos en cuenta los puestos que ocupan dictaduras con los que Unidas Podemos ha venido manteniendo algún vínculo: Cuba está en el puesto 140, Venezuela en el 143 e Irán en el 152. Todos ellos son calificados por The Economist como “regímenes autoritarios”.

Saber que somos el único país occidental con comunistas en el Gobierno tampoco es muy tranquilizador, teniendo en cuenta la clasificación de los regímenes de ese signo ideológico en el Índice de Democracia. Además de Cuba, hay otras cuatro dictaduras comunistas entre el grupo de los países menos democráticos: Vietnam está en el puesto 137, China en el 151, Laos en el 161 y Corea del Norte es la último de la lista con el puesto 167.

La preocupante reflexión que hace The Economist

No quiero terminar esta entrada sin trasladaros una reflexión que hace el informe de The Economist, que debería hacernos meditar mucho a todos:

“La libertad, junto con la igualdad, es esencial en una democracia. La pérdida de libertad no debe tomarse a la ligera. Incluso si una retirada temporal de las libertades es un precio que vale la pena pagar para salvar vidas, las libertades no deben entregarse sin pensar, y deben restaurarse lo antes posible. Muchos políticos democráticos quedaron atónitos por lo fácil que fue quitarles la libertad a las personas en 2020. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, comentó sobre la voluntad de la población de renunciar a los “derechos de los ingleses nacidos libres” sin protestar”.

Deberíamos empezar a preocuparnos, y mucho, por la posibilidad de que más políticos, empezando por los españoles, hayan llegado a la misma conclusión.