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martes, 12 de marzo de 2019

EL GOBIERNO DE WATERLOO

EL GOBIERNO DE WATERLOO

Seguimos a la sombra de la mala estrella y si los presagios se cumplen no habrá gobierno en España sin llamar a Waterloo. La derecha se está devorando a sí misma, el PSOE tiene cada vez más votos. Pronostica el gran Cristian Campos en El Español que Pedro Sánchez sólo será presidente con el apoyo de los separatistas y Podemos, porque el PP se hunde, el subidón Vox beneficia a los socialistas y puede que no sea posible un gobierno de las derechas a la andaluza.

Ignacio Varela, magnífico analista, escribe en El Confidencial: “Nunca la derecha tuvo tanta fuerza en España (entre PP, Ciudadanos y Vox suman casi 12 millones de votos frente a 9,5 millones del PSOE y Podemos) y nunca estuvo tan cerca de la derrota a causa de su división”. El desastre tiene su origen en el disparate separatista y también en la gran gilipollez de Mariano Rajoy entregando la corneta de la convocatoria electoral al PSOE.

Ni siquiera estaba borracho cuando le dijo a Pedro, levántate y anda. Vox se traga a Génova y PSOE a Podemos con coleta y todo. Y si el Ejecutivo que salga del 28 de abril necesita a los del procés, el desafío supremacista será irresistible. Habrá indultos y ya es sabido que nada envalentona tanto como el perdón. Carles Puigdemont y Quim Torra han impuesto su fanatismo, han purgado a los pactistas y han liquidado a la antigua Convergència.

El prófugo se ha nombrado candidato de JxCat a las elecciones europeas, después de colocar a su abogado y a los presos para ir al Congreso y a la Alcaldía de Barcelona. Será un chiflado, un iluminado, como piensa Durán Lleida, pero sigue inmovilizando y pudriendo la política en Cataluña y en España.

Los que piensan que sin derrotar a los supremacistas no habrá supervivencia del Estado español, y que el nacionalismo es un instinto fanático, no creen en aquella máxima de, en la derrota, desafío; en la victoria, magnanimidad.

Recordando otra vez a Winston Churchill hay que insistir en que si uno quiere luchar cuando la victoria es casi segura y no supone demasiado esfuerzo, “es posible que llegue el momento en el que se vea obligado a luchar cuando todas las opciones son de perder.

Incluso que puede pasar algo peor: que tenga que luchar cuando no tiene ninguna esperanza de ganar”. Si las fuerzas leales a la democracia no llegan a un acuerdo para derrotar a los enemigos de la Constitución, esto se irá a pique. Que lo sepan los del apaciguamiento y el diálogo: la Europa que sufrió la mordedura de la serpiente tiembla ante al sombra de una cuerda.

Raúl del Pozo ( El Mundo )