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miércoles, 8 de enero de 2020

UN GOBIERNO CONTRA ESPAÑA



La sesión de investidura ha evidenciado que lo que Sánchez nos ofrece no es un Gobierno para España, sino un Gobierno contra España. Este hecho estaba ya bastante claro viendo quiénes son los socios con los que el candidato a la Presidencia pretende fraguar esta investidura pero, por si alguien albergaba aún alguna duda, la respuesta del presidente en funciones a la intervención de la portavoz de Bildu, este domingo, terminó por confirmarlo.
La señora Aizpuruaen su infame alocución, nos habló del fascismo, nos pretendió dar lecciones de democracia y derechos humanos y puso blanco sobre negro el chantaje al que los bilduetarras han sometido a Sánchez tanto para apoyar su Gobierno en España, como en la Comunidad Foral de Navarra.
Pero siendo este hecho de una enorme gravedad, no fue lo más relevante. Lo más vergonzoso de la sesión fue la respuesta acomplejadasumisa y cobarde de un aspirante a presidente que ha aparcado cualquier principio moral y ético con el único objetivo de alcanzar el poder como sea.
Que el candidato Sánchez no le aclarase a Aizpurua que fascistas son quienes han asesinado en España a 857 personas sólo por el que hecho de pensar diferente; que no le recordara el sufrimiento que ha causado la extorsión, la amenaza y el miedo que los terroristas de ETA han infligido a las sociedades vasca y navarra, así como al conjunto de la sociedad española durante más de cuatro décadas, y que no le reprochara su negativa a condenar tanto dolor y tanta barbaridad es indigno de un presidente de España. Sobre todo, lo es porque responde a una mera estrategia estrategia de poder.
El Partido Socialista ha tomado una decisión y es la blanquear a Bildu. Lo vimos el pasado mes de agosto en Navarra cuando aceptaron los votos de Bildu para elegir como presidenta de nuestra Comunidad a la señora Chivite, y lo vemos ahora cuando la abstención de Bildu posibilitará también la elección de Sánchez como presidente de España.
Como estamos viendo, el Partido Socialista está dispuesto a traspasar cualquier línea roja de la decencia y a trabajar para que Bildu parezca una fuerza política democrática más sencillamente porque lo necesita para acceder al Gobierno.
Pero a Bildu no se le puede blanquear porque no hay nada más negro en la historia democrática de nuestro país. No hay suficiente pintura para blanquear tanto sufrimiento, tanta indignidad y tanta barbarie.
Tratan de disfrazar de diálogo lo que no es otra cosa que una estrategia indecente de blanqueo y revisten de respeto a la pluralidad lo que no es más que una renuncia a cualquier principio moral con el único objetivo de gobernar a cualquier precio, aunque el precio en este caso se llame España.
Nos esperan tiempos difíciles. No tendremos un Gobierno que piense en el presente y el futuro de nuestro país. Tendremos un presidente dispuesto a vendernos al independentismo para mantener su colchón en la Moncloa pero, por fortuna, la sociedad española ya ha demostrado muchas veces que, a pesar de sus dirigentes y de sus gobernantes, sabe encontrar el mejor futuro.
Sergio Sayas

martes, 7 de enero de 2020

ANATOMÍA DE UN INSTANTE



La verdadera vergüenza no estuvo en el discurso de la portavoz de Bildu. Eso fue sólo el resultado de la generosidad ingenua, o débil, de un régimen de libertades tan permisivo que concede voz y representación a los enemigos que pretenden destruirlo.
La diputada Aizpurua, condenada en su momento por exaltación del terrorismo, no hizo otra cosa que retratar la catadura moral de su partido, heredero legal de una banda de asesinos. Tampoco cabía esperar otra cosa que la benevolencia de la presidenta del Congreso, obsequiosa en la interpretación del reglamento para no molestar a quienes al fin y al cabo debe su puesto.
No: el oprobio para la dignidad del Estado democrático lo provocó la cordialidad con que Pedro Sánchez respondió a la oradora que había escupido sobre la Constitución, denigrado al Rey, humillado a las víctimas, reivindicado a un dirigente condenado por secuestro y calificado de «fraude» al sistema entero.
El servilismo genuflexo con que, lejos de defender las instituciones y el ordenamiento, le agradeció su apoyo, la invitó a desarrollar puntos de encuentro y le dio la bienvenida a su proyecto. Una ignominia semejante carece de precedentes en este Parlamento.
Nunca los testaferros de ETA habían gozado de tal deferencia, ni siquiera durante el proceso negociador de Zapatero. Ni en sus más optimistas sueños hubieran pensado que podían llamarse a más, ni cabía imaginar que un jefe del Gobierno se rebajase a menos. Ésta es, sin embargo, la cruda, amarga realidad del momento.
Le molesta oírlo pero el presidente le va a deber el cargo a los gestores del posterrorismo. Ni Esquerra, ni el señor de Teruel, ni Errejón, ni el Bloque gallego le sirven sin su auxilio. Otro límite roto, otra barrera moral sobrepasada, otro dique político destruido.
Tienen razón Aizpurua, y Pablo Iglesias, y Rufián, cuando se ufanan de haber comenzado la demolición del «régimen del 78» para abrir una nueva etapa. Lo que quizá nunca supusieron es que contarían con la colaboración decisiva del partido que asentó la actual arquitectura democrática, mutado ahora en dinamitero de la legitimidad constitucional, en inexplicable agente ejecutor de su derribo entusiasta.
La antigua socialdemocracia moderada que por unos cuantos votos, prescindibles al existir otra alternativa mayoritaria, ha sido capaz de permitir una exhibición de ruindad en la misma sede de la nación soberana.
Con todo, en esa mañana infame quedó congelada una imagen de reconfortante dignidad sobre la que Javier Cercas podría diseccionar otra «anatomía de un instante».
Fue la de un hombre sentado dándole la espalda a la congresista filoetarra que desde la tribuna arrojaba lodo verbal sobre el intachable legado de su padre.
Se llama Adolfo Suárez, como el protagonista de aquel otro gesto honorable. Y representa todos los ideales de convivencia arrumbados en esta España de Sánchez.
Ignacio Camacho ( ABC )

lunes, 6 de enero de 2020

Sánchez presidente: se lo debe a los proetarras

Pablo Iglesias besa a la portavoz de los Bilduetarras, Mertxe Aizpurúa 


La investidura del bochorno universal terminó con un mitin encendido del candidato al que, por algún momento, pareció que se le iba a reventar la carótida, según me alertaba un médico que ha seguido con fruición las dos sesiones parlamentarias. El médico reflejaba, sin duda, el ambiente más bronco que se ha visualizado nunca en el Congreso de los Diputados desde el regreso de la democracia.
El protagonista de este domingo arrebatado a las familias para mayor honra y gloria del “presidente indigno”, en opinión de grandes capas de la sociedad española, no fue, contra lo que pueda parecer, el aspirante Pedro Sánchez, fue una diputada del filoterrorismo de ETA, por nombre y apellidos Merche Aizpurua Argala. Esta condenada por apología del terrorismo se permitió en la tribuna insultar y vejar a nuestras instituciones, y con mayor dedicación al Rey. A Felipe VI le llamó sin el menor recato “fascista”. ¿Qué hizo entonces la acólita de Sánchez, la mencionada tantas veces Meritxell Batet, pues nada: construir, como se si tratara de la Señorita Rottenmeier, un alegato en favor de la libertad de expresión que, a su juicio, permite destrozar la reputación del jefe del Estado.
Y, ¿quién es realmente esta “Mertxe” que ha llegado al Parlamento español a ser voz de los antiguos asesinos? Pues esta periodista -en todas las profesionales existen sujetos indeseables- es la misma que durante años fue editora de dos publicaciones directamente vinculadas a la banda criminal: “EGIN” y “Punto y Hora de Euskal Herria”. Desde sus páginas no sólo nunca se condenaron los atentados de los facciosos, sino que los alentaron hasta el punto de organizar colectas para que los presos, que habían sido ya depurados por la Justicia, fueran la solución de continuidad de la dirección de la banda.
“Mertxe” trabajó todo lo que pudo para que, desde una firma colectiva de “EGIN” que atendía por “Mayte Soroa”, se colocaran interminables “dianas” en las que se dibujan los nombres propios de los denominados por ETA “enemigos de Euskal Herria”, o sea de las personas a las que la banda homicida tenía que limpiar directamente el forro. “Mertxe” fue condenada por apología del terrorismo merced a la instrucción que entonces efectuó Baltasar Garzón, ahora al lado de los que incluso estuvieron a punto de matarle. Esta es la individua gracias a la cual (sin los cinco escaños de Bildu Sánchez no sería investido) el PSOE ha perpetrado la mayor traición a España que nunca pueda realizarse.
En horas, la citada Batet acudirá al Palacio de la Zarzuela para comunicar al Rey que Sánchez ya es presidente. No le dirá sin embargo que “su” jefe de Gobierno no tuvo ni la decencia, ni la dignidad, ni la hombría democrática de, siquiera, defenderle de los ataques de la tal “Mertxe”. Sería estupendo (alguna vez tendremos que saberlo) qué opina y siente Felipe VI de todo esto. Sabe, porque tiene más información que cualquiera de nosotros, que este sujeto que ya es presidente “in pectore”, se dispone a barrenar un sistema del cual él, Su Majestad el Rey, es el último eslabón.
El Gobierno de Sánchez está compuesto y ayudado por quienes pretenden destruir a España y antes, en el intermedio, expulsar a la Corona. En horas, Sánchez será efectivo presidente: se lo debe a los proetarras.