Mostrando entradas con la etiqueta ANGEL GABILONDO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ANGEL GABILONDO. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de enero de 2022

El sistema democrático consiste en aceptar el sentido del voto.

 

 


Cuando el socialista sin afiliar, Ángel Gabilondo aspiraba a arrebatar a Ayuso el sillón presidencial de la Comunidad de Madrid, tuvo la infeliz idea de girar al centro diciendo que “no gobernaría Madrid con este Pablo Iglesias”. Días después, en un debate electoral televisado, el mismo infeliz, al ver frustrado su viaje al centro, dijo dirigiéndose al mismo Pablo Iglesias: “Pablo, tenemos doce días para ganar las elecciones”. ¿Hay mayor desfachatez y descaro? El infeliz Gabilondo se quitó la máscara y hoy es Defensor del Pueblo. Preferimos la defensa del Atleti antes que este Gabipéndulo.

 

Tras dos años de extravío del Gobierno de coalición, en España han sucedido muchos y variados episodios relevantes. En el estricto ámbito de la política gubernamental destaca, por encima de todos, el que la mentira se ha elevado a método de gobierno. Parafraseando a Jean François Revel, la primera de todas las fuerzas que dirigen el Consejo de Ministros es la mentira. Mintieron en los albores del coronavirus para que el feminismo se desparramara por las calles, prosiguieron más tarde con la patraña del número de fallecidos para tapar su ineficacia, nos echaron aquellas trolas de que no iban a dejar a nadie atrás, de que saldríamos más fuertes, de que juntos venceríamos al virus. Siguen en modo trapisonda y en el balance de estos dos años la mentira aparece como la partida de mayor superávit.

 

En ese balance de debe y haber hay otras partidas igualmente inquietantes: nefasta cadena de desaciertos y traspiés, intentos solapados de desmontaje constitucional, amenazas chulescas de censura contra las libertades, presión fiscal confiscatoria sobre la riqueza y desafiante ante el ahorro y, sectarismo en el reparto de los fondos europeos y, por supuesto, caos permanente e insistente descontrol en la gestión de la cosa pública. Pero lo más preocupante para la vida nacional es la tenebrosa y perversa concepción que la coalición socialcomunista alberga sobre la democracia. Pudo apreciarse en aquél ataque a la libertad de expresión en Vallecas. También en aquellas frases intimidatorias, rayanas con la amenaza: “Nunca volverán a formar parte del Consejo de Ministros de este país” o “Si llegasen a gobernar, tendrían huelgas y movilizaciones masivas”, dirigidas a la oposición por dos vicepresidentes del Gobierno. En todo ello se concentra una endiosada y totalitaria visión de la democracia. Legataria de aquella otra perniciosa y degradante idea que sostuvo la Pasionaria cuando le espetó en plenas Cortes de la II República a Calvo Sotelo: “Usted ha hablado aquí por última vez”.

 

Raymond Aron escribió que el sistema democrático consiste básicamente en aceptar la oposición, practicar la tolerancia y el respeto a todos y admitir la competencia pacífica con miras al ejercicio del poder. Que tras más de cuatro décadas de democracia, tengamos que padecer a políticos guerracivilistas que solo conocen de la democracia su sombra, resulta nefasto y peligroso para la convivencia y la concordia. Más que viajar al centro, hay que volver a la reconciliación entre los españoles. Pero con políticos excéntricos, ese reto se torna imposible

Blog de Juan Pardo

viernes, 2 de abril de 2021

Ojo con el subidón

 

El exceso de confianza del PP de Madrid tiene algo de peligro: puede ser el caldo de cultivo para un feo error en la campaña

Ana I. Sánchez

Pablo Iglesias no parece haber entendido que la gente, así en general, le aborrece. No solo los votantes de PP y Vox, sino también los del PSOE y no digamos los de Errejón. En lugar de ser un revulsivo o catalizador para los electores de izquierda, su candidatura siembra dudas entre muchos que queriendo una opción progresista, sienten pavor ante la posibilidad de que su papeleta sirva para convertir a Iglesias en vicepresidente de la Comunidad de Madrid mediante un pacto post-electoral. Hasta tal punto está bullendo esta idea que Ángel Gabilondo tiene que ir diciendo que no pactará con el líder de Unidas Podemos. El marco, en efecto, no podía ser mejor para el PP. Las encuestas acompañan, Ciudadanos se descompone, el exvicepresidente segundo revuelve el voto más centrado y favorece la unión conservadora en torno a Isabel Díaz Ayuso. La exultación recorre al Partido Popular madrileño ante las próximas elecciones del 4 de mayo y, especialmente, a su baronesa. No sin razón pero sí con un punto de peligrosidad. Este tipo de crecimientos emocionales suelen ser el caldo de cultivo perfecto para acabar cometiendo un feo error durante la campaña. Y Díaz Ayuso, ya de por sí, tiene cierta facilidad para lanzar declaraciones poco medidas. A ello se une que su política de hostelería abierta y bienvenida a los turistas requiere una gestión quirúrgica que no parece que se esté aplicando. Es una segunda bomba de relojería que puede acabar estallando en el peor momento para los populares.

Por muy bien que apunte todo, una sonada metedura de pata en los días previos a las elecciones puede ser suficiente para que las cosas se le tuerzan a la presidenta madrileña. No hay que olvidar que por más que Ángel Gabilondo lo diga y lo repita, no hay quien se crea que no va a pactar con Iglesias si los votos de éste le dan la llave para gobernar la Comunidad de Madrid. ¿La izquierda dejando que la derecha siga en el poder por no pactar entre sí cuando están aliados en La Moncloa? Menudo cuento. Este tipo de compromisos en campaña, cuando no se sabe cuál será el resultado y qué opciones existirán el día después de las elecciones supone prometer algo sin saber si se podrá cumplir y, por tanto, tomarle el pelo a la ciudadanía.

Aún con todo en contra, es posible que Pablo Iglesias solo necesite un error de Díaz Ayuso y un escaño que le convierta en necesario para subirse al gobierno de la Comunidad de Madrid, llevando de la mano a su fichaje estrella del sindicato de manteros. Mucho ojo con el subidón de euforia y el exceso de confianza de aquí al 4-M. A ver si en lugar de que los españoles tengan que dar las gracias a baronesa madrileña por sacar a Iglesias del Gobierno de España, los madrileños acaben recriminándole que se coloque en la Puerta del Sol.