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lunes, 11 de abril de 2022

Otegi aúpa a Sánchez y pide su continuidad en Moncloa con estas condiciones

 Arnaldo Otegi

Arnaldo Otegi

El líder de Bildu, condenado por vincularse con ETA, dice que el Gobierno de coalición “debe continuar pero con “otras políticas sociales y penitenciarias”

El coordinador general de EH Bildu y condenado por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna bajo órdenes de ETA y por pertenencia a la banda terrorista, Arnaldo Otegi, cree que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos "debe continuar", pero con unas condiciones “esenciales”.

Otegi considera que, para que Sánchez siga en el Gobierno y, por lo tanto, para que cuente con el apoyo de su formación, Bildu, tiene que ser "capaz de hacer otras políticas sociales, aplicar una política penitenciaria no excepcional y abordar los problemas nacionales en el Estado de manera democrática". “De momento, ha hecho algunas cosas, pero otras las tiene todavía sin hacer", ha señalado.

Para abordar los retos del futuro, ha insistido en que su formación pretende ensanchar sus bases y atraer a tres espacios que considera "huérfanos": la izquierda "defraudada", el soberanismo y la abstención. En una entrevista publicada en Noticias de Navarra, Otegi ha indicado que el Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos "debe continuar", pero "es el que tiene la pelota sobre su tejado”.

"Tiene que hacernos ver, por la vía de los hechos, que es capaz de hacer otras políticas sociales, aplicar una política penitenciaria no excepcional y abordar los problemas nacionales en el Estado de manera democrática. De momento, ha hecho algunas cosas, pero otras las tiene todavía sin hacer", ha señalado, al tiempo que ha dicho que su postura es que el Gobierno central ”camine en la buena dirección”.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Bildu y Sortu siguen siendo ETA

 

Los dos partidos se han propuesto blanquear su pasado, como si casi mil personas no hubiesen sido asesinadas. Lo grave es que Sánchez quiera anular la memoria colectiva del horror.

El proceso de travestismo de los dos partidos herederos de Batasuna, Bildu y Sortu, hacia su blanqueamiento definitivo se está acelerando a marchas forzadas. La estrategia es sencilla y además cuenta con la complicidad del aparato de propaganda del Gobierno. Se trata de concederles el marchamo de partidos plenamente democráticos y con legitimidad acreditada, no ya para estar en las instituciones, sino para dirigirlas. Ahora es cuando cobra todo el sentido la expresión que avanzó en su día Pablo Iglesias, siendo aún vicepresidente, con su invitación a Bildu para que se sumara a la «dirección del Estado». Aquello no era la expresión genérica de un deseo político, sino el inicio de un camino que el PSOE y Podemos están recorriendo de la mano de los sucesores de ETA junto al PNV y ERC.

Ese es el cariz de sus socios, y esta es la indignidad a la que Pedro Sánchez quiere someter ahora a todos los españoles convirtiendo la sanguinaria historia de ETA en una inocente causa política superada por una suerte de indulto inmoral, como si tuviese que dejar de existir la memoria colectiva del horror. O como si fuese posible decretar una prescripción política de cada coche bomba, de cada disparo en la nuca, o de cada secuestro y extorsión.

Tanto Bildu como Sortu tienen en sus núcleos de dirección a terroristas con antecedentes penales, muchos de los cuales continúan vigentes en términos de inhabilitación. Es el caso del propio Arnaldo Otegi. Sin embargo, la laxitud moral del Gobierno con estos partidos les está facilitando fingir que están modificando sus objetivos, lo cual es falso. Son quienes fueron, y la letra de sus sentencias condenatorias a manos de los tribunales no puede ser borrada por Sánchez solo porque antes o después necesitará asegurar a Bildu como socio. Es una operación de marketing político que fraguan Bildu y Sortu sobre la sangre de todas víctimas de ETA, y lo que cabe preguntarse con frustración es por qué la apadrina el PSOE. Eran el brazo político de una organización criminal, y ahora solo quieren disfrazarse de partidos útiles a la sociedad, de formaciones institucionalizadas que aparentan renegar de la violencia sin que sea así. No piden perdón. Solo «lamentan» los atentados y gesticulan aparentando que se han rehabilitado para convivir en democracia. Quieren ser ERC a la vasca. Por eso es incomprensible que Sánchez jalee tanta mentira. No solo está alentando -para enfado del PNV- posibles futuras alianzas con Bildu en el País Vasco, sino que el PSOE ha diseñado junto a Otegi una ‘nueva normalidad’ para los restos de ETA, lavando sus antecedentes penales hasta el punto de dejarlos poco menos que en pecados disculpables de juventud.

Bildu se ha ofrecido al PNV para aprobar los presupuestos vascos; ha hecho lo propio con los de Sánchez; viene a decir que los homenajes a etarras ya no serán actos de exaltación de asesinos… Y ahora uno de los eternos estrategas de ETA, Rufino Etxebarria, abandona la dirección de Sortu para terminar de ‘purificar’ a la formación y mostrar el camino a Otegi, porque solo dejando paso a una generación nueva los proetarras culminarán su cínico proceso de blanqueo. Sin embargo, no cuadra nada. Es la impostura de unos falsarios. Que ETA ya no mate no significa que sus sucesores hayan dejado de cultivar la semilla del odio acosando a los demócratas, humillando a las víctimas, sin aclarar ninguno de los 350 juicios pendientes, sin indemnizar a una sola víctima, y con todos sus presos jactándose de estar cerca de casa. Esto sí que es una perversión de la memoria democrática.

ABC

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Bateragune, las pruebas contra Otegi que menosprecia Estrasburgo

El líder batasuno fue detenido por la reconstrucción de Batasuna para ETA y en plena ola de terror de la banda.

Otegi abandona su domicilio esposado tras su implicación en Bateragune | EFE

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El caso Bateragune, sobre el que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se pronunciaba este martes, es la reconstrucción de Batasuna, el brazo político de ETA, a finales de la década pasada, cuando Arnaldo Otegi acababa de salir de la cárcel. Su ingreso en prisión, uno de los varios que ha hecho a lo largo de su vida desde que participaba activamente en la banda terrorista ETA, se produjo en 2007. Otegi fue detenido entonces, tras el fin de las negociaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que se prolongaron durante el primer semestre de aquel año. Y se prolongaron pese a que ETA rompió su declarado alto el fuego a finales de 2006, en el atentado contra la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid Barajas, en el que dos personas perdieron la vida. El 30 de agosto de 2008 Otegi pisaba de nuevo la calle y no tardaba en ponerse manos a la obra para reconstruir Batasuna, lastrada por su ilegalización, con la vista puesta en las elecciones al Parlamento de Vitoria de 2009.
Sin embargo, no llegó a tiempo de formalizar una estructura política con la que concurrir a las elecciones autonómicas, quedándose por primera vez fuera del Parlamento Vasco desde la recuperación de la autonomía en 1979. El asesinato del empresario Ignacio Uría a finales de 2008, la cuarta víctima mortal de aquel año a manos de ETA, reventó sus planes de buscar una alianza con Eusko Alkartasuna, el partido creado por el exlehendakari Carlos Garaikoetxea a mediados de los ochenta tras su escisión del PNV. Uría era una persona ideológicamente próxima al nacionalismo vasco conservador.
Pasadas las elecciones autonómicas, en las que un histórico acuerdo entre el PSE-EE y el PP hizo al socialista Patxi López lehendakari, Otegi y sus colaboradores, entre ellos históricos del mundo de Batasuna-ETA como Rafael Díez Usabiaga o Rufi Etcheverría, volvieron a emprender la tarea de la reconstrucción de sus siglas. Bateragune, en vasco "todos juntos" se planteaba una agenda con cuatro puntos, ninguno de ellos referente a la condena de ETA o a la petición de abandono de la denominada "lucha armada", las que hubieran permitido sortear la ilegalización vigente. La hoja de ruta se limitaba a fijar unos pasos unitarios, entre ellos una huelga general en mayo, como preparativo a la concurrencia a las elecciones europeas de aquel año. Lo explicó el propio Otegi en una rueda de prensa en marzo, siguiendo las directrices marcadas meses antes por ETA, como luego dijo la sentencia de la Audiencia Nacional.
La estrategia Bateragune de ETA era generar un polo separatista junto a Eusko Alkartasuna con todas las fuerzas de izquierdas independentistas que pudieran aglutinar. Al menos estas eran las órdenes que tenía Otegi al frente del Bateragune. Pero Otegi decidió molestar a la banda y pactó con Iniciativa Internacionalista para concurrir a las europeas, algo que no gustó a la banda. "¿Dónde se toman las decisiones? ¿Hay alguien desarrollando la línea fuera de la Dirección? Nosotros no andamos con intención de buscar 'el enemigo dentro de la casa', pero, una vez leídas las comunicaciones y las actas se nos hace difícil ver el recorrido para llegar a esa decisión, si no es que la legalidad nos ciega y aparecemos dispuestos a separarnos del recorrido de diez años de estrategia nacional en pago a ello", expresaba ETA en un comunicado interno intervenido en la operación contra el intento de reconstruir la banda.
A este comunicado sucedió una oleada de terror de ETA que entre junio y agosto de 2009 asesinaba al inspector del Cuerpo Nacional de Policía Eduardo Antonio Puelles García; ponía una bomba en las inmediaciones de la casa-cuartel de la Guardia Civil en Burgos; asesinaba a los guardias civiles Diego Salva Lezaun y Carlos Sáez de Tejada García en Mallorca y colocaba cuatro bombas en Palma de Mallorca.
Y mientras los asesinos de la banda desataban su frenesí terrorista, los negociadores se reunían con el mismo ritmo para despertar a Batasuna-ETA. Otegi y Rafael Díez Usabiaga, ayudados por Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez tienen una decena de reuniones. La última, el 13 de octubre de 2009 en la sede del sindicato LAB en San Sebastián. El día que la Policía interviene el operativo.
Se activó la operación Batea y cayeron detenidos Otegi, Díez Usabiaga y también Rufi Etxeberría que había acudido al encuentro y que llevaba en libertad apenas 30 días. A las detenciones siguieron los registros en las viviendas de los batasunos capturados. En aquel momento, Otegi llevaba apenas un año en libertad y se encontraba en la fase final del proceso del Bateragune, algo que le ilusionaba. Su hija tenía sólo 14 años y su padre había pasado la mitad de su vida entre rejas. Como anécdota, tal y como recoge el libro Otegi, el hombre nuevo (SEPHA), la gata de la casa –un regalo de la mujer de Otegi a su hija Garazi para aliviar la ausencia de su padre– se puso nerviosa cuando entró la Policía para hacer el registro. Uno de los agentes dijo irónico en ese momento: "¡Cómo no va a estar nerviosa la gata, si tiene la casa llena de txacurras (perros en vasco)!".
En una de las habitaciones, los policías encontraron una carpeta llena de papeles. Allí había apuntes del proceso de negociación de 2006 junto a un esquema de cómo debía desarrollarse la estrategia de Batasuna durante los próximos años. Junto a los papeles había una nota: "Cuando haya un primer acuerdo, hacer carpeta y pasar a Bateragune".
Curiosamente Otegi quiso emplear esa frase como su principal baza de defensa y argumentó en el juicio que, si sus notas hablaban de pasar la información al Bateragune, no podía formar parte de ese órgano. El fiscal contestó con sorna: "Claro, como si yo termino el interrogatorio y anoto 'hacer carpeta y pasar a Fiscalía'".
Una vez juzgados por estos hechos en septiembre de 2011, Otegi y Rafael Díez Usabiaga fueron condenados a 10 años de prisión por pertenecer a la organización terrorista ETA en grado de dirigentes. También fueron condenados Miren Zabaleta, Arkaitz Rodríguez y Sonia Jacinto a ocho años de prisión por pertenencia a banda armada. Rufi Etxeberría fue puesto en libertad.
El volumen de las pruebas, así como el relato de los testigos y la trayectoria de los detenidos se antoja abrumador para que no haya ninguna duda sobra la culpabilidad de Arnaldo Otegi, que entró en prisión por trabajar como dirigente en un esfuerzo denodado de recuperar un instrumento fundamental de ETA en su estrategia de terror.
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