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domingo, 18 de junio de 2017

Sin respetar a sus socios, el Barça se ha puesto al servicio del independentismo
 
Partido de Champions League en el Camp Nou, en 2016 -
Acaba de ganar la Copa de Europa en Wembley y se preparaba para disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. El periodista le preguntó: «¿Qué siente cuando escucha el Himno Nacional?». Y su espontánea respuesta fue tan escueta como elocuente: «¿Els Segadors?». En aquel 1992 Pep Guardiola ya tenía las ideas muy claras pero aún desconocía la evolución que iba a tener la semilla del independentismo que empezaba a germinar y la trascendencia de sus palabras 25 años después. La lectura del manifiesto pro independentista del pasado domingo le ha generado un alud de críticas. A los detractores que ya acumulaba por su pasado azulgrana (podría decirse que es el símbolo de los mejores años del club catalán) se le han sumado ahora los que censuran su implicación en el proceso secesionista. Nadie recuerda que en 2011 censurara a los que pitaban el himno español en las finales de Copa. «Hay que respetar todas las opiniones y el himno español hay que respetarlo», había asegurado entonces.
La imagen de Guardiola rodeado de esteladas este pasado domingo podría decirse que el último episodio de una política de cariz separatista iniciada con la llegada de Joan Laporta a la presidencia del club en 2003. Un Barça identificado tradicionalmente con el tronco central del catalanismo pasaba a abrazar sin complejos el independentismo, lo que sentó nada bien a una parte importante de la masa social del Barcelona.
En un momento de expansión de la marca y de exportar los colores azulgranas al mundo, las numerosas peñas culés lamentaron el uso exclusivo del catalán en actos oficiales que se realizaban fuera de Cataluña, o las acciones políticas del presidente, que se autodefinía como «catalanista desacomplejado». Toni Balaguer, presidente de la peña barcelonista de Andrátx, lamenta en declaraciones a ABC la deriva que el club ha tomado en los últimos años: «El Barcelona debería mantenerse al margen de la política, Somos muchos los culés, socios o no, que no compartimos estas ideas. Es una forma de excluirnos del club».
Muchos coinciden en que con Joan Laporta empezó todo. Al abogado se le podrán cuestionar sus decisiones aunque no que fuese de frente. «Creo que hay que hacer política con el deporte, por supuesto. Desde un club de fútbol hay que hacer país», señalaba coherente con su breve pero intensa etapa desde en el Parlamento catalán (2010) como impulsor de Solidaritat Catalana per la Independencia. Una de sus máximas era: «La independencia no se pide, se declara».
La llegada de Rosell en 2010 devolvió al club a un periodo más moderado, aunque el catalanismo del club no se cuestionaba. En 2013 se cedió el estadio para el llamado «Concierto por la libertad», organizado por la ANC. «La institución debe ser neutral, pero en el momento en que Cataluña como pueblo, con mayoría, decida qué es mejor para su futuro, el Barça siempre estará al lado de las decisiones que los catalanes tomen», explicaba cuando le preguntaban por su postura y la de la entidad.
La presidencia de Bartomeu mantiene una línea continuista con respecto a Rosell, aunque ha justificado la adhesión del club al Pacte Nacional pel Referéndum, asegurando que la postura no es independentista sino «democrática»: «Cataluña está viviendo uno de los momentos más decisivos de la historia reciente (...) El Barça no puede dar la espalda a esta realidad, sería absurdo. Cuando decimos que somos más que un club es porque fomentamos los valores que no son sólo los nuestros, sino los de nuestro país. Entre estos valores yo destaco el de la defensa de la democracia y la libertad de expresión».
La decisión levantó ampollas entre los seguidores culés que no comparten el sentimiento separatista que promueve la iniciativa de Carles Puigdemont. El malestar entre muchas peñas es evidente. Bartomeu quiso zanjar la polémica: «Más de uno se llevó las manos a la cabeza por la adhesión. No olvidemos que ya nos posicionamos en 2013 sobre este tema, cuando el presidente Rosell hizo un discurso por el derecho a decidir. Adherirse a este pacto es adherirse a la democracia, a la libertad de expresión. Esto no implica estar a favor de una posición u otra, eso sería un error (...) A los que dicen que el Barça hace política, les digo que el Barça no hace partidismo. Posicionarse a favor del referéndum no es ser partidista, sino ser barcelonista y catalanista».
Así estás las cosas ahora en el Barça, en un punto que no puede desligarse de lo que fue y significó el club desde su nacimiento, representando la mayoría de veces el mínimo común denominador de un catalanismo histórico. Había sido así durante la Dictadura de Primo de Rivera: en 1925, el campo de Les Corts fue clausurado seis meses por una pitada al Himno Real y el suizo Juan Gamper, fundador del club, se exilió un tiempo. Con la proclamación de la República, Josep Suñol i Garriga, diputado de Esquerra Republicana y fundador en 1930 del semanario «La Rambla», añadió a esa cabecera el subtítulo «Esport i Ciutadania». El que sería presidente del club subrayaba la identificación entre el catalanismo y el Barça. Fusilado en 1936 en el frente de Madrid, cuando el chófer del coche en que viajaba, se metió por error en las líneas franquistas, el nacionalismo actual lo ha representado como el otro presidente «mártir».
El F. C. Barcelona asumió un papel supletorio de expresión ciudadana bajo el franquismo, aunque sus miembros destacados como Juan Gich, Narcís de Carreras o Francesc Miró-Sans provenían de la burguesía que había apoyado al régimen franquista; quienes subrayaban la «función política» del Barça recordaban «agravios» como el frustrado fichaje de Di Stefano en 1953 –«sin él el Madrid no habría ganado tantos títulos»– o la noche de Guruceta; el 6 de junio de 1970 el árbitro donostiarra pitó penalty a favor del Madrid: aún se recuerda la lluvia de almohadillas y la posterior invasión del campo. Unos socios clavaron una bandera catalana –nunca se vieron esteladas como ahora– en el césped mientras retaban a la policía. Pero los «grises» no intervinieron. El Camp Nou no se cerró y se impuso una multa al club de 90.000 pesetas. Con el proceso de Burgos de fondo, el gobierno franquista evitó abrirse otro frente en Cataluña.
Perteneciente a la burguesía textil que sostenía Òmnium Cultural, Banca Catalana y el activismo de Jordi Pujol, el presidente Agustí Montal promovió el lema de «El Barça és més que un club» en una directiva infiltrada por pujolistas como Josep Lluís Vilaseca o Joan Granados. Como recordaba el añorado Javier Coma, autor del eslogan en 1973: «Yo veía el Barça como un fenómeno que, de algún modo, aglutinaba o simbolizaba, en el ámbito deportivo, la esperanza en el inmediato final de la dictadura».
En los años 70, con el campo repleto de publicidad de Banca Catalana, el Barça ya estaba al servicio del nacionalismo que en 1974 devino el partido político Convergencia Democrática. Fue en ese momento, recuerda el catedrático Francesc de Carreras, cuando le comentó a su padre –el expresidente Narcís de Carreras–, que con la democracia y sus órganos representativos, el Barça debía dejar de ser «más que un club» para ser un club. En las esferas nacionalistas la estrategia era bien diferente: en las primeras elecciones democráticas a la presidencia, Pujol pretendía culminar la ocupación nacionalista del Barça. El tiro le salió por la culata: el inesperado Josep Lluís Núñez, impopular constructor de chaflanes, ganó a Ferran Ariño –candidato del pujolismo– y consiguió atraer a su causa al «catalanísimo» Nicolau Casaus.
Núñez cometió infinidad de errores, pero siempre evitó que el club fuera instrumentalizado por la política nacionalista: entre los directivos del nuñismo, el entonces socialista y hoy independentista Jaume Sobrequés que siempre defendió al constructor con uñas y dientes. En su obsesión por encuadrar al barcelonismo en eso que Pujol llamaba «fer país», Convergència no regateó esfuerzos e infiltró la directiva con uno de los suyos: Sixte Cambra, actual director del puerto de Barcelona.
Lo que vino después es sobradamente conocido. Laporta, Sandro Rosell y el actual presidente Bartomeu... todos ellos se han envuelto en la estelada y han abierto el Camp Nou al soberanismo, mientras se veían envueltos en asuntos delictivos. En 2013, Coma lamentaba la manipulación del Més que un Club: «En los últimos tiempos ha sido utilizado como una proclama nacionalista, y ya no se sabe muy bien si también se usa y abusa del mismo como una hipotética plasmación del espíritu independentista o secesionista. Está claro que ahora se le otorga significados que no coinciden con los propios de su alumbramiento en 1973. Conviene puntualizar, aquí, que todo eslogan publicitario queda propiedad de la entidad que lo ha encargado y pagado, por lo cual me siento muy ajeno al uso que el Barça dispense al intelectualmente mío».
El Barça había renunciado a ser de todos sus socios y pasaba a servir a esa parte que impulsa el llamado Proceso. Hace demasiado tiempo, reconvertido en apéndice del soberanismo, que este club dejó de respetar a sus socios.

lunes, 13 de febrero de 2017

Se saltaron la ley 178 veces

Acabo de leer el informe que ha hecho la asociación Cataluña Somos Todos (catalunyasomostodos.com) sobre las vulneraciones de la ley durante el año 2016 por parte de los separatistas catalanes y me parece verdaderamente revelador.

Albert Boadella tras el ataque a su casa
Han presentado 59 casos perfectamente documentados y rigurosamente analizados en los que los nacionalistas catalanes se han saltado la ley.

Curiosamente los delitos más habituales son los de daños contra la propiedad (ataques a sedes de partidos no nacionalistas, rotura de cristales…), seguido por el delito de prevaricación y el de ultraje a España.

Puedes leer el informe completo en este link:
http://catalunyasomostodos.com/wp-content/uploads/2017/02/Informe-CST-CAST.pdf

Fíjate que este informe recoge muchas actuaciones que yo ya conocía pero el verlos todos juntos da una idea de la magnitud del problema. Es como estuviéramos acostumbrados a ver los delitos independentistas como árboles sueltos sin pararnos nunca a pensar que, en realidad, no son árboles aislados sino que se trata de un bosque.

Una conclusión interesante es la que saca al final: que el independentismo tiene dos caras. Una cara donde se quiere mostrar públicamente como víctima de una injusticia histórica, moderado, racional y democrático y otra cara mucho más oscura que es la que sufren aquellos que no comparten sus ideas.


Yo, por mi parte, hubiera añadido dos reflexiones más que agravan el cuadro que muestra el informe.

Una es que el independentismo vive y fomenta la impunidad.

Fomenta la impunidad porque en muchos de los delitos tenían que haber sido los propios gobernantes separatistas los que hubieran tenido que perseguir a los culpables y no lo han hecho. Pero, por otro, que vive de la impunidad. Crece porque se les deja, abandonando a su suerte a quienes han sufrido su acoso.

Y la otra es que con esta violencia de la oposición. El mensaje de fondo es que si te opones al separatismo tienes problemas de diversa índole por lo que es mejor no meterse en líos.

De todas formas, te invito a leerlo pues seguro que a ti te resultará igualmente ilustrativo que a mí:
http://catalunyasomostodos.com/wp-content/uploads/2017/02/Informe-CST-CAST.pdf

Saludos,

Carlos
Españoles de a pie
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jueves, 27 de agosto de 2015

4 naciones y 11 regiones con territorios reclamados por separatistas en España

 
Un breve recorrido por los desvaríos anexionistas de los nacionalistas
 
 
 
Las ambiciones anexionistas manifestadas la semana pasada por Germà Gordó, el consejero catalán de Justicia, han vuelto a poner de relieve los desvaríos expansionistas del separatismo.
Hay que tener en cuenta que la razón de ser de esos movimientos políticos es apropiarse de una parte de España, afirmando como sujetos de soberanía a los pueblos que ellos digan pero no a otros. Por ejemplo, piden la autodeterminación de Cataluña, pero no plantean la del Valle de Arán o la de Badalona. En resumen: se ha de separar de España lo que ellos digan, pero sin que ningún trozo pueda escaparse de su dominio. Con este planteamiento no es extraño que aspiren, con toda la jeta, a apropiarse también de territorios o incluso de regiones limítrofes. Veremos a continuación una lista de naciones y regiones que se verían afectadas por esas reclamaciones separatistas:
NACIONES
1. Andorra
El antiquísimo principado pirenaico es reclamado por el nacionalismo catalán como parte de los ficticios “Países Catalanes”. El año pasado ERC la incluyó en sus proyectos rupturistas. Se da la circunstancia, además, de que el actual Obispo de Urgel y por ello Copríncipe español de Andorra, Joan Enric Vives, es uno de los prelados más afines el nacionalismo catalán. Para pesar de sus correligionarios ideológicos, el otro Copríncipe es el Presidente de la República Francesa, y no creo que esté dispuesto a pasar por el aro del pancatalanismo.
2. Francia
La República Francesa, ejemplo por antonomasia de Estado unitario, tiene asuntos pendientes con el nacionalismo catalán y el vasco. Por el oeste, el nacionalismo vasco reclama lo que llama “Iparralde”, denominación que da a tres regiones del departamento francés de los Pirineos Atlánticos: Labort (Lapurdi, en vasco), Baja Navarra y Sola (Zuberoa, en vasco). Obvia decir que estas zonas nunca han formado parte de ningún País Vasco independiente a lo largo de la historia. A su vez, el nacionalismo catalán reclama el Rosellón, que no fue nunca parte de una nación catalana independiente (algo que tampoco existió), sino que formaba parte de la Corona de Aragón y posteriormente de España, hasta su cesión a Francia en 1659 con el Tratado de los Pirineos.
3. Italia
La República Italiana también tiene un pequeño territorio reclamado por el nacionalismo catalán: la ciudad de Alguer, en Cerdeña. La reclamación no sólo se limita a grupos y webs separatistas, que la encuadran en ese ente ficticio que llaman “Países Catalanes”, sino que además se manifiesta en la presencia en la ciudad sarda de una delegación de la Generalidad catalana.
4. Portugal
De forma similar al catalán, los nacionalistas leoneses del Conceyu Xoven habla de un ficticio “País Leonés” en el que incluyen territorios portugueses del Distrito de Braganza, que califican de “territorios leoneses administrados por el estado portugués”.
REGIONES ESPAÑOLAS
1. Aragón
El nacionalismo catalán viene reclamando lo que llama “Franja de Poniente”, la zona oriental de Aragón. La presión pancatalanista para la imposición del catalán en esa zona ha causado conflictos y ha provocado el rechazo del Partido Aragonés, que denuncia las “ansias anexionistas y de perversión de la realidad histórica que Cataluña ejerce con Aragón”. Además, en 2007 una marca electoral de ETA, Acción Nacionalista Vasca, reclamó la anexión al País Vasco de la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros, provocando el rechazo entre los políticos de ese municipio.
2. Asturias
La cuna de la Reconquista es objeto de las ambiciones del nacionalismo gallego desde hace años. En 2005 estalló un escándalo en el Principado cuando el BNG aspiró a crear agrupaciones en el Occidente asturiano, proyecto del que finalmente desistió por falta de adeptos. Pero la cosa no acabó ahí: en diciembre de ese año el BNG planteó un Estatuto que contemplase la anexión a Galicia de localidades asturianas limítrofes. Como el Bloque ocupaba entonces la vicepresidencia del gobierno gallego, el caso generó tensiones entre ambas comunidades. A pesar de todo, el BNG siguió empeñado en potenciar el gallego en el oeste de Asturias. Con la llegada del PP a la Xunta en 2009, Feijóo tomó el relevo en la galleguización del oeste asturiano mediante la TVG. El afán colonialista no se limita al ámbito político: la versión gallega de la Wikipedia lleva años empeñada en incluir en Galicia a territorios que nunca lo fueron, entre ellos toda Asturias. En un artículo que provoca risa, ese portal sitúa Oviedo “en la región de Asturias, centro-norte del reino de la Galicia alto-medieval”. Desternillante.
3. Baleares
Las ambiciones pancatalanistas sobre Baleares han contado con el apoyo de partidos separatistas de Cataluña y de sus satélites políticos en las islas, pero también con el respaldo del PSOE, gran promotor de la imposición del catalán y de la desaparición del mallorquín.
4. Cantabria
En 2007 la hoy ilegalizada Acción Nacionalista Vasca reclamó la anexión de la localidad cántabra de Castro Urdiales, provocando indignación entre los montañeses. Por si no bastase con el nacionalismo vasco, y aunque en términos políticos apenas ha habido declaraciones al respecto, la edición gallega de la Wikipedia insiste en incluir a toda Cantabria en un ficticio Reino de Galicia en la Edad Media. Según estos lumbreras, todos los territorios cristianos del norte y noroeste de España tras la invasión musulmana eran “Gallaecia”. Hasta el siglo XI la “Galipedia” presenta esos reinos cristianos englobados bajo el título “Galicia”, relegando el uso del término “Hispania” para los territorios ocupados por los musulmanes. De traca.
5. Castilla y León
Igual que su vecina Asturias, la región castellano-leonesa también es objeto de los deseos expansionistas del nacionalismo gallego. En 2005 las reclamaciones del BNG sobre la comarca leonesa del Bierzo y la zamorana de Alta Sanabria provocaron un conflicto entre el gobierno gallego y la Junta de Castilla y León, agravado por la pretensión del BNG de incluir esa posible anexión en un nuevo Estatuto gallego. En 2006 estalló otro escándalo por la distribución en colegios zamoranos de un mapa de Galicia que incluía el oeste de Asturias, de León y de Zamora, mapa que venía distribuyendo el nacionalismo radical gallego en las escuelas desde años antes. Yendo un paso más allá, la versión gallega de la Wikipedia lleva años incluyendo a casi toda esta región en una inexistente Galicia medieval. Pero el nacionalismo gallego no es el único que intenta arañarle territorio a Castilla y León: el nacionalismo vasco reclama también el Condado de Treviño, un enclave burgalés en la provincia de Álava. El nacionalismo vasco también ha reclamado la anexión de Miranda de Ebro, donde de hecho estuvo abierta la única sede de Herri Batasuna fuera del territorio del País Vasco y Navarra, que fue asaltada por ciudadanos indignados tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. En 2007 las pretensiones anexionistas de ANV sobre Miranda fueron tachadas de “chiste” por el alcalde de esta localidad.
6. Extremadura
La existencia en los municipios de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno (provincia de Cáceres) de la llamada “fala”, un idioma derivado del gallego-portugués medieval, motivó una visita del bloqueiro Anxo Quintana, entonces vicepresidente de Galicia, a esta zona en 2007 para fomentar “la lengua y cultura gallegas” en una zona, según él, “vinculada estrechamente” con Galicia. Las ambiciones bloqueiras provocaron el rechazo de la Junta extremeña, que descalificó “las fantasiosas premisas sobre las que se asienta el delirio imperialista de los nacionalistas gallegos”, señalando que la fala no es igual a la lengua gallega, pues tiene influencias asturleonesas. En un comunicado muy sarcástico, la Junta extremeña lamentó “que un partido con responsabilidades de gobierno pueda perder su valioso tiempo en fantochadas tan ridículas”.
7. Murcia
Aunque parezca mentira, las ansias expansionistas del nacionalismo catalán llegan hasta esta comunidad, por el mero hecho de que la comarca del Carche, en el noroeste de la región, se habla el valenciano. En 2014 ERC incluyó esta comarca murciana en sus reclamaciones anexionistas.
8. Navarra
Son bien conocidas las aspiraciones anexionistas del nacionalismo vasco sobre esta comunidad foral española. La paradoja es que Navarra sí que fue un Reino independiente (la última de las actuales regiones de España en incorporarse a la Corona española, de hecho). Vizcaya fue parte de la Corona de Castilla, y Guipúzcoa y Álava estuvieron temporalmente en manos de Castilla y de Navarra en distintos momentos de la Edad Media.
9. País Vasco
Algunos se preguntarán qué hace esta región en esta lista, si tienen separatismo propio. Pues resulta que las provincias vascas también quedaban situadas en la ficticia “Galicia” medieval imaginada por la Wikipedia en gallego. La edición gallega de esa enciclopedia digital, que algunos toman como referencia para todo, sostiene que desde la invasión musulmana hasta finales del siglo IX la actual Vizcaya y el oeste de Álava eran parte de “Galicia”, algo que es rotundamente falso desde un punto de vista histórico.
10. La Rioja
La zona norte de la comunidad ha sido objeto de las ansias expansionistas del nacionalismo vasco. En 2007 la marca electoral etarra Acción Nacionalista Vasca reclamó las comarcas riojanas de Haro y Santo Domingo de la Calzada.
11. Valencia
La Comunidad Valenciana forma parte de los ficticios “Países Catalanes” reclamados por el pancatalanismo. En esta región los separatistas catalanes de ERC vienen actuando desde 1992 con la denominación de “Esquerra Republicana del País Valencià (ERPV)”. A su vez, y según denuncia Convivencia Cívica Catalana, Compromís actúa como “la sucursal de CiU en Valencia”