Mostrando entradas con la etiqueta José Luis Ábalos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Luis Ábalos. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de enero de 2020

EL » VIS A VIS » DE ÁBALOS Y DELCY DE LA PASTA O ESPAÑA CAPITAL CARACAS

EL » VIS A VIS » DE ÁBALOS Y DELCY DE LA PASTA O ESPAÑA CAPITAL CARACAS
No es fácil recapitular el cúmulo de mentiras, trolas y embustes del ministro de lo que antaño fue Fomento y ahora fomenta el tráfico ilegal de criminales contra los derechos humanos que busca la justicia internacional. Ábalos, que hasta hace pocos meses era el sanchismo con rostro humano, ha caído en una de esas trampas que alguien que presume de experiencia en el PSOE debería evitar, si no tender a los peores enemigos, que suelen ser los compañeros de partido.
Decía Adenauer que existen los enemigos, los enemigos mortales y los más más mortales aún, que son los compañeros de partido. Adenauer nunca estuvo en un gobierno con comunistas: si algo hay más peligroso que un compañero de partido es un compañero de Gobierno.
La duda es si la trampa a Ábalos se la han tendido los faisanejos de Interior o los garzonejos de Justicia, los dos bandos de las cloacas que pelean en las alcantarillas de esta coalición de Poder totalitaria y zarrapastrosa. Que ha caído como un pardillo es evidente. Que no sabe caer lo demuestra su frase: «A mí no me echa nadie». Más secretos financieros tenían otros y cayeron.
Cuando se filtró que la delincuente internacional Delcy Rodríguez, que tiene prohibido sobrevolar suelo español y de cualquier país de la UE por gravísimas violaciones de los derechos humanos, había aterrizado en Madrid y se había entrevistado con Ábalos, el ministro negó haber ido al aeropuerto.
Cuando empezaron a salir datos y detalles del encuentro, dijo que sí había ido al aeropuerto pero que no la había visto. Cuando se supo que se habían visto, dijo que se habían visto pero no encontrado. Cuando se volvió a saber que sí se habían encontrado, dijo que sólo la había saludado dentro del avión en que visitó, a las tres y media de la mañana, a su amigo el ministro de Turismo de la narcodictadura venezolana que venía a Fitur.
Cuando se empezaron a contar los minutos que duró la entrevista con Delcy y no con el grotesco ministrejo bolivariano, dizque amigo de Ábalos, el ministro de lo que siempre se llamó Fomento y que tal vez ahora sea Ministerio de la lucha contra el déficit de caja del PSOE aclaró que sólo fueron dos minutos, para saludarla y recordarla que no bajara del avión, porque «lamentablemente, no podía pisar suelo español».
Lo de calificar de «lamentable» una orden de captura internacional por gravísimos delitos contra los derechos humanos, muestra el estado de inquietud de Ábalos.
Pero no paró ahí el desgaste de su sistema nervioso. Otra filtración calculó en media hora la entrevista. Otra, en una hora. Y una tercera añadió media más a ese encuentro en la cumbre de la delincuencia internacional. Y al llegar a la hora y media, Ábalos decidió que Sánchez cronometrara el encuentro.
Ya no había forma de disimular esa reunión que, según Ábalos, nunca tuvo lugar porque él nunca fue a Barajas; luego, que fue pero no la vio; luego, que la vio pero no se encontró con ella, luego que sí se encontró pero un momento; luego, que sólo el tiempo justo para amenazarla, por indicación del ministro del Interior.
Y llegados a Marlaska y recordando el caso Faisán, Ábalos decide que el que le mandó a Barajas diera la cara. Y va Sánchez y dice que el gran Ábalos ha evitado un grave incidente diplomático, porque la Delcy quería bajar del avión, pisar suelo español, algo prohibido, e iba a liarse un follón. Por si confesar su negativa a detener a la delincuente internacional fuera poco, Sánchez elogió a Ábalos por sacrificarse de madrugada hasta convencer a la Número dos de Maduro de no meterse y no meternos en líos.
Iban diez versiones, rigurosamente contradictorias e indudablemente falsas, sobre el vis a vis de Delcy con Ábalos, cuando el valenciano, harto ya, sacó pecho y filtró o alguien filtró que había tenido que ir a Barajas porque la delictiva y delictuosa Delcy «había exigido que fuera alguien del PSOE«. Y ahí pasamos a otra dimensión.
Malo es que una delincuente de la banda de Maduro no sea detenida cuando su imprudencia le ha llevado a aterrizar en terreno donde rige una orden de captura contra ella. Muy malo, que, para evitarlo, llame a alguien del Gobierno, en principio uno de tres ministros: Interior, Justicia y Exteriores. Y muchísimo peor que llame a un representante de uno de los dos partidos de Gobierno, justo el que hasta ahora no estaba acusado de financiación ilegal por el régimen de Caracas.
En ese momento, la interpretación de la trampa letal contra Ábalos dejó de achacarse a los faisanejos de Marlaska y se empezó a atribuirla a los garzonejos podemitas, enemistados desde siempre con Marlaska y con Ábalos. Sería el primer episodio de la guerra entre los dos gobiernos que auguró el propio Sánchez si metía en su Ejecutivo ministros de Podemos.
Los ha metido; y he aquí el primer caso en que, sin querer, dijo la verdad. Si el sector sociata repicó en sus televisiones la operación de Bolivia, que delataba la financiación de Podemos, éstos respondían mostrando, tras los 35 millones pillados a Morodo y el Gobierno de Zapatero, que también el PSOE se ha financiado por la misma narcodictadura. O sea, que cuidadito.
El cúmulo de mentiras en que se ha pillado a Ábalos recuerda la situación del Gobierno del PP cuando la masacre del 11M de 2004, que, vista en perspectiva, fue el nacimiento del zapaterismo, hoy sanchismo, y el jaque mate al régimen constitucional.
Zaplana confesó que «siempre fueron por detrás de los acontecimientos», como Pulgarcito detrás de las miguitas. Con la diferencia de que las miguitas no las ponía Pulgarcito sino los lobos de las cloacas que sembraron de pruebas falsas el sumario y, acosando las sedes del PP, cambiaron el signo electoral, que era adverso tres días antes.
Es difícil resistirse a la interpretación de la trampa contra Ábalos, porque le fueron llevando con engaños a engañarse a sí mismo y tratar de engañar a los demás, pero marlaskejos o garzonejos fueron filtrando datos que desmentían cada mentira, hasta que, desesperado, llamó a Sánchez y a éste se le ocurrió una jaimitada divertida para la Oposición y que al PSOE le hará poca gracia.
Es evidente que Caracas es la verdadera capital de la España oficial o gubernamental, la de los socialistas y comunistas. Lo que no sabemos es el capital que ha invertido en comprarlos. Vendidos, están.

Federico Jiménez Losantos

José Luis Ábalos

Una gran persona, un sacrificado servidor público, y como dicen los cursis,
un caballero español, aunque no tenga caballo. Es lo que opino del ministro
de Transportes, José Luis Ábalos. A la 1:30 de la madrugada, recibe una
llamada misteriosa. Según parece, una mujer exige su presencia en el
aeropuerto. Viaja en un avión oficial, y por su condición de proscrita en la
Unión Europea no le permiten las autoridades pisar tierra. Por lógica, el
gobernante socialista encargado de atender a la pobre mujer en un
aeropuerto, es el ministro de Transportes. Y se levanta de la cama, se
adecenta, y acude a tan intempestiva hora a interesarse por el estado de
ánimo de la afligida dama. Llega al aeropuerto y embarca en el avión de la
elegante señora caraqueña. Pero no habla con ella. No se produce ninguna
entrevista en los casi sesenta minutos que permanece nuestro sincero
ministro en el avión de la atractiva venus venezolana. Acude para saber de
su estado anímico, no a entrevistarse con ella, como ha reconocido el
propio señor Ábalos. Ni una palabra entre ellos, exceptuando el saludo y la
despedida. –Buena madrugada. Soy el ministro de Transportes del
Gobierno de España, y mucho le agradecería que me confirmara que usted
se siente bien–; –me siento bien, gracias. Soy la vicepresidenta del
Gobierno ilegítimo de Venezuela, y no me dejan descender a las
dependencias del aeropuerto para hacer pipí cómodamente. El inodoro de
mi avión es estrecho y resulta incómodo como consecuencia del
desbordamiento de muslos de allá a acullá cuando me siento en él–;
–Sucede que el ministro del Interior me ha solicitado que no desembarque.
Me encantaría – detalle de gran señor–, que una bella dama bolivariana
hiciera pipí con comodidad, pero debo cumplir órdenes–.
A partir de ese instante, silencio. Diez minutos de silencio, veinte, treinta y
hasta cuarenta y cinco minutos. Son las 3 de la mañana y el ministro está
cansado. Ya ha comprobado que la vicepresidenta del Gobierno ilegítimo
de Venezuela, a excepción de las cosas del pipí, se encuentra en perfecto
estado de salud. Después de cuarenta y cinco minutos de silencio, se
despiden.
– Lamento, señora lo del pipí, pero nos lo han prohibido Macron, Ángela
Mérkel e incluso Borrell. Buen viaje, dulce Eva del Caribe–; –muchas
gracias por acompañarme en silencio durante mi humillante escala en
Madrid. Pero que conste que no hemos mantenido entrevista alguna–; –me
consta, y muy feliz vuelo–.
A las cuatro de la mañana llegaba nuestro agotado gobernante a su hogar.
Y al día siguiente, los medios de comunicación malintencionados y
antiprogresistas, mostraron su escándalo. –¿Cómo puede reunirse un
ministro del Gobierno de España durante una hora en un avión con una
política proscrita en la Unión Europea?–. Pues yo les respondo. Por gentil
señorío. La distinguida zagala bolivariana, doña Delcy Rodríguez, de los
Rodríguez de toda la vida de allí, precisaba para aliviar su sosiego
quebrantado de un apoyo institucional del Gobierno de España, el único
cuyo Presidente se ha negado a recibir al Presidente legítimo de Venezuela
en su gira europea. Lógico y trabado asunto. Sánchez depende de Podemos,
y Podemos ha recibido mucho dinero del régimen que ilegalmente
vicepreside la atractiva dama. Y Zapatero vive, más o menos, a costa del
pueblo venezolano. Pero eso no es óbice para dejar abandonada a una
mujer a bordo de un avión en el aeropuerto. Y Ábalos, sabedor de las
consecuencias de su gesto, que iba a interpretarse con críticas torticeras, se
presentó en el aeropuerto por tres motivos. Porque el ministro de
Transportes está obligado a atender a las mujeres abandonadas. Porque de
niño le enseñaron que no ayudar a una dama en apuros es de forajidos. Y
que no iba a mantener entrevista alguna con la vicepresidente ilegítima en
cuestión. Fue a verla, no a cuchichear con ella.
Y yo lo creo. Es hombre de temple y varón de fuste. España se siente
orgullosa de él