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domingo, 2 de junio de 2019

LOS ERE NO ERAN


La complicidad del PSOE con la alevosía catalana no es un hecho aislado. No se trata de una abjuración de conveniencia, ni de una conjura coyuntural, sino de una condición inmanente desde que Zapatero organizó el viraje taimado del partido hacia el ocaso de sus principios históricos.
Cuando Pedro Sánchez forzó a la Abogacía del Estado a retirar el delito de rebelión contra los responsables de la declaración unilateral de independencia de Cataluña ante el Supremo, sólo estaba ejecutando el modelo que el PSOE había tenido en pruebas en Andalucía hasta entonces.
El giro socialista hacia un prototipo de régimen omnipotente con máscara democrática consistía en articular un sistema de control absoluto de todos los poderes hasta conseguir concentrarlos en uno solo, pero sin romper la apariencia de autonomía del resto de instituciones.
Y en Andalucía esta estrategia se llevó a cabo con extraordinario descaro y magníficos resultados. Acabamos de verlo con el escándalo de los ERE, el mayor caso de corrupción que ha habido en España jamás. La Junta se encargó de montar un procedimiento de freno para hacernos creer que los ERE no eran. Que todo había sido un invento del PP. Y más de mil millones perdidos después, lo ha conseguido de la siguiente manera.
Susana Díaz supo que la instructora que levantó todo el aquelarre había mostrado interés por ascender a la Audiencia de Sevilla. Y en ese resquicio convenció a un fiscal que jamás había sido próximo al PSOE, Emilio de Llera, para que fuera su consejero de Justicia. De Llera es un histórico de los juzgados andaluces.
Un hombre con muchos tiros dados en el politiqueo judicial. Curiosamente, lo primero que pasó en cuanto él tomó posesión fue que la citada instructora de los ERE, Mercedes Alaya, logró el ascenso. Ella pidió entonces una comisión de servicio para terminar la investigación.
Y lo que pasó -yo no digo que no fuera casualidad- es que el poder judicial se lo denegó, así que no hubo más remedio que cambiar al titular del juzgado que instruía el macroescándalo de la Junta. Casualmente también, la elegida para esa sustitución fue una juez de Familia cuyo marido había sido designado por la Junta para dirigir el Instituto de Medicina Legal y cuya cuñada trabajaba en la agencia paralela IDEA, el epicentro del reparto del dinero bajo sospecha. Pero las casualidades siguieron.
Esta sustituta, María Núñez Bolaños, comenzó a archivar a toda pastilla piezas separadas del caso alegando que habían prescrito. Luego se puso a escribir autos en los que aseguraba que aunque se había producido un fraude -negarlo habría sido ya la repanocha-, los hechos no estaban tipificados penalmente, sino que se circunscribían exclusivamente al ámbito administrativo. Y así hasta la casualidad final. (Amo las casualidades).
Este comportamiento, que por cierto se ha dado mientras Núñez Bolaños era vista frecuentemente tomando café con el consejero De Llera, ha sido muy criticado en todos los ámbitos judiciales desde el principio, ya que la Audiencia le ha revocado decenas de autos de archivo.
Pero ahora, además, la Fiscalía ha escrito negro sobre blanco que la juez mantiene una «pasividad evidente» que está desembocando en la prescripción de todos los delitos. Por respeto a la independencia judicial voy a inhibirme de calificar estos hechos.
Pero añado otra casualidad: el único caso que no ha instruido Bolaños, que es el de los enchufes de familiares a tutiplén en la Junta, acabó ayer con condenas para todos los altos cargos que participaron en el lío. Todo lo demás, como en Cataluña, está controlado en la buena dirección: la España de la igualdad de derechos y libertades se va a la mierda.

Alberto García Reyes ( ABC )

lunes, 21 de mayo de 2018

Mercedes Alaya: «Susana Díaz podría malversar si no reclama los 850 millones de los ERE»

La juez sevillana subraya que «los políticos no pueden renunciar jamás a recuperar dinero que es público»

http://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-entrevista-exclusiva-juez-alaya-parte-hires-201805210616_video.html






Actualmente se desarrolla en la Audiencia Provincial de Sevilla el juicio por la financiación de ERE con ayudas concedidas por la agencia IDEA, de la Junta de Andalucía, sin acogerse presuntamente a la normativa ni con un control posterior. Más de 22 exaltos cargos de la Junta están acusados, entre ellos dos expresidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, así como varios exconsejeros de la Junta. El caso de los ERE fue destapado por la jueza Mercedes Alaya, que asegura que lo dejó prácticamente instruido antes de ocupar una plaza de magistrado en la sección séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla.
La Junta ha renunciado a la acusación particular en el caso de los ERE, así como al ejercicio de la acción civil, que supone renunciar a recuperar los 850 millones de euros de las ayudas sociolaborales. ¿Qué opinión le merece?
La renuncia al ejercicio de la acción civil en dicho procedimiento penal me parece una actuación desleal con el patrimonio público que gestiona la Junta, contraria a los intereses generales y a la Constitución y demás normativa nacional y autonómica, y que además podría ser constitutivo de un nuevo delito de malversación, lo cual podría generar responsabilidades penales. Ello está establecido específicamente en el nuevo artículo del Código Penal de la malversación, que se titula «administración desleal del patrimonio público». Y hay que tener en cuenta que el tiempo para ejercer esa acción de restitución por parte de la Administración son cinco años desde que pudo recuperarse el dinero.


Por tanto, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, podría incurrir en mi opinión en un delito de malversación si no reclama ese dinero. Los políticos tienen que actuar siempre en favor del interés general de la ciudadanía y no pueden renunciar jamás a recuperar un dinero que es público. Con independencia de que sea delito o no, ese dinero hay que reclamarlo porque se ha concedido bajo un procedimiento ilegal. Se está debatiendo actualmente en el juicio de los ERES si esa ilegalidad es penal, pero lo que está claro es que era un procedimiento administrativo ilegal. De hecho fueron muy numerosas la resoluciones de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que nos remitían a la causa de los ERE, copias de reclamaciones hechas a la Junta de Andalucía por empresarios para reclamar sus subvenciones, afirmando los magistrados de dicha sala que el expediente y la resolución administrativa de concesión suponía un absoluto desprecio por el Derecho.
¿Es bueno acotar el tiempo de instrucción de las macrocausas?
No. Todas las asociaciones de jueces y fiscales, y yo misma, estamos en contra. De hecho, se está elaborando un anteproyecto para eliminar ahora esa limitación que nunca debió existir. ¡Quién va a tener más ganas de terminar una instrucción que el propio juez o el fiscal! Los jueces y fiscales de las distintas asociaciones han hecho un comunicado, para reclamar precisamente la derogación del sistema de los plazos de instrucción.
¿Está en contra de despiezar las macrocausas?
Divide y vencerás. No es que esté en desacuerdo, al contrario estoy absolutamente a favor para agilizar el trabajo siempre que ello sea posible, como yo misma lo he hecho siempre que podido. Pero hay determinados temas que no pueden verse por separado porque están absolutamente entrelazados. Difícilmente te puedes enterar de las ayudas socioalaborales si no ves al mismo tiempo cómo se concedían, presuntamente sin documentos, ni solicitud alguna, aparentemente sin control ni seguimiento de la Ley de Subvenciones. Hay macrocausas que no pueden dividirse porque puedes llegar a la disyuntiva de absolver en la pieza política a los imputados y, sin embargo, que se condene a los empresarios y funcionarios menores en los juicios posteriores que se van a celebrar en las piezas de las ayudas sociolaborales, juicios que tendrán que celebrarse antes de la firmeza de la sentencia de la pieza principal y que podrán dar lugar a sentencia contradictorias. No obstante esta decisión de dividir no ha venido motivada por una elección personal, sino más bien impuesta por la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, con la decidida intención de acabar con los macroprocesos. Al menos en la fase de investigación judicial no podrán acabar con dicha medida.
¿Por qué no despiezar la causa de los cursos de formación?
Creo que en la actualidad están divididas por piezas. No obstante antes de mi marcha planteé al CGPJ dividir la causa de los Cursos de formación en el plan estratégico que me pidió para abordar la conclusión en determinados plazos de las diferentes macrocausas. También propuse antes de la reforma aludida de la Ley de Enjuiciamiento Criminal separar de la causa de los ERE el tema de los sindicatos y las mediadoras.
[Lee nuestro editorial sobre las declaraciones de Alaya]http://sevilla.abc.es/opinion/abci-acuso-juez-alaya-201805211041_noticia.html
ABC DE SEVILLA

jueves, 8 de marzo de 2018

La juez Alaya rompe su silencio

«Hay una justicia para poderosos y otra para los que no lo son»
La magistrada arremete contra los poderes políticos, a quienes culpa de la falta de independencia judicial

La juez Mercedes Alaya, durante su ponencia sobre independencia judicial

La juez Mercedes Alaya, conocida por la instrucción de causas como la de los falsos ERE de la Junta de Andalucía o los cursos de formación, ha ofrecido este jueves una conferencia crítica acerca de la independencia judicial. La reaparición de la magistrada ha tenido lugar en la Facultad de Derecho de Granada, en un acto organizado por el Foro para la Concordia Civil.
Bajo el título «La independencia judicial en una sociedad democrática», la conferencia de Alaya ha resultado ser un sesudo monólogo en el que ha lamentado una y otra vez las injerencias del poder político en la actividad del poder judicial, lo que supone un ataque contra la división de poderes de los estados democráticos. Con bella parsimonia ha llegado, ha dejado el abrigo sobre la silla, ha tomado asiento y ha comenzado a repartir a zurdas y a diestras. Sin distinción de colores. Ha tenido hasta para la prensa cuyos consejos de administración están copados por políticos.
«Los jueces están solos ante el peligro», ha señalado Mercedes Alaya. La juez ha descargado su forma de ver el mundo judicial ante una sala abarrotada que no daba crédito a las declaraciones de la magistrada. Ha advertido de la paulatina y grave pérdida de independencia que padece el gremio. Las consecuencias han quedado sintetizadas en pocas –y sin embargo lapidarias– palabras: «Hay una justicia para poderosos y hay una justicia para los que no lo son».
En su análisis, ha arremetido contra la jerarquización a la que está sometida la justicia, lo que provoca una «peligrosa» merma de la independencia de jueces y fiscales. Los nombramientos de los miembros del Consejo General del Poder Judicial o del Fiscal General del Estado desembocan en que haya profesionales que «proyectan su carrera con fines políticos», pues «los que mejor se relacionan con los políticos llegarán más lejos que los que tengan más capacidad».
Según la magistrada, «no hay el menor atisbo de posibilidad de actuación al margen del que está por encima». La elección de jueces y fiscales, ha dicho, debería partir del consenso absoluto de todos los partidos políticos. «Que se pongan de acuerdo», ha remachado mientras golpeaba la mesa. Alaya también ha lamentado la «carencia de autonomía presupuestaria» del CGPJ, que se traduce en que estén «siempre limosneando». Por tanto, se dan «situaciones bochornosas» en reuniones en las que se baila «al soniquete de los políticos» mientras los jueces trabajan «con una escasez de medios intolerable» salvada con «un gran esfuerzo personal» que merca su vocación.
Un largo y sonoro aplauso le ha dado la razón al término de su ponencia. «Lo que ha soltado no lo dice nadie en España», comentaban algunos asistentes eufóricos en los corrillos: «Está enfada, se nota; es normal...».
Acusaciones populares: la salvación de la justicia
Mercedes Alaya ha querido hablar en Granada como ciudadana. Y como ciudadana, entre dardo y dardo a los poderes, ha reservado algunas palabras dirigidas expresamente a sus iguales, a quienes ha tratado de concienciar; no sólo en los problemas, sino también en las soluciones. «La única solución es que estos procedimientos se mantengan gracias a las acusaciones populares», una forma de personación que cumple con la premisa de que «la justicia emana del pueblo». Según la magistrada, no hay mayor representación de la voluntad ciudadana que las acusaciones populares, las cuales «pueden complementar el ejercicio de la acción pública», por lo que considera oportuno que sean apoyadas económicamente.
ABC

domingo, 30 de abril de 2017

La juez Alaya ha vuelto a la actualidad casi clandestinamente. Pocos medios han prestado interés a su discurso en Valencia, pese a que en esta misma semana su saboteada y finalmente interrumpida instrucción del caso de los ERE ha sentado en el banquillo a dos presidentes de la Junta, Griñán Chaves, padre y abuelo político respectivamente de la presidenta actual, Susana Díaz, que antes de un mes puede ser proclamada lideresa del PSOE y candidata a la Moncloa. ¿Nadie tiene ya interés en saber lo que dice la juez de los ERE justo ahora? ¿O es que lo que dice no le conviene a nadie?
La juez Alaya fue fervorosamente defendida por el PP y los medios de centro-derecha cuando, por empeñarse en instruir en serio el mayor caso de corrupción de toda la era democrática: 840 millones de euros de fondos para el paro, desviados desde la Junta a las cuentas de todos los partidos y sindicatos de izquierda (PSOE, IU, UGT, CCOO) que mandan en la mayor y más poblada región de España desde las elecciones de 1977 y 1979. La juez padeció una feroz campaña de difamación, personal y profesional, que fue acaudillada por 'Mienmano' Guerra y, lo más grave, respaldada por el CGPJ. O sea, por el PSOE y el PP, porque, según Valencia Plaza, dijo que "no le permitieron seguir con el caso ERE con el voto unánime del PP y del PSOE en el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía".
Y ante las preguntas del auditorio, acaso perplejo, ratificó:
"Mueven los jueces a su antojo. Yo estoy en la Sección Séptima porque no se me permitió quedarme; porque el Consejo General del Poder Judicial votó unánime, PP y PSOE, y por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía".

Un linchamiento político, sindical y judicial

Además de Guerra, Chaves, Griñán y demás 'famiglia' sociata, cabe recordar que en la vanguardia del linchamiento de la juez estuvieron IU de Andalucía (hoy Podemos) llamándola "ultra, pija y católica", y sobre todo los sindicatos, que al llegar la instrucción a la mangancia de los cursos de formación, llegaron a cercar su juzgado con más trescientos "liberados" e "imputados", obligando a la policía a sacar a la jueza por la puerta de atrás. Pero la verdadera y finalmente exitosa conspiración contra Alaya la protagonizaron el consejero de Justicia e Interior, Emilio Llera, el TSJA que denuncia la jueza y, finalmente, el Consejo del Poder Judicial, que respaldó la decisión del TSJA, criatura sociata, que le quitó el caso a la juez Alaya y puso a trocearlo a la juez Bolaños, que pareció disfrutar con la charcutería porcina y el embutido rojo-pimentón de la chorizada judicial.
Pero entonces los medios simpatizantes del PP y UPyD -Ciudadanos no se había convertido todavía en partido estatal- defendíamos a Mercedes Alaya. ¿Qué ha pasado para que aquella señora imponente, popularísima en la Derecha y en la Izquierda decente tras plantar cara a la corrupción en su más extenso solar, se haya convertido en un "juguete roto" informativo?
Pues que, efectivamente, ese CGPJ, donde ahora están representados y mangonean todos los partidos -sólo UPyD rechazó su vocalito; IU lo aceptó de mil amores- siempre con el PSOE y/o el PP al frente, certificó el cierre del caso de los ERE. Y lo que critica Alaya es el empeño del PP hoy, del PSOE ayer, en que sean los fiscales los encargados de instruir los casos. Ahí ha estado implacable. Y tiene sobradas razones, objetivas y subjetivas.
La clave de su expulsión del encausamiento de la corrupción en Andalucía está en la carrera fiscal de ciertos políticos y en la carrera política de ciertos fiscales. Fiscal dizque en excedencia es el Vichinsky de la Junta, Emilio Llera; y fiscal de carrera es Gallardón, cuyo hombre fuerte en el aparato judicial es Carlos Lesmes, que a su vez promovió a Díez-Picazo para la Sala 3 del Supremo por donde pasaría lo que más preocupaba de la juez Alaya: reunir en un solo caso los ERE, los cursos de formación y el grupo IDEA que los pastoreaba, unión que afectaba a Braulio Medel, gran cajero del PSOE andaluz desde hace décadas. Fue Medel el que recurrió a los tribunales para separar los ERE y los Cursos de los administradores en IDEA. Y para despiezar el sumario, que se refería a una misma trama de corrupción que actuaba en tres áreas de trinque quitaron a Alaya y pusieron a la Juez Bolaños, amiga de Llera.
Hace casi dos años, Jesús Cacho lo denunciaba con toda claridad:
"El miércoles, el Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) eligió por 12 votos contra 8 al magistrado Luis María Díez-Picazo nuevo presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (TS). El ganador, de brillante currículum, es gran amigo del presidente del TS, Carlos Lesmes, el mandamás de la cosa, que ha logrado así salirse con la suya. El perdedor, que durante 5 años dirigió satisfactoriamente la Sala y que se presentaba a la reelección, se llama José Manuel Sieira, pero ha tenido la desgracia de haberse enfrentado a Lesmes en el asunto del indulto concedido al kamikaze -remember Gallardón, siempre Gallardón- que en 2003 provocó la muerte de un joven en la autopista AP-7 (un escándalo que Vozpopuli destapó en su día) y desde entonces Lesmes le había puesto la proa". (Vozpópuli, 26-7-2015)
Probablemente, la única razón de que Gallardón no se ha sentado en el banquillo del caso Urdangarín y no haya sido encausado hasta ahora en la Operación Lezo, a pesar de que la trama exterior del Canal de Isabel II es suya desde el primer y escandaloso pelotazo de 85 millones de euros, es la fuerza que conserva en los estrados fiscales y judiciales. Por ahora, digo. Porque lo primero que hizo Ignacio González fue tapar ese pelotazo de Gallardón, su enemigo político, por el bien del PP. Y no existe razón para que el juez Velasco respete a un respetado que no merece respeto alguno. Salvo alguna otra conexión que desconocemos, y que tal vez es a lo que se refiere Alaya cuando carga contra la Fiscalía Anticorrupción, engendro que creó Felipe González exclusivamente para tapar la corrupción del PSOE.

La corrupción de la Fiscalía Anticorrupción

Ha dicho la briosa jueza sevillana que "el Ministerio Fiscal tiene dos problemas, la jerarquía y la unidad de actuación". Dado que el Gobierno elige al fiscal general del Estado, y éste a los de Anticorrupción, el Gobierno está presente en todos los casos de corrupción"; que "no mueven un dedo si no reciben órdenes de Madrid, porque lo he vivido", y que "no se puede usar a los fiscales como lacayos".
Querrá decir que no se debe, porque poder, lo que se dice poder, vaya si pueden. Y como sucede con los jueces, que no pueden hacen carrera sin la protección de un partido político y ya no se sabe quién corrompe a quién, también los fiscales en los últimos casos de corrupción, de Madrid o Barcelona, o sea, de Pujolandia, han quedado a la altura de los jueces de los altos tribunales y de ese tribunal especial -y especialmente prescindible- llamado Audiencia Nacional, donde los profesionales íntegros se pierden en la pasarela publicitaria de jueces sin escrúpulos, a lo Garzón.
Volver a leer algo sobre la juez Alaya me devuelve con melancolía a aquellos tiempos en que jueces como Barbero o Gómez de Liaño podían convertirse en enemigos de la casta del 'PRISOE', pero tenían la atención y el apoyo de la ciudadanía a través de muchos medios de comunicación. El gran cambio a peor, desde entonces, está en los medios, enfeudados a los grandes multimedia, y a la costumbre del PP y el PSOE de dominar jueces y fiscales para ahorrarse problemas con la Justicia, sin apenas oposición mediática.

Politización de la Justicia, judicialización de la política

No siempre lo logran, claro está, pero la estructura podrida sigue ahí. Desde la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 -el sepulcro de Montesquieu-, a la traición y rebatiña del CGPJ por Gallardón, pasando por el pacto Michavila-López Aguilar en tiempos de Aznar, todo lo que han hecho el PSOE, que lo anunciaba, y el PP, que lo negaba en la Oposición y lo pactaba con el PSOE en el Gobierno, es la politización de la Justicia, que los partidos compensan con una permanente judicialización de la política.
El resultado es que, según una encuesta reciente, los españoles son, de todos los europeos, los que menos confianza tienen en la Justicia. Y con razón. No sé de dónde sacaremos fuerzas para volver a tener esperanza en que éste, que es el problema capital de España, tenga atisbos de remedio. Pero hemos de encontrarlas. La reaparición de la juez Alaya nos devuelve un sentimiento que no deberíamos olvidar: la incurable nostalgia de la Ley.