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viernes, 6 de mayo de 2016

El 'Podemos griego' sube el IVA del pan y los libros al 24%

 

 
El Gobierno de Syriza, el llamado 'Podemos griego, propone elevar a la troika subir el IVA al 24% para continuar con la asistencia financiera. Actualmente, el IVA en Grecia es del 23%, uno de los más altos de la UE y que con la subida alcanzaría niveles de países nórdicos, como Suecia o Dinamarca.

La nueva subida se impondría a partir del 1 de julio y se espera que aporte ingresos adicionales de entre 400 y 500 millones de euros al año. La subida del IVA afectará a todos los alimentos que no sean frescos, como pasta, arroz, café, harina, dulces, así como bebidas y zumos, pero también al transportepúblico, la restauración o los libros.


Con esta medida, el Gobierno pretende evitar una desviación del objetivo presupuestario del 1% del producto interior bruto (PIB) que, según los acreedores, se podría producir en los presupuestos de2017 y 2018 por la decisión del año pasado de no elevar del 13% al 23% el IVA en la factura del agua y de la luz, y de restringir la subida en los colegios privados.
El rescate firmado en verano pasado contempla que si el Gobierno rechaza una medida de ahorropropuesta por los acreedores debe buscar "alternativas".
Ya en verano de 2015, en el proceso de la negociación del tercer rescate, Grecia y la denominada cuadriga -Comisión Europea, Banco Central Europeo, Mecanismo Europeo de Estabilidad y Fondo Monetario Internacional- acordaron subir el IVA general del 21% al 23%.
Además, muchos de los productos que hasta entonces estaban sujetos a un IVA reducido del 13%, como todos los alimentos procesados, pasaron directamente a un 23%.
En el proceso de negociación para cerrar la primera evaluación de este tercer rescate griego, los acreedores, pero sobre todo el FMI, ha mostrado reticencias respecto a algunas de las fórmulas de ahorro propuestas por el Gobierno, y exigen medidas de efecto inmediato, como lo son las subidas de impuestos indirectos.
En la Unión Europea tan solo cinco países -Holanda, Suecia, Dinamarca y Finlandia, Croacia y Rumanía- tienen un IVA igual o superior al 24%.
En la zona euro, solo Finlandia, con un IVA del 24%, igualaría a Grecia.
El presidente de la Cámara de Comercio de Atenas, Yannis Jadyitheodosiu, señaló hoy en declaraciones al portal económico Naftemporiki que esta nueva subida asestará un nuevo "golpe brutal" a hogares y empresas.
A su juicio, un nuevo aumento llevará a una reducción del consumo, lo que muchas empresas serán incapaces de sobrellevar.
A este posible nuevo aumento se sumará también en julio, en plena temporada turística, la segunda fase de la subida del IVA en las islas, que hasta el año pasado gozaban de un régimen especial insular y a las que se aplicará el mismo tipo que en el resto del país.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Alexis Tsipras y Pablo Iglesias se echan unas risas junto a los cerdos de la Granja Animal

Tras timar a los griegos dos veces, Syriza logra que se dejen timar una vez más

Alexis Tsipras y Pablo Iglesias se echan unas risas junto a los cerdos de la Granja Animal

   
Hace muchos años, estando aún en el colegio, leí “Rebelión en la granja”, novela con la que el izquierdista George Orwell pretendía denunciar la traición del estalinismo al genuino comunismo.
La ultraizquierda no pide consultar a los españoles sobre el tercer rescate a Grecia
Los de “el miedo va a cambiar de bando” provocan que los ahorros huyan del banco
Una novela alegórica sobre cerdos bolcheviques
Usando una alegoría, Orwell sostenía que los ideales de la revolución bolchevique, representada por la rebelión de los animales de la Granja Manor, habían sido traicionados por Stalin y sus acólitos. En la novela los cerdos toman la iniciativa de la rebelión por ser los más inteligentes de los animales. Eran los guías de la rebelión y los que asumían el liderazgo de los demás. En la novela los cerdos eran el Partido Comunista. Entre ellos Orwell hacía distinciones. Había dos cerdos a los que presentaba como justos: Mayor, el más viejo, representaba a Lenin, y Snowball a Trotski, que acababa exiliado por instigación del cerdo Napoleón, que hacía el papel de Stalin. El célebre poeta T.S. Eliot rechazó la novela de Orwell por su orientación trotskista, y no le faltaba razón. El tiempo acabaría mostrando a todo el mundo que los crímenes y la opresión del comunismo no fueron una corrupción de sus esencias ideológicas, sino el desarrollo lógico de sus tesis materialistas y totalitarias. De hecho, los crímenes soviéticos empezaron ya con Lenin, desatando hambrunas que dejaron millones de muertos, con la intención de someter a la población. El cerdo Mayor era, en el mundo real, un genocida, y Snowball era uno de sus principales cómplices.
El “capitalismo de Estado”: tapando las miserias del comunismo
La novela acaba con los animales de la granja viendo una escena insólita: media docena de miembros de la casta dirigente de los cerdos, con Napoleón a la cabeza, celebran una cena con media docena de granjeros -los humanos eran los enemigos-, riendo y cantando. En esa cena los cerdos se vanaglorian de tener la propiedad de la granja animal, en la que los demás animales han acabado siendo mucho más explotados que con su antiguo propietario humano, pero acallando toda protesta. Orwell conecta con la idea de que el comunismo soviético degeneró en un capitalismo de Estado, una tesis que muchos comunistas han sostenido tras la caída del Muro de Berlín, como una cínica forma de atribuir al capitalismo los errores y vilezas del comunismo. Hay que tener en cuenta que el capitalismo implica la existencia de propiedad privada, y en el comunismo ese derecho brilla por su ausencia. En el Estado soviético los medios de producción eran propiedad del Estado. Ni siquiera las viviendas eran de las personas o de las familias que las habitaban, sino una propiedad del Estado que se asignaba siguiendo determinados criterios, entre los que no figuraba que la vivienda fuese de tu gusto o de tu elección. Aún en septiembre de 1989 la URSS se resistía a admitir la propiedad privada, sólo un par de meses antes de la caída del Muro de Berlín y un par de años antes del derrumbe del Estado soviético. Bajo el comunismo el trabajador ni siquiera era dueño de su fuerza de trabajo. El economista Vasili Seliunin, convencido anticomunista y una de las más destacadas voces críticas de la URSS en los años de la Glasnost, criticaba esa apropiación del trabajo en estos términos: “No se permite que la fuerza de trabajo se convierta en objeto y sea una propiedad individual del trabajador, que ha sido así expropiado de su fuerza de trabajo.”
Dos comunistas que se felicitan por el nuevo éxito de un engaño masivo
Estas consideraciones sobre el comunismo son necesarias para abordar una de las noticias que dejó el día de ayer: el comunista Alexis Tsipras ha vuelto a ganar las elecciones en Grecia. Desde España otro comunista, Pablo Iglesias, se ha apresurado a felicitarle por lo que considera “la victoria del pueblo griego”. Leyendo esto uno se queda tan extrañado como los habitantes de la Granja Animal al ver los cambios de consignas que ordenaba la casta porcina. El problema de muchos de esos animales es que tenían mala memoria. Yo no. Recapitulemos.
Tsipras ganó las elecciones griegas del 25 de enero, valiéndose de una serie de propuestas entre las que se incluían la reestructuración de la deuda, el aumento del gasto público, la subida de los impuestos, la nacionalización de bancos y empresas, la subida del salario mínimo y de las pensiones y una mayor rigidez en el mercado laboral. Teniendo en cuenta la precaria situación de las cuentas públicas griegas y en especial su enorme endeudamiento a causa de políticas como las prometidas por Tsipras, las propuestas de Syriza eran claramente irrealizables pues tendrían un coste astronómico que Grecia no tenía como financiar. La victoria de Syriza no fue, como dijeron algunos, una victoria del pueblo griego o una derrota de las políticas de austeridad. Antes bien, esa victoria de Syriza fue el triunfo de un engaño masivo que pronto se vino abajo. Como cabía esperar, Tsipras no pudo desarrollar sus irreales proyectos porque no había forma de financiarlos. Pero lejos de contribuir a mejorar la situación griega, las propuestas radicales de Syriza desataron el pánico y hundieron la solvencia de Grecia hasta mínimos históricos. ¿Qué insensato presta dinero para hacer fantasiosos proyectos a un gobierno que se niega a reconocer sus deudas?
Syriza, o cómo rematar del todo a un país con serios problemas
Siguiendo los consejos de su estrafalario ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, Tsipras convocó un referéndum a modo de órdago contra la Unión Europea. Pretendía consultar a los griegos, una vez expirado el plazo de pago, si eran partidarios de asumir el pago de sus deudas. Desde Podemos defendieron esta pantomima como la panacea de la democracia, como si lo democrático fuese decir a tus deudores que vas a hacer una consulta para decidir si les pagas lo que les debes. Para colmo, Tsipras anunciaba que respetarían los resultados de la consulta “sean cuales sean”, pero que no los llevarían a cabo si triunfaba el “sí”. Es decir, que sólo haría lo que le ordenara el pueblo si era lo que le apetecía hacer. Toma democracia. La pérdida de solvencia que esto suponía para Grecia era enorme y tenía unas consecuencias inevitables. A finales de junio Grecia estaba con un pie fuera del euro y con la gente haciendo colas en los cajeros para recuperar sus ahorros: el país acabó en un corralito bancario, con una pérdida colosal de capitales y con los ciudadanos incapaces de acceder a sus ahorros y pensiones. Con sus políticas radicales Syriza acabó por hundir el país, dañando gravemente a su sistema bancario y a su tejido empresarial, con una enorme destrucción de empleos. Obligado por los acontecimientos provocados por su propia irresponsabilidad, y tras haber rechazado los dos rescates previos a Grecia, Tsipras acabó pasando por el aro de la UE para pedir un tercer rescate, aceptando unas medidas de las que abominan Pablo Iglesias y Podemos en España: reforma de las pensiones, elevar la edad de jubilación a los 67 años; eliminación de subsidios a agricultores; privatización de empresas públicas; subida del IVA; flexibilización del mercado laboral y liberalización del sector de los servicios. Es decir, que Tsipras, que dijo que no obedecería el referéndum si ganaba el “sí”, acabó desobedeciéndolo tras la victoria del “no” a la deuda, la opción que él mismo apoyó. ¿Y qué hizo Podemos? Pues Pablo Iglesias salió en apoyo de Tsipras a pesar de hacer lo contrario de lo que prometió a su pueblo.
Tsipras decidió probar si le funcionaba otra vez más el timo…
Así pues, tenemos una Grecia que es el resultado de décadas de despilfarro público, de un sistema de pensiones públicas insostenible, de un desmesurado peso del sector público sobre la economía y de un endeudamiento estatal que ha acabado haciéndose insoportable para el país. Grecia es la mejor demostración de la ruina que generan las políticas socialistas, tanto las aplicadas por el PASOK como por los conservadores de Nueva Democracia (en este aspecto Grecia se parece mucho a España, pues aquí la derecha parlamentaria también ha asumido los disparates económicos de la izquierda: más impuestos, más gasto público, más deuda pública…). Pero además Grecia demuestra también que las recetas populistas de la ultraizquierda, lejos de mejorar la situación, la agravan y mucho. Para que Grecia prospere necesita sanear su economía y aligerar el insoportable peso del Estado. Tsipras se ha limitado en estas elecciones a prometer que intentará mejorar las condiciones del rescate, condiciones que él mismo aceptó y que aprobó el Parlamento griego. A estas alturas los griegos no tenían ningún motivo para confiar en un mentiroso que traicionó sus irrealizables promesas electorales y su compromiso sobre el referéndum que él mismo convocó, y al mismo tiempo, los acreedores de Grecia ven como el trilero de Syriza insiste en regatear el cumplimiento de unas condiciones que ya había aceptado.
… y los griegos se dejaron timar de nuevo
Sin embargo, en una demostración más de que la opinión de la mayoría no siempre está del lado de la razón ni de la sensatez, los griegos se dejaron engañar ayer, una vez más, por ese timador. Si te mienten una vez la culpa es de quien te engaña, pero si te mienten dos veces, la culpa es tuya por fiarte de un mentiroso. Cierto es que las elecciones de ayer estuvieron marcadas por una alta abstención (el 45,5%), pero el hecho es que Syriza ha vuelto a ganar tras engañar a los griegos dos veces. Que Podemos llame a esto la “victoria del pueblo” me parece de chiste. Ya me imagino a Tsipras e Iglesias echándose unas risas, sentados a la mesa de los mismos políticos europeos que han aceptado llevar a cabo un tercer rescate a Grecia a costa de nuestro dinero, y sabiendo ya que la palabra de Tsipras no vale nada. A la casta porcina de Alexis Tsipras y de Pablo Iglesias el triunfo del engaño de Syriza le permite prolongar su verdadera hoja de ruta: generar inestabilidad, desesperación y miseria, que es el único escenario en el que los charlatanes del populismo pueden obtener la atención y el apoyo de millones de incautos. Pero hay algo más. En su escena final Orwell presentaba como indistinguibles a los cerdos estalinistas y a los granjeros capitalistas. Y en algo coincide esto con la cena que podrían mantener Tsipras, Iglesias, sus amigos porcinos y los políticos de la UE: tanto la izquierda populista como la clase dirigente europea, al menos la asentada en el consenso socialdemócrata (que es la mayoría), pretenden que los ciudadanos dependamos del Estado en mayor o menor medida, pero desde luego ambos sitúan esa medida muy por encima de lo que sería deseable en una sociedad libre y que no quiera verse sometida a los caprichos de una clase política instalada en el intervencionismo salvaje. Una clase política que cada vez se parece más a los cerdos de la Granja Animal.

jueves, 27 de agosto de 2015

Podemos no acalla a sus díscolos: un eurodiputado acusa a Tsipras de «abandonar» Syriza


Miguel Urbán arremete contra la «irresponsabilidad» del primer ministro griego días después de que Iglesias asegurara que la postura oficial del partido era apoyarlo con firmeza


Dos días después de que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, estableciera frente a los micrófonos de la prensa que la postura oficial de su partido era apoyar con firmeza al primer ministro griego, las voces díscolas y críticas con las decisiones de Alexis Tsipras continúan imparables.
Este miércoles ha sido el turno del eurodiputado de Podemos y cofundador del partido Miguel Urbán, perteneciente al movimiento Anticapitalistas y habitualmente uno de los más críticos dentro de la formación.
Urbán arremete en su blog contra Tsipras por «claudicar» ante la Troika aceptando el tercer rescate a Grecia, «el humillante armisticio de una guerra económica de la que el pueblo griego sigue siendo la principal víctima». El eurodiputado critica, además, que el líder de Syriza «impusiera» el acuerdo «sin un debate a fondo en las filas de su propio partido» y lo acusa de «propiciar de forma indirecta la ruptura del proyecto de Syriza como la principal fuerza anti-austeridad en Europa». Urbán insiste en que la estrategia de Tsipras es «equivocada e incompleta» y lo ve responsable de «dilapidar toda la fuerza democrática de su pueblo» al no materializar el resultado del referendum en decisiones y planes concretos.
El paralelismo entre los postulados antiausteridad defendidos por Syriza y los que sostiene Podemos hacía inevitable preguntarse si el fracaso del Gobierno griego debiera presentarse como un fracaso futuro para un posible gobierno morado en España. Urbán se detiene en este punto y asegura que la claudicación de Tsipras, apoyada y alabada por Iglesias como un gesto de «valentía y responsabilidad», «bloquea la esperanza, demuestra que, al final, todos son iguales y que no hay alternativa a lo existente». «Es un pésimo precedente para cualquier otro pueblo que decidiese desafiar el poder establecido en el marco de esta Unión Europea», precisamente lo que espera hacer Podemos, advierte Urbán.
Como Urbán, muchos miembros de Podemos difieren de la postura de su líder, que ya a medidados de julio reconocía en la presentación de un libro que, a su juicio, «lo que hizo el Gobierno griego es tristemente lo único que podía hacer». El eurodiputado y cofundador del partido cree que «sí hubo alternativa, tanto en la estrategia de negociación como en la política económica a seguir». Y añade, en lo que parece una advertencia a los suyos: «Esta es una valiosa lección que nos deja la 'tragedia griega'».
Los miembros del ahora movimiento Izquierda Anticapitalista, antes un partido que decidió disolverse para integrarse en la formación morada y al que pertenece Miguel Urbán, ya habían defendido en declaraciones a ABC que son las decisiones de Tsipras las que han «desencadenado la ruptura» en Syriza. «Firmar el tercer rescate supuso incumplir el programa con el que ganó las elecciones del 25 de enero», y criticaron además «que no se debatiera esa decisión dentro del partido». Es este un reproche que repetidas veces han proferido contra la dirección de su propia formación política, con Iglesias a la cabeza.
Urbán insiste en su artículo en este punto y considera una «irresponsabilidad» que Tsipras no «desee escuchar a su partido». Y vuelve a poner el foco en lo que pueda ocurrirle a Podemos en España: «Aceptar algo así [el rescate] supone el fin de cualquier atisbo de soberanía popular, la muerte de la democracia en Grecia y un escenario de desmoralización que trasciende las fronteras helenas».

miércoles, 1 de julio de 2015

Las siete lecciones que Syriza quiere darnos a los europeos sobre el desastre de Grecia

A pesar del desastre, la ultraizquierda griega aún presume de tener la razón

 

 
La historia de Grecia en las últimas décadas es una nueva demostración -que se añade a la de las dictaduras socialistas- de que un Estado elefantiásico es el mejor camino hacia la ruina.
A pesar de la evidencia, partidos políticos como Syriza y Podemos han hecho bandera de un expansionismo del Estado y del gasto público, sin aclarar nunca ni explicar de dónde pensaban sacar el dinero para financiar el colosal despilfarro que se deducía de sus programas políticos. Ahora los hechos dejan en evidencia el despropósito que defienden, pero a pesar de ello tanto Syriza como Podemos insisten en aleccionarnos sobre cómo gestionar una economía. Veamos algunas “lecciones” que podemos sacar del desastre griego:
 
1ª. Gasta más de lo que ingresas, hasta el despilfarro.
Grecia tiene una larga tradición de gastar más de lo que ingresa. Fue aceptaba en la unión monetaria europea -la zona euro- en el año 2000 con un déficit público del 3,38%, que rebasaba el máximo fijado en un 3% para todos los países. Entre 1995 y 2014 la media del déficit público griego fue del 7,19%, con un pico del 15,7% en 2010, año del primer rescate a Grecia por parte de la UE y el FMI. A comienzos de 2014 el déficit era del 12,3%. Incluso a pesar de los ajustes recientes, el Estado griego sigue sobredimensionado, pero lo peor es que a estas alturas la idea de que “papá Estado” tiene que dártelo todo ya está muy enraizada en la sociedad helena.
 
2ª. Deja a tus hijos una herencia en forma de deudas.
En 2002, año de la puesta en circulación del euro, Grecia ya tenía una deuda del 101,7% del PIB. Al comienzo de la crisis, en 2008, ya era del 109,3%. En 2010, cuando se hizo el primer rescate a Grecia, el país ya acumulaba una deuda del 146%. Actualmente ronda el 175%. Las políticas de excesivo gasto público llevadas a cabo por los socialistas del PASOK, por los conservadores de Nueva Democracia y también por la izquierda radical (Syriza) han acabado dejando al Estado griego en quiebra. Todo ello por adherirse a la filosofía keynesiana de vivir de las deudas de forma indefinida y dejando a las generaciones futuras una herencia en forma de pufos.
 
3ª. Para poder mantener tus despilfarros, pide dinero prestado a tus vecinos.
El resto de países de la Unión Europea y el FMI han aportado más de 240.000 millones de euros para rescatar a Grecia. La cantidad aportada por España supera los 26.000 millones, un dineral que podría haber servido para aliviar considerablemente la situación en España y que fue comprometido en 2010 y 2011 por el gobierno de Zapatero, que dijo que España ganaría 110 millones al año con esos créditos, algo que no ha ocurrido. Grecia ha seguido manteniendo uno de los gastos militares más elevados de Europa en relación al PIB, y su Estado sigue teniendo una proporción de funcionarios en relación a su población aún mayor que la de España. Un 52% de los hogares helenos tienen una pensión pública como principal fuente de ingresos, algo insostenible para cualquier economía, y más si tenemos en cuenta que los pensionistas griegos se jubilan de media entre los 59 y 60 años (la media europa supera los 64). Hace dos años 11 países de Latinoamérica pidieron al FMI no prestar más dinero a Grecia, ante el convencimiento de que no lo iba a devolver. Gracias a la brillante idea de Zapatero, España es uno de los cuatro países más expuestos de Europa ante una posible quiebra de Grecia, y el tercero en relación a su exposición en relación a sus habitantes. Indiferentes a este peligro para nuestro país, y tras presumir de patriotas, desde Podemos insisten en proponer el impago de la deuda por parte de Grecia.
 
4ª. Cuando te pidan devolver los préstamos, dales largas.
El plazo de los rescates a Grecia vencía en diciembre de 2014. Grecia consiguió una prórroga de dos meses hasta febrero de 2015. Luego obtuvo de sus acreedores otra prórroga de cuatro meses que vence esta noche a las 0:00 horas. La deuda griega obtuvo condiciones ventajosas sobre las del resto de países europeos, a pesar de que el Estado griego arrastra un largo historial de morosidad e insolvencia. Después de sucesivas prórrogas, de un par de quitas de la deuda, de pedir agrupar sus pagos y de torear incesantemente a sus acreedores, ayer el gobierno de Syriza anunciaba que no pagará al FMI la cantidad que debía abonarle hoy, un pago que ya había aplazado a comienzos de este mes.
 
5ª. Pide más dinero prestado para poder pagar tus deudas.
Con una banca griega en quiebra por culpa del Estado heleno -que se dedicó a colocar su deuda en las entidades financieras de ese país, contribuyendo a su hundimiento-, Grecia no ha cesado de pedir dinero una y otra vez, a pesar de no cumplir los compromisos con sus acreedores.
 
6ª. Cuando las deudas te asfixien, amenaza con la ruina a tus acreedores.
Después de alimentarse del dinero prestado por otros países durante años, el 18 de junio una comisión del Parlamento griego consideraba “ilegal, ilegítima y odiosa” la deuda contraida por Grecia desde 2010, es decir, la adquirida con la enorme cantidad de dinero que han comprometido el resto de países europeos y los países donantes del FMI para rescatar a Grecia del desastre una y otra vez. A ese acto de ingratitud y desvergüenza se sumaba ayer un gesto de chulería de Alexis Tsipras: “No creo que quieran echarnos del euro porque el coste para ellos es demasiado grande”. Para colmo de cinismo, el presidente griego añadía: “Tenemos la justicia de nuestro lado”.
 
7ª. Convoca un referéndum para decidir si pagas tus deudas, y deja claro que no obedecerás el resultado si no es de tu agrado.
Incapaz de obtener más dinero de sus ya hartos acreedores, el gobierno de Syriza convocó para el 5 de julio un referéndum sobre los términos del acuerdo con el Eurogrupo, a sabiendas de que el último plazo de vencimiento del rescate expiraba cinco días antes. Los fans de Syriza -includos los dirigentes de Podemos- han presentado esta tomadura de pelo como la panacea de la democracia, como si lo democrático fuese que un deudor decida si le da la gana de pagar sus deudas o no. Pero ayer se desvelaba un detalle más de esta mascarada montada por Syriza para ganar tiempo -en vano- y también para cargar a los griegos con las consecuencias de la prepotente actitud mostrada por el gobierno heleno en la negociación: Tsipras anunciaba que respetarán los resultados de la consulta “sean cuales sean”, y acto seguido se desdecía: “los respetaremos pero no los llevaremos a cabo” si triunfa el “sí”. ¡Toma democracia!
La hoja de ruta ideal hacia la ruina
Si Syriza y Podemos mostrasen una pizca de honradez, habrían incluido estos siete puntos en sus programas políticos, dejando claro a sus votantes qué es lo que les esperaba si confiaban en esos nostálgicos de la economía planificada. Lo que acabo de exponer, que es la historia reciente de Grecia y el desarrollo de los disparates políticos del populismo más bananero, también es la hoja de ruta ideal para alcanzar la ruina y sumirse en la desgracia, ya sea una persona, una familia o un país entero el que lo haga. Y si a los votantes de Podemos no les basta los ejemplos de Cuba, Argentina, Venezuela y Grecia, pueden ir preparando sus ahorros para otro corralito si deciden poner al demagogo de Pablo Iglesias en La Moncloa.

domingo, 28 de junio de 2015

Podemos ser Grecia: El victimismo griego y el oportunismo de Tsipras (Syriza)

Hablando de humor negro: Se masca la tragedia (griega).
Ya anticiparon en su día  que Varufakis & cia no tenían intención ninguna de cumplir ningún acuerdo. Algo que, por otra parte, era evidente. Ningún acuerdo es posible si una de las partes se niegan. Y desde luego, cuando la gente abandona el camino de los argumentos y se adentra en la demagogia y el populismo, simplemente está constatando su absoluta falta de rigor; y lo mejor que se puede hacer con quien no quiere ser serio es no tratarlo. No hay más.
Tsipras puede decir todo lo que quiera de delirantes deudas alemanas de la guerra. Sencillamente los griegos deberían sentir asco de sí mismos por jalear semejantes mamarrachadas. Más aún si tenemos en cuenta que la deuda alemana de la IIGM fue más que ampliamente pagada. Es cierto que en su día Estados Unidos promovió entre los países acreedores la condonación de la deuda monetaria; pero Alemania pagó. ¡Vaya que si pagó! Pregúntenle a un alemán cuando pudieron reunificar su país o hasta qué año no han vuelto a ser propietarios de su propio espacio aéreo, por sólo poner un par de ejemplos.
Twitter
Ciudadanos griegos alarmados acuden a los cajeros a retirar su dinero. Imagen en Atenas anoche.
 
En medio de toda esa disertación incendiaria y suicida o asesina (que al que le tocará pagar los platos rotos es al pueblo, no a los gobernantes), la gente en manadas estás sacando sus ahorros como pueden de los cajeros.
Grecia está a punto del corralito, creen; pero se equivocan. La que se les viene encima es mucho peor: La salida de Grecia del euro tendrá consecuencias devastadoras para la población griega; pero no para el gobierno que ya ha mostrado reiteradamente su vocación de aliarse con Putin, lo que derivaría en un régimen que sería cualquier cosa menos democrático.
Pero lo cierto es que de lo que les pase a los griegos sólo serán responsables los griegos.
Daniel Lacalle resume en un sólo tuit el disparate de la posición griega:
Daniel Lacalle @dlacalle
El gran éxito de la política suicida de Syriza va a ser que por no bajar las pensiones un 2% las pagará devaluadas un 50% mínimo en dracmas
 
Y no hay medias tintas en esto. Es tan evidente (incluso para los griegos, que por eso sacan del cajero el dinero que pueden) que discutirlo simplemente es perder el tiempo.
Peor áun, Grecia fuera del Euro no será un país que no pudo pagar, será un país que no quiso pagar. No suele ser una buena tarjeta de presentación para hacer negocios decirle al mundo que cuando llegue el momento de cumplir no lo vas a hacer si no te apetece. Ustedes me correjirán en este punto si lo ven de otra forma.
Hay una cantinela que vienen repitiendo los griegos una y otra vez, que es la misma basura demagógica e indecente que repiten los sirizos españoles, Pablo Iglesias, Carmena, PiñitaHaColau y compañía: Que la deuda que tiene Grecia no la han contraído los griegos. A fuerza de tanto repetirla quizás haya algunos griegos y algunos podemitas se lo hayan creído, pero lo cierto es que no por mucho repetirlo deja de ser mentira: Los gobiernos griegos que contrajeron la deuda no eran hordas marcianas que hubieran conquistado Grecia, eran políticos que fueron elegidos por los griegos.
Lo que pasa es que a todo el mundo le gusta vivir a todo tren con el dinero de los demás. Y oye, ¿quién no quiere cobrar un extra por llegar al trabajo en el horario previsto o cuidar de cuatro macetas (literalmente) junto con otros 49 jardineros más? Repito: Los votaron ellos. No son inocentes.
Mientras tanto, en España Pablo Iglesias y su tropa de antipatriotas de postín se vociferan que hay que apoyar a Grecia contra viento y marea. Ya ven ustedes, qué solidarios los chicos de PODEMOS.
Giliprogre @Giliprogre
¿Dinero público para salvar la banca española? ¡Nunca! ¿Dinero público para salvar la banca de otro país? ¡Sí, eso mola!
Lo que sea con tal de desestabilizar y jugar contra los intereses de España. A ver si consiguen hacer de España otra Grecia.
 

martes, 26 de mayo de 2015

Acabar con Syriza es muy sencillo

 

El populismo, al igual que las mentiras, tiene las patas muy cortas. Basta que los salvapatrias de nuevo cuño empiecen a poner en macha su particular recetario estatista para que la población, tarde o temprano, acabe despertando de ese nefasto hechizo político, tras descubrir, entre una mezcla de horror y desesperanza, que las promesas utópicas de su amado líder se traducen en más ruina y caos social, así como una flagrante violación de derechos y libertades fundamentales.
El reciente ascenso de Syriza al poder en Grecia no escapa a esta trágica realidad. Tras siete largos años de profunda crisis, la sociedad helena presentaba el caldo de cultivo idóneo para el auge del populismo, tal y como ha sucedido en otros países de la periferia europea, aunque en menor medida, como es el caso de Podemos en España, Movimiento Cinco Estrellas en Italia o el Frente Nacional en Francia.
El ejemplo griego, sin embargo, es el más grave, ya que el extremismo político campa a sus anchas en su arco parlamentario, con nazis, comunistas y todo un elenco de formaciones ubicadas en la izquierda radical bajo el paraguas de Syriza. Los principales culpables de esta situación son, sin duda, los partidos tradicionales, Pasok y Nueva Democracia, puesto que, debido a su desidia y necedad, han retrasado y dificultado hasta el extremo la aplicación de las reformas y ajustes que precisaba el país para garantizar la solvencia estatal y salir de su profunda crisis económica. No en vano, Irlanda y las economías bálticas superaron su particular situación de quiebra técnica mediante un drástico y firme plan de austeridad pública y flexibilidad económica, cuyo resultado está siendo todo un éxito en materia de crecimiento, creación de empleo y equilibrio presupuestario.
 
La irresponsable inacción que, por el contrario, mostró el tradicional bipartidismo griego desde el estallido de la crisis hasta 2012 apuntaló la insolvencia estatal y prolongó la agonía económica, exacerbando así una indignación popular que, por desgracia, abrió de par en par las puertas del poder al nuevo salvador, Alexis Tsipras.
El líder de Syriza supo aprovechar muy hábilmente la desesperación de los griegos para prometer un futuro de vino y rosas a base de repetir hasta la saciedad los mismos errores que causaron la completa ruina del país durante la pasada década: más gasto público, más intervencionismo estatal y más impuestos. Su proyecto consiste, básicamente, en reinflar la insostenible burbuja estatal que asoló Grecia en el pasado, solo que ahora, ante la imposibilidad de financiarse en los mercados, Atenas pretende engordar su elefantiásico sector público a costa del resto de contribuyentes europeos, impagando lo que debe, logrando un tercer rescate y abandonando por completo todo atisbo de austeridad pública y flexibilidad económica.
Por ello, el lema electoral de Syriza se centró en decir "no" al pago de la deuda, "no" a las condiciones del rescate y "no" a la supervisión exterior de la troika. Desde que llegó al poder, toda su estrategia ha consistido en suavizar al máximo o, directamente, incumplir los ajustes acordados con los socios europeos, mientras ganaba tiempo para negociar un nuevo plan de asistencia que le garantizara financiación extra para poder gastar e invertir a raudales con el ilusorio fin de impulsar el crecimiento del PIB.

El chantaje de Tsipras

Pero, ¿cómo convencer a la troika de ese disparatado plan? Muy sencillo. Blandiendo la amenaza de la ruptura del euro. El mensaje de Tsipras y su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, al resto de socios europeos ha sido el siguiente: "O cedéis a mis exigencias o impago y abandono la Unión... Vosotros veréis. Si Grecia sale del euro, otros países vendrán detrás".
Efectivamente, Syriza es muy consciente de que, una vez fuera, el mito de que el euro es irreversible estallaría en pedazos, desatando con ello una nueva tormenta financiera en la que los inversores comenzarían a barajar el próximo país en salir. Atenas piensa que, ante ese riesgo, tanto la eurozona como el BCE acabarán tragando, de una u otra forma.
Sin embargo, existe un factor muy importante que la actual cúpula de Syriza no ha tenido en cuenta: el tiempo. Cuanto más se prolongue la negociación sobre el rescate, más se deteriora el Gobierno de Tsipras. Y Alemania lo sabe, cosa distinta es si aguantará el embate hasta el final, con todas las consecuencias. Por el momento, lo único que se ha acordado es la extensión del programa de asistencia hasta junio, pero sin desembolsar el último tramo previsto (unos 7.200 millones de euros), ya que Tsipras se niega a cumplir los ajustes pactados.
Como resultado, Grecia avanza de nuevo hacia la recesión y la destrucción de empleo, al tiempo que sufre una gravísima crisis de liquidez bancaria y estatal que, en última instancia, amenaza con desatar un corralito e impagar sueldos y pensiones públicas. ¿A quién perjudica esta situación? Desde luego, no a la troika. El apoyo de los griegos a la estrategia negociadora de Syriza se ha desplomado a la mitad, desde el 72% obtenido en febrero a tan sólo el 35% actual.
Apoyo a la estrategia de Syriza | Berenberg

"La ausencia de una alternativa creíble mantiene a Syriza a la cabeza de las encuestas en intención de voto, pero es probable que ese apoyo se desmorone" conforme se prolongue la actual situación, tal y como indican los analistas de la entidad germana Berenberg. Y, puesto que la mayoría de griegos está a favor de mantenerse en el euro, dicha firma considera, con una probabilidad del 70%, que "Grecia hará, finalmente, lo que sea necesario para permanecer en la moneda única". Es decir, Syriza acabará cediendo.
Pero para que este escenario se produzca, se necesitan dos requisitos: en primer lugar, que la troika, con Berlín a la cabeza, se mantenga firme y no desembolse ni un solo euro hasta que Atenas cumpla todas las condiciones del memorando; y, en segundo término, que el BCE desenchufe por completo a la banca helena, tal y como reclama el Bundesbank, suspendiendo el mecanismo de financiación extraordinaria (ELA) del que depende su supervivencia, con el consiguiente corralito bancario.
La clave aquí es que Tsipras y Varufakis tan sólo contemplan dos alternativas: o rescate indiscriminado o salida del euro. Pero, en realidad, existe una tercera opción: quiebra y corralito, sí, pero dentro del euro. Si el Eurogrupo no desbloquea el rescate y el BCE desenchufa a los bancos helenos, Tsipras no podrá pagar a funcionarios, pensionistas ni proveedores, y los griegos tampoco podrán retirar sus depósitos en euros.
Atenas tendrá que emitir pagarés devaluados, una especie de moneda paralela, para evitar el colapso total del país. La recesión y la caída de la recaudación se están traduciendo en un menor superávit fiscal primario (descontando el pago de intereses), lo cual deja al Estado griego sin margen para poder cubrir su elevado gasto público. ¿Resultado? Tsipras se vería obligado a aplicar drásticos recortes de gasto y fuertes subidas de impuestos que, junto con la circulación de moneda devaluada (alta inflación), configuraría un cóctel explosivo a nivel político.
Al no existir mecanismos legales para expulsar a un estado miembro del euro, ésa decisión quedaría en manos de los griegos y, puesto que éstos no quieren abandonar la Unión, Syriza se encontraría entre la espada y la pared: o cede ante la troika o cae su Gobierno, o ambas cosas a la vez. "En vez de forzar la salida de Grecia, la UE podría dejarla atrapada dentro de la zona del euro y privarla de dinero, para luego sentarse a esperar y ver cómo se desploma el apoyo político interno al gobierno de Tsipras [...] En cuanto Tsipras se dé cuenta de que las reglas del juego entre Grecia y Europa han cambiado, su rendición será simplemente una cuestión de tiempo", tal y como advierte el analista Anatole Kaletsky.
Acabar con el populismo que gobierna hoy Grecia es muy sencillo, basta con que los acreedores se mantenga firmes en su posición para que la población helena pruebe en sus carnes las verdaderas mieles del programa de Tsipras y descubra, con sorpresa, que bajo la troika se vivía mejor. La única duda al respecto es si Bruselas, BCE y FMI tendrán la valentía y responsabilidad suficientes para hacerlo. Varufakis cree firmemente que no... Veremos.