La sesión de investidura ha evidenciado que lo que Sánchez nos ofrece no es un Gobierno para España, sino un Gobierno contra España. Este hecho estaba ya bastante claro viendo quiénes son los socios con los que el candidato a la Presidencia pretende fraguar esta investidura pero, por si alguien albergaba aún alguna duda, la respuesta del presidente en funciones a la intervención de la portavoz de Bildu, este domingo, terminó por confirmarlo.
La señora Aizpurua, en su infame alocución, nos habló del fascismo, nos pretendió dar lecciones de democracia y derechos humanos y puso blanco sobre negro el chantaje al que los bilduetarras han sometido a Sánchez tanto para apoyar su Gobierno en España, como en la Comunidad Foral de Navarra.
Pero siendo este hecho de una enorme gravedad, no fue lo más relevante. Lo más vergonzoso de la sesión fue la respuesta acomplejada, sumisa y cobarde de un aspirante a presidente que ha aparcado cualquier principio moral y ético con el único objetivo de alcanzar el poder como sea.
Que el candidato Sánchez no le aclarase a Aizpurua que fascistas son quienes han asesinado en España a 857 personas sólo por el que hecho de pensar diferente; que no le recordara el sufrimiento que ha causado la extorsión, la amenaza y el miedo que los terroristas de ETA han infligido a las sociedades vasca y navarra, así como al conjunto de la sociedad española durante más de cuatro décadas, y que no le reprochara su negativa a condenar tanto dolor y tanta barbaridad es indigno de un presidente de España. Sobre todo, lo es porque responde a una mera estrategia estrategia de poder.
El Partido Socialista ha tomado una decisión y es la blanquear a Bildu. Lo vimos el pasado mes de agosto en Navarra cuando aceptaron los votos de Bildu para elegir como presidenta de nuestra Comunidad a la señora Chivite, y lo vemos ahora cuando la abstención de Bildu posibilitará también la elección de Sánchez como presidente de España.
Como estamos viendo, el Partido Socialista está dispuesto a traspasar cualquier línea roja de la decencia y a trabajar para que Bildu parezca una fuerza política democrática más sencillamente porque lo necesita para acceder al Gobierno.
Pero a Bildu no se le puede blanquear porque no hay nada más negro en la historia democrática de nuestro país. No hay suficiente pintura para blanquear tanto sufrimiento, tanta indignidad y tanta barbarie.
Tratan de disfrazar de diálogo lo que no es otra cosa que una estrategia indecente de blanqueo y revisten de respeto a la pluralidad lo que no es más que una renuncia a cualquier principio moral con el único objetivo de gobernar a cualquier precio, aunque el precio en este caso se llame España.
Nos esperan tiempos difíciles. No tendremos un Gobierno que piense en el presente y el futuro de nuestro país. Tendremos un presidente dispuesto a vendernos al independentismo para mantener su colchón en la Moncloa pero, por fortuna, la sociedad española ya ha demostrado muchas veces que, a pesar de sus dirigentes y de sus gobernantes, sabe encontrar el mejor futuro.
Sergio Sayas
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