jueves, 29 de septiembre de 2016

7 razones por las que no me importaría que el PSOE desapareciese del mapa político español

Con sólo una de cualquiera de las razones que publico en esta lista me bastaría

7 razones por las que no me importaría que el PSOE desapareciese del mapa político español

   
La guerra interna que ha estallado en el PSOE con la dimisión ayer de 17 miembros de su Comisión Ejecutiva Federal podría acabar, según algunos, con la desaparición de ese partido.
¿Recordará esto el PSOE en el 125 aniversario del periódico El Socialista?
Franquismo y PSOE: la pendiente hacia la democracia y la pendiente hacia la ruina
Hay quien opina que eso sería una pérdida para el pluralismo político en España, y que nuestro país se resentiría con la desaparición de la principal opción de centro-izquierda que hay en nuestro mapa político. En las últimas horas son muchos -incluso de otros partidos- los que han tomado partido por un bando u otro en esa guerra interna. No es mi caso. Tengo buenas razones para no sentir ni lo más mínimo la desaparición de ese partido. Os digo algunas:
1ª. La vida de los más débiles e indefensos
El PSOE ha sido el autor de las dos leyes que introdujeron el aborto en España. La primera, de 1985, despenalizándolo en ciertos supuestos, y la segunda, en 2010, para desproteger por completo la vida humana en sus primeros meses de existencia. El resultado ha sido más de 2 millones de niños y niñas por nacer asesinados, seres humanos inocentes e indefensos que se han visto privados del derecho humano más elemental de todos: el derecho a la vida. Una colosal matanza que tiene como víctimas a los miembros más débiles de la especie humana.
2ª. La libertad y la calidad de la educación en España
Las últimas tres décadas de historia de nuestro sistema docente han estado dominadas por cuatro leyes educativas socialistas (LODE, LOGSE, LOPEG y LOE) que han convertido a España en la campeona europea del fracaso escolar, instalando la idea de que lo mejor es la igualdad de resultados, aunque eso implique premiar a los mediocres y penalizar a los buenos estudiantes. Al mismo tiempo, ha agredido sistemáticamente la libertad de educación, lanzando ofensivas contra la educación diferenciada, contra la libre elección de idioma en las escuelas y contra el derecho a la enseñanza de la religión, al mismo tiempo que imponía sus proyectos de adoctrinamiento ideológico en las escuelas, como la llamada “educación para la ciudadanía” y las leyes creadas para obligar a los alumnos a adherirse a la ideología de género.
3ª. La Memoria, Dignidad y Justicia para las víctimas del terrorismo
Durante años el gobierno socialista de Zapatero mintió a los españoles en relación a sus contactos con la banda terrorista ETA, primero negándolos y después falseando su contenido. El PSOE aceptó negociar con los asesinos el futuro de España, ultrajando a las víctimas de ETA y facilitando, a través de sus magistrados afines el Tribunal Constitucional, la vuelta de las marcas electorales etarras a las instituciones democráticas, sin que esa banda criminal se haya disuelto ni haya entregado las armas: una de las mayores traiciones cometidas en la historia de España.
4ª. La Unidad de España
Unos meses después de subir al poder, Zapatero afirmó que la nación es un concepto “discutido y discutible”, considerado superado el modelo de nación establecido por la Constitución Española. Su línea estaba en consonancia con la trayectoria política de su partido: el PSOE no ha tenido reparos en aliarse con partidos separatistas como el BNG, ERC y otros para hacerse con el poder en distintos lugares de España. En varias comunidades ha puesto toda clase de trabas para que las familias pudiesen ejercer su derecho a escolarizar a sus hijos en español. En Cataluña apoyó las multas lingüísticas a comerciantes por rotular en español, multas que también quiere instaurar en Baleares. El PSOE no ha escatimado esfuerzos en dar alas quienes hacen del odio a España su bandera política, al mismo tiempo que despreciaba a quienes cultivamos algo que se considera una virtud en cualquier país civilizado: el patriotismo y la defensa de la unidad nacional.
5ª. La libertad religiosa
El PSOE lleva muchos años haciendo gala de la cristianofobia más visceral. Durante la Guerra Civil española ese partido era el que dominaba el gobierno republicano cuando éste consintió e incluso alentó una persecución anticatólica con las características propias de un genocidio. En las últimas décadas se ha empeñado con dureza en agredir el derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde con sus convicciones, un derecho amparado por el Artículo 27 de la Constitución. Ha pretendido suprimir la enseñanza de la religión, un derecho de las familias que el PSOE nunca ha reconocido ni respetado. En el extremo más rastrero de esa ofensiva contra un derecho humano como es la libertad religiosa, incluso ha querido impedir la asistencia espiritual a enfermos y moribundos en hospitales.
6ª. El prestigio de las instituciones y la limitación del poder político
El PSOE se ha caracterizado por su apoyo a la idea de un Estado metomentodo, que ejerza un control desmesurado sobre la sociedad, se apropie de gran parte de nuestra propiedad vía impuestos y penalice a los empresarios por crear riqueza y empleo. España ha acabado teniendo muchos más funcionarios en democracia que en la dictadura, con una presión fiscal asfixiante, una deuda pública escandalosa y unas cifras de paro insostenibles. El desmesurado tamaño del poder político ha ido parejo, como no podía ser de otra forma, al aumento de la corrupción. El Partido Socialista, ya desde tiempos de Felipe González, ha protagonizado sonados escándalos de corrupción que han dilapidado las arcas públicas y el prestigio y la confianza en nuestras instituciones democráticas. Ya sólo con los casos de los ERE y el fraude de los cursos de formación, el PSOE se lleva la palma de la corrupción en España con 3.200 millones de euros saqueados.
7ª. La convivencia entre españoles y la verdad histórica
Obsesionado en su guerracivilismo, el PSOE impuso la “Ley de Memoria Histórica” para dividir España entre buenos y malos. Entre los primeros incluyó a quienes habían perpetrado una atroz persecución religiosa durante la Guerra Civil, y también a quienes cometieron toda clase de atrocidades en el bando republicano. Hoy personajes tan nefastos como Largo Caballero, Dolores Ibárruri, Buenaventura Durruti y otros, responsables de numerosos crímenes en aquella contienda, son objeto de calles, monumentos y otros reconocimientos públicos, mientras que a sus víctimas se las invisibiliza en nombre de una memoria histórica que no es más que la imposición del sectarismo izquierdista a la hora de valorar los hechos de nuestro pasado reciente.

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