Fue como si la apisonadora pasara sobre los trabucos de Curro Jiménez y del Tempranillo
Son unos artistas. No sé cómo no le han dado ya el premio Goya (sin premio) a Iván Redondo, por la de cosas que se le ocurren a este hombre y por cómo construye los guiones de las más falaces realidades. Ahora, en un patio del cuartel de la Guardia Civil de Valdemoro, el numerito de la destrucción de las armas de la ETA y del Grapo. Dicen que más bien del Grapo que de la ETA. Sobre ellas, como cuando destruyen una partida de relojes de marca falsos o de discos piratas de los que venden los manteros, el paso de una apisonadora. Que, según dicen cómo había dejado los tres rectángulos de armas por destruir, es lo menos
potente que se despacha en apisonadora. ¿Armas del Grapo? Un paripé. ¿Quién se acuerda ya de lo que fue el Grapo? ¿Quién recuerda que su nombre era el anagrama de ‘Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre’? ¿Quién sabe cuándo dejó de existir el Grapo y por qué causas? La supuesta destrucción masiva de armas fue un paripé perfectamente organizado por Redondo. El mismo que inventa las armas de destrucción masiva de la verdad con que funcionan Sánchez y el Gobierno.
Como todo se sabe, la Audiencia Nacional había ordenado destruir estas armas en 2016. Cinco años han tardado en montar el paripé, en el que no se dijo nunca la verdad: que ETA no ha entregado las armas ni condenado sus atentados. Que, por el contrario, el Estado le ha entregado las armas de la gobernabilidad a los descendientes políticos de aquellos asesinos que nunca pidieron perdón por la sangría de vidas que causaron. Con razón no asistió al paripé de Valdemoro nadie de los que de verdad, con la Justicia y con las fuerzas de Orden Público como armas, consiguieron la desaparición de la ETA. Aquellos que no estaban, porque no se prestaron a ir de extras en esta mala película, sí que sabían cómo se destruían las armas de la ETA y se acordaban del histórico Grapo. Vamos, fue como si la apisonadora pasara sobre los trabucos de Curro Jiménez y del Tempranillo.
Cuando esa apisonadora, pero con mayor fuerza, con mucho mayor peso en sus rodillos para aplanar la realidad a su conveniencia, es la que utilizan Sánchez y el Gobierno cada lunes y cada martes, siempre con guión de Iván Redondo, para destruir la verdad y para igualarla con la mentira, que la deja completamente aplastada y, lo que es peor, olvidada. Con el numerito de la apisonadora que casi nada destruye nos quisieron hacer olvidar la que tenemos encima, cómo el Gobierno mira hacia otro lado en cuanto se presenta un espinoso problema, y cómo mete bajo su apisonadora los elementos de control de los millones de euros de la UE para remediar los efectos sanitarios, económicos y sociales de la pandemia, con cuyo cuantiosa capa hará el sayo que más convenga entre sus amigos a la hora de repartir. Entre ellos, a los herederos de quienes empuñaron aquellas armas que tan malamente aplastó la apisonadora con su numerito demagógico y que sus votantes, como siempre, tragaron.
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