jueves, 22 de marzo de 2018

Los españoles no trabajamos para mantener a delincuentes venidos de fuera

Los españoles no trabajamos para mantener a delincuentes venidos de fuera

España es nuestro hogar: si has venido aquí a destrozarlo y a delinquir, ya conoces la salida

Una de las cosas más sagradas que tenemos los seres humanos es el hogar, porque es nuestra cuna, donde crecemos y aprendemos a amar y a soñar, y el refugio de nuestra intimidad.
El hogar es el sitio en el que nos crían nuestros padres, y en el que criamos a los hijos y cuidamos de los mayores. Es el baúl del tesoro en el que se acumulan nuestras vivencias y en el que conservamos los recuerdos de nuestros seres queridos. Y es también el castillo en el que nos sentimos seguros. Como buen castillo, el hogar tiene una puerta para protegernos del frío y de las visitas no deseadas. Somos nosotros quienes decidimos a quién abrir esa puerta y cuándo. Y abrir esa puerta, incluso cuando lo hacemos con suma hospitalidad, no significa conceder a nadie el derecho a llamar suya a nuestra casa. Ningún visitante tiene derecho a tratar mi casa como si fuese suya, y menos aún a hacer con ella lo que no haría con su propio hogar.
Por supuesto, el concepto hogar, en sentido amplio, engloba a varias esferas distintas de nuestro entorno vital. La más inmediata es nuestra casa, pero también está nuestra localidad, nuestra región y nuestra nación. Ésta última es el hogar más especial. Es el sitio en el que están enterrados nuestros ancestros, el lugar que se esforzaron por engrandecer, y por el que muchos lucharon e incluso dieron sus vidas, para que otros no se adueñasen de él. Como ocurre en tu casa, a tu nación pueden llegar invitados con intenciones aviesas. Algunos incluso lo hacen adoptando un tono impertinente, abusando de la hospitalidad ajena al mismo tiempo que la desprecian, como si tuvieran derecho a aprovecharse de nuestro país mientras lo maltratan y lo detestan.
Nada tengo contra los que entran en nuestro país, que es mi gran hogar, respetando las leyes y con el fin de buscarse la vida de una forma honrada. Es más: conozco a extranjeros que, tras años en España, han llegado a sentir tanto o más cariño por ella que el que sienten muchos españoles. Muchos de esos extranjeros incluso sirven a España en sus Fuerzas Armadas, y algunos han entregado su vida haciendo honor al juramento que prestaron a nuestra Bandera. Quien es capaz de sentir así a España es, para mí, tan español como si hubiese nacido aquí.
Precisamente, los invitados impertinentes, los que vienen a nuestro hogar a despreciarlo y a maltratarlo, merecen no sólo el rechazo de los españoles, sino también de los inmigrantes que llevan una vida honrada y laboriosa. Y es que esos invitados impertinentes utilizan a menudo su condición de extranjeros para disfrazar sus vicios con ropajes de victimismo, generando un odio que acaba por perjudicar a los extranjeros que respetan nuestras leyes y nuestras costumbres. Invitados impertinentes son los que el pasado fin de semana arrasaron el barrio de Lavapiés, en Madrid, utilizando como excusa la muerte por infarto de un inmigrante senegalés. También lo son los inmigrantes que están agrediendo y amenazando a policías. Entre los autores de esos delitos hay, en la mayoría de los casos, personas que ya incurrían en otros delitos como el tráfico de drogas o la venta ambulante ilegal de artículos pirateados. A esos impertinentes dirijo estas líneas.
Entráis en nuestro país ilegalmente, disfrutáis de nuestros servicios públicos mientras os dedicáis a actividades ilegales (perjudiciales para nuestra economía y para nuestra salud) por las que no pagáis impuestos, vandalizáis nuestras calles porque uno de vosotros ha muerto por un infarto -que es la principal causa de muerte en España– y los daños los tenemos que pagar nosotros, y además agredís y amenazáis a nuestros policías… El colmo de la jeta es que os presentéis como un “sindicato de manteros”, siendo una actividad ilegal, lo que viene a ser como montar un sindicato de ciberdelincuentes o de carteristas. Pero bueno, ¿quién os creéis que sois para saltaros nuestras leyes y además pretender que os pidamos perdón por todo? Éste es nuestro hogar, no el vuestro. Y si no estáis dispuestos a acatar las normas de convivencia que observamos los demás (tanto españoles como extranjeros), si no os gusta España y no estáis dispuestos a respetarla, ya conocéis la salida. De hecho, la Policía debería acompañaros para que la encontréis lo antes posible: lo mismo que haríais vosotros en vuestro hogar si alguien entrase en él para comportarse como vosotros lo estáis haciendo en el nuestro.

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