La jornada de huelga convocada para por los dos sindicatos mayoritarios se saldó con un rotundo fracaso. Más allá de algunas complicaciones en Madrid para los usuarios del autobús, las molestias en el aeropuerto y en las primeras horas en alguna línea de metro, se puede decir, digan lo que digan unos y otros, que no consiguieron reventar Madrid.
Y hay que recordar que éste era el objetivo prioritario de esta huelga. UGT y Comisiones Obreras querían hacernos creer que esta huelga se ha hecho para protestar por la reforma laboral. Pero todos hemos podido ver y escuchar las soflamas, las declaraciones (algunas directamente delictivas) de los dirigentes de estos sindicatos: parar la Comunidad de Madrid y zaherir a Esperanza Aguirre era el oscuro objeto de deseo.
La razón es simple. Méndez y Toxo están institucionalizados. El Gobierno les da de comer a ellos y a los cientos de miles de liberados de sus sindicatos, eso sí con nuestro dinero. Por eso han sido cómplices de las políticas, de los errores más bien, de Zapatero que en estos años de crisis nos han ido hundiendo más y más en el pozo.
Necesitaban hacer algo para parar su descrédito y la desafección de la mayoría de la sociedad, ambas cosas ganadas a pulso. Y no lo han conseguido. También el Gobierno quería un cierto triunfo. Al Gobierno le viene de perlas "fardar" por el mundo de que las políticas que ahora pone en marcha duelen, tanto que los sindicatos le han hecho una huelga general.
Ponerse a discutir ahora qué derecho está por encima si el de huelga o el de trabajar o si los empresarios son malísimos por naturaleza o si la culpa de todo la tiene el capitalismo es sencillamente perder el tiempo. No hay discusión.
Sobre lo que sí que hay que hablar y mucho es sobre el futuro de estos sindicatos subvencionados de los que no sabemos ni cuánto dinero les damos, ni en qué lo gastan, ni cuántos liberados pagamos. Y, muy importante, si el papel que están jugando estos sindicatos es el que demandan los trabajadores y los empresarios del siglo XXI. UGT y Comisiones Obreras deberían empezar desde hoy mismo a hacerse transparentes y ponerse a reflexionar sobre su rancio y obsoleto discurso.
Periodista Digital
Avicena o Ibn Siná (como fue llamado en persa y en árabe) nació en el año 980 en Afshana (provincia de Jorasán, actualmente en Uzbekistán). Cuando tan sólo contaba con 17 años ya gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur. Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abū el-Kasis de Córdoba. Libros: El canon de medicina, El libro de la curación, Poema de la medicina
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