miércoles, 12 de febrero de 2020

LA HISTORIA: DELITO



Me temo lo peor. Adriana Lastra, vicesecretaria general y portavoz del PSOE, ha anunciado que el Gobierno reformará el Código Penal para que «la apología y la exaltación del franquismo sean al fin un delito». Será delito recordar parte de nuestra Historia. Me lo veo venir.
Y puede darse la paradoja de que si se me ocurre decir que Franco creó el Seguro de Enfermedad, cometeré delito. Y que la misma Policía Social que vino a por mí con Franco vivo, cuando pedía libertades, me detenga ahora por hacer enaltecimiento de la obra del dictador que, queramos o no, es parte de la Historia de España, para bien y para mal. Es curioso cómo muchos que militamos en el antifranquismo
Durante la dictadura, sin habernos movido de la misma loseta de la libertad, seamos ahora unos fachas y que, si evocamos la Historia, podamos ser condenados como enaltecedores de la obra del General que nos negó la democracia hasta que murió en la cama.
Nada de cuanto hicimos contra su Régimen sirvió de nada. Así que antes de que sea delito hablar de Franco o recordar simplemente la Historia cuando el Gobierno haya reformado el Código Penal, me apresuraré a decir cuanto dentro de unos meses tendrás que jugártela si quieres recordarlo.
Pronto será delito decir que Franco, por ejemplo, creó la Seguridad Social Universal con sus magníficos hospitales; el descanso laboral dominical obligatorio; las pensiones por jubilación; el seguro de desempleo; las vacaciones retribuidas; las escuelas de FP y las Universidades Laborales; el Estatuto de los Trabajadores y los jurados de empresa; la radio pública, como RNE, y Televisión Española; la paga extra de Navidad y la de verano, llamada «del 18 de julio»; los convenios colectivos; el Instituto Nacional de Industria; la red de pantanos para fomentar los regadíos y la producción de energía hidroeléctrica.
Franco creó la clase media española, de la alpargata al 600, de vacaciones en Benidorm y piso de protección oficial. Muchos españoles empezaron a tener vivienda propia con Franco. Antes, había reconstruido los ferrocarriles y las carreteras de un país destruido por tres años de guerra fratricida, mientras sufría el cerco internacional por su proximidad a los regímenes dictatoriales perdedores, a Dios gracias, de la II Guerra Mundial. Creó la Renfe y Telefónica e hizo de Iberia la línea aérea de bandera, aparte de modernizar aeropuertos como Barajas o El Prat.
Puso a media España en regadío y creó cientos de pueblos de colonización, repartiendo tierras y dando vivienda a trabajadores agrícolas. Creó el Plan Badajoz, el Plan Jaén o los polos de desarrollo industrial. Eligió a Cataluña y las Vascongadas como regiones privilegiadas para fomentar al máximo la industria.
Llevó, por ejemplo, a Barcelona la fabrica de Seat, que motorizó a esa nueva clase media que fue el colchón social que evitó los viejos enfrentamientos entre las dos Españas, la de los privilegiados y la de los desesperados por la pobreza. Reestructuró la Red Eléctrica. Creó la primera Gramática de la Lengua Vasca a través de la Diputación General de Guipúzcoa para evitar la desaparición de esta riqueza lingüística. Protegió los premios literarios a las obras de la literatura catalana, floreciente especialmente en el último decenio de la dictadura.
¿Para qué seguir, si son insondables los caminos por los que pronto podremos cometer delito recordando simplemente la Historia? Ahora bien, que conste: como los viejos rockeros de Miguel Ríos, los viejos antifranquistas nunca morimos.
Estos del delito de exaltación del franquismo son unos advenedizos que bien callados que estaban con Franco vivo y sólo buscan desenterrar el odio que muchos superamos con la reconciliación de la Constitución de 1978 que promulgó el Rey de Todos los Españoles.
Antonio Burgos ( ABC )
foto del embalse de El Atazar

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