CONVERSACIÓN EN BARAJAS ( IMAGINARIA…O NO )
Pongamos que hablo de Barajas, terminal ejecutiva, sala Vip, madrugada del 20 de enero. La vicepresidenta de un país antaño rico, hoy arruinado por un narco-régimen usurpador, mantiene una charla un tanto crispada con un miembro del Gobierno de España, altísimo dirigente del Partido Socialista.
-No deberías estar aquí -dice él, visiblemente nervioso.
-¿Y vas a ser tú quién me lo impida, mi amor? -replica ella, retadora-. Pregúntale a mi príncipe, José Luis, qué piensa él de mi presencia en Madrid. Verás cómo te confirma que somos buenos amigos…
-Es que la sanción que dictó la Unión Europea contra ti por violar los derechos humanos y atentar contra la democracia nos prohíbe dejarte entrar en territorio español. De hecho, ya
hemos quebrantado nuestro compromiso con los socios al dejar que tu avión sobrevolara nuestro espacio aéreo. Nos estás poniendo en una situación imposible, compréndelo.
-Bueno, hoy por ti, mañana por mí. ¿No es ése un refrán español? El Comandante fue muy generoso con vosotros cuando andábais cortos de fondos. Ahora somos nosotros quienes necesitamos ayuda para llevar algunas maletas a lugar seguro. Ya tú sabes…
-No sé de qué me hablas, la verdad.
-No te hagas el tonto conmigo, cariño. Lo sabes perfectamente. Hablo de oro, de divisas, de lo que hemos podido «ahorrar» en estos años por si nos acaban echando del poder. Necesito una mano para trasladar discretamente esas maletas de un avión a otro. Ah, y un favorcito más. Hablando de que nos echen, espero que no se os ocurra recibir al líder opositor de mi país. Ése no sería un gesto amistoso…
El «bombero» rompe a sudar, a pesar del frío, consciente del morlaco que le ha tocado lidiar. Ese «marrón» debería habérselo comido su colega de Interior, que para eso es el responsable de los policías y guardias civiles que custodian el aeropuerto, pero el jefe le ha pedido a él que resuelva y ahora le toca aguantar que esa desagradable mujer le insta a cometer otra ilegalidad.
Se está jugando el tipo, porque la reunión tiene ya muchos testigos y además hay cámaras por todas partes grabando lo que acontece. Solo espera que nadie se chive y puedan destruirse esas grabaciones antes de que un juez o un periodista metan las narices en ellas.
-Lo que me pides es imposible, lo siento. Bastante hemos hecho ya recibiéndote.
-En tiempos de mi príncipe español -lo taladra ella con su mirada negra- a mi país le iba bien. Os dimos mucho dinero a ganar. ¿Recuerdas esos barcos grises tan hermosos? «Fragatas» las llamáis aquí. No tengo ahora la cifra exacta en la cabeza, pero fueron cientos de millones en comisiones.
-Todo eso está en los tribunales -la corta él, cada vez más incómodo- junto a varios contratos de exportación de armamento y alguno de Mercasa. Pero es agua pasada que no afecta al gobierno actual.
-Entonces no os importará que salgan a la luz todos los papeles, las transferencias, las imágenes, los recibos… Porque los conservamos, no lo dudes. Guardamos registro de todo lo que se hizo y teníamos un acuerdo. Si vosotros no cumplís vuestra parte, tampoco lo haremos nosotros. Piensa en el huésped que vive en vuestra embajada, en los negocios de vuestras empresas…
-Espera, que consulto. O mejor, te paso el teléfono y ya lo hablas tú directamente con el jefe.
Isabel San Sebastián ( ABC )
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