En sentido metafórico, espero.
Tras desfilar por la Zarzuela los representantes de una veintena de partidos políticos, aunque varios ni siquiera se molestaron en acudir, dando por sentado que el rey sobra…, Felipe VI propuso a Pedro Sánchez, “el intrépido”, como aspirante a presidente del gobierno.
No entiendo las prisas por designarle, ni siquiera por iniciar esta ronda de consultas, sobre todo habida cuenta de que el aspirante, llamado también “el botox”, por su afición a dichas sustancias (al igual que su mujer, que Dios los cría, y ellos se juntan), no tiene los apoyos correspondientes, a pesar de coaligarse con lo peor de cada casa: los partidos separatistas, los republícanos catalanes, varios partidos regionalistas o aldeanos, cuyo ideario político se resume en “¿qué hay de lo mío?”, etc.
¿Tiene obligación legal de proponer un candidato…, sobre todo cuándo ningún candidato cuenta con los apoyos suficientes, con lo cual es continuar con la ceremonia de la confusión, de la que los españoles de a pie ya estamos hasta los caraplines…?
Creo que tampoco.
Hay que reconocer que don Juan Carlos, del que las malas lenguas decían que no había leído un libro en su vida, sí tenía un gran olfato e intuición política, que le permitió estar y permanecer en el poder durante casi cuarenta años, haciendo siempre lo que le salía de dónde ya sabemos, y pasando de todos los problemas de España, a excepción de los de su entrepierna, que esos eran “sagrados”.
Don Felipe VI, del que sigo pensando que es una buena persona, es incapaz de mandar, hasta en su casa, y la prueba es que su todavía esposa sigue haciendo declaraciones, a cual más extemporánea, e intentando brillar y sobresalir con luz propia, acudiendo a la cumbre del cambio climático, por ejemplo, cuando ella realmente no es nada, ni tiene papel institucional alguno, más o menos como doña Begoña Gómez, a quien la monarquía británica tuvo que poner en su sitio, hace poco.
Y es que estos futuros presidentes de la tercera república, y no digo española, pues ya no se si sabe ni si seguirá existiendo España, pues pasaremos a ser una nación de naciones, un pueblo de pueblos, y un conjunto de imbéciles, cobardes y pusilánimes sin remedio, que hemos dejado a la casta política hacernos un traje a la medida…
A la medida de nuestra cobardía, y bien caro que lo pagaremos, nosotros y, sobre todo, nuestros hijos y nietos.
Yo, por si acaso, todas las noches rezo por España y los españoles, para que Dios, por la intercesión de la Virgen del Pilar, que por algo vivo en Zaragoza, nos ayude a evitar una futura guerra civil.
Escrito por Ramiro Grau Morancho
No hay comentarios:
Publicar un comentario