Suele recordar un veterano socialista ligado a la vieja guardia del PSOE que cuando los barones impusieron al primer Sánchez la condición de no negociar con los independentistas para llegar a La Moncloa era, precisamente, para evitar asustar a sus votantes tradicionales.
Los mismos que, ahora y visto el desastre andaluz, los dirigentes territoriales temen perder para siempre, aterrados por la deriva de su líder, dispuesto a todo para llegar hasta 2020 en La Moncloa. Incluso, en las últimas horas, a desdecirse, recular en su estrategia y congelar su diálogo con los secesionistas.
Y la crisis del "relator", que ha estallado esta semana para todo el PSOE -tan solo Sánchez, Carmen Calvo, Meritxell Batet y Miquel Iceta estaban en el ajo de esta última cesión a Quim Torra, Pere Aragonés y Elsa Artadi-, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Un vaso que rebosaba ya tras otras tantas concesiones al PDeCAT y Esquerra. "Y a cambio de nada", se lamente este diputado consultado por ESdiario.
Los antecedentes ya habían apuntado hasta donde estaba dispuesto a llegar Sánchez en la demolición de la estrategia diseñada por el gobierno de Mariano Rajoy tras al golpe del 1-O.
La primera rendición llegó bien pronto y ya alertó a los barones, escépticos todos tras la llegada de su líder a la Presidencia a lomos de Podemos, PNV y los secesionistas. Fue en junio pasado, su primer gesto nada más llegar a La Moncloa. Sánchez ordenó levantar el control del Ministerio de Hacienda a las cuentas de la Generalitat, rescatadas a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA).
Toda una temeridad, a juicio del PSOE, dados los antecedentes. Y al minuto, Torra comenzó a derivar fondos públicos para la segunda fase del procés.
La segunda cesión llegó en julio. Otro sarpullido para los barones socialistas. El traslado de los presos a cárceles catalanas. Lledoners se convirtió en un hotel, el cuartel general de Junqueras y el nuevo poder fáctico de la Generalitat. Otra vez, denunciaron algunos veteranos socialistas, sin contrapartidas del independentismo.
Es
Esta fotografía que culminó la "cumbre bilateral" entre España y Cataluña puso en alerta a los barones del PSOE.
Pero a pesar de que Junqueras y Torra seguieron en el monte, Sánchez dio luz verde a su tercera concesión, la que más revuelo interno provocó en el viejo PSOE. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, maniobró, purgó, y obligó a la Abogacía del Estado a desmentirse a sí misma, revocar la petición de rebelión para Junqueras y compañía y suavizar el tipo penal para rebajarlo al de sedición.
Ya con el clima interno muy revuelto y constatado en muchas federaciones socialistas la indignación de sus propias bases, Sánchez fue un paso más allá. Y se prestó a participar en una cumbre bilateral con Torra a la europea.
Y pese a las exigencias de los suyos, el líder socialista se prestó además a inmortalizar tan insólita cita con una fotografía de los dos gobiernos, el español y el catalán, en igualdad de condiciones. Los Felipe, Guerra y Rubalcaba alzaron la voz. Y los Page, Lambán y Puig reclamaron a La Moncloa, como poco, el mismo trato que el dispensado al Palau.
Ahora, la quinta puñalada a ese PSOE histórico desquiciado totalmente ha llegado por sorpresa con el relator-mediador. El agravante es que, en este momento, hay un examen inminente con las urnas. Y medio partido se teme una catástrofe sin precedentes. Y muchos repiten como autómatas una frase, "Pedro antes que a España, se carga al PSOE".
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