¿Suicidarse es un acto de locura o de lucidez? Pedro cisne Sánchez supo jugar sucio, ocultando las claves de su inextinguible soberbia. Pretendía el poder y reptó hacia él por la vía del atajo: la moción, sabiendo que no es no, que nunca es nunca y que jamás lo lograría a través de las urnas. Ansiaba, deseaba ser Nerón y ya tañe la lira, sin haber conocido a Petronio. La concupiscencia propulsa al petimetre, que nos la ha dado con queso. Quién iba a decir que un irresponsable de enciclopedia psiquiátrica, un político sin luces, se presentaría ante nosotros como el pensador global.
Tal ganso le hará a España una avería económica, transformando el Congreso en una feria de usureros traidores. ¡Qué peligro tiene este fatuo, capaz de aliarse con el diablo y terroristas de diverso pelaje, más otros hijos putativos de Maduro y Rouhaní, con tal de presidir un gobierno de ladrones y atracadores, a simple vista, caótico! Su loca ambición de ser reina por un día o emperador pelele durante semestres, nos va a acercar a la ruina. El futuro huele muy mal.
Juan Eduardo Cirlot, en su ‘Diccionario de símbolos’, afirma que el cisne es un ave —en el supuesto de Sánchez, yo diría que un pájaro— de nefasta belleza, consagrado a Apolo, poliédrico dios del Olimpo. Aquel mítico cisne, poco antes de morir, cantaba dulcemente. De ahí que su ridículo canto fuera agónico. En el caso del pájaro, su cantar suena a traca. Soñar en el monte de los griegos o hacerlo tendido en Benidorm, no siempre produce los mismos resultados. Entre dioses celestiales y políticos ineptos, hay su diferencia. Incluso a la hora de acometer el suicidio. “Querer y no querer morir, lo uno y lo otro es cobardía”, sentenció Sócrates antes de beber cicuta. Sánchez elige el veneno que le brindan los enemigos de España.
La espantada de Rajoy, alejado de la gente de la calle, también ha de considerarse un suicidio. Fue un buen presidente, que enderezó los asuntos económicos, pero no tuvo los cojones que hay que tener para poner firme a la insurrección de Cataluña. Ahora estamos en manos de un chisgarabís, de una veleta giratoria que cree ser Nerón y que presume más que una mierda en un solar. El cisne es un pájaro de muy, muy mal agüero.
OKDiario
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