sábado, 6 de enero de 2018

La diferencia entre carcelero y secuestrador explicada para que la entienda hasta Rufián

Mi réplica a la última payasada lanzada por el diputado separatista de ERC

 

  Ayer la Sala Segunda del Tribunal Supremo decidió por unanimidad mantener en prisión a Oriol Junqueras, exvicepresidente de la Generalidad de Cataluña, por el golpe separatista en Cataluña.
En prisión por presuntos delitos de rebelión, sedición y malversación
Concretamente, la Sala Segunda del Supremo ve indicios de la comisión por parte de Junqueras de los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos por su participación, desde la vicepresidencia de la Generalidad, en un alzamiento contra el Estado español, contra la Constitución, contra el Estatuto de Autonomía y contra el resto del ordenamiento jurídico. El Tribunal considera que existe un riesgo relevante de reiteración delictiva ante la ausencia de “ningún dato que permita entender que el recurrente tiene la intención de abandonar la vía seguida hasta ahora”.
Los políticos no están por encima de la ley
Esta misma conclusión puede sacarla cualquiera que haya visto los acontecimientos que se han ido sucediendo: lejos de reconocer que se saltaron la ley, los cabecillas del golpe insisten en presentarse como víctimas y en mantener su desafío contra el Estado de Derecho. Una democracia no puede dejar impunes delitos tan graves como los señalados, porque ningún político está por encima de la ley, ni puede saltársela sin consecuencias. Esto lo sabe cualquier demócrata, pero parece que las nociones más básicas de democracia escasean en las filas del nacionalismo catalán, en las que abundan personajes que se creen que respetar la ley es algo optativo y que la Justicia debería estar al servicio de sus caprichos políticos.
¿Un admirador del Che Guevara dando lecciones de derechos humanos?


Uno de esos políticos es Gabriel Rufián, diputado de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), uno de los partidos que apoyaron ese golpe separatista. Rufián, cuya actuación política hace honor a su apellido, se está caracterizando por ser un gran aficionado a la demagogia, un tipo que se cree que la práctica parlamentaria consiste en competir a ver quién hace más el payaso, y que es conocido en Twitter por lanzar frasecitas cargadas de cinismo. Ayer les dedicó estos dos tuiteos a los jueces del Tribunal Supremo:
Gabriel Rufián

@gabrielrufian
Carceleros, algún día os veremos frente a un tribunal internacional de derechos humanos.


Es para echarse a reír que hable de derechos humanos un tipo que dice que admira al Che Guevara y a la dictadura castrista. Sí, a ese mismo Che Guevara que presumía de fusilar a sus oponentes. Éste debe ser el referente de Rufián en materia de derechos humanos. Pero el colmo es verle usar la palabra “carcelero” como insulto y verle acusando de secuestro al Tribunal Supremo. Espero que el TS emprenda acciones contra este tipo por acusar de un delito de secuestro a sus magistrados. Estas cosas no deben salirle gratis a nadie, y menos aún a un tipo que cobra un sueldazo mensual de 7.770 euros que pagamos todos los contribuyentes.
‘Carcelero’ sólo es un insulto en los países que admira Gabriel Rufián
Como veo que tiene un cacao mental de campeonato, le voy a explicar a Rufián la diferencia entre carcelero y secuestrador. Mira, Rufián: en un país democrático, un carcelero o funcionario de prisiones es aquel que cuida que los malhechores se mantengan donde tienen que estar para pagar por sus crímenes: en la cárcel. En dictaduras socialistas como Venezuela, que es el tipo de régimen que le gusta a Rufián, los carceleros mantienen en prisión a opositores como Leopoldo López. Un preso político del que se mofó Rufián, por cierto, señal de que los carceleros venezolanos sí que le gustan. En España hemos tenido funcionarios de prisiones tan admirables como este señor:

Se llama José Antonio Ortega Lara. Trabajaba en el Centro Penitenciario de Logroño y ETA le secuestró cuando volvía a su trabajo el 17 de enero de 1996. Los terroristas le mantuvieron encerrado en un pequeño zulo bajo tierra durante 532 días. Seguro que Gabriel sabe bien de lo que hablo, porque por aquel entonces era parlamentario vasco de Herri Batasuna, el brazo político de ETA, este individuo:

‘Secuestro’ es lo que hizo el tipo al que le hacía palmitas Rufián
Se llama Arnaldo Otegi. En 1987 fue detenido por ser miembro de esa banda terrorista, y fue condenado a seis años de prisión por el secuestro del empresario Luis Abaitua en 1979. Esto, Rufián, es un secuestrador. Y éste eres tú, Rufián, haciéndole palmitas al secuestrador:

¿Lo entiendes ya, Rufián, o te lo explico con dibujitos?

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