Fueron los viajeros románticos –alguno no tan románticos- los que dieron alas a algunos de los tópicos que más daño han hecho a la imagen de Andalucía que, en gran medida se convertía en la imagen de España en el exterior. Próspero Merimée con su “Carmen” no nos hizo ningún favor, aunque al menos de boquilla se decía amigo de España y enamorado de sus tradiciones. Algunos actos lo desmienten como el papel que adoptó cuando aparecieron en Francia las coronas votivas visigodas halladas en el pago de Guarrazar de la localidad toledana de Gadamur y fueron reclamadas por el gobierno de España, allá por el año 1859. Merimée se mostró en contra de que las sorprendentes piezas de orfebrería visigoda retornaran a España. Ese tópico decimonónico acuñado por Richard Ford, George Borrow, Washington Irving o el propio Merimée, presentaba una Andalucía -España por añadidura- de toreros patilludos, flamencos desgarbados, gentes ociosas sólo dispuestas a tocar guitarras y acompañar con palmas, ventas camineras mugrientas, bandoleros en las serranías…
Ese tópico, referido a Andalucía, echó raíces en otras partes de España. Sin ir más lejos en el adoctrinamiento vivido en Cataluña se presenta a las gentes del sur como vagos por naturaleza, aquí se tiene poco amor al trabajo y, en consecuencia se vive del trabajo de los demás, ha sido uno de los pilares del “España nos roba” y que ha contado con algunas de las afirmaciones, verdaderamente injuriosas, lanzadas por el corrupto Jordi Pujol en su libro “La inmigració, problema i esparança de Catalunya”, publicado en 1958 y reeditado en 1976. En más de una ocasión han salido afirmaciones de la boca de alguno de sus más representativos políticos que han supuesto un insulto a los andaluces.
Luchar contra el tópico no resulta fácil. Por eso la decisión de que los funcionarios públicos andaluces completen su jornada laboral en casa para burlar una sentencia del Tribunal Constitucional que obliga a que las horas semanales trabajadas sean 37´5 dar alas a ese tópico en lugar de esforzarse por combatirlo. Pero en los enfrentamientos de la Junta de Andalucía con el gobierno de España cuando está en manos del PP-otra cosa muy diferente encontramos cuando España está gobernada por el PSOE-, parece ser que todo vale, incluido tirar por el suelo la imagen de Andalucía y los andaluces.
Buscarle las vueltas para mantener una jornada de 35 horas contra el criterio del más alto tribunal del Estado es una mala cosa. No sólo desde el punto de vista de respeto a la ley, principio básico en todo sistema democrático, sino por la propia imagen de Andalucía. Más aún si entre las horas computables de la jornada laboral doméstica se encuentra el “mindfulness”, denominación que recibe una especie de meditación budista. Muchos funcionarios se sienten ofendidos porque la guasa, el pitorreo, las burlas y las bromas han hecho acto de presencia, como era de esperar.
Con decisiones como esta del “mindfulness” más allá de sortear por procedimientos torticeros una sentencia judicial, lo que la Junta de Andalucía está haciendo es darle alas al tópico. Aquí son burlas, en otras partes de España pueden añadirle otra clase de comentarios que despiertan justa cólera e indignación de tanta gente que por estos lares trabaja como en cualquier otra parte para ganarse el pan nuestro de cada día, sin tiempo para respirar y sin “mindfulness”.
José Calvo Poyato
José Calvo Poyato
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