miércoles, 6 de diciembre de 2017

Unidos somos más

El título quizá induzca a algún lector a confusión. No voy a referirme a la cuestión que llena páginas de periódicos, es objeto de trabajo de los analistas políticos y asunto que preocupa a buena parte de los españoles. No voy a referirme al problema creado por el secesionismo catalán y sus planteamientos de separarse del Estado del que forman parte desde hace más de quinientos años, con una argumentación llena de mentiras y cargada de una emotividad fuera de lugar, pero contra la que resulta muy difícil argumentar con planteamientos de racionalidad. A lo que quiero referirme es a la hermosa tarea emprendida hace algunos años y que ha ido sumando a un número creciente de cordobeses, como en el resto de España. Esos cordobeses, ejemplo de solidaridad llegan este año a los tres mil. Me quiero referir al Banco de Alimentos y a la recolección que, como Gran Recogida, han llevado a cabo en centros comerciales y tiendas de alimentación -en el presente año son centenar y medio- de cosas que nos parecen tan simples son los garbanzos, las lentejas, el arroz, al azúcar, la harina, la leche o el aceite y un largo etcétera, pero que suponen para las familias el sustento de la alimentación.

El objetivo de la campaña en Córdoba y su provincia es el de superar los doscientos ochenta mil kilogramos de alimentos recolectados el año pasado y llegar a los trescientos mil.  Hace sólo unos años podía parecer casi una quimera hoy es posible, más aún probable porque iniciativas como los bancos de alimentos generan una fuerte corriente de solidaridad. La prueba está en que no ha parado de crecer en sus años de existencia y duplicado las cifras de lo conseguido en el 2011, cuando en lo más duro de la crisis arrancaba este proyecto, convertido hoy en ejemplo de solidaridad.

El lema de la campaña lanzada por los bancos de alimentos de  Andalucía es el que da título a la columna de hoy: “Unidos somos más”, una verdad sin paliativos porque la suma de voluntades da como resultado una voluntad mayor y porque la unidad ha sido siempre más fuerte que la división. Además, estamos en puertas de una fecha como la Navidad que, si bien, se configura en nuestro tiempo sobre parámetros muy diferentes a como era concebida hasta hace poco, no deja de ser familiar y entrañable. Hoy es, más allá de  planteamientos religiosos, una fiesta de consumo y de gasto, a veces descontrolado, estimulado por una apabullante publicidad que nos incita a las compras como elemento consustancial de la felicidad. Pero la Navidad, pese a quienes la critican como  tiempo de forzadas reuniones profesionales o familiares y de hipócritas deseos de felicidad, son momentos en los que la solidaridad alcanza cotas más elevadas que en otras fechas del año. Una solidaridad que, en forma de sencillos alimentos en una sociedad sofisticada, tiene historias de ida y vuelta, personas que un día tuvieron necesidad de ser atendidos y son hoy voluntarios que ayudan a que los demás tengan lo que ellos necesitaron.

El “Unidos somos más” de los bancos de alimentos es todo un símbolo de cómo hacer frente a necesidades de los más desfavorecidos y resolver problemas que no se solucionan desde las instancias públicas, que es a quienes corresponde en el llamado Estado del bienestar. Al mismo tiempo pone de manifiesto la importancia de la sociedad civil.


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