domingo, 19 de noviembre de 2017

La muerte del fiscal Maza hace salir a la luz una infección moral que debemos combatir

Foto:FISCAL GENERAL MAZA
 
 
 
Miserables reacciones de separatistas y ultras de izquierda en las redes sociales

La muerte del fiscal Maza hace salir a la luz una infección moral que debemos combatir

     
Este sábado falleció José Manuel Maza Martín, Fiscal General del Estado, a la edad de 66 años, a causa de una insuficiencia renal aguda mientras se hallaba en Buenos Aires.
Maza era una buena persona y un jurista de prestigio. Estas últimas semanas hizo frente al golpe separatista en Cataluña, un reto que asumió con valentía y anteponiendo el imperio de la ley a las consideraciones e intereses de tipo político. Un gesto de independencia y de patriotismo que le ha granjeado el respeto de muchos españoles, pero también el odio de los partidarios del golpe. Ayer ese odio se hizo patente en las redes sociales. Como ha ocurrido otras veces, muchos energúmenos -especialmente separatistas y ultras de izquierda- han celebrado en Twitter la muerte del fiscal. Y es que hay ciertas sectas políticas que toleran tan mal la discrepancia que prefieren ver muerto al que les lleva la contraria o al que no obra según sus gustos.
Hay personas que creen que esta lacra es un problema educativo y moral, y no les falta razón. El vacío de valores que demuestran esas sectas políticas tiene a menudo su origen en una mala educación y en la ola de relativismo moral que nos invade, un fenómeno que está teniendo nefastas consecuencias. Hay gente que sostiene la errónea idea de que no hay nada bueno ni malo, de que todo depende del cristal con que se mira, y que incluso en determinadas circunstancias el fin justifica los medios. Se ha instalado en nuestra sociedad la idea de que la tolerancia es un valor superior incluso a la búsqueda del bien y de la verdad, lo cual ya está resultando peligroso, porque al final parece que lo criticable no es hacer daño y engañar a los demás, sino criticar al que lo hace, pues eso te convierte, a los ojos de algunos, en un intolerante. Anoche en las redes sociales algunos incluso reclamaban un “derecho” a mofarse de la muerte de otros, es decir, un derecho a humillar a quienes no opinan como ellos y a celebrar su muerte. ¿Es ésta la sociedad que queremos?
No podemos seguir confundiendo la tolerancia con una obligación de callar y ceder ante el mal y la mentira. No podemos seguir permitiendo que quienes se otorgan el poder de conceder carnets de demócrata sean unos miserables que considean deseable e incluso festejable la muerte de sus oponentes. Ya no es sólo un problema de fanatismo ideológico o de extremismo político, sino un problema aún más profundo y que no podemos clasificar sin más como una patología mental. Ese problema es, ante todo, un problema moral. La tolerancia de nuestra sociedad hacia el mal está provocándonos una infección moral cada vez más alarmante, y que tiene su manifestación más descarnada allí donde ciertas personas, creyéndose impunes, dan rienda suelta a sus peores instintos. Frente a esa lacra hay que aplicar las palabras escritas por Virgilio en la “Eneida”: “Tu ne cede malis, sed contra audentior ito” (Nunca cedas ante el mal, sino combátelo con mayor audacia). Y ésta no es una tarea exclusiva para líderes espirituales, políticos o mediáticos, sino que nos corresponde aplicarla a todos nosotros en nuestra esfera personal. No olvidemos otra cita, en este caso atribuida a Edmund Burke, que luce este blog en su portada: “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres de bien no hagan nada.”
Mi pésame a la familia de José Manuel Maza, y todo mi respeto para el fallecido. Descanse en paz.

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