Insistimos: que Pablo Iglesias sea leninista es algo que Podemos puede asumir. A fin de cuentas existen comunistas en España y le han votado.
Ahora bien, ¿por qué tiene que ser tan cursi, tan irremediablemente hortera?
Es como una tendencia inevitable a llamar la atención, a estar en el proscenio, que rebela un espíritu bastante adolescente.
Así, el niño Íñigo y el adolescente Pablo discuten por vídeo. Iglesias se dedica a remedar una serie. A costa de hablar con un árbol, aunque la iconografía utilizada, bastante cutre, recuerda más al esquizofrénico Gollum-Smeagol.
Y esta pandilla de horteras adictos al feísmo (he dicho al feísmo, no a la fealdad, que no hablamos del físico de sus líderes sino de ética y estética) son los que pueden gobernar España. Sí, pueden. Temblemos todos.
Lo malo de Iglesias no es que sea comunista, es que es un cursi. Lo malo no es que seas un aprendiz de tirano, lo peor es que, además, eres un hortera de bolera.
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