La prueba “definitiva” de la conexión de Podemos y el Gobierno de Venezuela ha salido a la luz este miércoles, en horario de máxima audiencia televisiva, y en un contexto postelectoral definido, tanto por la falta de opciones de Mariano Rajoy de repetir como presidente, como por el rápido avance de las de Pedro Sánchez de ser investido con los votos de Podemos.
Antena 3 Noticias mostró en exclusiva, en su telediario nocturno, imágenes de miembros de Podemos, la CUP catalana y el entorno de ETA en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, antes de subir a un avión de la Fuerza Aérea Venezolana utilizado habitualmente por Nicolás Maduro, según el canal del grupo Atresmedia. Eran invitados del régimen chavista y viajaban a un congreso en el que se habló del llamado “proceso de paz” en el País Vasco, y donde fue aprobada una resolución favorable al “derecho de autodeterminación de los pueblos del Estado español”. Entre los expedicionarios –35 personas de trece países, entre ellas, trece españoles–, María José Aguilar, dirigente de Podemos en Castilla-La Mancha, Anna Gabriel, portavoz de la CUP en el Parlamento de Cataluña, e Ignacio Gil de San Vicente, padre de la terrorista de ETA Kizkitza Gil, y suegro del número ex número uno de la banda, David Pla.
Las imágenes fueron grabadas el 10 de diciembre de 2014 –según Antena 3–, que no las atribuyó a ninguna fuente, ni explicó cómo las verificó. Queda claro al verlas, no obstante, que se trató de un dispositivo de seguimiento a las personas que aparecen en el vídeo. Todos los diarios españoles, prácticamente sin excepción, han replicado el scoop. La historia aparece destacada en El País, El Mundo, ABC, La Razón, Libertad Digital, El Confidencial, VozPopuli, OK Diario, Actuall. Ninguno parece darle importancia a algunas preguntas elementales del método periodístico. ¿Qué agencia grabó esas imágenes? ¿Por qué han permanecido ocultas al público hasta ahora? ¿Quién ha decidido que es el momento de mostrarlas?
Los vínculos de Podemos y el régimen chavista se conocen desde la irrupción del partido de Pablo Iglesias en las eleciones Europeas de 2014. Y no por ello, el grupo Atresmedia, al que pertenecen Antena 3 y La Sexta, ha dejado de ser el soporte televisivo determinante de lo que Podemos es hoy: la tercera fuerza política en el Parlamento, una coalición de partidos y movimientos de extrema izquierda con posiciones de gobierno en ayuntamientos tan importantes como Madrid o Barcelona, y en Comunidades como la Valenciana. Sencillamente, el presidente Mariano Rajoy y el PP calcularon que el ascenso de Podemos les beneficiaba porque debilitaba al PSOE, al dividir el voto por la izquierda.
Primero, los llamaron “frikis” sin porvenir –el mote y el pronóstico son de Pedro Arriola, el gurú del pensamiento estratégico del PP; luego, cuando los frikis se instalaron en el Parlamento Europeo con cinco escaños, los creyeron útiles para erosionar al PSOE, y los canales de televisión del duopolio Atresmedia-Mediaset auparon al estrellato a Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa. Ahora sabemos también que el Estado los vigilaba, y que documentó su financiación por Irán y sus vínculos con el chavismo. Que toda esa información salga a la luz ahora, cuando Rajoy está contra las cuerdas, y no cuando lo estuvo el PSOE por el ascenso de Podemos, es la verdadera noticia, y el único escándalo que puede sentir un electorado que, si no vio a tiempo lo que Podemos representa, es porque no quiso verlo. Ya es tarde, incluso para salvar al soldado Rajoy
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