Tras saltarse la legalidad, quiere saltarse también el rechazo de la mayoría
Junts pel Sí pierde 9 de los escaños que sumaron CiU y ERC en 2012
Hasta ayer los diputados de CiU y ERC sumaban 71 escaños: Junts pel Sí ha obtenido 62. Se trata de un rotundo fracaso de Artur Mas, que además de perder apoyos no ha logrado la mayoría absoluta. Los independentistas radicales de la CUP ya avisaron el sábado de que no apoyarían su investidura, así que Mas no podrá contar con los 10 diputados de esa formación ultra para seguir siendo presidente de esa comunidad autónoma. Es poco probable que otro partidos le apoyen.
Artur Mas ni siquiera cuenta con apoyos suficientes para gobernar
El 4 de septiembre Artur Mas vinculó su continuidad a una mayoría suficiente para gobernar: “Continúo si hay capacidad de articular una mayoría en el Parlament que haga posible tirar adelante un gobierno”. A día de hoy esa mayoría no la tiene. Aunque la CUP se abstuviese, si los demás partidos votan contra la investidura de Mas, sumarían en total 63 escaños, uno más que Junts pel Sí. Y aunque logre pactar la abstención de algún otro partido para facilitar esa investidura, Junts pel Sí necesitará permanentemente el apoyo de otra formación para sacar adelante cualquier iniciativa. Eso si Junts pel Sí no se deshace, algo que podría ocurrir si ERC decide desvincularse de Mas, lo cual es probable teniendo en cuenta que su alianza les ha perjudicado.
Las candidaturas separatistas no llegan, juntas, al 48% de los votos
Hay que señalar, por otra parte, que los votos de Junts pel Sí y de la CUP, sumados, no llegan al 48% del total. Es decir, son menos de la mitad de los votos emitidos por los catalanes, y eso si descontamos los votos en blanco y los nulos. A pesar de ello, anoche Artur Mas se apresuró a decir que ese resultado legitimaba su desafío separatista. Me pregunto cómo piensa vender semejante desvergüenza ante el mundo y en particular ante los propios catalanes. En primer lugar, porque lo celebrado ayer eran unas elecciones autonómicas, y no un referéndum de reforma de la Constitución, que tendría que haberse celebrado en toda España. A día de hoy y conforme a la reglas de juego de nuestra democracia -votadas y apoyas masivamente por los catalanes-, Cataluña sigue siendo España. Ni siquiera se ha iniciado el proceso de reforma previsto por la propia Constitución y que sería necesario para separar a una parte del territorio español de “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, como afirma el Artículo 2 de nuestra Carta Magna. Lo que pretende Artur Mas, así pues, es un delito de sedición en toda regla, un atentado grosero contra nuestra democracia que merece una respuesta contundente por parte del gobierno y de todos los demócratas, igual que la tuvo el golpe del 23F.
Quebec sigue siendo Canadá tras un 49,42% de votos separatistas en 1995
Pero incluso en el caso de que lo de ayer hubiese sido un referéndum sobre la independencia de Cataluña -que no lo fue-, y Artur Mas tuviese todo el respaldo de la legalidad para obrar en consecuencia con el resultado, ¿cómo convencer a ningún demócrata de que el 48% de los catalanes basta para proclamar la independencia? El referéndum sobre la independencia de Quebec en 1995 se saldó con un 49,42% de los votos a favor de la separación, y ésta no se produjo. Cito el caso de Quebec porque es el que más machaconamente ha manejado el nacionalismo catalán para buscar una referencia internacional con la que compararse. Así pues, si sigue adelante en su desafío sedicioso, Artur Mas estaría burlándose doblemente de la democracia, al saltarse la legalidad constitucional que los catalanes apoyaron de forma abrumadora y también -y lo digo sin rodeos- al pretender secuestrar a todo el pueblo catalán con su proyecto separatista sin tener siquiera la mitad de los votos. Si ya había motivos suficientes para ordenar la detención y procesamiento de este individuo y de los demás cabecillas de su intentona golpista, las elecciones de ayer han dado aún más motivos. En este escenario sería doblemente escandaloso e imperdonable que el Gobierno de España desertase de su deber y no actuase con firmeza parar detener en seco este ataque a nuestra democracia y llevar ante la Justicia a quienes lo están perpetrando.
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