¿Por qué el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se siente miembro de la “casta” política y financiera que ha arruinado España? ¿Qué secretas complicidades oculta? La respuesta la dan los emails que Miguel Blesa intercambiaba con sus directivos de Caja Madrid y con los representantes del PSOE en la entidad, reunidos en el libro “Pedro Sánchez (PSOE) y sus “compañeros” de la “casta”, que lleva como subtítulo “Los correos que relatan como socialistas, UGT, CC.OO e Izquierda Unida sucumben al poder del dinero”. Con 42 años, Pedro Sánchez nada hacía pensar que a pese a su juventud ya llevaba recorrida mucha “carrera” política y había conseguido auparse al cargo de consejero de Caja Madrid. La dirección federal y madrileña del PSOE lo habían “ascendido”, a pesar de ser un desconocido concejal de la oposición. ¿Por qué? La respuesta la dan nuevamente los correos: Zapatero y Blesa llegaron a entrevistarse en la Moncloa, pero el “día a día” de la entidad que fue a la quiebra lo controlaba su ministro “Pepiño” Blanco. Decenas de correos electrónicos lo evidencian. Cuando les convino, “Pepiño” y el secretario general de la FSM-PSOE, el madrileño Tomás Gómez, pactaron el relevo de Blesa con Esperanza Aguirre y los sindicatos CC.OO y UGT para darle el cargo a Rodrigo Rato. Y entonces ocurrió lo inesperado: el banquero sorteó el primer golpe porque había comprado a la mayor parte de los socialistas y comunistas de Caja Madrid, tanto en los partidos (PSOE, IU) como en los sindicatos (CC.OO y UGT). Y ganó la votación.
“Pedro Sánchez ha hecho carrera al calor de José Blanco. Este militante de base es un diputado y antes fue concejal del Ayuntamiento de Madrid. Pero todavía más, es el líder de una Fundación que se constituyó como grupo de presión dentro del PSOE, cuyos otros destacados miembros son Óscar López y Antonio Hernando. El grupo de Pedro Sánchez fue captado por José Blanco antes del 35 Congreso en julio del 2000, en el que Zapatero fue elegido secretario general del PSOE“, revela el periodista Luis Santos, ex-trabajador del PSOE que trabajó en el Grupo Socialista del Congreso. Y añade: “El grupo de presión de Pedro Sánchez había querido constituir una candidatura en el 35 Congreso, y protestó ante la Comisión Gestora por la desigualdad de trato. Su programa de entonces era muy regeneracionista, pero se lo guardaron para servir de capitanes en la Ejecutiva de Zapatero. El “feeling” fue grande entre José Blanco y Óscar López, mientras que Rubalcaba utilizaba de alter ego en el Congreso a Antonio Hernando, sobre todo cuando fue titular de la cartera de Interior”. Y el análisis se ha cumplido: Hernando es el nuevo portavoz de Pedro Sánchez en el Congreso.
Hay más pruebas: el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo (PP), declaró que el secretario de organización del PSOE, José Blanco, le pidió en 2005, a través del concejal socialista Pedro Sánchez, que agilizara la licencia municipal necesaria para unas obras en la sede federal del partido, en la calle Ferraz de la capital. Pedro Sánchez negó haber realizado esa llamada pero Cobo se reafirma: “el concejal socialista Pedro Sánchez me llama y me dice ‘mira, perdona que te llame, pero es que Pepe Blanco me pide que, como vamos a hacer obras en Ferraz en verano, quería saber si lo antes posible teníamos la licencia’. Y como mi obligación es igual, sea el PSOE o un ciudadano en una cafetería que te pide una licencia, llamamos por teléfono a ver si se puede agilizar. Lo hacemos siempre, siempre, incluso cuando nos lo pide el PSOE”, explicó Cobo.
Pedro Sánchez no sale directamente en los correos de Blesa salvo cuando se hace relación nominal de los consejeros socialistas. Era un anónimo, disciplinado y vulgar concejal que se limitaba a apretar el botón de las votaciones y a cobrar por ello. Sin preguntas, sin alharacas, sin molestar a los poderosos que lo utilizaban ni al partido que lo había colocado. El banco fue a la quiebra y Pedro Sánchez seguía apretando el botón impertérrito, aunque él era de profesión economista y profesor de universidad, por lo que debía al menos intuir lo que pasaba allí, de hecho recibía numerosos informes sobre la situación financiera de la caja. Ni se lo olió. O si olfateó algo, no dijo ni “mu”. Tampoco votó nunca en contra, y algunos de sus compañeros sí lo hicieron, según reflejan los emails, pues Blesa era muy quisquilloso con quien no votaba a su favor y quería saberlo ¿Por qué esa actitud de Sánchez?
Un email puede aclararnos la cuestión: “Por lo que se refiere a los Consejeros Generales, miembros de la Asamblea pero no pertenecientes al Consejo ni a la Comisión de Control, cobran una dieta de 1350 € brutos por reunión (más el regalo, que es importante). Buena parte de ellos, además, son seleccionados por las diferentes “sensibilidades” para cubrir vocalías en participadas de la Corporación según el cupo cada una conforme al porcentaje de su representación en la Asamblea General (aunque no tienen por que ser Consejeros Generales). En estas participadas (Pensiones, Gesmadrid, Tasamadrid,…..) la dieta es de 1803,04 € al mes, salvo agosto. Cada vez que se produce una vacante, el Secretario General pide su sustitución directamente al líder de la sensibilidad correspondiente (comentando al Presidente los casos singulares)”.
Pedro Sánchez cobró de la “casta” que saqueó Caja Madrid una parte en dinero “más el regalo, que es importante”. ¿Cuánto? Nunca lo ha declarado, ni un solo periodista le ha preguntado, ni siquiera el asunto salió en el amañado debate de las “primarias” con sus otros dos oponentes. Piensa el PSOE que los ciudadanos son tontos, que no se enteran, que meten la cabeza debajo del ala, como los avestruces cuando ven peligro. Pero quienes lo hacen son ellos, con el agravante de que Pedro Sánchez no es un avestruz, es un pavo real, el más bello de la fauna. Él es “Pedro el guapo” y precisamente su hedonismo permanente le impide ver el duro sufrimiento que padecen las tres cuartas partes del país, con un paro que es la vergüenza del mundo civilizado o causa la risa de los países limítrofes por pretender erigirse como “modelo económico del crecimiento europeo”, como acaba de confesar con perplejidad e ironía el primer ministro italiano Mateo Renzi. Nuestra “casta” ya ha perdido hasta la dignidad exterior y el paciente pueblo español, que no es tan sordo, ciego y estúpido como estas gentes se imaginan, sabrá responderles dentro de 8 meses y medio, pues se barruntan ya las elecciones para el 31 de mayo, el tope legal. Van a aferrarse a los cargos hasta el último día y el último minuto.
Los correos electrónicos son demoledores y los personajes que en ellos figuran son muy relevantes: Zapatero, Pepiño Blanco, Tomás Gómez, Felipe González, Pedro Solbes, Miguel Sebastián, Rafael Simancas… en la primera fila de la política. Pero después los que se lo llevaban “crudo”, socialistas de segunda fila, mediocres segundones que decidían con su voto pero que, corrompidos por Blesa, se desmarcaban del partido cuando éste bajaba su pulgar hacia el suelo. La compra del Banco de Miami, la elección de Romero de Tejada, el alcalde de Majadahonda (donde nació la trama Gurtel), la venta de Iberia, los créditos fallidos a Martinsa-Fadesa y a centenares de empresas de amigos, familiares y compañeros de partido, el nombramiento de Rodrigo Rato primero y Goirigolzarri después en Bankia a pesar de su “dudosa moralidad”…
Capitaneados por el desconocido lugarteniente socialista y profesor universitario en Ciencias Políticas de la UNED, Antonio Romero Lázaro (número dos de Rafael Simancas) y el anodino Francisco Pérez Fernández (jefe de gabinete de Simancas), toreraron como quisieron en Ferraz a Leire Pajín, que tampoco preguntaba demasiado. Los dos socialistas acumularon importantes créditos con la entidad en los últimos años.
Las cuotas de Romero superan los 40.000 euros al mes, 900.000 euros a devolver en 24 meses con un modesto sueldo de profesor universitario. Suman 1,3 millones de euros sin contar con los 600.000 adicionales suscritos por parientes, según el periodista Carlos Segovia. Y es difícil conocer los demás ingresos de Romero en la caja, porque la entidad no los detalló nunca, pero puede dar una idea del saqueo lo que dice un email solo sobre sus “tarjetas Black” (negro): “los Vicepresidentes, Antonio Romero, Bedia y Baquero tienen una cobertura de 50.000 € al año; los demás de 25.000 €.”. Por su parte, Francisco Pérez se jactaba de que no le preocupa ser expulsado del partido, porque tenía asegurado un puesto de trabajo en el Ayuntamiento de Madrid que dirigía Gallardón gracias a su larga mano y amistad con Blesa.
Y todos ellos junto al “fontanero” de Felipe González en Moncloa, Ignacio Varela, el incombustible Ramón Espinar, y tantos otros. Ocurrió lo mismo en Andalucía con los entonces presidentes de las cajas de ahorros de San Fernando y El Monte, los militantes socialistas Juan Manuel López Benjumea e Isidoro Beneroso. Y con tantos y tantos otros, tan alejados de la honradez de las bases, mil veces engañadas. “Sabía que contaba con el ok de sus jerarcas, ahora trabaja mano a mano con José Blanco”; “Antonio ha mantenido informado de todo este tema a José Blanco (por vía directa, hablaron ayer mismo) y a Zapatero (por vía de Ignacio Varela y del propio Blanco), que están de acuerdo”. No hay excusa alguna ni justificación: Pedro Sánchez no se enfrenta –ni podrá hacerlo nunca– a la “casta” simplemente porque es parte de ella. Y este libro lo evidencia.
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