jueves, 3 de julio de 2014

Muere el periodista cordobés Rafael Martínez Simancas

Ha fallecido tras luchar durante casi tres años contra un linfoma.
Rafael Martínez Simancas, el pasado 7 de febrero, en el Hospital La Paz, donde se trataba del cáncer

El periodista Rafael Martínez Simancas (Rute, Córdoba 1961) ha fallecido esta mañana víctima de un cáncer contra el que luchaba desde 2011. Una batalla que había narrado en su libro «Sótano octavo», publicado a finales del pasado año.
Periodista y escritor, desempeñó su labor en diversos medios de comunicación. En el Grupo Vocento fue director del periódico «QUÉ!», también escribía en las cabeceras del Grupo a través de la Agencia Colpisa (Lee aquí su última columna de opinión en Colpisa: «Un té rojo») y publicaba columnas en la sección Madrid de ABC. También era columnista de Europa Press, OTR, de «El Boletin de la Tarde» y de «La Gaceta de Salamanca».
Trabajó en la cadena SER, COPE y Onda Cero (donde hizo La Guinda con Carlos Herrera, además de ser director creativo de la cadena), y estuvo en «Protagonistas», de Luis del Olmo, desde los comienzos de «Punto Radio».
En febrero de este año, con motivo de la publicación de su libro «Sótano Octavo», escribió en primera persona en las páginas de ABC cómo el linfoma que le habían diagnósticado en noviembre de 2011 había cambiado su día a día. En su relato, se mostraba convencido de que el tratamiento que seguía en el Hospital la Paz acabaría con el «bicho» y confesaba que por culpa de la quimio le había cogido manía al olor de la colonia que usan sus hijos o al olor del jamón pata negra.
Aseguraba que contra el cáncer «todos los días son de batalla» y hacía un llamamiento: «¡por favor nunca le llamen «larga enfermedad!», las cosas por su nombre».
No perdió el humor, que en su opinión una manera de afrontar la dura situación. Por eso rebautizó a las máquinas de La Paz como «cacharritos de feria». «Yo creo que me he montado en todos los de la feria de La Paz», relataba para ABC. Reconocía que en esta batalla «a veces también se llora», pero confiaba en su curación: «Las noches son muy traicioneras, pero hay que pensar que estamos en lo cierto, en el camino de la sanación y que cada "cacharrito de la feria" es una manera de vencer una batalla que comienza cada mañana, todos los días. Algún día pienso que podré hablar de todo esto en tiempo pasado».
 
 
 

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