domingo, 9 de febrero de 2014

Una experta foniatra revela que Rajoy usa dos voces, una de hombre y otra más aguda “que la media de las mujeres españolas”

Una foniatra ha descubierto que Rajoy usa dos voces, una de hombre y otra de mujer
Una acreditada foniatra ha descubierto que Rajoy padece “dislalia”, un curioso trastorno oral
Mariano Rajoy cambia la voz cuando habla en público, pero un análisis foniátrico y espectrogramático lo ha “cazado”: el tono es “más agudo que la frecuencia media de la voz de la mayoría de las mujeres españolas y en ocasiones las supera“. Lo dice Carolina Pérez Sanz, doctora en lingüística aplicada y experta en Foniatría, que ha analizado a casi medio centenar de políticos, incluso con espectrogramas, para comprobar como consciente o inconscientemente cambian la voz para mentir y fingir. Ella asegura que el presidente del Gobierno padece “dislalia“, una trastorno que pudo estar provocado por un trauma infantil, un defecto auditivo –no oye bien–, un accidente o una anomalía orgánica congénita. Si ha llegado a afectar a los centros neuronales cerebrales sería ya una “disartria” y si el origen está en el gravísimo accidente de tráfico que le desfiguró el rostro con 24 años, la anomalía o deformación de los órganos del habla alcanzaría lo que se llama “disglosia“.
Rajoy aprendió las cosas de memoria, pero tiene dificultades para razonar
Rajoy aprendió las cosas de memoria, pero tiene dificultades para razonar
Carolina Pérez Sanz ha vertido en su web titulada “La Voz del Poder” lo que denomina como “Radiografías fonéticas de los políticos de hoy: lo que las palabras no dicen”. Y el artículo dedicado a estudiar la voz de Rajoy arroja resultados sorprendentes: “El sigmatismo –déficit de articulación del sonido [s]– del presidente es algo menor. El que no oculte su dislalia es un reflejo de su autenticidad personal: haberla tratado y corregido sería tan poco sincero como teñirse el pelo para ocultar unas canas, o como casarse y tener un par de hijos por exigencias del guión. No, el señor Rajoy nunca haría eso, él es una “persona recta y honrada”, fin de la cita”, relata parafraseando con ironía algunas de sus palabras y declaraciones.
Un twitt de la foniatra alertó sobre su página
Un twitt de la foniatra alertó sobre su página
Y no han sido las únicas: Carolina Pérez Sanz ha estudiado con detalle las voces de Alberto Ruiz Gallardón, Juan Carlos de Borbón, Jorge Fernández Díaz, Albert Rivera, José Ignacio Wert, Rosa Díez, Barack Obama, José Griñán, José María Aznar, Angela Merkel, Luis de Guindos, José Mujica, Nicolás Maduro, Ada Colau, Artur Mas, Oscar López, etc… A todos los retratan sus voces, que delatan lo que intentan ocultar.
La voz delata a Rajoy y los ciudadanos lo perciben
La voz delata a Rajoy y los ciudadanos lo perciben
La foniatra desvela que en el caso de Rajoy “la voz es falsa, salvo algunas partes” y se dirige a él como una médico a un paciente: “Señor Rajoy, siento decirle que algunas cosas no se pueden –ni se deben– ocultar. La tensión de su laringe es manifiesta: si bien empieza su intervención con una voz casi relajada –149 Hz de frecuencia media–, la mayor parte de su discurso alcanza los 220 Hz –más agudo que la frecuencia media de la voz de la mayoría de las mujeres españolas– y en ocasiones supera los 280 Hz”. El resultado de su diagnóstico lo acompaña con el espectrograma que evidencia y documenta lo que le está sucediendo.
Espectrograma con la voz de Rajoy
Espectrograma con la voz de Rajoy
La doble voz de Rajoy, unas veces aflautada y casi femenina, otras viril y profunda, revela según esta foniatra, otra mentira más: “¿Y por qué afirmo que esto refleja una impostura, una impostación de la voz? Porque en los finales de las frases pierde el ‘personaje’ y aparece su ‘verdadero yo’, su voz auténtica, la que emite sin premeditación. Es una voz grave, incluso muy grave. Es la voz que emite cuando ya no le queda energía aerodinámica para mantener una postura forzada, pero suena rota: las cuerdas vocales no oscilan a velocidad constante y los ciclos glóticos son irregulares, lo que le proporciona un timbre ronco. Típico, Sr. Rajoy, de las personas que usan un tono de voz que no es el que surge de manera natural. Se acumula tanta tensión –largas horas de ensayo, de practicar la firmeza y la contundencia leyendo el discurso una y otra vez– que los pliegues vocales, como cualquier otro músculo del cuerpo, se engrosan por el exceso de oxígeno que aporta el ejercicio prolongado”.
La entonación del presidente del Gobierno también es escamante para los foniatras: “Se sabe que las voces graves proyectan más poder, Sr. Rajoy, pero usted se empeña en ese tono gritón y crispado a medio camino entre “el parte” y la cantinela del feriante que anuncia los premios de la tómbola. Craso error. Una cosa es resultar dinámico con una voz que se fuerza para recalcar mensajes e ideas clave, y otra muy distinta es esforzarse tanto por que se oiga “la voz de la España sensata, y laboriosa, y responsable” que se lleva al límite; y tanto se esfuerza, que por momentos esta voz sensata llega a quebrarse”.
Carolina Perez Sanz, la foniatra que ha estudiado la voz de Rajoy
Carolina Pérez Sanz, la foniatra que ha estudiado la voz de Rajoy
La escasa atención que el público le presta a sus discursos también tiene una explicación foniátrica: “A veces enunciados demasiado entrecortados se perciben como una lectura ‘al dictado’ más que como una expresión enfática, y ¡ay! restan credibilidad. Por el contrario, cuando el enunciado es demasiado largo y sin pausas el oyente pierde interés y ¡ay! desconecta. ¿No será lo que pretende? No, no. No puede ser”, señala Carolina Pérez Sanz.  La pérdida de credibilidad podría deberse incluso a un deficiente aprendizaje educativo, que le llevó a un abuso de la memoria que le restó capacidad dialéctica o persuasiva: “Firme es la respuesta que da a los que piden su dimisión, y contundente la respuesta a los que piden que se declare culpable –aunque en este caso, el argumento no lo es tanto: decir “no he venido a la política a enriquecerme porque tengo… profesión” es tan contundente como decir “yo no me he comido el pastel porque tengo… chocolate“–. También es verdad que algún otro hilillo argumental queda suelto, pero sin importancia”.
“Lo que de verdad importa es que Mariano Rajoy ha demostrado la fuerza de sus argumentos y la suya propia: es capaz de leer una frase demostrando que no entiende lo que lee sin inmutarse. Es verdad que en el texto que el presidente llevaba escrito no existe ningún error de formulación gramatical. En el texto, la frase en cuestión dice “(…) los riesgos que se hacen correr al país con su uso”, pero el oyente no lee, solo oye, y lo que oye es que el señor Rajoy no prolonga ni acentúa el sonido [u], ni produce ningún sonido vocálico tras la última [s]. Por lo tanto, la interpretación auditiva es [sus], que conduce a la interpretación gramatical del adjetivo posesivo ‘sus’. O sea, un anacoluto en toda regla. Eso es carácter”, concluye la foniatra.

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