domingo, 4 de noviembre de 2012

Empresas ganadoras y perdedoras con la independencia de Cataluña

SEAT, CAIXABANK Y DAMM, DE LOS MÁS PERJUDICADOS
 
Los grandes empresarios en Cataluña evitan pronunciarse sobre la independencia. No lo han hecho ni lo van a hacer. La llamada del PP a que se ‘mojen’ en público tampoco parece haber tenido eco. Sólo José Manuel Lara (Planeta) y Josep Piqué (Vueling) han manifestado su abierta oposición.
El siguiente análisis intenta dibujar un mapa preliminar de las grandes empresas ganadoras y perdedoras del nuevo marco que crearía la independencia. No responde a las opiniones de los responsables, que no se han pronunciado en ningún caso, sino a la situación estratégica de cada compañía.
Se de la paradoja de que muchas veces serían las empresas españolas las más beneficiadas por el proceso secesionista, mientras que una nacionalidad o dirección catalana no garantiza un futuro esplendoroso en una Cataluña independiente.
Nissan. Ganadora. Fabrica coches en Cataluña y la dirección en España está en Barcelona. Sin embargo, su marca está básicamente identificada con Japón. Además, el 90% de sus ventas en España son el Qashqai, que ni siquiera se ensambla en España. Sí, le aplicarían aranceles para exportar pero, sobre el papel, sobreviviría perfectamente.
Seat. Perdedora. Hace lo mismo que Nissan y en la misma situación. Pertenece a Volkswagen. Sin embargo, Seat es la marca española de coches por excelencia. Y quedaría atrapada entre un mercado español proclive al boicot de todo lo catalán y un mercado catalán reacio a todo lo que sonara a España.
Telefónica. Ganadora. Creada en la dictadura de Primo de Rivera, Telefónica es más española que la lotería nacional. Pero le iría bien. Podría traspasar sus activos en Cataluña a una sociedad con sede en Barcelona y listo. Si ya opera en 25 países, le daría igual funcionar en 26. Además, recientemente ganó el grueso del concurso de telefonía de la Generalitat. Artur Mas les necesitará cada vez que descuelgue el teléfono. La facturación de Cataluña supondría la suma de las filiales del negocio de Perú y Chile.
Gas Natural. Perdedora. La mayoría de sus clientes españoles está fuera de Cataluña. Está muy internacionalizada pero el gasoducto Duran-Farell entra por Andalucía y por allí le llega el grueso del gas que entra en España. Podría abastecer el mercado catalán con la planta regasificadora de Barcelona. La tradición de usar el gas como arma política le no augura nada bueno.
Abertis. Ganadora. Podría seguir cobrando peajes en Cataluña. Y si negociase con el Gobierno español poco le costaría mantener las concesiones en el resto de España, dado lo endeudados que están sus competidores. Además, controla Hispasat y la TDT: productos imposibles de boicotear.
CaixaBank y Banco Sabadell. Perdedores. Pese a ser más catalanes que la sardana, la independencia no les sentaría bien. De media, el 70% de sus depósitos españoles está fuera de Cataluña. Un previsible boicot les haría perder depósitos en un momento en que resulta difícil financiarse en el exterior.
Cobega. Ganadora. Si embotellas Coca-Cola estás blindado ante cualquier boicot. Además, su papel ante la multinacional de Atlanta queda reforzado al superar el 40% de la nueva gran concesionaria española.
Freixenet y Codorníu. Perdedores. La historia dice que cualquier boicot en el mercado español pasará la primera factura a los fabricantes de cava. Su imagen de marca está muy vinculada a la catalanidad. En 2005, en el primer boicot, las ventas de ambas marcas cayeron un 5%.
El Corte Inglés. Ganadora. Sólo una pareja de la Guardia Civil podría ser más española que estos grandes almacenes. Su ventaja es que todos los alcaldes de España quieren que un Corte Inglés abra en su ciudad y los catalanes no son menos. Badalona, Terrassa, Lleida y Mataró son las próximas aperturas previstas.
Agrolimen, Damm y Nutrexpa. Perdedores. Como la mayoría de marcas de gran consumo, son las más sensibles a un posible boicot. Es conocida la anécdota de Josep Tarradellas, presidente de Casa Tarradellas, que el día después de la manifestación bajó a la planta de fabricación para abroncar a sus trabajadores por haber acudido a la manifestación del pasado 11 de septiembre. Su grupo, que factura más de 600 millones anuales, tiene como principal cliente a Mercadona.

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