Rubalcaba, Zapatero y una mujer buscando comida en la basura.
Demoledor informe del Consejo Económico y Social sobre la verdadera situación de España.
Los causantes del desaguisado no pueden ser la solución.
Demoledor informe del Consejo Económico y Social sobre la verdadera situación de España.
Los causantes del desaguisado no pueden ser la solución.
Si la imagen gráfica del socialismo real eran los horrendos e inservibles utilitarios Trabant de duroplástico, la imagen gráfica de la socialdemocracia en España, después de siete años de zapaterismo y subsidios, son las colas de los comedores sociales, o mujeres de clase media buscando comida entre los desperdicios, como la que publicamos hoy en portada.
Una foto que hubiera sido insólita en este país hace sólo 10 años, pero que es fruto de la más fatal de las combinaciones: una desgracia económica -la mayor crisis mundial desde el Crack del 29- y una desgracia política -la ineptitud y falta de rigor de un Gobierno que, con cinco millones de parados y un crecimiento estancado, sigue en el guindo, mientras Bruselas le saca tarjetas rojas como las de ayer-.
"Vivimos peor y el país es más pobre", concluye el presidente del Consejo Económico y Social (CES) tras constatar en el último informe del organismo la desoladora radiografía de España. Uno de cada cuatro españoles está en riesgo de pobreza, y la brecha entre los que más tienen y los que menos aumenta, lo cual implica un debilitamiento de la clase media. Inquietante escenario para un país que se supone desarrollado, porque la clase media es el motor del consumo y también el colchón de seguridad de la estabilidad social.
Como constata el CES, sólo Lituania, Rumanía y Letonia presentan mayores niveles de desigualdad. Esa es la cruda realidad y no la ensoñación adolescente del presidente de la Champions League. Tan mal lo ha hecho, tan tarde ha reaccionado y tan tímidas son sus reformas, que volver a un nivel de paro anterior a la crisis nos costará una década.
Además, para recuperar fuelle, España tendría que ser capaz de crear 3,5 millones de empleos. Hoy por hoy, se antoja quimérico. Para generar empleo y sacar el país de la vía muerta (el crecimiento permanece estancado en el 0,8% del PIB), serían precisas las reformas -comenzando por la laboral- y los durísimos ajustes a los que nos ha instado Bruselas por enésima vez. Concretamente, pide que bajen las cotizaciones sociales a fin de reducir los costes laborales. El problema es que para compensar lo que se ingresa de menos, el Gobierno tendría que subir el IVA o la luz.
Más tijeretazos, y también más exigencia de austeridad: Bruselas pide control del gasto público de las autonomías "para no poner en peligro todo el Estado"; y más exigencias de trabajo: que las subidas salariales estén vinculadas a la productividad y no a la inflación. No se deja en el tintero la necesidad de acabar con el chorro de dinero tirado en las cajas de ahorros, e insta para que dejen de ser globos cautivos de los políticos.
Europa echa un jarro de realismo sobre el Gobierno de los brotes verdes al señalar que este peca de optimismo y que no cumplirá los objetivos de reducción de déficit público ni este año ni el siguiente (el agujero será de un 6,3% en 2011, y un 5,3% en 2012). Sombrío panorama. Somos pobres, según el informe del CES, y lo vamos a seguir siendo, según Bruselas, porque la cirugía de hierro que precisa nuestra economía nos aboca a severos ajustes y medidas impopulares.
Pero no existe otro camino si, con años, paciencia y sacrificios, queremos volver a los niveles de crecimiento anteriores a la crisis. Se impone una moraleja política de tan dramático diagnóstico. Los causantes del desaguisado no pueden ser la solución. No hay más que ver la porquería que guardan bajo sus alfombras autonómicas o el erial económico y social que dejan para su sucesor en el Gobierno. Han empobrecido el país e hipotecado su futuro. Que conste.
La Gaceta.
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