Zapatero junto a varios de sus ministros durante una comisión gubernamental (EFE).
Así lo han asegurado a El Confidencial fuentes socialistas de toda solvencia que vivieron muy de cerca aquella dramática jornada, en la que perdieron la vida dos ciudadanos de nacionalidad ecuatoriana. Todos los miembros del Gobierno creyeron firmemente en ese momento en la sinceridad del mensaje que les acababa de trasladar Zapatero, pero tres meses después el líder socialista autorizó la reanudación de los contactos con los terroristas. Esta vez sólo el núcleo duro del Consejo de Ministros -la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba-, además del número dos del PSOE, José Blanco, fueron informados.
Con un intervalo de unas pocas horas, los ministros del Gobierno recibieron sorprendidos, aquella víspera de la Nochevieja de 2006, dos argumentarios diametralmente opuestos. "En el primero se decía que, aunque tras el gravísimo atentado no se daban las condiciones para mantener abierto el diálogo con ETA, el proceso quedaba suspendido, pero no roto", afirman las fuentes consultadas. "En el segundo y definitivo, en cambio, se decía que la negociación había llegado a su punto final y que no había vuelta atrás", añaden las mismas fuentes.
"Roto, liquidado y acabado"
Tres días después del atentado, Rubalcaba afirmaba con rotundidad que el llamado proceso de paz había quedado "roto, liquidado y acabado", y que ya era "insalvable". El ahora vicepresidente primero del Gobierno se ajustaba así, con ese inequívoco mensaje, al guión que él mismo había impuesto. "La postura de Alfredo era sincera. Fue él quien convenció a Zapatero de que era una locura mantener vivos los contactos con ETA, porque el presidente no lo tenía tan claro". Zapatero, de hecho, se mostró mucho más tibio que Rubalcaba cuando, a las pocas horas del bombazo en la T-4, compareció ante los medios de comunicación en La Moncloa.
"El Gobierno considera que el atentado de hoy es absolutamente incompatible con el alto el fuego permanente que la propia ETA declaró hace nueve meses", dijo entonces un apesadumbrado Zapatero. Y añadió: "El de hoy es el paso más equivocado e inútil que han podido dar los terroristas. Nada han conseguido, más que provocar dolor y manifestar su incapacidad de vivir en paz y en libertad". Tan sólo 24 horas antes del atentado, el presidente del Gobierno había pronosticado, en alusión al fin del terrorismo, que "dentro de un año estaremos mejor que hoy", y que, con el alto el fuego vigente en aquel momento, la situación era "mejor que hace cinco años".
Resucita la controversia
En las últimas 48 horas, la publicación de varias actas de la negociación entre el Gobierno y ETA en los diarios El Mundo y El País ha resucitado la controversia en torno al llamado proceso de paz y ha dado nuevos argumentos al PP para poner contra las cuerdas a Zapatero. El primero desveló el lunes nuevos datos sobre el diálogo con los terroristas, en los que se atribuye al Ejecutivo la decisión de dar el chivatazo del bar Faisán. Con la publicación de estos documentos, el PP considera probado que el Gobierno "pudo haber colaborado políticamente con ETA", y ya ha pedido la dimisión de Rubalcaba.
Por su parte, El País reveló ayer diversas actas incautadas al que fuera jefe de la banda, Francisco Javier López Peña, alias Thierry, en la que se reflejan las negociaciones del Gobierno con ETA a partir de marzo de 2007, tres meses después del atentado en la T-4. La interpretación que este diario hace de los documentos difiere mucho de la de El Mundo, ya que trata de demostrar que el Ejecutivo apenas cedió ante los terroristas. No obstante, Mariano Rajoy insistió ayer en que "el Gobierno ha engañado a todos los españoles", y reiteró el mensaje de que "con los terroristas no se negocia".
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