Escena del film Pan Negro.
Se repite el pucherazo de los Premios Gaudí
Técnicos y actores catalanes votaron al unísono
Nueve Goyas se llevó el domingo Pan negro, película de buena factura pero de un repetitivo guerracivilismo, donde los nacionales son los malos y algunos republicanos, involucrados en una trama de asesinato, son también malos. Más de lo mismo, ya que ese matiz sólo aporta ideología de género para denunciar la represión de la homosexualidad.
Lo grave, según los críticos que conocen la Academia de Cine, es que esta película ha ganado porque en esa institución se ha formado un frente catalanista en los últimos años, con la entrada a mansalva de técnicos y actores de dicha procedencia, que han votado a una, a diferencia de los castellanohablantes, divididos por su personal criterio artístico, y últimamente por los debates de la ley Sinde.
Este vergonzoso corporativismo llegó al extremo de dar a Pan negro hasta el Premio al Actor Revelación en lugar de a quien lo merecía, el boliviano Juan Carlos Adubiri, de También la lluvia. Todo lo que ganaron los Goya el año pasado en independencia lo han perdido ahora en pro de una ideologización que enfadó no sólo a Álex de la Iglesia, sino a Icíar Bollaín, que anteayer mismo anunció que no se presentará a presidenta de la Academia.
Precedente Gaudí
La gala fue aburrida, ha perdido 300.000 espectadores, y el premio a Agustí Villaronga por ser homosexual y catalanista repite el pucherazo de los Premios Gaudí, el 17 de enero, al ganar 13 de las 15 estatuillas a las que estaba nominada la versión original, Pa negre. Sus partidarios apabullaron mandando cartas para pedir el voto, cosa que está prohibida en los Goya.
Nadie ha investigado si esa campaña de hace un mes puede haber afectado a la votación del domingo. No basta con ser catalán si no se pliega uno a la ideología y lobby rosa, así que se quedó fuera de los Goya Héroes, de Pau Freixas. En cambio, a Villaronga le avalaba no sólo su orientación sexual, sino la productora Isona Passola, conocida en el ámbito nacionalista de ERC.
No en vano, con ella se fue a celebrar la victoria el director. Ser de izquierdas, pero español, en este caso fue un inconveniente para el documental Ciudadano Negrín. Así que el premio fue para el halago del ex alcalde socialista de Barcelona, Pasqual Maragall, Bicicleta, cuchara, manzana, de Carles Bosch. Un fin de época donde Cataluña decide y España paga.
Originalmente publicado en La Gaceta.
Lo grave, según los críticos que conocen la Academia de Cine, es que esta película ha ganado porque en esa institución se ha formado un frente catalanista en los últimos años, con la entrada a mansalva de técnicos y actores de dicha procedencia, que han votado a una, a diferencia de los castellanohablantes, divididos por su personal criterio artístico, y últimamente por los debates de la ley Sinde.
Este vergonzoso corporativismo llegó al extremo de dar a Pan negro hasta el Premio al Actor Revelación en lugar de a quien lo merecía, el boliviano Juan Carlos Adubiri, de También la lluvia. Todo lo que ganaron los Goya el año pasado en independencia lo han perdido ahora en pro de una ideologización que enfadó no sólo a Álex de la Iglesia, sino a Icíar Bollaín, que anteayer mismo anunció que no se presentará a presidenta de la Academia.
Precedente Gaudí
La gala fue aburrida, ha perdido 300.000 espectadores, y el premio a Agustí Villaronga por ser homosexual y catalanista repite el pucherazo de los Premios Gaudí, el 17 de enero, al ganar 13 de las 15 estatuillas a las que estaba nominada la versión original, Pa negre. Sus partidarios apabullaron mandando cartas para pedir el voto, cosa que está prohibida en los Goya.
Nadie ha investigado si esa campaña de hace un mes puede haber afectado a la votación del domingo. No basta con ser catalán si no se pliega uno a la ideología y lobby rosa, así que se quedó fuera de los Goya Héroes, de Pau Freixas. En cambio, a Villaronga le avalaba no sólo su orientación sexual, sino la productora Isona Passola, conocida en el ámbito nacionalista de ERC.
No en vano, con ella se fue a celebrar la victoria el director. Ser de izquierdas, pero español, en este caso fue un inconveniente para el documental Ciudadano Negrín. Así que el premio fue para el halago del ex alcalde socialista de Barcelona, Pasqual Maragall, Bicicleta, cuchara, manzana, de Carles Bosch. Un fin de época donde Cataluña decide y España paga.
Originalmente publicado en La Gaceta.
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