La debacle electoral topará con un partido sin recambios
Los jóvenes guardias del PSOE se han saltado demasiados peldaños en su escalada.
Uno de los problemas que amenazan al postzapaterismo es la ausencia de una nomenclatura socialista de refresco.
En la última década Zapatero ha entregado el control del partido a una generación de jóvenes tan ambiciosos como poco preparados que han aterrizado en la política directamente sobre los cargos públicos, sin pasar -como el propio líder- por ningún otro ámbito de formación ni de trabajo; carentes incluso del idealismo elemental que suele impulsar las aspiraciones de entrar en la vida pública.
Escribe Ignacio Camacho en ABC que, por eso, en cuanto las cosas se han puesto realmente feas el presidente ha tenido que llamar en su socorro a veteranos como Rubalcaba, Jáuregui o Iglesias: también auténticos profesionales del poder pero dotados al menos de la graduación de la experiencia.
"Detrás del zapaterismo no hay nada; sólo una pléyade de dirigentes sin madurar apalancados sobre el aparato y asimilados antes a los viejos vicios políticos que a las virtudes renovadoras".
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