No se explica la torpeza de negar la entrada a un eurodiputado
Con arreglo a una costumbre muy arraigada en sus relaciones con España, el Gobierno de Cuba ha iniciado el año con un desplante. En esta ocasión, ha prohibido la entrada a la isla a un eurodiputado, el socialista Luis Yánez, antiguo secretario de Estado para Iberoamérica.
A ojos de la dictadura castrista el "delito" del señor Yánez es haber escrito que en Cuba no hay libertad y que, por lo tanto, se podría establecer una analogía de fondo entre el régimen de Castro y el de Franco. Este año ha sido Yánez la víctima del desplante de La Habana, hace dos años fue el diputado del PP Moragas. Antes, a quien Castro insultaba era al presidente Aznar; en tiempos de Felipe González, con quien la emprendió fue con el añorado Paco Ordóñez, a la sazón ministro de Asuntos Exteriores. Y aún antes, en los albores de la dictadura castrista, contra quien arremetió Fidel Castro fue contra España y el embajador Lojendio.
Atacar a España ha sido, ya digo, un clásico por parte del dictador cubano y sus palmeros. El resorte siempre actúa de la misma manera quizá, porque -de manera inexplicable- por parte española nunca ha encontrado la oportuna réplica. Gobierne quien gobierne en Madrid, los desplantes de La Habana siempre salen gratis.
De ahí viene la chulería política del régimen castrista. Le tienen tomada la medida a nuestros gobernantes. De otra manera no se explica la torpeza que supone negar la entrada a la isla a un eurodiputado precisamente el día en el que el Gobierno de España se estrena como presidente de turno de la Unión Europea y cuando es sabido que Zapatero (y Moratinos) querían convencer a los socios de la UE para que no vincularan las ayudas a Cuba con el respeto (falta en este caso, de respeto) a los Derechos Humanos por parte del régimen castrista.
A los hermanos Castro, hasta hoy, todos los desplantes a España les han salido gratis. Seguir así, por parte de España quizás sea un exceso de ingenuidad política.
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