Más que a Montilla, los principales diarios nacionales señalan a Zapatero como responsable último del "estatutazo editorial"."El Mundo", "ABC", "La Razón" y "El País" cargan en sus editoriales contra la feroz iniciativa mediática de presión al TC. Los diarios firmantes se felicitan por el eco de su editorial.
La batalla mediática entre Cataluña y el resto de España está servida, aunque la prensa de la tierra de José Montilla se empeñe en presentarla como una batalla contra Madrid y no contra las otras 15 comunidades autónomas (excluyendo las dos antes mencionadas). Prueba de ello es el titular de la información en el que La Vanguardia se hace eco en su página web del malestar que el editorial conjunto ha creado en la prensa nacional: Los diarios de Madrid contraatacan el editorial pro Estatut de Catalunya.
En efecto, las reacciones desde los principales diarios nacionales -que no madrileños, aunque se editen en la capital- no se han hecho esperar. El Mundo, El País, ABC y La Razón llevan en sus páginas editoriales (Público no tiene editorial) en los que critican abiertamente la ofensiva mediática catalana. Y, aunque con sus diferencias, todos coinciden en señalar que es una medida de presión intolerable al Tribunal Constitucional. Y, casi todos, en que el responsable último es José Luis Rodríguez Zapatero.
El de El Mundo es el más duro. Ya avisó Pedrojota el mismo jueves, en un primer artículo publicado en su edición digital, que la respuesta de su periódico sería contundente. Y vaya si lo es. En un editorial titulado La dignidad de los españoles (Incluidos al menos 2,7 millones de catalanes), el rotativo defiende con vehemencia la Carta Magna frente al Estatuto con las cifras en la mano: "Si, desde luego, es respetable la voluntad de los 1,9 millones de catalanes que votaron a favor del nuevo Estatuto hace tres años, ocho veces más respetable todavía es la voluntad de los 15,7 millones de ciudadanos que votaron en toda España a favor de la Constitución en 1978. Como la memoria es débil, hay que recordar que 2,7 millones de catalanes votaron entonces ´sí´ a la Constitución, un 50% más que esos 1,9 millones que apoyaron este Estatuto con un censo mucho mayor. En términos porcentuales, lo cierto es que el Estatuto obtuvo el apoyo del 36% de los votos sobre el censo electoral de Cataluña, mientras que la Constitución obtuvo un 62% de respaldo. Y termina: "Hagan lo que hagan, ahora que se ha adherido el Barça, será un gol en propia meta".
ABC tampoco le va a la zaga. En La dignidad de la Constitución, el diario de Vocento carga contra los argumentos esgrimidos por los doce periódicos catalanes firmantes (a los que luego se han ido adheriendo otros medios de comunicación, partidos políticos y representantes de la sociedad civil). "Resulta cínico que el ultimátum publicado como editorial por los medios catalanes se refugie en un impostado constitucionalismo, que incluso sitúa en primera línea la figura de Su Majestad el Rey -´ahorcado´ en una postal navideña por el nacionalismo radical- como excusa de sus diatribas. Es más, tanta apelación falsaria a la Constitución Española de 1978 desvela la raíz misma de las contradicciones insuperables del estatuto de Cataluña y su vicio absoluto de inconstitucionalidad", sostiene el editorial. Y continúa: "La dignidad de Cataluña está en su pasado, en su presente y en su futuro como parte fundamental de España, en su aportación al progreso del conjunto de la Nación con el dinamismo y la pujanza que han caracterizado su historia, en ser el factor de estabilidad institucional que le corresponde y en aspirar a ser la fuerza motriz de España, no su competidora".
La Razón exige que se deje trabajar al guardián de la Constitución en Respeto al TC y a las reglas de la democracia: "Creemos que arremeter contra el Alto Tribunal por una sentencia que aún no existe es tan irresponsable como amenazar al árbitro antes de empezar el partido por un presumible resultado adverso. Que se deformen interesadamente los mecanismos jurídicos e institucionales que están en la base de un régimen de libertades debilita a la propia democracia y abre un escenario de incertidumbres e inquietudes muy nocivo para el interés general. El Constitucional no es un invento de última hora ni son desconocidas sus competencias y reglas de actuación. Es un órgano emanado directamente de la Carta Magna para velar por la adecuación constitucional de toda ley, incluidos los Estatutos de autonomía. La obligación de todos, y especialmente de los poderes públicos, es acatar y respetar la decisión de los magistrados del Alto Tribunal sea cual sea, sin que ello suponga que quede exento de la crítica razonada y responsable. Que se cuestionen las reglas del juego desde gobiernos, parlamentos o editoriales de prensa en función de una determinada coyuntura sólo daña la imprescindible credibilidad del sistema".
El País es algo más condescendiente con la iniciativa de sus colegas catalanes, aunque aun así no duda en verter algunas críticas sobre ella en El texto y su contexto. "Nos hallamos ante una iniciativa de carácter eminentemente político, destinada más a incidir en la realidad, e incluso a ejercer una especie de liderazgo de sustitución, que a describirla o valorarla. No es fácil dilucidar si esa función corresponde o no a los medios de comunicación, o si éstos deben limitarse a ejercer y organizar el pluralismo y la libertad de expresión", señala el diario de Prisa en su editorial.
"Que en esta tesitura cabeceras heterogéneas consensúen un texto común debería mover a la reflexión a quienes aún se aferran al cliché de que los partidos catalanes no representan a la ciudadanía, o sostienen que el Estatuto concitó escaso apoyo social porque el referéndum registró una abstención del 50%, soslayando la aplastante mayoría (74%) que votó a favor del texto. En el debe de los promotores hay que apuntar su deslizamiento hacia el frentismo, pues se arrogan el monopolio de la catalanidad y apelan a una unanimidad política impropia de una sociedad moderna y compleja como es la catalana", termina.
Avicena o Ibn Siná (como fue llamado en persa y en árabe) nació en el año 980 en Afshana (provincia de Jorasán, actualmente en Uzbekistán). Cuando tan sólo contaba con 17 años ya gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur. Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abū el-Kasis de Córdoba. Libros: El canon de medicina, El libro de la curación, Poema de la medicina
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