En 2018, el 17 de mayo, en el programa de Antena 3 dirigido por Susanna Griso, el aspirante a líder permanente de la República Democrática y Bananera de las Naciones Celtibéricogodas y Fenicias, no tenía duda alguna de que lo ocurrido en el Parlamento Catalán (fenicio) los días 6 y 7 de septiembre de 2017 era “lógicamente” un delito de rebelión.
Abundando en esta fase evolutiva del personaje, ese mismo mes de mayo el PSOE, por orden de su amado líder anunció, poco antes de la moción de censura contra Mariano Rajoy, que iban a adecuar el delito de rebelión a la España del siglo XXI porque, según palabras de su líder “es evidente que el delito de rebelión, tal y como está tipificado desde 1995, no corresponde al tipo de rebelión que se ha sufrido en los últimos meses”, refiriéndose a los hechos de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña.
Por lo visto, siendo una rebelión lo que se produjo en Cataluña, ésta fue una rebelión más adecuada al siglo XXI que la tipificada en el Código Penal (CP) no lo era. En consecuencia, había que modificar la tipificación del delito de rebelión en el CP.
Una vez en el gobierno gracias a los apoyos, entre otros, de los independentistas catalanes, Sánchez ya iba matizando su parecer respecto de los hechos ocurridos en septiembre y octubre de 2017 en Cataluña. Ya no estaba tan claro que fueran constitutivos de delito de rebelión, ni siquiera de una rebelión adecuada a los tiempos que corrían.
Llegó el juicio a los acusados por aquel golpe y la evolución del presidente dio un paso más. Sánchez dejó claras sus intenciones de obligar a la Abogacía del Estado a presentar una acusación de sedición, en lugar de rebelión.
La abogada general del Estado, dependiente de la recién nombrada ministra de Justicia, Dolores Delgado, tuvo que tomar cartas en el asunto y destituir a Edmundo Bal, responsable de defender la posición del Estado en el juicio, pues se negaba a rebajar la calificación del delito a sedición. Dado el carácter jerárquico de la Abogacía del Estado Bal fue relevado en el juicio del “procès” y todo arreglado.
Las tesis de la Abogacía del Estado, es decir del gobierno, se impusieron finalmente en el Tribunal Superior de Justicia y las condenas lo fueron por sedición, no por rebelión, además de por malversación. Pero las cosas no iban a quedarse ahí.
La permanente necesidad de Sánchez de lograr apoyos parlamentarios para sacar adelante sus torticeras leyes y convalidar los decretos que iba emitiendo en pleno estado de alarma, con nocturnidad y alevosía, le obligaba a seguir cediendo ante las exigencia, sobre todo, del independentismo catalán.
Eso fue un catalizador para dar un salto cualitativo en la evolución del espécimen, había llegado la hora de los indultos. Y sin ningún rubor procedió a ello, sin despeinarse.
Después de todo ese recorrido evolutivo, le debió de coger gusto al asunto y, sin tener ninguna necesidad práctica de lograr aprobar los presupuestos del 2023, más allá de lograr el aplauso de sus plebeyos, negocia con ERC, es decir con el enano que le hizo inclinarse ante la senyera, con la provocativa ausencia de la bandera nacional.
El resultado de dicha negociación, negada reiteradamente por él y su siniestro ministro de la Presidencia, ha sido el último estadío de la evolución de este fenómeno de la política, ese líder de pasarela: ha eliminado del CP el delito de sedición y lo ha convertido en un delito agravado de desorden público.
Ahora prácticamente va a dar lo mismo que unos responsables políticos de un golpe a la democracia, que se pasen por el arco del triunfo la constitución, varias leyes y unas cuantas resoluciones judiciales, que organizar un botellón que acabe con un desmadre de cierta consideración.
La evolución de este personaje quedará para los anales, en unos años será motivo de estudio en las facultades de ciencias políticas, en las de psicología y seguro que hasta en las de psiquiatría. Se va a convertir en un paradigma de la evolución. Pero no va a ser el único que se le vaya a poder atribuir, le acompañará también el de la mentira contumaz e indisimulada y el de la autocracia petulante.
No señor Sánchez, usted no está armonizando nuestro Código Penal al de los países de nuestro entorno. En todos ellos existen figuras penales similares a la de sedición de nuestro código y con penas similares e incluso superiores.
Usted lo que ha hecho es vendernos a todos a unos golpistas que ahora lo podrán volver a hacer y les saldrá gratis.
Usted debía de preocuparse por armonizar el salario medio de los españoles al de la UE, debería preocuparse por converger con los países de la UE en lo que se refiere a deuda, déficit, paro, calidad de enseñanza, inversiones en investigación, etc. y dejarse de vender a España a quien tanto la odia, para su satisfacer su infinito ego y sus ansias de permanencia en el poder.
Al fin y al cabo, con estas maniobras no demuestra otra cosa que debilidad y dependencia, además de infinita zafiedad.
Luis Balde ( El Correo de España )
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