lunes, 7 de febrero de 2022

Jugadas en el tablero del 13-F

 

La coalición de izquierdas no funciona en las urnas, al menos autonómicas, lo que demostraría que el proyecto de Sánchez es solo su poder personal, ajeno a un plan nacional para España.

La encuesta de GAD3 que hoy publica ABC confirma la victoria clara de Alfonso Fernández Mañueco el próximo domingo en las elecciones de Castilla y León. El candidato popular ganaría con un número de escaños -entre 34 y 37- que no le garantizan la mayoría absoluta, pero que podría ser superior a la suma de los partidos de izquierda y locales, resultado imprescindible para no tener que contar con Vox en un futuro gobierno regional, auténtica clave de estas elecciones. Los populares deben tomar nota de que pierden fuelle respecto al barómetro de GAD3 de enero: la formación que lidera Santiago Abascal va a consolidarse en la cámara autonómica con entre 11 y 13 escaños, ejerciendo una creciente presión sobre Mañueco en caso de que este no supere al conjunto de las fuerzas de izquierda y de carácter local.

La desaparición de Ciudadanos es casi inevitable y ha encauzado a sus votantes hacia las opciones de la derecha, de manera que apunta a un escenario similar al que se produjo en la Comunidad de Madrid tras las elecciones del 4 de mayo de 2021. Esta correlación de fuerzas significa que la derecha tiene en Castilla y León una hegemonía indiscutible, con una mayoría en el Parlamento que oscilaría entre 45 y 50 escaños (la mayoría absoluta está en 41) y con un voto superior al 50 por ciento. El equilibrio entre las previsibles demandas de Vox para entrar en el Gobierno autonómico y la reticencia del PP para ceder a esa reclamación dependen de la capacidad de Mañueco para vencer sobre todo al bloque de la izquierda e impedir que las exigencias de Vox lo conviertan en su rehén parlamentario.

Los socialistas no remontan con Luis Tudanca, y pierden entre 7 y 10 escaños respecto a 2019, y junto al estancamiento de Unidas Podemos, los resultados previstos llevan a la izquierda, en conjunto, a retroceder sensiblemente sus posiciones políticas. La polémica absurda provocada por el ministro Alberto Garzón sobre la calidad de la carne y las macrogranjas ha terminado por lastrar al PSOE, y tampoco ha movilizado al electorado de Unidas Podemos, que, en el mejor de los casos, sumaría un parlamentario a los dos que ya tiene. Por su parte, los partidos localistas, como Soria Ya y Unión del Pueblo Leonés, podrían sumar 4 escaños, un resultado que sería irrelevante para formar una mayoría alternativa a Fernández Mañueco, pero sí para garantizar su investidura con mayoría absoluta en primera votación, en caso de que Vox decidiera abstenerse.

La convocatoria anticipada de elecciones puede resultar finalmente, para Fernández Mañueco y para su partido, una operación política beneficiosa, pero quizá no se refleje en la mayoría absoluta que esperaban. Sin duda conseguirá el objetivo de erradicar a Ciudadanos del panorama político de Castilla y León, sumiendo aún más a la formación naranja en su crisis nacional de identidad y proyecto. La victoria de los populares tendrá otras repercusiones nacionales, algunas a corto plazo y otras, a más largo. La primera es que el bipartidismo vuelve a ser dominante, aunque de forma imperfecta. La segunda, que el PP no es la única formación capaz de recibir el voto, como diseñó Aznar en 1990, de todo lo que esté a la derecha del PSOE. En tercer lugar, la coalición de izquierdas no funciona en las urnas, al menos autonómicas, lo que demostraría que el proyecto de Pedro Sánchez es solo su poder personal, ajeno a un proyecto nacional para España. Y, finalmente, Vox se consolida en el espacio de la derecha y aleja la reunificación del voto liberal y conservador en torno al PP, con una situación de fragmentación que, a escala nacional, sigue alimentando las posibilidades del PSOE de sumar mayorías a golpe de retales.

Editorial ABC

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