lunes, 14 de febrero de 2022

Alguna enfermedad mental atosiga a Pedro Sánchez y no es Alzheimer. Biden recomienda su baja laboral.

 


A esta conclusión se llega, después de estudiar los síntomas peor soportados por el entorno del demente (familia y sociedad). Además son vivenciados de una forma especialmente catastrofista, denigrante y humillante. Al mismo tiempo constituyen un factor pronóstico de primer orden para la institucionalización. Generalmente, aparecen en fases leves y moderadas de la enfermedad, es decir al inicio y etapa intermedia, desapareciendo en las últimas fases en las que el grado de deterioro global es tan alto que no tienen capacidad para su expresión. Los síntomas conductuales pueden ser muy variados y floridos, adquiriendo una prevalencia elevada.

 

1.- Delirios

 

Son trastornos del pensamiento en los que se expresa una idea o realidad errónea o imposible. Existe una pérdida del contacto con la realidad y por tanto no debe pretenderse convencer al individuo de su error, ya que éste no lo percibe. Su frecuencia varía según las series consultadas, sin embargo como promedios podrían cifrarse en torno al 25-75 %. Se observan con más frecuencia dentro del ámbito institucional, y esto obedece a que efectivamente los casos más dificultosos en su manejo son derivados a este medio (ya hemos referido que son un predictor de institucionalización). Por lo general los delirios del demente no suelen tener un grado de estructuración y elaboración tan complejos como los de otras patologías psiquiátricas. Suelen acompañarse de otras manifestaciones, destacando la agresividad tanto verbal como física. Son temas recurrentes de delirios: robo, infidelidad, celos, impostores, suplantaciones, etc.

 

2.- Alucinaciones

 

Son percepciones sensoriales (visuales, auditivas, olfatorias, etc.) anómalas, que no han tenido lugar en la realidad, pero que el individuo las percibe como ciertas. La afectación de los órganos de los sentidos que acontece en el envejecimiento, predispone hacia éstas. Pueden llegar a presentar tasas entre el 15-50 %, con mayor predominio de las visuales, seguidas de las auditivas. A medida que progresa la enfermedad van haciendo aparición y se consolidan las alucinaciones siendo más frecuentes en la etapa media-avanzada de la enfermedad.

 

3.- Anomalías en el reconocimiento (Falsas identificaciones)

 

Consisten en identificaciones erróneas de personas u objetos. Se trata de actos de difícil definición ya que pueden quedar enmascarados por las agnosias así como por los delirios y alucinaciones. Aparecen en el 25-50 % de los dementes en algún momento de su evolución. Las variedades que pueden darse son múltiples: - Falsos Reconocimientos de Familiares = Prosopagnosias (confunde al marido con el hijo o con su padre, etc.) - Fantasmas en el domicilio - Relación con los espejos

 

4.- Trastornos de la personalidad

 

Probablemente, se trate del síntoma más prevalente de las demencias; apareciendo en el 95 % de los casos. En su génesis intervienen la dificultad que presenta el sujeto para adaptarse a situaciones de la vida diaria y las respuestas descoordinadas de éstos. Aparecen en estadios precoces, siendo a veces la primera señal de alarma de la enfermedad. Los dementes se vuelven más intransigentes, más rígidos y rudos, con agitación y agresividad, etc.; otras veces se tornan apáticos, retraídos, con tendencia a la desinhibición, egocéntricos. Pierden el interés por sí mismos y por el entorno, abandonan el aseo, afeitado, dejan de arreglarse, se visten desaliñadamente y con ropa sucia, etc.

 

5.- Trastornos en el comportamiento

 

Vagabundeo o Erratismo: Se denomina así a la tendencia al paseo errático y sin rumbo que presentan los dementes. “parece como si buscasen algo o a alguien”. Se exacerba por las noches como consecuencia de la desorientación nocturna. Constituye una fuente de riesgos apreciable en forma de caídas, accidentes, etc.; así como un foco de estrés de los cuidadores y familiares. Aparece en torno al 60 % de los dementes. No tienen un tratamiento específico, ahora bien, debemos evitar reprimir esta tendencia mediante sujeciones u otros artilugios, ya que aumentan el nivel de excitación y ansiedad. Por el contrario deben favorecerse mediante pistas para erráticos con medidas de seguridad en centros institucionales.

 

Inquietud o Agitación Psicomotriz: Denominamos como tal a aquella situación en la que el paciente precisa estar moviéndose continuamente o manipulando objetos. A veces se acompaña de otras alteraciones que lo exacerban como ansiedad, insomnio, etc. Aparece en fases intermedias y avanzadas de la enfermedad.

 

Agresividad: Puede ser verbal manifestada en forma de hostilidad, insultos y gritos; o bien física contra el entorno o contra sí mismos. Puede aparecer en cualquier fase de la enfermedad, aunque probablemente sea más típica de la fase intermedia o moderada. Suele originar graves problemas en el manejo de estos pacientes, hasta el punto que constituye el primer determinante de institucionalización. Evolucionan por brotes a lo largo de la enfermedad. Sin embargo esto no debe hacernos caer en la dejadez y no chequear causas añadidas de irritabilidad como dolores, infecciones, etc., de las cuales el demente no puede advertirnos.

 

Disfunciones Sexuales: En los dementes son frecuentes y pueden tener un amplio abanico de presentación desde la apatía, al exhibicionismo, tocamientos, actividad sexual compulsiva, cambio en la apetencia de sexo, etc.

 

Trastornos del Apetito: Del mismo modo encontramos situaciones que pueden ir desde la anorexia extrema a la bulimia más compulsiva. Incluso en un mismo enfermo se pueden alternar ambas.

 

Depresión: La demencia multiplica el riesgo de padecer una depresión en 3-4 veces. Así, es fácil encontrar prevalencias de depresión en dementes que sobrepasan las cifras del 30-50 %. Aparece en fases iniciales de la enfermedad, cuando el sujeto percibe sus fallos y lagunas. Además, corrobora la teoría esbozada de la conservación neuronal (es necesario conservar un nivel mínimo, para poder llegar a deprimirse). Por otra parte, parece que también en los dementes se producen modificaciones en los neurotransmisores. La depresión en el demente ha de chequearse de forma sistemática, ya que podría pasar desapercibida por la falta de queja del propio paciente.

 

Insomnio: Es un trastorno habitual en los dementes. Sin embargo no todos los autores lo entienden como insomnio sino que algunos lo interpretan como una incapacidad para mantener el sueño o alteración del ritmo nictameral. Contribuyen a ello la citada desorientación nocturna así como la irritabilidad y agitación que les produce la noche.

 Blog de Juan Pardo.

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