La exvicepresidenta del Gobierno alertó a Sánchez de que la figura de Ábalos era «incompatible con los valores del PSOE»
Los motivos de la defenestración de José Luis Ábalos no se limitan a unas fiestas privadas en plena pandemia ni a la existencia de pruebas con las que se amenazó al Gobierno en torno al mes de mayo de este 2021. La causa de la caída de Ábalos es política, en tanto en cuanto su «doble vida», «oscura y caótica», entraba en contradicción con «los principios socialistas» y ponía en riesgo la narrativa oficial del PSOE con vistas a su Congreso Federal. El exministro de Transportes y ex secretario de Organización del partido era un obstáculo para la renovación ideológica de la formación en el campo del feminismo, que tanto había enfrentado a PSOE y Podemos.
Y por ello, el salto cualitativo en la situación de «extrema tensión» que se vivía en Moncloa por las correrías del ministro de Transportes se produjo con la alerta del ala feminista del partido. Según confirman a THE OBJECTIVE fuentes de primer nivel del Gobierno, La Moncloa y el PSOE, la entonces vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, fue la figura clave, la voz más autorizada del núcleo duro del Gabinete que se atrevió a «hablar claro» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre la inminencia del peligro: «El escándalo puede estallar». «Hay pruebas», le avisó la entonces número dos del Ejecutivo. Según las fuentes consultadas por este periódico, «Carmen fue la única que se atrevió a lidiar con el problema» que otras personas al tanto no sabían cómo abordar.
«El enfado del presidente era enorme», pero no menor que el desengaño de Calvo y su preocupación por que la permanencia de Ábalos colisionara con la bandera ideológica del 40 Congreso Federal del PSOE: «Ábalos es incompatible con nuestros valores feministas. No podemos aprobar el abolicionismo de la prostitución y mantenerlo como número tres del PSOE». No fue la primera en vincular a Ábalos con la prostitución, pero sí en plantearlo como un problema político ante el que urgía tomar medidas y a la que luego secundaron, con los mismos argumentos, otros dirigentes socialistas. Estaba en riesgo la credibilidad del partido para presentar su nueva oferta programática, por lo que era urgente defenestrar a Ábalos antes de la celebración del Congreso Federal los días 15, 16 y 17 de octubre.
La exministra de Igualdad y representante del feminismo clásico socialista se lo tomó como una cruzada personal, inmersa como estaba en su enfrentamiento con su sucesora, Irene Montero, a cuenta de la Ley Trans. «Carmen había perdido el norte, su equipo le había convencido de que el feminismo era ella». Y así, encajó lo de Ábalos como una «cuestión personal», que añadió beligerancia, incluso inquina, a las cuestiones puramente profesionales, de por sí más frías y distantes. En conversación con THE OBJECTIVE, la propia Calvo atribuye al presidente la decisión de sacar a Ábalos del Gobierno y niega haber tenido «nada que ver en su cese». Y añade: «Ni sé nada ni pregunté nunca», pero preserva el contenido de sus conversaciones con Sánchez dentro de la típica «relación de confianza». No obstante, la intervención de la ex vicepresidenta primera del Ejecutivo está confirmada por cinco fuentes distintas de máxima solvencia de Moncloa, el Gobierno y el PSOE.
El olvido del abolicionismo
En la organización previa del 40º Congreso Federal, Ábalos compareció en muy contadas ocasiones en rueda de prensa en la sede socialista, pero la última vez sucedió algo muy extraño. «Terminamos la Ejecutiva y preparamos entre varios la rueda de prensa. Se le dijo varias veces: ‘Jose, no te olvides del abolicionismo’. Pero luego salió en rueda de prensa y no lo mencionó», relatan fuentes socialistas.
Fue el día 14 de junio y con la presencia incómoda y examinadora de algunos miembros de la dirección federal en la sala de prensa de la primera planta de la sede de Ferraz. No fue un olvido, sino una desobediencia deliberada que solo se puede permitir un número tres del partido convencido de su inmunidad. 42 minutos y 24 segundos duró una rueda de prensa en la que comenzó hablando de la igualdad entre hombres y mujeres: «Y todas las medidas que vamos a apoyar van a pasar por el reconocimiento de las mujeres y su diferencia… y su respeto. Muchas gracias». Bebió agua y se fue. Nadie le preguntó ya el por qué de su olvido porque por entonces Sánchez ya había rebasado su umbral de paciencia. «Fue en mayo cuando tomó la decisión de destituirle», y así se lo comunicó a apenas unas pocas personas de su círculo más próximo.
Cuatro meses después, el domingo 17 de octubre, el secretario general ponía en pie al auditorio del 40º Congreso Federal del PSOE vociferando una promesa: «Sale de este congreso un compromiso: ¡avanzaremos aboliendo la prostitución que esclaviza a las mujeres en nuestro país! Ese es nuestro compromiso». En un entregado público de 9.000 personas, José Luis Ábalos fue el único que no aplaudió tras ese anuncio. «Lo he visto», comentaron los pocos conocedores de esta historia, para quienes no pasó inadvertida otra sutileza imperceptible para la mayoría. «Sentimos el legítimo orgullo de ser coherentes con nosotros mismos. Tratamos cada día de parecernos a lo que decimos… Nosotros trabajamos duro para que, como dijo Don Quijote, nuestros actos deben estar a la altura de nuestras palabras». El antaño fiel escudero tampoco aplaudió entonces a su hidalgo, quizás recordando las palabras de Cervantes: «Cada uno es artífice de su propia ventura».
No hay comentarios:
Publicar un comentario