La historia de España es tan rica, con sus momentos oscuros y sus momentos brillantes, que no queda resquicio temporal para recordar efemérides de grandes acontecimientos. En este año de 2021 se cumplen quinientos años de la conquista del imperio azteca —ahora se le llama mexica— por parte de Hernán Cortés quien buscó la alianza de los pueblos sojuzgados para poder entrar en Tenochtitlán. Estamos en la celebración del quinto centenario de la gesta protagonizada por Juan Sebastián dando la primera vuelta al mundo en un largo viaje que, iniciado por Magallanes en agosto de 1519, no concluiría hasta septiembre de 1522.
Entre quienes abominan de nuestro pasado, Cortés no fue más que un genocida y hay quien considera la vuelta al mundo, dada por Elcano, una empresa multinacional, pese a que los barcos de aquella expedición eran de Carlos I, la organización de la misma corrió a cargo de la Corona de Castilla, partió del puerto de Sevilla y regresó a él tres años más tarde, amén de que la gran mayoría de sus tripulaciones estaba formada por españoles —andaluces, vascos, extremeños, castellanos, gallegos…—, a los que se añadía cierto número de portugueses y que el rey prohibió que se enrolasen más de esta nación.
Ayer, 7 de octubre, se cumplieron cuatrocientos cincuenta años de la batalla de Lepanto. Hoy, en que nos movemos entre lo que algunos han denominado con el pomposo nombre de Alianza deCivilizaciones y ese llamado ‘buenismo’ que se extiende por un Europa que está perdiendo buena parte de los fundamentos que la caracterizaron durante siglos, no resulta políticamente correcto recordar que se libró una dura batalla.
Tuvo lugar en el golfo de le dio nombre. La amenaza otomana era una realidad que aterrorizaba a las poblaciones cristianas ribereñas del Mediterráneo porque junto a su incontenible avance era el gran apoyo de los piratas berberiscos que tenían sus bases en el norte de África. El ataque de los turcos sobre la isla de Chipre, encendió las alarmas en Venecia, que controlaba aquella isla. Se configuró, auspiciada por el papa Pío V, la llamada Liga Santa para hacer frente a la amenaza otomana.
La España de Felipe II, la potencia hegemónica de la época, encabezó la coalición y fue don Juan de Austria, hermano del monarca español —era hijo de Carlos I y Bárbara Blomberg— quien logró una extraordinaria victoria que frenó el avance turco por el mediterráneo. El Papa instituyó la festividad de la Virgen del Rosario en aquella fecha para conmemorar lo que Miguel de Cervantes, quien participó en ella cuando aún no había escrito ElQuijote, llamó la más grande ocasión que vieron los siglos pasados y presentes, y no esperan ver los venideros. Hoy hay quien desea pasar de puntillas sobre aquel acontecimiento, que hemos querido recordar.
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